En una entrega anterior mostramos cómo los acontecimientos daban la razón a quienes trabajaban por la recomposición de la izquierda abertzale cuando hace tiempo aseguró que EH Bildu era irrelevante en la vida política vasca y estatal, pero que estaba siendo relevante como fuerza reformista de adormecimiento del pueblo trabajador y del proletariado. Los hechos han demostrado la corrección de aquella aseveración. Tampoco tuvo especial mérito la izquierda abertzale al avisar de la deriva hacia la nada de EH Bildu porque bastaba con conocer la historia de la lucha de clases para comprender que era casi segura la captación de la socialdemocracia soberanista por el capitalismo.
Y es que podemos hablar de una especie de constante histórica que muestra cómo el sistema capitalista absorbe, neutraliza y anula a las fuerzas democrático-radicales y de izquierda, y convierte sus restos en engranajes del sistema. Solo en Euskal Herria y morando hacia atrás hasta los años sesenta, vimos a Unidas-Podemos, a Eusko Alkartasuna, a Euskadiko Ezkerra y EIA, a muchos de los cuadros de las escisiones de ETA, a muchos grupos del marxismo estatalista, al Partido Comunista de Euskadi, a los sectores del PSOE que se decían socialistas y vascos, etc., caer por este barranco hasta las entrañas del poder al que una vez combatieron de alguna forma. Idéntico proceso se observa internacionalmente.
Pero esa izquierda abertzale, que acertó en aquello como en el resto de afirmaciones, ha de reconocer que quedó corta porque en los últimos tiempos las contradicciones múltiples que azotan al capitalismo han empujado aún más hacia la irrelevancia al soberanismo socialdemócrata, mientras el Estado lo sigue usando como muleta legitimadora. Cuanto más necesaria es una estrategia revolucionaria basada en la independencia política y en las luchas ofensivas orientadas a multiplicar el contrapoder obrero y popular en todas partes, a reformas los movimientos populares que muestren con hecho que se puede ir arrinconando al capital, mientras que esto es urgente, se hace todo lo contrario.
Ahora, la crisis mundial que empeora día a día; la guerra en Europa y su dependencia creciente de Estados Unidos; el tremendo poder práctico de la OTAN; la feroz propaganda militarista y prooccidentalista; la ocultación de los crímenes nazifascistas e imperialista y la fascistización paulatina de las fuerzas represivas y su envalentonamiento por la pasividad gubernativa; la censura de derechos de información; el aumento del racismo; el empobrecimiento popular; el poco o nulo futuro de su juventud trabajadora sobre todo de las jóvenes…, estas y otras características de la crisis presente también golpean a Euskal Herria con dos agravantes cualitativas: se nos prohíbe por las armas tener un Estado propio y el Estado español hace aguas por todas partes, lo que le lleva a incrementar su centralismo españolista.
En efecto, la entrega del Sahara a Marruecos, es decir a Estados Unidos-Israel, y la otanización del Estado español; el envío de armas a los nazis ucranianos; el corte seco a los derechos lingüísticos catalanes y el españolismo al alza; la deliberada tardanza en tomar medidas sociales en apoyo a las clases trabajadoras, tardanza que enriquece a la burguesía; el gigantesco gasto militar; el mantenimiento de la ley Mordaza y la persecución de derechos elementales; el bluff de la reforma laboral apoyada hasta por la derecha aznarista, el IBEX-35 y Bruselas; el apoyo a la monarquía corrupta y a la Iglesia; las limitadas reformas contra el terrorismo machista…
Frente a este panorama, asistimos en el Estado a una alianza estratégica del centro-reformista formada por EH Bildu y ERC, con el apoyo casi permanente, aunque no siempre, del BNG, Compromis, etc., con el aplauso del PSOE y Unidas-Podemos e IU, más el PNV y otros partidos de derecha regionalista. La alianza estratégica entre EH Bildu y ERC es un ejemplo de libro de cómo las fuerzas sociopolíticas que asumen la credulidad del pacifismo parlamentarista terminan estrechándose las manos en defensa del statu quo.
Sí, defensa del statu quo: el derechismo represivo de ERC es innegable así como su modelo neoliberal, su genuflexión continua ante Madrid y el esfuerzo diario por separarse del independentismo, marginándolo en lo posible, etc., lo demuestran pese a las escasas declaraciones pomposas en los medios de comunicación del sistema. Por otra parte, EH Bildu no moviliza sus bases contra las fuerzas represivas, contra los abusos de la patronal vasca, etc.; por el contrario, el claudicante «pacto educativo» aplaudido con las orejas por la Iglesia, por el PSOE-UP/IU, por la burguesía vascongada y por sus medios de prensa, es un ejemplo entre tantos de su obsesión por el pacto y el consenso, en vez de por la movilización en la calle.
Por no extendernos, la política europea de EH Bildu en estos momentos de derechización de la Unión Europea es tan meliflua y blanda como su política general, es decir, que deja hacer a la derecha proyanqui oponiéndole solo palabrería sobre otra política1.
Otra de las cosas que los colectivos que trabajaban por la recuperación de la izquierda abertzale no pudo imaginar hace unos años, fue la lentitud que están mostrando algunas de las nuevas organizaciones revolucionarias, que no existían aún cuando la deriva de un sector al reformismo, para poner a disposición de la clase obrera y del pueblo trabajador un conjunto de análisis y propuestas sobre los problemas estructurales en los que malvivimos. Si bien es cierto que la recuperación general de las izquierdas socialistas e independentistas es innegable y que la capacidad de recuperación de las movilizaciones también lo es, no es menos cierto aún no se ha alcanzado un potencial teórico-político adecuado a las necesidades presentes, si tomamos como punto de referencia la impresionante capacidad teórica de la izquierda abertzale en su conjunto hasta finales del siglo XX, capacidad que empezó a declinar al ser debilitada deliberadamente desde el interior con la excusa de la represión, de las ilegalizaciones, de unos cambios sociales ni analizados ni debatidos por la militancia, con la excusa las «nuevas» ideas postmodernas, etc.
Apenas se está recortando la distancia relativa entre el grado de agudización de las contradicciones sociales y el nivel teórico de las nuevas organizaciones revolucionarias. La distancia entre las contradicciones al alza y las limitaciones teóricas no se supera solo con formación libresca y abstracta, sino con análisis concretos de las realidades concretas realizados para ofrecer alternativas igualmente concretas para las luchas concretas. En la medida en que esa distancia siga siendo grande, en esa medida, se mantienen abiertos los boquetes, las brechas por las que sigue entrando la ideología burguesa en las mentes del proletariado en cualquiera de sus formas, desde el reformismo más vocinglero pero pasivo hasta el derechismo más astuto y sibilino pero muy activo.
Petri Rekabarren
28 de marzo de 2022
- Quien quiera seguir este asunto tiene estos links: https://www.naiz.eus/eu/info/noticia/20220328/la-ue-esta-perdiendo-la-batalla-geopolitica-en-ucrania-por-incomparecencia y https://www.naiz.eus/eu/iritzia/articulos/europa‑2.