Conforme avanzaba la deriva socialdemócrata de EH Bildu grupos militantes que reorganizaban la izquierda abertzale advertían de muchas cosas, pero fundamentalmente de dos: una, que la aparición de un aparente nuevo reformismo conlleva un triunfalismo electoralista basado en las promesas de que ese neoreformismo será decisivo e imprescindible para las aplastantes victorias democráticas que se auguran al entrar en la nueva estrategia. Se aseguraba que EH Bildu sería tan relevante en la política que, además de llegar de un modo u otro a Ajuria Enea, tal vez ayudase a reforzar la democracia en el Estado español. Como estaba avisado, la primera promesa ha quedado en un bluff, aunque se recupera suavizada en cada campaña electoral. Como solución urgente para reforzar la golpeada moral del voto acrítico, se ha intensificado la segunda sobre todo para justificar las nuevas genuflexiones ante el PSOE-UP. Aún resuena el triunfalismo reciente al explicar por qué se ha apoyado al capital español en sus parlamentos de Madrid, Iruña y Gasteiz.
Pues bien, esta otra promesa también ha estallado estruendosamente con la imposición del decisivo pacto antiobrero entre el Gobierno, el capital y el reformismo. La teoría y la historia demuestran la imposibilidad de que Gobierno y reformismo se enfrenten a la esencia de la explotación capitalista, como ha quedado confirmado una vez más. El mazazo que la realidad ha dado al triunfalismo de EH Bildu, desnudando su irrelevancia práctica, ha sido tal que en una escena grotesca su portavoz ha mostrado su «enfado» (sic).
Ha tardado mucho en «enfadarse» porque el Gobierno no anula la reforma de 2010 – 2012; no anula la Ley Mordaza; no frena el empobrecimiento popular, no mejora las pensiones de forma cualitativa, no simplifica los trámites para las ayudas sociales…; no detiene la privatización de la sanidad, de la educación, de los servicios públicos…; no anula la represión carcelaria ni reinstaura derechos de presas y presos, ni persigue la tortura…; no respeta derechos básicos como el de manifestación, expresión, etc.; no acaba con los desahucios; no combate al racismo y al fascismo, y se abstiene de condenar el nazismo en la ONU; no desarrolla una justa Memoria histórica; no detiene la multiplicación exponencial del gasto militar y de la supeditación a la OTAN y la nueva traición del heroico pueblo saharaui…; no aplica una estrategia científico-radical contra la Covid-19…
La irrelevancia de EH Bildu se confirma en su obcecación parlamentarista. Ninguneada por el capital ante el que se había postrado con muestras de acatamiento, por ejemplo, al aplaudir y cumplir los imperialistas Principios Mitchell –recomendamos su lectura en la red – , dice ahora que va a intentar convencer a otras «izquierdas» como ERC para «luchar en el Parlamento» a fin de revocar el pacto antiobrero. Es otro brindis al sol para mantener la esperanza de unas bases electorales cada día más golpeadas por ese Gobierno al que EH Bildu apoya. Bien, hasta aquí hemos visto muy sucintamente cómo se ha cumplido la primera advertencia hecha en su tiempo por colectivos de la izquierda abertzale en recomposición.
La segunda advertencia de las dos principales, trataba sobre la funcionalidad de la socialdemocracia soberanista para la estrategia del capitalismo español en la crisis actual. En efecto, EH Bildu aun siendo irrelevante en la dinámica socioeconómica y política material, es relevante en la dinámica legitimadora del capital en su plano de aceptación ideológica, subconsciente e inconsciente del fetiche parlamentarista. Aquí EH Bildu sí es relevante para el Estado porque, junto a otros reformismos, ayuda a conducir el rebaño al redil del orden simbólico pacifista, uno de los tres pies de la explotación, siendo los otros dos la misma dictadura del salario y el terror represivo. De hecho, los Principios Mitchell son un ejemplo de unidad orgánica entre los tres. Desde algo más de una década.
EH Bildu presiona con todas sus fuerzas contra el derecho universal de rebelión ante la injusticia. En los dos últimos años ha presionado a presas y presos para que renuncien al derecho inalienable a ser públicamente recibidos como se merecen por su pueblo. La claudicación ante la exigencia española de prohibir el derecho inalienable al recibimiento público anula de raíz la demagogia de EH Bildu sobre la Memoria Histórica porque destroza una de las bases de la Memoria: la ética de la rebelión reconocida por el Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU: ¿Cómo puede haber Memoria Histórica cuando el reformismo reprime su expresión pública?
EH Bildu y Sortu han criticado oficialmente el recibimiento popular a un expreso con treinta años de cárcel a sus espaldas, confirmando así su relevancia para la dominación española. Vemos, por tanto, cómo el capital se refuerza con la irrelevancia/relevancia de EH Bildu, como ya lo habían advertido los colectivos de izquierda abertzale que reiniciaron su recuperación hace unos años.
Petri Rekabarren
Euskal Herria, 27 de diciembre de 2021
3 respuestas
ERC autopista y botifler
Oso ondo. Beta bezala.