Naturalmente, los medios de control social extra, para o directamente estatales, iban captando el aumento de los malestares sociales, de las delincuencias, de los sentimientos de inseguridad social, etc. Tomando Argentina como ejemplo, pero pudiendo generalizar las lecciones, G. Kessler descubrió tres fases en el ascenso de la inseguridad correspondiente a grandes rasgos con las fases socioeconómicas del neoliberalismo desde mediados de los años ochenta hasta la primera década del siglo XXI, con sus desastrosos efectos sobre todo en la infancia con consecuencias acumulativas: entre 2008 y 2009 la venta de alarmas domiciliarias subió un 12% y los cercos electrificados un 200%1. La pandemia ha añadido un agravante cualitativo a la inseguridad convirtiéndola en angustia y hasta miedo, en especial cuando se disparan las delincuencias, muertes y asesinatos incluidos los policiales, como sucede ahora en Estados Unidos. D. Melosi ha seguido la evolución de los sistemas de control social mostrando cómo de la prevención del delito individual se ha pasado definitivamente al control y vigilancia de «la sociedad en su conjunto»2.
Justo en ese 2019, Sean McFate, militar norteamericano retirado y convertido en mercenario, escribió un libro sobre los métodos de manipulación, vigilancia, simulación y engaño sistémico que debería aplicar Estados Unidos. El libro, sacralizado por el Pentágono, debe mucho a los textos clásicos escritos hace más de veinte siglos, por ejemplo, a Sun Tzu: 1) Se deben esconder las verdaderas intenciones. 2) Hay que detectar aliados antes de considerar los ataques. 3) Es necesario falsificar, tergiversar, confundir y complejizar el discurso y el debate social. 4) Hay que irritar al enemigo. 5) Saca a tu enemigo de su lugar de fortaleza. 6) El enfrentamiento en la sombra será el dominante. 7) Los militares, por su formación, son vulnerables a los medios de comunicación. Ergo, hay que formar soldados mediáticos, actores, hábiles declarantes, instigadores de odios, etc.3
Sylvain Timsit, en 2001, psicólogo francés redactó un decálogo de manipulación vuelto a difundir en 2021: 1) La estrategia de la distracción. 2) Crear problemas y después solucionarlos. 3) La estrategia gradual. 4) La estrategia de diferir. 5) Dirigirse al público como si fuera un niño. 6) Utilizar el aspecto emocional antes que la reflexión. 7) Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad. 8) Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad. 9) Reforzar la autoculpabilidad. 10) Conocer a los individuos mejor que ellos mismos4. En el ínterin y ante el alarmante auge de la irracionalidad anticientífica en Estados Unidos, R. Dawkins organizó, en 2012, un «mitin a favor de la razón»5 y otro en 2016, volviendo a movilizar al pensamiento libre y ateo en defensa de la razón crítica en 2019, meses antes de la pandemia.
Estamos ante métodos comunes a todos los paradigmas opresores desde hace veinticinco siglos como menos, cuando la lucha de clases, la competencia entre facciones de la clase dominante y las guerras entre Estados giraban siempre alrededor de acaparar más propiedad privada en detrimento de la propiedad común, como lo refleja la historia del pensamiento. La «solución» capitalista a la pandemia ha reactivado estas técnicas clásicas como la recreación del fascismo en el núcleo de las sociedades imperialistas6; también ha creado otros nuevos medios y ha reforzado el irracionalismo anticientífico buscando mejorar su paradigma represivo que se ancla en los primeros sufrimientos humanos causados por la propiedad privada de las fuerzas productivas.
Las resistencias se reorganizaron con relativa facilidad viendo la dureza del confinamiento autoritario impuesto al proletariado. Se recuperan de forma «frágil pero real»7 en muchos países, teniendo que vencer la «represión interna» o sea el accionar del reformismo político-sindical a favor del capital de forma directa o indirecta, problema grave al que volveremos. Frente a esta dinámica, el nuevo paradigma recentraliza el poder decisivo en el Estado. Las tesis que defendían que el Estado ha perdido poder ante la descentralización de las grandes corporaciones no explican los cambios recientes. Según P. Calveiro: «Las nuevas formas de dominación pasan por el control corporativo –es decir, descentrado del Estado y concentrado en diferentes grupos de poder económico, jerárquicos y cerrados– de la totalidad de los recursos sociales. Se trata de una red financiera-militar-tecnológica-comunicacional en sus nodos centrales, con muchos focos o centros de poder diferenciados por sus funciones y por su potencia, pero siempre interconectados […] Una primera diferencia sustantiva en el mundo actual –que organiza todo el cuadro– es la coexistencia del Estado de derecho –del que se jactan las democracias actuales– con un verdadero Estado de excepción»8.
Es cierto que, por ejemplo, la fusión entre la carrera militar y la carrera empresarial, tan común en la historia, se ha confirmado una vez más en la industria de la manipulación mediática cuando Facebook ha contratado a un alto responsable de la OTAN como «jefe de inteligencia»9. El avance de la militarización de la enseñanza universitaria es tan imparable que no vamos a extendernos en ella. También es cierto que solo catorce personas poseen las llaves del control mundial de la seguridad de la Red10. Son ciertas las estrechas relaciones entre grandes empresas que poseen más poder que muchos Estados, así como la gran libertad de movimiento que tienen en el mercado mundial, etc.
Pero es aún más incuestionable que aparatos decisivos para el buen funcionamiento del capitalismo, como la CIA11 por ejemplo, son poderes que hacen que su Estado-cuna, el yanqui en este caso, controle desde dentro a las grandes corporaciones, a gobiernos y a Estados. Las incursiones militares, los golpes blandos judiciales y los duros de Estado, las leyes antidemocráticas, la represión sociopolítica, los presupuestos generales y los gastos militares, la política demográfica y cultural, un sin fin de reglamentaciones socioeconómicas y medioambientales, todo esto y más que es vital para el intento de controlar la ley general de la acumulación y la ley tendencial de caída de la tasa media de ganancia, las imponen sobre todo los Estados imperialistas y sus ejércitos. La estrategia del «imperio Facebook»12, por ejemplo, para aumentar sus beneficios manipulando la grave crisis del actual modelo de acumulación sería imposible sin el apoyo básico imperialista en la persecución y represión de Snowden, Julian Assange y otras personas y colectivos que defienden derechos elementales.
El «Estado de derecho» no existe sino solo a condición de que se especifique que es el «Estado de derecho burgués», es decir, que su esencia es ser un «verdadero Estado de excepción» porque en la sociedad basada en la propiedad privada derecho y represión son lo mismo en el fondo, aunque parezcan opuestos en la superficie. Una de las adecuaciones del paradigma represivo consiste en reforzar la ficción democrática mediante la industria cultural que legitima la sinergia entre los lazos políticos, ideológicos, económicos con «todos los poderes capitalistas, como son la política de Estado, los servicios secretos o el mundo del narcotráfico» adormeciendo y distrayendo las conciencias con «sueños prefabricados»13 industrialmente.
Esta crítica realizada en 2016 ha sido verificada y mejorada durante la pandemia con otros avances aún más fusionados con el área político-militar, como es la «guerra cognitiva» que consiste en «“hackear al individuo” explotando “las vulnerabilidades del cerebro humano”, para mejorar las técnicas de “ingeniería social”»14. O también: «La guerra cognitiva pretende que la manipulación de caminos lógicos, de percepción, análisis, procesamiento y razonamiento influyan en los sujetos y hagan coincidir la opinión de víctima y agresor de modo que mueva su voluntad, en una fórmula aparentemente no coercitiva de obtención de consenso. En su defecto inducir una confusión incapacitante. En su conjunto, lo que se espera es una alteración del comportamiento y del pensamiento, concretado por el cambio en el número de acciones de un tipo (delitos, asaltos, obras), del tono de las publicaciones en medios y otros indicadores»15.
Además de la proto «ingeniería social» de Trento, otros intentos posteriores fueron los de la sociología comtiana y la sociobiología yanqui, reactivados por el nazismo, en 1942 – 1952 por la burguesía «democrática» canadiense con el apoyo directo de la Iglesia católica16 y así hasta ahora: el confinamiento impuesto por el capital es otra forma de «ingeniería social» para debilitar sociopolítica y anímicamente al proletariado en beneficio del capital que desarrolla todas las tecnologías de control posibles para mejorarla, desde el big data hasta el poder de análisis psicofísico que tiene la tecnología de control facial17, por ejemplo. Además, de manera acelerada desde la pandemia se mercantiliza el malestar18 provocado por la explotación, añadiendo así al paradigma represivo una de las armas más efectivas de disciplinarización individualizada, como se está viendo en el incremento de suicidios directamente causados por la extrema brutalidad de la explotación tanto en fábricas como el caso de France Telecom19 o de los campesinos de la India a los que la agroindustria les ha arruinado la vida. En el Estado español se han producido once suicidios al día durante 202020.
Pero la mejora sustancial del paradigma no es otra que las nuevas formas que adquiere el fetichismo de la mercancía y la alienación social generalizada en esta fase de acumulación de capital denominada como flexibilidad liofilizada, liofilización organizativa, etc., que impone una explotación en «apariencia más ˵participativa˶» para una minoría cualificada y multifuncional, mientras que la mayoría inmensa es precarizada y descualificada para «dilapidar todos los lazos de solidaridad y acción colectiva» para imponer la individualización absoluta. Lukács ya insinuó el paso de las «cosificaciones inocentes a las cosificaciones extrañadas o alienantes» en la vida cotidiana, paso irreversible en la actualidad21. El extrañamiento cosificado hace que sectores del proletariado se vean a sí mismos de forma inconsciente como «cosas», como objetos pasivos con una mal vivencia precarizada, sin sentido, insegura y atemorizada, con miedo a la libertad, o sea, la auto-represión que se adelanta a los golpes del paradigma represivo, reforzándolo.
La progresía pragmática, que piensa solo dentro de los límites positivistas del sentido común a pesar de ser contradicho una y otra vez por la realidad22, es una de las fuerzas que ayudan de un modo u otro a la «represión interna», a la auto-represión de la clase trabajadora. Un ejemplo lo tenemos en la incongruencia del progresismo españolista que vive feliz en la contradicción irresoluble que existe entre, por un lado, decir que la izquierda necesita una «revolución», o mejor dicho: un «proceso constituyente» interno que la vivifique, expresión que vacía de contenido radical a la «revolución»; pero por otro lado, decir que el Estado español solo necesita una «reforma» más o menos importante de la Constitución que conecte con el «sentir común» para «mejorar en Educación, sanidad, transparencia, derechos sociales, igualdad de las mujeres y competencias autonómicas»23.
Como se ve, las propiedades del IBEX 35, de la gran banca y grandes empresarios, de latifundistas, de la Iglesia, etc., quedan fuera de una «reforma» que ni siquiera pide una reforma fiscal en el sistema de tributación en beneficio de las clases y pueblos oprimidos, por citar una sola injusticia de urgente solución. Al constreñir las movilizaciones y las luchas sociales a una reforma tan blanda, esa izquierda está presionando al proletariado para que se auto-controle, se auto-reprima rebajando sus reivindicaciones a lo poco que la burguesía querría conceder, lógicamente a cambio de que se mantuviera lo importante, como en 1978. Dentro de este posibilismo están las declaraciones de EH Bildu y de ERC pidiendo al Gobierno del PSOE-UP que confirme «con hechos» que es «de verdad de izquierdas»24 si quiere contar con su voto positivo para los PGE de 2022. La postura de ERC y EH Bildu es un poco más radical que la del progresismo estatal, pero no rompe con la cárcel posibilista.
Lo peor de ambos es que además de ayudar a la auto-represión de la clase obrera como hemos visto, también imponen restricciones al desarrollo del pensamiento crítico al interior de sus organizaciones porque más temprano que tarde y siempre que su militancia tenga una formación revolucionaria, surge la contradicción entre el libre debate interno y la defensa y justificación práctica del reformismo, de sostener a un gobierno capitalista a cambio de una mejora muy pobre de las condiciones de vida y trabajo de las clases explotadas y de las naciones oprimidas. Precisamente cuando la lucha de clases va logrando conquistas esperanzadoras como la de la larga huelga de Tubacex y otras, cuando tiende a crecer el impulso popular para una Huelga General de la que se viene hablando desde mayo de 2021 a partir de las lecciones de la anterior Huelga General del 30 de enero de 2020, precisamente ahora es cuando más contundente ha de ser tanto la crítica práctica al gobierno como la explicación pedagógica del modelo de una Euskal Herria socialista e independiente. Los cambios con los que el capital actualiza y refuerza su paradigma represivo no se combaten con reformas y apoyos a la burguesía, sino con la intensificación de la lucha revolucionaria.
Iñaki Gil de San Vicente
Euskal Herria, 15 de noviembre de 2021
- Gabriel Kessler: El sentimiento de inseguridad, Siglo XXI, Argentina, 2009, p. 188.
- Darío Melossi: Controlar el delito, controlar la sociedad, Siglo XXI, Argentina, 2018, pp. 301 y ss.
- https://elsudamericano.wordpress.com/2020/09/06/las-nuevas-reglas-de-la-guerra-la-victoria-en-epocas-de-desorden-los-modelos-geopoliticos-de-injerencia-y-su-impacto-en-america-latina/
- https://www.psicoactiva.com/blog/las-10-estrategias-manipulacion-sylvain-timsit/
- Richard Dawkins: «¿Quién acudiría a un mitin en contra de la razón», La ciencia en el alma, Espasa, Barcelona 2019, pp. 367 – 371.
- https://elpais.com/internacional/2021 – 11-10/el-empuje-electoral-del-ultra-zemmour-en-francia-desestabiliza-a-la-derecha-historica.html
- https://es.internationalism.org/content/4736/luchas-obreras-en-estados-unidos-iran-italia-corea-ni-la-pandemia-ni-la-crisisn
- Pilar Calveiro: Violencias de Estado, Siglo XXI, Argentina, 2012, pp. 304 – 305.
- https://mpr21.info/facebook-contrata-al-ex-oficial-de-prensa-de-la-otan-como-su-jefe-de-inteligencia/
- https://actualidad.rt.com/actualidad/391453 – 14-personas-llaves-seguridad-internet-mundo
- https://elsudamericano.wordpress.com/2011/10/19/la-fundacion-ford-y-la-cia/
- https://rebelion.org/el-imperio-facebook/
- https://marxismocritico.files.wordpress.com/2016/01/la-dictadura-del-videoclip-adelanto-para-me.pdf
- https://canarias-semanal.org/art/31465/la-otan-y-su-nueva-guerra-cognitiva
- https://kaosenlared.net/la-guerra-cognitiva-mundial-afecta-a-las-sociedades-globalizadas-y-provoca-situaciones-s-a-d-i-iii/
- https://mpr21.info/canada-realizo-experimentos-sobre-desnutricion-con-los-ninos-indigenas-de-los-internados-catolicos/
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- https://www.elsaltodiario.com/el-blog-de-el-salto/psiquiatria-mercantilizacion-malestar
- https://www.elsaltodiario.com/orange/france-telecom-condenada-acoso-laboral-masivo-19-suicidios
- https://www.publico.es/sociedad/maximo-historico-suicidios-primer-ano-pandemia-11-personas-dia-quitaron-vida-2020.html
- Ricardo Antunes: «Marx y las formas actuales de alienación: las cosificaciones inocentes y las cosificaciones extrañadas», De regreso a Marx, Bellaterra, Manresa 2020, pp. 159 – 176.
- Andrew Kliman: Reivindicando El Capital de Marx. Una refutación del mito de su incoherencia, El Viejo Topo, Barcelona 2020, p. 170.
- https://blogs.publico.es/dominiopublico/41097/el-progresismo-necesita-una-revolucion-pero-espana-una-reforma/
- https://www.eldiario.es/sociedad/ultima-hora-coronavirus-actualidad-politica-12-noviembre_6_8482795_1081009.html