Orga­ni­zar­se fren­te a lo que se ave­ci­na (II de II)

«Toda inves­ti­ga­ción del pro­ce­so de repro­duc­ción desem­bo­ca en Marx en la lucha de cla­ses. […] en los nive­les supe­rio­res de la mis­ma la lucha en torno a la dis­tri­bu­ción del ingre­so no es una mera lucha por con­quis­tar mejo­res con­di­cio­nes de vida para las cla­ses que inter­vie­nen, sino que se tra­ta de una lucha por la pro­pia exis­ten­cia del meca­nis­mo capi­ta­lis­ta. Solo enton­ces pode­mos enten­der la razón por la cual, en los pel­da­ños más ele­va­dos de la acu­mu­la­ción capi­ta­lis­ta, toda ele­va­ción sig­ni­fi­ca­ti­va de los sala­rios cho­ca con difi­cul­ta­des cada vez mayo­res y por qué toda lucha eco­nó­mi­ca rele­van­te se trans­for­ma en una cues­tión que hace a la pro­pia exis­ten­cia del capi­ta­lis­mo, es decir, pode­mos com­pren­der por qué se con­vier­te en una cues­tión polí­ti­ca que ata­ñe al poder.

»La lucha de la cla­se obre­ra por sus rei­vin­di­ca­cio­nes coti­dia­nas se vin­cu­la así con la lucha por el obje­ti­vo final. El obje­ti­vo final por el que la cla­se obre­ra com­ba­te, no se tra­ta de una idea intro­du­ci­da “des­de el exte­rior” en el movi­mien­to obre­ro, cuya con­cre­ción es inde­pen­dien­te de las luchas del pre­sen­te, pues­to que per­ma­ne­ce reser­va­da para un futu­ro lejano, sino que con­sis­te, tal como lo indi­ca la ley del derrum­be pues­ta aquí de mani­fies­to, en el resul­ta­do pro­du­ci­do por la lucha de cla­ses inme­dia­ta de todos los días, y cuya mate­ria­li­za­ción se ve ace­le­ra­da por esas luchas.»1

Gross­mann publi­có estas pala­bras en 1929, año de la segun­da gran depre­sión. Tie­nen una rela­ción direc­ta con el pro­ble­ma sobre el que deba­ti­mos, el de la orga­ni­za­ción en el pre­sen­te, como tam­bién la tenían las de Engels de 1882 que vimos en la pri­me­ra entre­ga2. Aun­que hay una dis­tan­cia de casi medio siglo entre las dos, los con­tex­tos en los que fue­ron escri­tas tenían una iden­ti­dad cla­ra: era urgen­te inten­si­fi­car la lucha de cla­ses para impo­ner una sali­da socia­lis­ta a la cri­sis. Gross­mann insis­tía poco antes3 que si se que­ría enten­der la dia­léc­ti­ca del derrum­be capi­ta­lis­ta había que tener siem­pre en cuen­ta los efec­tos de la lucha de cla­ses: si esta era débil, la bur­gue­sía des­car­ga­ría el desas­tre sobre las vidas pro­le­ta­rias; si la lucha de cla­ses avan­za­ba con fuer­za, la cri­sis la paga­ría la cla­se bur­gue­sa con la pér­di­da de su poder.

Fue­ron dece­nas de millo­nes de vidas obre­ras y cam­pe­si­nas, y en espe­cial el sacri­fi­cio de la URSS y del pue­blo chino, las que impi­die­ron que la fac­ción más reac­cio­na­ria de la bur­gue­sía mun­dial –nazi fas­cis­mo, mili­ta­ris­mo, mika­do, etc. – , salie­ra vic­to­rio­sa de la cri­sis de 1929 tras pro­vo­car gue­rras des­de al menos 1931 que ter­mi­na­ron ofi­cial­men­te en 1945. No hubo más muer­tes por­que des­de octu­bre de 1917 se ace­le­ró la for­ma­ción de par­ti­dos revo­lu­cio­na­rios que, con su dis­ci­pli­na cons­cien­te, se pre­pa­ra­ron para com­ba­tir a muer­te con la bes­tia, debi­li­tan­do su leta­li­dad. La Inter­na­cio­nal Comu­nis­ta había actua­li­za­do la teo­ría del par­ti­do resu­mi­da por Engels en 1882 y adap­ta­da por el bol­che­vis­mo des­de 1902 a la coyun­tu­ra zaris­ta. Esta lar­ga expe­rien­cia, con sus obje­ti­vas limi­ta­cio­nes his­tó­ri­cas, ali­men­ta­ba las ideas de Gross­mann en 1929 sobre cómo la gue­rra impe­ria­lis­ta4[4 sal­va­ba al capi­tal has­ta la siguien­te cri­sis estructural.

Las gue­rras de libe­ra­ción anti­im­pe­ria­lis­ta ante­rio­res inclu­so a 1917 habían con­fir­ma­do que lo esen­cial de la teo­ría de la orga­ni­za­ción era váli­do tam­bién en los pue­blos cam­pe­si­nos con muy poco pro­le­ta­ria­do. Su secre­to radi­ca­ba en que el núcleo de la teo­ría no era –no es– otro que el obje­ti­vo final del que habla Gross­mann, a saber: la toma del poder por el pue­blo, la des­truc­ción del Esta­do del capi­tal y el avan­ce al socia­lis­mo. La expe­rien­cia posi­ti­va y nega­ti­va des­de 1945 así lo con­fir­ma, tal cual ha vuel­to a ocu­rrir des­de 2007 con la ter­ce­ra gran depre­sión y en espe­cial des­de el sal­to cua­li­ta­ti­vo de la cri­sis con la pan­de­mia en 2020. Como se apre­cia, esta teo­ría que el refor­mis­mo ha dado por muer­ta des­de mitad del siglo XIX resu­ci­ta con más fuer­za siem­pre que las cri­sis del capi­tal dejan al des­cu­bier­to el anta­go­nis­mo irre­duc­ti­ble entre la pro­pie­dad bur­gue­sa y la urgen­te nece­si­dad de ins­tau­rar la pro­pie­dad socialista.

Pues bien, tan­to la nece­si­dad de la orga­ni­za­ción como de su teo­ría cobran impor­tan­cia espe­cial en las nacio­nes opri­mi­das por una sim­ple razón: la bur­gue­sía nacio­nal­men­te opre­so­ra cree que el o los pue­blos que ocu­pa son pro­pie­dad pri­va­da suya, par­te de sus fuer­zas pro­duc­ti­vas, suje­tos explo­ta­bles caren­tes de iden­ti­dad cua­li­ta­ti­va dife­ren­cia­da e inte­gra­dos en su Esta­do-nación domi­nan­te. Dado que la teo­ría del par­ti­do es par­te sus­tan­cial e impres­cin­di­ble de la teo­ría de la des­truc­ción del poder del Esta­do opre­sor y de la cons­truc­ción del socia­lis­mo, por ello y a la fuer­za, en las nacio­nes opri­mi­das esta teo­ría adquie­re la for­ma de lucha de libe­ra­ción nacio­nal de cla­se por la inde­pen­den­cia socia­lis­ta, la úni­ca for­ma his­tó­ri­ca posi­ble de derro­tar al capi­tal en esos mar­cos sociohistóricos.

La sub­sun­ción de las bur­gue­sías de los pue­blos opri­mi­dos en los blo­ques de cla­ses domi­nan­tes de los Esta­dos nacio­nal­men­te opre­so­res, su depen­den­cia abso­lu­ta del capi­ta­lis­mo esta­tal e inter­na­cio­nal domi­nan­te, deter­mi­na obje­ti­va­men­te que la eman­ci­pa­ción del pro­le­ta­ria­do y del pue­blo tra­ba­ja­dor sea a la fuer­za y uni­ta­ria­men­te socia­lis­ta e inde­pen­den­tis­ta. Dicho de otro modo, hace que la bur­gue­sía de la nación opri­mi­da recha­ce la inde­pen­den­cia por­que sabe que esta úni­ca­men­te pue­de ser efec­ti­va bajo un poder obre­ro que avan­ce en la socia­li­za­ción de las fuer­zas pro­duc­ti­vas. La ver­da­de­ra inde­pen­den­cia es la que devuel­ve al pue­blo obre­ro las fuer­zas pro­duc­ti­vas expro­pia­das por la bur­gue­sía con el apo­yo del Esta­do ocupante.

Úni­ca­men­te sec­to­res redu­ci­dos de la peque­ña bur­gue­sía pue­den atre­ver­se duran­te un tiem­po a luchar por una apa­ren­te «inde­pen­den­cia nacio­nal» some­ti­da volun­ta­ria­men­te al dic­ta­do del capi­tal tras­na­cio­nal; pero es tal su posi­bi­lis­mo prag­má­ti­co, su inse­gu­ri­dad como frac­ción espe­cial­men­te mie­do­sa de la cla­se bur­gue­sa en su con­jun­to, etc., que bien pron­to retro­ce­de, renie­ga, enga­ña, mien­te y trai­cio­na al pue­blo para jus­ti­fi­car la eter­na pos­po­si­ción de sus débi­les idea­les y la acep­ta­ción «nego­cia­da» de las exi­gen­cias de la poten­cia ocu­pan­te. Estos sec­to­res no dudan en aban­do­nar a su suer­te a quie­nes, por hon­ra­dez y cohe­ren­cia, no se rin­de y con­ti­núan la lucha bajo muy duras con­di­cio­nes repre­si­vas, aun­que antes hubie­ran sido com­pa­ñe­ras y com­pa­ñe­ros de mili­tan­cia. Sin duda, hay casos muy loa­bles de entre­ga por su fan­ta­sía impo­si­ble –la «inde­pen­den­cia» peque­ño-bur­gue­sa – , pero son indi­vi­dua­les. El grue­so de esta frac­ción de cla­se acep­ta una des­cen­tra­li­za­ción admi­nis­tra­ti­va –auto­no­mía– que garan­ti­ce su tasa de bene­fi­cio siem­pre pro­te­gi­da por fuer­zas repre­si­vas pres­ta­das por el Esta­do ocu­pan­te, que vigi­la la des­cen­tra­li­za­ción admi­nis­tra­ti­va con sus buro­cra­cias especializadas.

Son aplas­tan­tes las lec­cio­nes his­tó­ri­cas al res­pec­to, más des­de 2007 y 2020. Las ponen­cias sobre la teo­ría de la orga­ni­za­ción que ofre­ci­mos en el pri­mer artícu­lo5 refle­ja­ban la dia­léc­ti­ca de lo per­ma­nen­te y lo nue­vo en esta cues­tión tal y como se podían ana­li­zar en medio de los deba­tes de 2011. En la déca­da trans­cu­rri­da has­ta aho­ra se han agu­di­za­do todas las con­tra­dic­cio­nes y han apa­re­ci­do otras nue­vas que impac­tan con mayor bru­ta­li­dad sobre todo en los pue­blos nacio­nal­men­te opri­mi­dos y des­pués en los Esta­dos for­mal­men­te inde­pen­dien­tes pero depen­dien­tes del impe­ria­lis­mo en todo lo sustancial.

Uno de esos cam­bios es el for­ma­do por el empo­bre­ci­mien­to y rui­na de gran­des fran­jas de la peque­ña bur­gue­sía y de las lla­ma­das «cla­ses medias», que no son sino sec­to­res del pro­le­ta­ria­do que tuvie­ron sala­rios y dis­ci­pli­nas labo­ra­les menos malas que el res­to de la cla­se obre­ra. El debi­li­ta­mien­to inquie­ta mucho al ya muy blan­do refor­mis­mo post key­ne­siano pues, por un lado, sig­ni­fi­ca el des­in­fle del «col­chón social» que seguía amor­ti­guan­do mal que bien los gol­pes al enclen­que «Esta­do del bien­es­tar» (sic); y por otro lado, refuer­za la ten­den­cia al alza del con­ser­va­du­ris­mo más auto­ri­ta­rio, de los neo­fas­cis­mos y racis­mos, y de irra­cio­na­lis­mos varios que siem­pre cre­cen al calor de estas ten­den­cias y de las cri­sis sis­té­mi­cas favo­re­ci­das por la pasi­vi­dad e inca­pa­ci­dad de las izquier­das inte­gra­das6. Si a esto le suma­mos el empo­bre­ci­mien­to que gol­pea al pro­le­ta­ria­do, vemos cómo se van agu­di­zan­do ten­sio­nes socia­les obje­ti­vas de difí­cil con­trol si la cri­sis sis­té­mi­ca se agrava.

Si no dis­po­nen de poten­tes movi­mien­tos polí­ti­cos, sin­di­ca­les, popu­la­res, cul­tu­ra­les, de pren­sa crí­ti­ca, etc., con una estra­te­gia inde­pen­den­tis­ta y un obje­ti­vo socia­lis­ta níti­dos, los pue­blos opri­mi­dos ape­nas tie­nen recur­sos para supe­rar los efec­tos disol­ven­tes de los cam­bios en su estruc­tu­ra cla­sis­ta que aca­ba­mos de ver. No pue­den fiar­se en abso­lu­to del «nacio­na­lis­mo» de sus bur­gue­sías y peque­ñas bur­gue­sías, tam­po­co el de las «cla­ses medias», que tie­ne como una de sus fina­li­da­des impe­dir el avan­ce del inde­pen­den­tis­mo socia­lis­ta. Cual­quier «acuer­do nacio­nal» con con­ce­sio­nes a estos sec­to­res es más una cade­na ata­da a un cepo de plo­mo que un «acuer­do de pro­gre­so», aun­que en un ini­cio pue­da redun­dar en el aumen­to de votos refor­mis­tas. Se dice que su obje­ti­vo es evi­tar que esas fran­jas giren del sobe­ra­nis­mo abs­trac­to a un auto­no­mis­mo y regio­na­lis­mo capi­ta­lis­ta com­pa­ti­ble con el demo­cra­ti­cis­mo fal­so del Esta­do ocu­pan­te. La licua­ción del sen­ti­mien­to nacio­nal inter­cla­sis­ta de estos sec­to­res es impul­sa­da por el ante­rior giro al refor­mis­mo prag­má­ti­co de sec­to­res del inde­pen­den­tis­mo socialista.

Los cam­bios pro­fun­dos en la estruc­tu­ra cla­sis­ta, en la com­po­si­ción inter­na del pue­blo tra­ba­ja­dor, gene­ran efec­tos disol­ven­tes del sen­ti­mien­to nacio­nal que corres­pon­día a la ante­rior ver­te­bra­ción cla­sis­ta y per­vi­ven por lo menos has­ta que el sen­ti­mien­to nacio­nal bási­co no se adap­te a y se fusio­ne con los nue­vos cam­bios socia­les, dan­do for­ma nue­va a la con­cien­cia nacio­nal de cla­se en esa onda de lucha ya abier­ta. De la mis­ma for­ma que exis­ten fases den­tro de la con­ti­nui­dad capi­ta­lis­ta y de la lucha de cla­ses, tam­bién exis­ten en la evo­lu­ción de la con­cien­cia nacio­nal de cla­se del pro­le­ta­ria­do, con­cien­cia que solo es tal en las luchas auto­or­ga­ni­za­das sos­te­ni­das en el tiem­po, pero ape­nas lo es, o inclu­so lo es enga­ño­sa­men­te, en los resul­ta­dos de las elec­cio­nes rea­li­za­das según las leyes del Esta­do ocu­pan­te, por mucho que sean posi­ti­vos para el reformismo.

Insis­ti­mos en que se tra­ta de un com­ple­jo y poli­fa­cé­ti­co pro­ce­so de destrucción/​creación de la iden­ti­dad nacio­nal de cla­se del pue­blo tra­ba­ja­dor, siem­pre en movi­mien­to, que no pode­mos expli­car aho­ra, y que siem­pre está some­ti­do a las estra­te­gias y tác­ti­cas de los Esta­dos ocu­pan­tes y del impe­ria­lis­mo. Por ejem­plo, el pue­blo tra­ba­ja­dor vas­co, sien­do en esen­cia el mis­mo, sin embar­go, es dife­ren­te aho­ra que el de la fase de lucha de cla­ses sos­te­ni­da entre media­dos de los años 60 y fina­les de los 80 del siglo pasa­do. Inter­ve­nir en el inte­rior de este movi­mien­to per­ma­nen­te es decisivo.

Den­tro del pue­blo tra­ba­ja­dor, es la juven­tud obre­ra pre­ca­ri­za y empo­bre­ci­da la que pade­ce los duros efec­tos vita­les de los cam­bios. Peor aún, dado que esta juven­tud mul­ti explo­ta­da mal­vi­ve ya en una reali­dad muy dife­ren­te a la que exis­tía cuan­do se for­ma­ron inte­lec­tual­men­te las actua­les direc­cio­nes polí­ti­co-sin­di­ca­les, se ha abier­to un abis­mo entre los sec­to­res más cons­cien­tes de la juven­tud pro­le­ta­ria y las direc­cio­nes adul­tas. El poder adul­to de las direc­cio­nes socio­po­lí­ti­cas pro­gre­sis­tas actúa como un ancla que hun­de el futu­ro en lo hon­do de un pre­sen­te enve­je­ci­do e inmó­vil como se fue vien­do en los inten­sos cam­bios que se pre­ci­pi­ta­ron des­de 2007, lo que pro­pi­ció una serie de tex­tos crí­ti­cos sobre qué tenía que hacer la juven­tud tra­ba­ja­do­ra7https://​boltxe​.eus/​2​0​1​6​/​0​3​/​1​3​/​g​a​z​t​e​-​b​o​t​e​r​e​a​-​g​a​z​t​e​-​d​a​n​b​a​d​a​-​2​0​16/ fren­te al poder adulto.

Para la juven­tud obre­ra de las nacio­nes opri­mi­das, para las jóve­nes, la ten­den­cia al alza del auto­ri­ta­ris­mo en sus for­mas más duras de gran-nacio­na­lis­mo, machis­mo y fas­cis­mo espa­ñol, es un peli­gro tre­men­do para su futu­ro por­que des­ple­ga­rá su bru­ta­li­dad con­tra esa juven­tud inde­pen­den­tis­ta. Pero tam­bién hemos de ver otros dos peli­gros que sur­gen de dos gran­des for­mas de expre­sión del nacio­na­lis­mo espa­ñol en su gene­ra­li­dad: el lla­ma­do «cons­ti­tu­cio­nal» y «demo­crá­ti­co», cuya expre­sión más cono­ci­da es el PSOE-UP y otros sec­to­res que ya están a la dere­cha del euro­co­mu­nis­ta, que se va per­fi­lan­do en el pro­yec­to Espa­ña 2050 del PSOE y que, por aho­ra, tie­ne en Cata­lun­ya, Gali­za y Vas­con­ga­das su pri­mer cam­po de prue­bas; y el gran-nacio­na­lis­mo de «izquier­da».

La impor­tan­cia de ana­li­zar este tri­ple peli­gro sur­ge no de la sobre­es­ti­ma­ción del terror fas­cis­ta para las nacio­nes opri­mi­das, por­que nun­ca sobre­va­lo­ra­mos al mons­truo. Sur­ge, por un lado, de la minus­va­lo­ra­ción de la efi­ca­cia del refor­mis­mo para des­na­cio­na­li­zar y «nor­ma­li­zar» imper­cep­ti­ble­men­te a los pue­blos no espa­ño­les; y, por otro lado, de que la «izquier­da» gran-nacio­na­lis­ta nie­ga explí­ci­ta o implí­ci­ta­men­te la exis­ten­cia de opre­sión nacio­nal. Sí exis­ten, y lo deci­mos con admi­ra­ción, izquier­das inter­na­cio­na­lis­tas consecuentes.

Un ejem­plo de la nece­si­dad de ana­li­zar en deta­lle esta tri­ni­dad espa­ño­lis­ta lo vemos en las pre­gun­tas para el deba­te en Pon­te­deu­me, que nos ha hecho lle­gar el colec­ti­vo Moci­da­de Pola Inde­pen­den­cia: 1) ¿Que es el fas­cis­mo? 2) His­to­ria del fas­cis­mo en el Esta­do, su impor­tan­cia para el pro­yec­to espa­ñol. 3) Repa­so his­tó­ri­co por la res­pues­ta anti­fas­cis­ta. 4) ¿Cuál es el papel de la juven­tud? ¿Cuál es el papel de las nacio­nes sin Esta­do? Cada res­pues­ta nos lle­va­rá a dis­tin­tas par­tes de la tri­ni­dad nacio­na­lis­ta. Como hemos reci­bi­do estas pre­gun­tas des­pués de haber deci­di­do divi­dir en dos par­tes la ponen­cia a deba­te, vamos a seguir con el plan ini­cial para, en otro pos­te­rior, res­pon­der al cuestionario.

Aho­ra vamos a con­cluir pro­po­nien­do algu­nas refle­xio­nes sobre cómo com­ba­tir los ocho ins­tru­men­tos del capi­tal y de su Esta­do a los que se enfren­ta la orga­ni­za­ción revolucionaria.

  1. La cre­du­li­dad social en las pro­me­sas bur­gue­sas como efec­to del feti­chis­mo y de la alienación.

    Esta­mos ante un pilar bási­co del domi­nio capi­ta­lis­ta en sí, sea en un Esta­do opre­sor como en un pue­blo opri­mi­do por­que el feti­chis­mo y la alie­na­ción nacen de la natu­ra­le­za mis­ma del pro­ce­so pro­duc­ti­vo capi­ta­lis­ta, y con ellas la cre­du­li­dad social refor­za­da por la ideo­lo­gía bur­gue­sa. Los pue­blos opri­mi­dos sufren una doble cre­du­li­dad: la que nace del capi­ta­lis­mo en sí, y la que nace de la pro­pa­gan­da de «su» bur­gue­sía que echa la cul­pa de la explo­ta­ción al Esta­do ocu­pan­te para man­te­ner suje­to al pro­le­ta­ria­do: el mal vie­ne de fue­ra, le dice al pue­blo obre­ro, y por tan­to debe­mos estar uni­dos con­tra el mal exte­rior. Si seguís mis pla­nes la eco­no­mía cre­ce­rá, los sala­rios aumen­ta­rán, vivi­réis mejor. Estas pro­me­sas refuer­zan el feti­chis­mo y la alie­na­ción en los sec­to­res que se las creen. De este modo, se for­ta­le­ce el capi­ta­lis­mo en sí y la bur­gue­sía autóc­to­na. La izquier­da inde­pen­den­tis­ta ha de com­ba­tir deci­di­da­men­te en los dos fren­tes, que son uno: con­tra el feti­chis­mo y la alie­na­ción, en cuan­to tales, y con­tra la ver­sión regio­na­lis­ta, auto­no­mis­ta y sobe­ra­nis­ta en cada pue­blo opri­mi­do. Si no lo hace, no tie­ne futu­ro. Pero la lucha con­tra el feti­chis­mo exi­ge una estra­te­gia que vaya más allá del socia­lis­mo, una estra­te­gia comunista.

  2. La efec­ti­vi­dad del machis­mo, del racis­mo, del opio reli­gio­so, etc., para refor­zar al capi­tal con su terror mate­rial y simbólico.

    El capi­ta­lis­mo desa­rro­lla opre­sio­nes que apa­ren­tan no tener nin­gu­na rela­ción con la explo­ta­ción de la fuer­za de tra­ba­jo para pro­du­cir bene­fi­cio al capi­tal. En reali­dad, todas son fun­cio­na­les a la explo­ta­ción asa­la­ria­da y a la dic­ta­du­ra del capi­tal. Según cómo sea la his­to­ria de la lucha de cla­ses de cada pue­blo opri­mi­do «su» bur­gue­sía autóc­to­na será más o menos «demo­crá­ti­ca» no por­que así le gus­te, sino por mie­do a la fuer­za obre­ra y popu­lar. La cas­ta inte­lec­tual y el refor­mis­mo inten­tan negar la cen­tra­li­dad obje­ti­va de la explo­ta­ción asa­la­ria­da sobre el res­to de opre­sio­nes para divi­dir al pue­blo tra­ba­ja­dor y evi­tar que ela­bo­re una estra­te­gia comu­nis­ta en la que estas opre­sio­nes fun­cio­na­les sean com­ba­ti­das como par­tes de la tota­li­dad, úni­ca for­ma de gene­rar la inde­pen­den­cia polí­ti­ca del pro­le­ta­ria­do. Sin esta inde­pen­den­cia polí­ti­ca no hay mode­lo de nación tra­ba­ja­do­ra capaz de derro­tar al mode­lo bur­gués. El par­ti­do revo­lu­cio­na­rio debe mos­trar en la prác­ti­ca que esas opre­sio­nes par­ti­cu­la­res nun­ca se resol­ve­rán cada una en ais­la­do, sino solo den­tro de la tota­li­dad de la lucha estra­té­gi­ca, expli­can­do que sus nece­sa­rias tác­ti­cas espe­cí­fi­cas requie­ren de la visión del con­jun­to para ser efectivas.

  3. La omni­pre­sen­te mani­pu­la­ción mediática.

    Es una obvie­dad decir que una nación opri­mi­da nece­si­ta vital­men­te dis­po­ner de medios crí­ti­cos que con­tra­rres­ten no solo la mani­pu­la­ción mediá­ti­ca inter­na­cio­nal, del Esta­do y de la de la bur­gue­sía autóc­to­na, esto es una ver­dad de Pero­gru­llo. Tam­bién nece­si­ta que la crí­ti­ca de esos medios pro­pios se vuel­que con­tra la cre­du­li­dad de su pro­pia cla­se tra­ba­ja­do­ra, con­tra su ideo­lo­gía bur­gue­sa, con­tra la lla­ma­da «cul­tu­ra nacio­nal» crea­da por «sus» cla­ses domi­nan­tes a lo lar­go de la lucha de cla­ses, «cul­tu­ra» cola­bo­ra­cio­nis­ta en últi­ma ins­tan­cia. En esta lucha la recu­pe­ra­ción de la len­gua pro­pia, de los con­te­ni­dos pro­gre­sis­tas y comu­na­les que aún sobre­vi­ven mal que bien en la cul­tu­ra popu­lar, inte­grán­do­los en la estra­te­gia comunista.

  4. Los lími­tes de la mera pro­tes­ta más o menos espon­tá­nea sin estra­te­gia polí­ti­ca ni sos­tén teórico.

    Si la ausen­cia de estra­te­gia polí­ti­ca en cual­quier lucha es la con­di­ción bási­ca para su inte­gra­ción en el orden o su derro­ta, en las nacio­nes opri­mi­das esta lec­ción his­tó­ri­ca cobra deci­si­va rele­van­cia: el esta­ta­lis­mo polí­ti­co-sin­di­cal y la bur­gue­sía autóc­to­na hacen lo impo­si­ble por inco­mu­ni­car las movi­li­za­cio­nes entre sí, ais­lar­las y sepa­rar­las de la opre­sión nacio­nal, o inclu­so bus­can­do opo­ner­las a ella. El refor­mis­mo autóc­tono inclu­so pre­ten­de debi­li­tar la esen­cia polí­ti­ca de cla­se obre­ra de las resis­ten­cias tra­ba­ja­do­ras por­que cho­ca con su sobe­ra­nis­mo inter­cla­sis­ta que bus­ca un «acuer­do nacio­nal» con la bur­gue­sía autóc­to­na. La orga­ni­za­ción revo­lu­cio­na­ria debe refor­zar la esen­cia polí­ti­ca de cla­se obre­ra de cual­quier lucha e inte­grar­la en la tota­li­dad estratégica.

  5. La capa­ci­dad bur­gue­sa para pudrir esas luchas en el pan­tano parlamentario.

    Aun­que la bur­gue­sía inter­na­cio­nal lle­va dece­nios debi­li­tan­do las atri­bu­cio­nes de sus par­la­men­tos y tras­la­dan­do su anti­guo poder efec­ti­vo a la buro­cra­cia esta­tal, para y extra esta­tal, pese a esto refuer­za el mito de la «demo­cra­cia par­la­men­ta­ria». Lo hace para agi­li­zar el pro­ce­so de acu­mu­la­ción las­tra­do por cre­cien­tes difi­cul­ta­des, y tam­bién para des­orien­tar las luchas en ese labe­rin­to, e inte­grar algu­nas movi­li­za­cio­nes pre­via­men­te des­ac­ti­va­das. Los fla­man­tes «par­la­men­tos auto­nó­mi­cos» son órga­nos depen­dien­tes camu­fla­dos del Esta­do nacio­nal­men­te opre­sor y aun­que, como ha pasa­do muy con­ta­das veces, la rela­ción de fuer­zas socio­po­lí­ti­cas en dos de ellos –Vas­con­ga­das y Cata­lun­ya– ha logra­do con­sen­sos míni­mos sobre dere­chos nacio­na­les bási­cos, sien­do así, enton­ces se ha impues­to la domi­na­ción de la bur­gue­sía espa­ño­la. La úni­ca posi­bi­li­dad que tie­ne la izquier­da inde­pen­den­tis­ta es impul­sar un pode­ro­so movi­mien­to obre­ro y popu­lar que, des­de el exte­rior del par­la­men­to, deter­mi­ne y diri­ja su lucha con­tra el Esta­do, siem­pre bajo la direc­ción popu­lar y con el obje­ti­vo de la pron­ta crea­ción de un par­la­men­to popu­lar inser­to en la demo­cra­cia socia­lis­ta que diri­ge el Esta­do independiente.

  6. La ten­den­cia al refor­mis­mo buro­crá­ti­co de los par­ti­dos parlamentaristas.

    Esta­mos ante una ten­den­cia obje­ti­va, es decir, que sur­ge y se desa­rro­lla al mar­gen de las ilu­sio­nes y creen­cias de las per­so­nas indi­vi­dual­men­te ais­la­das. Es una ten­den­cia, o sea, no está impues­ta mecá­ni­ca y obli­ga­to­ria­men­te, sino que depen­de de la com­ple­ja lucha de cla­ses, lucha colec­ti­va en la que cho­can fuer­zas colec­ti­vas anta­gó­ni­cas, así como aza­res impon­de­ra­bles. Pero su natu­ra­le­za obje­ti­va está impul­sa­da entre otros fac­to­res, sobre todo por la nece­si­dad del capi­tal de dis­po­ner de fie­les par­la­men­ta­rios, por la fuer­za irra­cio­nal del feti­chis­mo par­la­men­ta­ris­ta y por la apa­ri­ción de una cas­ta de pro­fe­sio­na­les del par­la­men­ta­ris­mo en las ex izquierdas.

    La his­to­ria es cruel con la ilu­sión refor­mis­ta de que el par­la­men­ta­ris­mo es el úni­co y deci­si­vo medio de lle­gar a la «jus­ti­cia social». Esa ilu­sión anu­la la capa­ci­dad crí­ti­ca de la mili­tan­cia en el par­la­men­to a pesar de dis­cur­sos pro­gres de cin­co minu­tos y faci­li­ta su pau­la­ti­na «nor­ma­li­za­ción»: acep­tar la nor­ma. Esta fe tien­de a acre­cen­tar­se en las nacio­nes opri­mi­das: con la des­cen­tra­li­za­ción admi­nis­tra­ti­va del Esta­do, miles de mili­tan­tes de izquier­da entra­ron en las nue­vas ins­ti­tu­cio­nes dise­ña­das des­de el capi­tal. En un pla­zo rela­ti­va­men­te cor­to de tiem­po, la mayo­ría de ellos empe­za­ron a mirar con un ojo al sillón y con el otro a las pró­xi­mas elec­cio­nes. Esto no quie­re decir que su inter­ven­ción no bene­fi­cia­ra del algún modo al pue­blo, quie­re decir que en aque­lla coyun­tu­ra ese bene­fi­cio real ape­nas supo­nía un peli­gro para la bur­gue­sía. Sola­men­te la exis­ten­cia exte­rior al par­la­men­ta­ris­mo de una fuer­za socio­po­lí­ti­ca intran­si­gen­te en su estra­te­gia, evi­tó duran­te varias déca­das el giro de cien­to ochen­ta gra­dos al parlamentarismo.

  7. La ten­den­cia al pac­tis­mo eco­no­mi­cis­ta del sindicalismo.

    El sin­di­ca­lis­mo domi­nan­te en el Esta­do es el sin­di­ca­lis­mo del nacio­na­lis­mo domi­nan­te, sos­te­ni­do por la soga de oro de las sub­ven­cio­nes bur­gue­sas que aprie­ta su cue­llo y pres­ta los sala­rios de sus fun­cio­na­rios. El movi­mien­to con con­cien­cia obre­ra de las nacio­nes opri­mi­das lo sabe con cer­te­za por­que sufre la per­ma­nen­te pre­sión del nacio­na­lis­mo sin­di­cal espa­ñol en sus pue­blos: la ley espa­ño­la impo­ne las dis­ci­pli­nas de explo­ta­ción asa­la­ria­da en la inmen­sa mayo­ría del Esta­do, defien­do cons­ti­tu­cio­nal­men­te el dere­cho bur­gués a la pro­pie­dad capi­ta­lis­ta de las fuer­zas pro­duc­ti­vas y al con­trol y vigi­lan­cia esta­tal de las rela­cio­nes socia­les de producción/​reproducción. La jerar­quía de este sin­di­ca­lis­mo es tal que la izquier­da no pue­de acce­der a res­pon­sa­bi­li­da­des inter­nas para aca­bar con su pac­tis­mo, y menos aún el inde­pen­den­tis­mo socia­lis­ta de las nacio­nes opri­mi­das. Cual­quier orga­ni­za­ción inde­pen­den­tis­ta debe tener como obje­ti­vo prio­ri­ta­rio impul­sar un sin­di­ca­lis­mo socio­po­lí­ti­co de libe­ra­ción nacio­nal de clase.

  8. La efec­ti­vi­dad de las mul­ti­fa­cé­ti­cas repre­sio­nes y vio­len­cias del Esta­do y de la «coer­ción sor­da del capital».

    «En polí­ti­ca no exis­ten más que dos fuer­zas deci­si­vas: la fuer­za orga­ni­za­da del Esta­do, su ejér­ci­to, y la fuer­za no orga­ni­za­da, la fuer­za ele­men­tal, de las masas populares»8. Esta lacó­ni­ca fra­se con­cen­tra la his­to­ria de la polí­ti­ca des­de que exis­te la pro­pie­dad pri­va­da y el Esta­do, y la his­to­ria de la teo­ría polí­ti­ca y de la orga­ni­za­ción: la fun­ción del par­ti­do revo­lu­cio­na­rio es lograr que la fuer­za ele­men­tal des­or­ga­ni­za­da de las masas popu­la­res se trans­for­me en fuer­za obre­ra y popu­lar orga­ni­za­da supe­rior a la fuer­za mili­tar del Esta­do bur­gués. Las repre­sio­nes y vio­len­cias esta­ta­les son mul­ti­fa­cé­ti­cas e inter­ac­túan con otras para­es­ta­ta­les y extra­es­ta­ta­les, con micro­vio­len­cias que siem­pre y al mar­gen de sus auto­no­mías rela­ti­vas, fun­cio­nan según la lógi­ca de la acu­mu­la­ción amplia­da del capi­tal y de las con­tra­me­di­das des­ti­na­das a rever­tir la caí­da ten­den­cial de la tasa media de ganan­cia. El Esta­do impi­de que el pro­le­ta­ria­do pue­da orga­ni­zar­se para aca­bar con el capi­ta­lis­mo y con la uni­dad de Espa­ña: esta es la tarea deci­si­va del ejér­ci­to y de las fuer­zas repre­si­vas lla­ma­das «auto­nó­mi­cas». En los momen­tos deci­si­vos, en las cri­sis de poder, la orga­ni­za­ción esta­tal-mili­tar bur­gue­sa aplas­ta al no orga­ni­za­do pro­le­ta­ria­do. ¿Y qué vamos a decir sobre lo que esta fra­se ense­ña a los pue­blos tra­ba­ja­do­res explo­ta­dos nacionalmente?

Iña­ki Gil de San Vicente

Eus­kalk Herria, 3 de julio de 2021

  1. Henryk Gross­mann: La ley de la acu­mu­la­ción y del derrum­be del sis­te­ma capi­ta­lis­ta, Siglo XXI, Méxi­co 1979, pp. 388 – 389.
  2. https://​www​.resu​men​la​ti​no​ame​ri​cano​.org/​2​0​2​1​/​0​6​/​2​4​/​p​e​n​s​a​m​i​e​n​t​o​-​c​r​i​t​i​c​o​-​o​r​g​a​n​i​z​a​r​s​e​-​f​r​e​n​t​e​-​a​-​l​o​-​q​u​e​-​s​e​-​a​v​e​c​i​n​a​-​i​-​d​e​-​ii/
  3. Henryk Gross­mann: La ley de la acu­mu­la­ción y del derrum­be del sis­te­ma capi­ta­lis­ta, op. cit., p. 388.
  4. Henryk Gross­mann: Idem., pp. 236 – 241.
  5. https://​www​.lahai​ne​.org/​e​s​t​_​e​s​p​a​n​o​l​.​p​h​p​/​i​p​o​r​-​q​u​e​-​y​-​c​o​m​o​-​d​e​b​e​m​o​s​-​o​r​g​a​n​i​z​a​r​noshttps://www.lahaine.org/est_espanol.php/ipara-que-y-como-debemos-organizarnos‑y
  6. https://​nue​va​re​vo​lu​cion​.es/​e​n​t​r​e​v​i​s​t​a​-​a​-​i​n​a​k​i​-​g​i​l​-​d​e​-​s​a​n​-​v​i​c​e​n​t​e​-​u​n​a​-​g​r​a​n​-​r​e​s​p​o​n​s​a​b​l​e​-​d​e​l​-​a​s​c​e​n​s​o​-​d​e​l​-​f​a​s​c​i​s​m​o​-​e​n​-​e​u​r​o​p​a​-​f​u​e​-​l​a​-​i​z​q​u​i​e​r​da/
  7. https://​boltxe​.eus/​2​0​1​4​/​0​4​/​0​5​/​n​e​c​e​s​a​r​i​a​-​y​-​u​r​g​e​n​t​e​-​l​u​c​h​a​-​c​o​n​t​r​a​-​e​l​-​p​o​d​e​r​-​a​d​u​l​t​o​-​i​n​a​k​i​-​g​i​l​-​d​e​-​s​a​n​-​v​i​c​e​n​te/

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