Maria Zakha­ro­va, una mujer en el cora­zón del poder ruso

El perió­di­co Le Point publi­có esta entre­vis­ta, ¿qué debe­mos dedu­cir de ella? Por qué esta bre­cha, esta «bom­ba» que des­tro­za todos los argu­men­tos por su fran­que­za, por qué en la pro­pa­gan­da de nues­tra pren­sa y esto vinien­do de un jefe de pren­sa Pinault que es lo que es: un mul­ti­mi­llo­na­rio ultra­con­ser­va­dor que a veces se hace el popu­lis­ta y el incon­for­mis­ta, pero que en reali­dad mues­tra el chan­ta­je per­ma­nen­te que, a tra­vés de los medios de comu­ni­ca­ción, esta cas­ta indus­trial-finan­cie­ra ejer­ce sobre su «Esta­do» al que no paga impues­tos y el «goteo de bene­fi­cios» que se espe­ra de este apa­ra­to cada vez menos capaz de defen­der el inte­rés gene­ral, inclui­do el capi­tal. Lo que está en jue­go en las com­pe­ten­cias y con­tra­dic­cio­nes de una cla­se social y que pue­de ser­vir para com­pren­der la reali­dad de la situa­ción, de la gue­rra en par­ti­cu­lar, es un apren­di­za­je al que ya nos invi­ta­ba Lenin, saber leer la ver­dad en las men­ti­ras del adver­sa­rio aun­que todo se haga, inclu­so por el adver­sa­rio, para invi­tar­nos a no leer, a redu­cir nues­tra apre­cia­ción a la sola per­so­na­li­dad de su autor, se explo­tan ins­tin­tos que ya no son de cla­se para aho­rrar­nos la refle­xión. Así que lean… aun­que lo que debe­ría apa­re­cer en L’Hu­ma­ni­té apa­rez­ca en la de Pinault… No es una casua­li­dad y es la izquier­da, véa­se L’Hu­ma­ni­té, la que tie­ne que cen­su­rar mien­tras que la dere­cha y la extre­ma dere­cha tie­nen cier­ta liber­tad… A medi­tar… (nota de Danie­lle Blei­trach para histoireetsociete.)

He aquí una entre­vis­ta real­men­te nota­ble con Maria Zakha­ro­va, por­ta­voz del Minis­tro de Asun­tos Exte­rio­res ruso, rea­li­za­da por el perió­di­co fran­cés Le Point. Por una vez, uno no pue­de sino sor­pren­der­se gra­ta­men­te de la publi­ca­ción de un docu­men­to así en un sema­na­rio fran­cés de ran­go nacio­nal y en el con­tex­to gene­ral de una ver­da­de­ra his­te­ria rusófila.

El pun­to de vis­ta ruso se pone por fin a dis­po­si­ción de los ciu­da­da­nos de nues­tro país que no están cega­dos por la pro­pa­gan­da de gue­rra. Es difí­cil no encon­trar muchos pun­tos de con­ver­gen­cia con lo que dice Maria Zakha­ro­va. (nota de Domi­ni­que Delawarde.)

Maria Zakha­ro­va, de 46 años, es la por­ta­voz del Minis­te­rio de Asun­tos Exte­rio­res de la Fede­ra­ción Rusa des­de 2015. Pri­me­ra mujer que ocu­pa este pues­to en el cora­zón del poder, es cono­ci­da por su fran­que­za y su incan­sa­ble deter­mi­na­ción de desa­rro­llar y acla­rar la visión rusa del mun­do, espe­cial­men­te en su canal de Tele­gram. La reu­nión, sin intér­pre­te, duró más de una hora en una sala de reunio­nes del Minis­te­rio de Asun­tos Exte­rio­res, en el cen­tro de Mos­cú, la vís­pe­ra de la par­ti­da de la dele­ga­ción rusa hacia el G20 en Bali.

Maria Zakha­ro­va res­pon­dió con brío, sin con­sul­tar las notas que le habían pre­pa­ra­do sus cola­bo­ra­do­res. Cla­si­fi­ca­da por la BBC hace cin­co años como una de las 100 muje­res más influ­yen­tes del mun­do, lle­va­ba varios meses sin con­ce­der una entre­vis­ta a un medio de comu­ni­ca­ción occi­den­tal. La tra­duc­ción de sus pala­bras, hecha por noso­tros, ha sido vali­da­da por el ministerio.

Le Point: ¿En qué cree que ha «falla­do» Occi­den­te en sus rela­cio­nes con Rusia? ¿Y más con­cre­ta­men­te en la gue­rra entre Rusia y Ucrania?

Maria Zakha­ro­va: Todo comen­zó a fina­les de los años 80 y prin­ci­pios de los 90. En aque­lla épo­ca, toda­vía se podía dife­ren­ciar entre Euro­pa y Esta­dos Uni­dos. Antes de la desin­te­gra­ción de la URSS, el mun­do era bipo­lar. Cuan­do los Esta­dos miem­bros del Pac­to de Var­so­via comen­za­ron a aban­do­nar­lo –y este pro­ce­so se ini­ció antes del fin de la URSS – , Euro­pa pudo haber afir­ma­do su inde­pen­den­cia. La URSS esta­ba a favor de la unión de las dos Ale­ma­nias, Esta­dos Uni­dos esta­ba en contra…

Fue enton­ces cuan­do Euro­pa empe­zó a com­pren­der lo que sig­ni­fi­ca­ba ser una Euro­pa ver­da­de­ra­men­te uni­da, sin líneas divi­so­rias. Comen­zó a unir­se. Tam­bién en este caso esta­mos a favor. Hemos dicho: ¡esta­mos con voso­tros! Uná­mo­nos, inte­gré­mo­nos. ¡Cons­tru­ya­mos un futu­ro jun­tos! Pero enton­ces fue un horror: Esta­dos Uni­dos de Amé­ri­ca, las eli­tes, el «Esta­do pro­fun­do», no sé muy bien, com­pren­die­ron de repen­te que sería una pesa­di­lla. Que si Euro­pa se unia a noso­tros, con nues­tros recur­sos rusos, no solo com­pe­ti­ría con ellos, sino que sería el fin para ellos.

Pri­me­ro se pro­nun­cia­ron en con­tra de nues­tra inte­gra­ción, recha­za­ron el régi­men de exen­ción de visa­dos y lue­go ini­cia­ron el pro­ce­so de tras­la­do de sus bases mili­ta­res, con con­tin­gen­tes y equi­pos, más cer­ca de nues­tras fron­te­ras. Lue­go acep­ta­ron nue­vos miem­bros en la OTAN, pero, sobre todo, crea­ron esta narra­ti­va his­tó­ri­ca antirrusa.

Le Point: ¿En qué momen­to cam­bió esto?

Maria Zakha­ro­va: A prin­ci­pios de la déca­da de 2000, cuan­do por fin com­pren­di­mos de qué se tra­ta­ba, les diji­mos: «Oigan, cama­ra­das, ¿qué cla­se de mun­do esta­mos cons­tru­yen­do? Fui­mos noso­tros los que nos abri­mos a Occi­den­te, ¡no al revés! Euro­pa con­ti­nuó su inte­gra­ción, sobre todo eco­nó­mi­ca: crea­ción del euro, Schen­gen; y para Esta­dos Uni­dos fue un segun­do cho­que: el dólar dejó de ser la úni­ca mone­da domi­nan­te. Pero el dólar solo está garan­ti­za­do por su pro­pia deu­da, por nada más. El euro, en cam­bio, está ase­gu­ra­do por el alto nivel eco­nó­mi­co de una vein­te­na de paí­ses, por no hablar de las eco­no­mías del Este, del Cen­tro y del Nor­te de Euro­pa… ¡Lo sien­to, pero es una eco­no­mía pode­ro­sa, que, ade­más, en ese momen­to, se ali­men­ta­ba del fuer­te poten­cial de los recur­sos rusos!

Por otro lado, la mone­da esta­dou­ni­den­se es una bur­bu­ja de jabón. Aho­ra se die­ron cuen­ta de que tenían que actuar, no solo con­tra noso­tros, sino tam­bién con­tra Euro­pa: empe­za­ron a soca­var nues­tros víncu­los ener­gé­ti­cos con Ucra­nia, que se con­vir­tió en el nudo cen­tral de esta polí­ti­ca. Los polí­ti­cos ucra­nia­nos empe­za­ron a gri­tar que éra­mos muy peli­gro­sos por­que no les dába­mos nues­tro gas gra­tis, los ame­ri­ca­nos dije­ron a los euro­peos, ¡pero com­pren nues­tro gas! Los euro­peos repli­ca­ron: es caro, si com­pra­mos más, nues­tra opi­nión públi­ca no lo enten­de­rá… ¡Enton­ces suban los impues­tos, res­pon­die­ron! Pro­ble­ma, por­que los impues­tos tam­bién son el pue­blo, res­pon­dió Euro­pa. Bien, de acuer­do, espa­bí­len­se, eso es lo que dije­ron los americanos.

Así que Ucra­nia es solo un ins­tru­men­to, ¡eso es todo! Y Euro­pa se tapa los oídos.

Le Point: Enton­ces, para usted, ¿esta situa­ción no es nueva?

Maria Zakha­ro­va: ¿Qué hay de nue­vo? ¿Que Euro­pa tie­ne los ojos cerra­dos y no quie­re oír nada? Todo esto se debe a sus medios de comu­ni­ca­ción, que nun­ca fue­ron al Don­bass duran­te todo este perío­do, excep­to unos pocos. En cam­bio, en la épo­ca de Pussy Riot o de Navalny, esta­ban todos. Pero allí, cuan­do miles de per­so­nas morían, no había nadie. ¿Y sabes que des­de 2014 no se per­mi­te a los ciu­da­da­nos de Cri­mea obte­ner visa­dos Schen­gen? ¿Por qué no? ¡Por­que podrían haber con­ta­do la situación!

Por otro lado, solo había que ir a Cri­mea para com­pro­bar­lo. En 2016, orga­ni­za­mos via­jes de pren­sa a Cri­mea, pre­gun­ta­mos a los perio­dis­tas qué que­rían ver y hacer, y diji­mos que sí a todo. Un fran­cés dijo que que­ría ir a la base naval de la Flo­ta del Mar Negro. Esta­mos de acuer­do. Pero cuan­do leí­mos su artícu­lo, no podía­mos creer lo que veía­mos, ¡qué cen­su­ra! Su títu­lo era algo así como «para asus­tar a Euro­pa, Rusia reu­nió a los perio­dis­tas y les mos­tró la Flo­ta del Mar Negro», ¡y usted me pre­gun­ta por qué Euro­pa no sabe nada al res­pec­to! Pre­ci­sa­men­te por este tipo de periodistas.

Le Point: En los últi­mos nue­ve meses, ¿ha con­se­gui­do Rusia desa­rro­llar sus rela­cio­nes con paí­ses aje­nos a la esfe­ra occidental?

Maria Zakha­ro­va: No nos invo­lu­cra­mos en gol­pes de Esta­do ni en derro­ca­mien­tos de gobier­nos. Duran­te todos estos años, hemos inten­ta­do real­men­te mirar hacia Occi­den­te. Hoy en día, que­re­mos tener rela­cio­nes armo­nio­sas y equi­li­bra­das con todos aque­llos con los que sea posi­ble cons­truir rela­cio­nes igua­li­ta­rias, mutua­men­te res­pe­tuo­sas y bene­fi­cio­sas. Un enfo­que «mul­ti­vec­to­rial» comen­zó a des­ple­gar­se tan pron­to como Pri­ma­kov asu­mió el car­go de Minis­tro de Asun­tos Exte­rio­res (Yev­geny Pri­ma­kov fue Minis­tro de Asun­tos Exte­rio­res de 1996 a 1998 antes de con­ver­tir­se en Pri­mer Minis­tro, nota de la redac­ción). Antes de él, solo tenía­mos ojos para Occi­den­te. Kozy­rev (Andrei Kozy­rev fue minis­tro de Asun­tos Exte­rio­res de 1990 a 1996, nota de la redac­ciónr) lle­gó a decir la siguien­te fra­se: «¡Es impo­si­ble que Rusia ten­ga intere­ses dife­ren­tes a los de Esta­dos Uni­dos!» Sí, lo dijo, y hoy dice que Lavrov era bueno antes, y que hoy es terrible…

Pero lo terri­ble es pre­ci­sa­men­te lo que ocu­rrió con Kozy­rev, y no con Lavrov. Los que diri­gían Rusia en la déca­da de 1990 inclu­so pen­sa­ron que podían redu­cir el núme­ro de emba­ja­das rusas en el mun­do, ¡y lo hicie­ron! No paga­ban los suel­dos de los fun­cio­na­rios del minis­te­rio, no los envia­ban a misio­nes, etc. Pri­ma­kov, en cam­bio, no que­ría ser el úni­co que tuvie­ra tra­ba­jo. Pri­ma­kov, por su par­te, insis­tió en nues­tros intere­ses nacio­na­les y en la nece­si­dad de una diplo­ma­cia fuer­te. Hizo todo lo posi­ble para que reci­bié­ra­mos nues­tros sala­rios y para que a nues­tras emba­ja­das no les fal­ta­ra nada. A par­tir de ese momen­to, Rusia comen­zó a estre­char lazos fue­ra de Occi­den­te. Y hoy, estos paí­ses de Asia, Áfri­ca y Amé­ri­ca Lati­na son pre­ci­sa­men­te los que, en con­tra de las exi­gen­cias de Esta­dos Uni­dos, no adop­tan una posi­ción anti rusa. Y repre­sen­tan a la mayo­ría de los paí­ses del mundo.

Las armas que envían a Ucra­nia ya están lle­gan­do al mer­ca­do negro de Europa.

Le Point: En su opi­nión, ¿Occi­den­te está lle­van­do a cabo una polí­ti­ca anti rusa?

Maria Zakha­ro­va: No es una posi­ción anti rusa, es una posi­ción anti­na­cio­nal hacia sus pro­pios pue­blos. ¿Qué tene­mos que ver noso­tros con eso? Por supues­to, nos gus­ta­ría que nos per­ci­bie­ran de for­ma nor­mal, obje­ti­va y posi­ti­va, pero ¿qué pode­mos hacer? En pri­mer lugar, ¡se están des­tru­yen­do a sí mis­mos! Al final, no os que­da nada, ya no tenéis los recur­sos ni las posi­bi­li­da­des que os ofre­cían las rela­cio­nes con Rusia, y ni siquie­ra tenéis paz en Europa.

Ucra­nia lle­va ardien­do des­de 2014 en el Don­bass y nadie se preo­cu­pó por ello. Ni siquie­ra podeís enten­der que todas las armas que está envian­do a Ucra­nia ya están lle­gan­do a Euro­pa en el mer­ca­do negro. ¿Sabe por qué? Por­que lo que voso­tros pen­sáis que es la mafia «rusa» nun­ca fue «rusa», eran tipos de Mol­da­via y Ucra­nia. Siem­pre habéis creí­do que todos los que venían de la anti­gua URSS eran rusos, nun­ca habéis hecho la dis­tin­ción. Vues­tros Minis­te­rios del Inte­rior, vues­tras fuer­zas poli­cia­les y ser­vi­cios de inte­li­gen­cia son cons­cien­tes de ello, pero el públi­co en gene­ral no lo sabe. Os feli­ci­to, des­pués de haber reci­bi­do a las «eli­tes» del nor­te de Áfri­ca y de Orien­te Medio, hoy habéis sus­ti­tui­do todo eso por gen­te que vie­ne de Ucra­nia, pero no es gen­te que quie­ra tra­ba­jar o estudiar…

Le Point: ¿Se refie­re a los refu­gia­dos de guerra?

Maria Zakha­ro­va: Sí, se les lla­ma así. Muchos sufren la situa­ción huma­ni­ta­ria, es cier­to, pero no son per­so­nas que vayan a apor­tar su par­te per­so­nal a la vida en Euro­pa, ¡sólo van a disfrutarla!

Nece­si­tan pres­ta­cio­nes, vivien­da y apro­ve­cha­rán esta situa­ción polí­ti­ca. Han vis­to cómo apro­ve­char­se… Noso­tros cono­ce­mos su men­ta­li­dad, uste­des no. Sus bellos valo­res sobre la tole­ran­cia han per­di­do su sen­ti­do: nos hemos pasa­do a la auto­com­pla­cen­cia. La tole­ran­cia ya no es el res­pe­to a una opi­nión dife­ren­te o la posi­bi­li­dad de escu­char a alguien que no tie­ne la mis­ma men­ta­li­dad que tú, se ha con­ver­ti­do en com­pla­cen­cia hacia todas las accio­nes de una per­so­na, bue­nas o malas. Como resul­ta­do, es un caos.

Le Point: ¿Está hablan­do así si estu­vié­ra­mos antes de que empe­za­ra la gue­rra, en febre­ro de 2022?

Maria Zakha­ro­va: ¡Por supues­to! Lle­va­mos años dicién­do­lo, al menos des­de 2014. Y recuer­de que en 2007, Vla­di­mir Putin acu­dió a la con­fe­ren­cia de Múnich. Dijo: «Pién­se­lo bien, ¿qué quie­ren de noso­tros? ¿Que esta­mos jun­tos o no? ¡No pode­mos per­ma­ne­cer impa­si­bles ante vues­tras mentiras!»

En 2015, sobre Siria, Putin dijo ante la Asam­blea Gene­ral de la ONU: «Si uste­des ven, como yo, que el Esta­do Islá­mi­co exis­te, debe­mos unir­nos para con­tra­rres­tar­lo. Igual que en 1941, cuan­do todos fra­ca­sa­mos ante Hitler pre­ci­sa­men­te por­que uste­des no se deci­de­ron a tiem­po. Uná­mo­nos y jun­tos derro­ta­re­mos al EI. Una mitad del públi­co se bur­ló, la otra mitad abu­cheó… Putin dijo que de acuer­do, vol­vió a Mos­cú, y a la sema­na siguien­te nues­tros avio­nes par­tían hacia Siria. Tenía razón, en todos los sen­ti­dos, aun­que, en aquel momen­to, muchos nos ame­na­za­ran. Hoy, los mis­mos paí­ses nos dan las gra­cias y nos dicen que les hemos sal­va­do. ¿Qué le pare­ce? ¿Que hubie­ra ter­mi­na­do así con Siria? En abso­lu­to, el «Occi­den­te colec­ti­vo» se habría ido a otra par­te, don­de hay gas y petró­leo. Nun­ca van don­de hay pobre­za, pro­ble­mas y ham­bre. Solo don­de hay recursos.

Le Point: ¿Occi­den­te solo se ha des­per­ta­do por el con­flic­to de Ucrania?

Maria Zakha­ro­va: ¿Quién se ha des­per­ta­do? ¿Occi­den­te? Duer­me en un sue­ño letár­gi­co. Los Esta­dos Uni­dos de Amé­ri­ca son los más acti­vos en este jue­go. La Unión Euro­pea es un poco como el Tita­nic, el agua entra por todos lados, ¡pero la orques­ta sigue tocando!

En cuan­to la bata­lla es hones­ta, los ame­ri­ca­nos pierden.

Le Point: Los medios de comu­ni­ca­ción occi­den­ta­les y los diri­gen­tes polí­ti­cos han inter­pre­ta­do la reti­ra­da de las tro­pas rusas de Jer­son como una derro­ta. ¿Pue­de con­ven­cer­les de lo contrario?

Maria Zakha­ro­va: No tene­mos inten­ción de con­ven­cer a nadie de nada. Se aca­bó el tiem­po de inten­tar con­ven­cer, es su pro­ble­ma. A ver cómo se lo toman. Algu­nos duer­men, o nos sil­ban, pero todos están ocu­pa­dos con la entre­ga de armas, y ya nos hemos dado cuen­ta de que la dis­cu­sión en este for­ma­to no tie­ne sen­ti­do. Lle­va­mos ocho años detrás de ellos, inten­tan­do que Kiev res­pe­te los acuer­dos de Minsk a tra­vés de Occi­den­te. Duran­te ocho años, Occi­den­te no lo hizo. ¿Y aho­ra vamos a hablar con ellos?

Entien­do que no se apia­den de noso­tros, inclu­so entien­do que no se apia­den de Ucra­nia, pero al final, no se apia­dan ni de uste­des mis­mos, con todas esas armas que están sumi­nis­tran­do, ¿se han olvi­da­do de todos los actos terro­ris­tas come­ti­dos en su sue­lo? Todos uste­des los han sufri­do. Nadie pres­ta aten­ción, se ha con­ver­ti­do en una cues­tión polí­ti­ca inter­na. Ade­más, al fren­te de las ins­ti­tu­cio­nes polí­ti­cas de algu­nos de estos paí­ses hay per­so­nas vin­cu­la­das a Esta­dos Uni­dos por­que estu­dia­ron y tra­ba­ja­ron allí… Esta­dos Uni­dos solo quie­re una cosa: en pri­mer lugar, domi­nar el mun­do y ser los úni­cos en con­tro­lar todos los pro­ce­sos; en segun­do lugar, no tener competidores…

Pero en cuan­to la bata­lla es hones­ta, pier­den. Des­de el pun­to de vis­ta tec­no­ló­gi­co, ya han per­di­do fren­te a Chi­na; des­de el pun­to de vis­ta eco­nó­mi­co, finan­cie­ro y de la civi­li­za­ción, han per­di­do fren­te a Euro­pa y el res­to del mun­do; des­de el pun­to de vis­ta de su com­ple­jo mili­tar-indus­trial, se han dado cuen­ta de que están atra­sa­dos. En cuan­to al cos­mos, estoy encan­ta­da de que se pue­da enviar coches allí, ¡pero eso ha sido posi­ble gra­cias a nues­tros cohe­tes de lan­za­mien­to! Todo es pura pala­bre­ría. De hecho, Esta­dos Uni­dos lo ha per­di­do todo por la cri­sis de su sis­te­ma basa­do en esta supre­ma­cía del dólar. Su deu­da es gigan­tes­ca. Su eco­no­mía no es real, es solo vir­tual. ¿Nece­si­ta prue­bas? ¡Escu­che a Trump! Cuan­do habla­ba de «Make Ame­ri­ca Great Again», que­ría decir que era nece­sa­rio vol­ver a la eco­no­mía real.

Recuer­den cómo se creó el G20 en 2008, cuan­do el mer­ca­do inmo­bi­lia­rio esta­dou­ni­den­se esta­lló, lle­ván­do­se con­si­go todas las bol­sas del mun­do. Fue una cri­sis glo­bal pero arti­fi­cial, por el sis­te­ma hipo­te­ca­rio ame­ri­cano… En 2008, nece­si­ta­ban a todo el mun­do para reani­mar el sis­te­ma eco­nó­mi­co glo­bal, la Unión Euro­pea, Bra­sil, los paí­ses del Gol­fo, Rusia, Chi­na. E «Big Brother» se cagó enci­ma y era nece­sa­rio que todo el mun­do le ayu­da­ra. Lue­go, cuan­do se recu­pe­ró, el «Gran Her­mano» comen­zó a inmis­cuir­se en Irak, Libia, Afga­nis­tán, Siria y Ucrania…

Le Point: ¿Fue­ron más fáci­les las rela­cio­nes ruso-esta­dou­ni­den­ses con Trump que con Biden?

Maria Zakha­ro­va: En abso­lu­to, sobre todo cuan­do cada día se acu­sa­ba a Trump de tener víncu­los espe­cia­les con los rusos… ¿Y qué sig­ni­fi­ca «más fácil»?

Le Point: ¿No es más com­pli­ca­do hoy, con Biden?

Maria Zakha­ro­va: Hoy es más diver­ti­do… No, estoy bro­mean­do, pero todos nos damos cuen­ta de que lo que está pasan­do es absur­do. La elec­ción que eli­gió a Biden en 2020 se lle­vó a cabo de for­ma sal­va­je y poco éti­ca. Lo dicen los pro­pios esta­dou­ni­den­ses: ¡lean las encues­tas que dicen que el públi­co no cree en los resul­ta­dos! Y de qué liber­tad de expre­sión esta­mos hablan­do cuan­do cerra­mos la cuen­ta de Twit­ter de un pre­si­den­te en fun­cio­nes, ¡fíja­te, en fun­cio­nes! ¡Solo por­que es el deseo de las esfe­ras liberales!

En 2016, Trump ganó pre­ci­sa­men­te por­que fue capaz de hablar direc­ta­men­te a su públi­co a tra­vés de las redes socia­les. Duran­te esos cua­tro años, no hubo un solo día en el que no se le acu­sa­ra de tener víncu­los con Rusia, pero ¿qué tene­mos que ver con eso? Por otro lado, hemos vis­to cómo algu­nos líde­res euro­peos esta­ban vin­cu­la­dos a Hillary Clin­ton. Fra­nçois Hollan­de, por ejem­plo, que la feli­ci­tó inclu­so antes de que se anun­cia­ran los resul­ta­dos, pro­ba­ble­men­te que­ría ser el pri­me­ro. El pro­ble­ma es que se ha acu­sa­do a Rusia de apo­yar a Trump, aun­que no hay hechos que lo demues­tren, mien­tras que algu­nos apo­ya­ban abier­ta­men­te a Hillary Clin­ton, y esto es otra doble moral. Ellos creen que tie­nen dere­cho a hacer­lo y noso­tros no. Dicen que es por­que no somos una demo­cra­cia «real». Eso es, todo está dicho.

¡Con cla­se! Les pre­gun­ta­mos: ¿pero quién defi­ne una «ver­da­de­ra» demo­cra­cia? Noso­tros, «el Occi­den­te colec­ti­vo», res­pon­den. ¿Irán? No, Irán no es una demo­cra­cia, ¿Vene­zue­la? En 2020, la seño­ra Rodrí­guez, vice­pre­si­den­ta de Vene­zue­la, dijo algo bri­llan­te duran­te una visi­ta aquí en Mos­cú: «¿Saben cuán­tas vota­cio­nes elec­to­ra­les hemos cele­bra­do? Ni uno solo ha com­pla­ci­do a los Esta­dos Uni­dos. ¿Por qué no? Por­que no les intere­san las elec­cio­nes, ¡sino los resul­ta­dos! Así es: los esta­dou­ni­den­ses solo con­si­de­ran legí­ti­mos los resul­ta­dos elec­to­ra­les que les convienen».

Le Point: The Wall Street Jour­nal afir­ma que, en las últi­mas sema­nas, el Krem­lin y la admi­nis­tra­ción pre­si­den­cial han man­te­ni­do con­ver­sa­cio­nes ofi­cia­les sobre la ame­na­za nuclear. ¿Pue­de confirmarlo?

Maria Zakha­ro­va: No sé a qué con­tac­tos con­cre­tos se refie­re. Pero en lo que res­pec­ta a nues­tra posi­ción sobre las armas nuclea­res, esta­mos inten­tan­do tran­qui­li­zar a todo el mun­do. Hemos publi­ca­do una decla­ra­ción sobre este tema en la web del Minis­te­rio de Asun­tos Exte­rio­res. Deje­mos esta espe­cu­la­ción, deje­mos de hablar de ello.

Le Point: Pero si Vla­di­mir Putin habla de ello, la espe­cu­la­ción comen­za­rá de nuevo…

Maria Zakha­ro­va: ¿Está hablan­do de ello aho­ra? No. Noso­tros deci­di­mos lo que que­re­mos decir, y uste­des deci­den lo que quie­ren oír. Segui­re­mos dicien­do lo que que­re­mos decir. Y en cuan­to a seguir dia­lo­gan­do, oiga… Aquí Macron nos ha can­sa­do a todos.

Sobre todo cuan­do nos ente­ra­mos de que duran­te sus lla­ma­das tele­fó­ni­cas con Mos­cú, había una cáma­ra detrás de él y que todo se gra­ba­ba para una pelí­cu­la (Un pre­si­den­te, l’Eu­ro­pe et la gue­rre, 2022, nota de la redac­ción). ¿Con quién esta­mos hablan­do enton­ces, y sobre qué? Han pasa­do ocho años des­de que se dis­cu­tió todo, y en lo que res­pec­ta a Ucra­nia, es Esta­dos Uni­dos quien decide.

Ima­gí­ne­se que el emba­ja­dor ucra­niano en Ale­ma­nia lla­mó al can­ci­ller Scholz «sal­chi­cha ofen­di­da» (en mayo de 2022, nota de la redac­ción), como si le dije­ra que su úni­co tra­ba­jo es seguir dan­do dine­ro y armas. ¿Con quién podría­mos hablar de Ucra­nia en la Unión Euro­pea? Acon­sé­je­me. ¿Tal vez con Borrell? ¿O con un ita­liano? ¿O con el eco­lo­gis­ta ale­mán Baer­bock? ¿Con quién hablar y sobre qué? Ni siquie­ra saben de qué están hablando…

Le Point: ¿Así que nadie en Euro­pa podría influir en la situación?

Maria Zakha­ro­va: Podrían, si admi­tie­ran que el cen­tro de la toma de deci­sio­nes está en Washing­ton, que impo­ne san­cio­nes, ela­bo­ra lis­tas, entre­ga armas, dice que debe­mos aco­ger a los refu­gia­dos, hacer esto, o votar aque­llo… ¿Cómo podrían los euro­peos admi­tir todo eso, cuan­do ni siquie­ra pue­den ser inde­pen­dien­tes, es decir, actuar por su cuen­ta? Lo tris­te es, y lo digo en tono sar­cás­ti­co, que todos los Esta­dos de la Unión Euro­pea se creen inde­pen­dien­tes, están con­ven­ci­dos de ello, aun­que sean inca­pa­ces de decir en qué con­sis­te eso. Ni siquie­ra son capa­ces de plan­tear pre­gun­tas con deli­ca­de­za, por ejem­plo, ¿quién voló los gaso­duc­tos (Nord Stream, nota de la redac­ción) en el fon­do del Mar Bál­ti­co? Ni siquie­ra se les per­mi­te pre­gun­tar. Sin embar­go, cuan­do un tal Skri­pal fue enve­ne­na­do (Ser­gei Skri­pal es un agen­te ruso con­ver­ti­do en doble agen­te bri­tá­ni­co, que sobre­vi­vió a un inten­to de enve­ne­na­mien­to con Novit­chok en 2018, nota de la redac­ción), toda Euro­pa habla­ba de ello… pero ¿qué tenía que ver con Fran­cia, Ita­lia, Gran Bre­ta­ña? Ni siquie­ra sabían lo que había pasa­do realmente.

Mien­tras que este pro­yec­to es una infra­es­truc­tu­ra que nos con­cier­ne a todos. Sí, es nues­tro gas y nues­tras tube­rías, ¡pero para abas­te­cer a Euro­pa! Han sido des­trui­das y nin­gún Jefe de Esta­do o Pri­mer Minis­tro de la Unión Euro­pea se atre­ve a hacer esta sim­ple pre­gun­ta: ¿quién lo hizo? ¡Y usted me habla de polí­ti­ca euro­pea inde­pen­dien­te! El pue­blo es capaz de hacer pre­gun­tas, pero en casa, no públi­ca­men­te. En cuan­to alguien habla de esto, los ser­vi­cios espe­cia­les vie­nen a ver­le y le acu­san de ser un agen­te ruso.

Le Point: ¿Cree que lo que dice está ocu­rrien­do en Francia?

Maria Zakha­ro­va: No lo creo, lo sé…

Le Point: ¿Exis­te la ruso­fo­bia en Francia?

Maria Zakha­ro­va: Los fran­ce­ses inten­tan resis­tir­se por­que leen, ven pelí­cu­las, van al tea­tro y están acos­tum­bra­dos a pen­sar y refle­xio­nar por sí mis­mos gra­cias a su nivel cul­tu­ral. Pero inten­tan impo­nér­se­lo des­de arri­ba. Como en Espa­ña, Por­tu­gal y Grecia.

Le Point: Usted habla a menu­do de lo que deno­mi­na «doble rase­ro» entre Rusia y Occi­den­te, ¿pue­de expli­car a qué se refie­re en rela­ción con Ucrania?

Maria Zakha­ro­va: He aquí un ejem­plo: en 2012, un gru­po de jóve­nes rusas ves­ti­das de punk irrum­pió en una cate­dral de Mos­cú. Se lla­ma­ban a sí mis­mas Pussy Riot. Sal­ta­ron detrás del altar, bai­la­ron sobre el fon­do de ico­nos y obje­tos sagra­dos, hicie­ron algu­nas decla­ra­cio­nes y publi­ca­ron ese momen­to en las redes socia­les. En Rusia, la pobla­ción y las estruc­tu­ras de segu­ri­dad esta­ban cons­ter­na­das. Esta cate­dral de Cris­to Sal­va­dor es la más gran­de del terri­to­rio ruso y fue com­ple­ta­men­te recons­trui­da des­pués de que los comu­nis­tas la des­tru­ye­ran y cons­tru­ye­ran una pis­ci­na. Se cons­tru­yó con el dine­ro del pue­blo, pri­me­ro en el siglo XIX para cele­brar nues­tra vic­to­ria sobre Napo­león en 1812, y lue­go en el siglo XX. Estas chi­cas pro­fa­na­ron en pocos minu­tos todo aque­llo en lo que cree el pue­blo de nues­tro país. Que­rían pro­vo­car. El mun­do libe­ral los defen­dió y tam­bién a Madon­na, Sting, Red Hot Chi­li Pep­pers, etc. Nos dije­ron: ¿Cómo se atre­ven a cas­ti­gar a las jóve­nes por sus actos cívi­cos? ¡Esto es arte!

Actual­men­te, vemos que en dife­ren­tes par­tes de Euro­pa los acti­vis­tas, de la mis­ma edad que ellas, están entran­do en los museos y arro­jan­do una sus­tan­cia sobre las obras de arte. Pro­tes­tan con­tra lo que con­si­de­ran un daño a la natu­ra­le­za por par­te de las indus­trias. Su obje­ti­vo no es des­truir las obras de arte pro­te­gi­das por el cris­tal, sino lla­mar la aten­ción sobre el pro­ble­ma. ¿Y qué vemos?

Nadie habla en favor de ellos. Ni la Unión Euro­pea, ni el Pre­si­den­te de los Esta­dos Uni­dos, ni nin­gún diplo­má­ti­co los apo­ya, a pesar de que cada uno de ellos tie­ne una agen­da medioam­bien­tal y de que en todos estos paí­ses los demó­cra­tas con­si­de­ran la eco­lo­gía como un tema cen­tral. Todo esto para decir que accio­nes gro­tes­cas simi­la­res no pro­vo­can las mis­mas reacciones.

Cuan­do ocu­rre en Rusia, se cri­ti­ca, pero en cuan­to ocu­rre en Occi­den­te, ¡se con­si­de­ra a estas per­so­nas como gam­be­rros! ¿Por qué? Me gus­ta­ría saber­lo. Y esto es solo un ejemplo.

¿Cuán­tos jóve­nes han aca­ba­do en la cár­cel por par­ti­ci­par en los Cha­le­cos Ama­ri­llos en Fran­cia o en las pro­tes­tas en Esta­dos Uni­dos? Cien­tos, miles de per­so­nas que asal­ta­ron el Capi­to­lio han sido con­de­na­das penal­men­te. Pero tan pron­to como pasa en Rusia, es algo que con­cier­ne inme­dia­ta­men­te a Esta­dos Uni­dos, Bru­se­las, París, Roma, Madrid, Lis­boa. Me ape­te­ce decir: ¡Eh, ami­gos, qui­zá debe­ría­mos tener las mis­mas normas!

En cuan­to a las elec­cio­nes, es lo mis­mo. En Esta­dos Uni­dos nadie entien­de lo que real­men­te suce­dió. Los obser­va­do­res de la OSCE habla­ron con mucha deli­ca­de­za sobre las vio­la­cio­nes. Lo sé, leí aten­ta­men­te su con­fe­ren­cia de pren­sa. Sin embar­go, para estos mis­mos obser­va­do­res occi­den­ta­les, ni una sola de las vota­cio­nes se desa­rro­lló sin pro­ble­mas en nues­tro país. Cada vez, era la mis­ma his­te­ria. Noso­tros no inter­fe­ri­mos en las elec­cio­nes de Esta­dos Uni­dos, ¡enton­ces, que ellos no inter­fie­ren en las nues­tras! Este es un segun­do ejem­plo. ¡Y en Vene­zue­la! Para Occi­den­te, Madu­ro no es pre­si­den­te. Bien, pero ¿quién es enton­ces? Aun­que hoy todo ha cam­bia­do, Macron le ha salu­da­do, y tam­bién Kerry que, le recuer­do, repre­sen­ta a un país que le busca.

Le Point: ¿Y Ucrania?

Maria Zakha­ro­va: En lo que res­pec­ta a Ucra­nia, todo comen­zó cuan­do Esta­dos Uni­dos, jun­to con la Unión Euro­pea, Bru­se­las, Ber­lín y París en menor medi­da, Var­so­via y los Paí­ses Bál­ti­cos comen­za­ron a inmis­cuir­se en los asun­tos inter­nos de este país, y no solo lo hicie­ron: mol­dea­ron com­ple­ta­men­te la situa­ción sobre el terreno gas­tan­do dine­ro, mul­ti­pli­can­do el apo­yo polí­ti­co y entre­nan­do a quie­nes, en 2014, fomen­ta­ron el gol­pe de Esta­do. ¿En 2004, la Revo­lu­ción Naran­ja qué fue? ¿La ter­ce­ra ron­da de elec­cio­nes? Mien­tras todo el mun­do podía ver que Yanu­kó­vich (el expre­si­den­te ucra­niano pro ruso entre 2010 y 2014, nota de la redac­ción) las había gana­do. Todo el sur­es­te de Ucra­nia había vota­do por él. Así que dise­ña­ron una Ucra­nia pro­pia, fue­ron el ori­gen de un cam­bio guber­na­men­tal y con­vir­tie­ron los pro­ble­mas ener­gé­ti­cos en un fac­tor polí­ti­co. Fue­ron ellos los que deci­die­ron cómo Ucra­nia iba a com­prar­nos ener­gía y que estas tube­rías pasa­ran por su terri­to­rio en trán­si­to. Lue­go que­dó cla­ro que solo ellos tenían dere­cho a hacer­lo, otro doble rase­ro, y esta­ba des­ti­na­do a explo­tar, por­que cuan­do se echa a un pre­si­den­te ele­gi­do dos veces, no pue­de salir bien. ¡Lo echa­ron como si fue­ra basura!

Le Point: ¿Pue­de expli­car el tér­mino «Occi­den­te colectivo»?

Maria Zakha­ro­va: ¡Es el hecho de no tener una polí­ti­ca exte­rior individual!

En muchas oca­sio­nes, duran­te las con­fe­ren­cias de pren­sa, he sido tes­ti­go de cómo los perio­dis­tas hacían pre­gun­tas a los minis­tros de Asun­tos Exte­rio­res de los paí­ses euro­peos. Todos ellos res­pon­die­ron que no se les per­mi­tía opi­nar sobre cues­tio­nes inter­na­cio­na­les glo­ba­les por­que siguen una polí­ti­ca colec­ti­va den­tro de la Unión Euro­pea y la OTAN. Así que solo pue­den comen­tar las rela­cio­nes bilaterales.

Uste­des son el «Occi­den­te colec­ti­vo» por­que están uni­dos en un sis­te­ma admi­nis­tra­ti­vo de lide­raz­go den­tro de la OTAN. Des­de los años 90 y 2000, la Unión Euro­pea ha deja­do de ser una unión polí­ti­co-eco­nó­mi­ca, ha pasa­do a for­mar par­te de la OTAN, ha deja­do de ser autónoma.

Sin embar­go, según algu­nas encues­tas, la pobla­ción de tal o cual país euro­peo no apo­ya las san­cio­nes anti rusas, no por­que ame a Rusia, sino por­que les com­pli­ca la vida, pero no tie­nen for­ma de dele­gar su opi­nión en los diri­gen­tes. Es bien sabi­do quién fue el pri­me­ro en tomar la deci­sión de las san­cio­nes a raíz de 2014, fue Biden, enton­ces vice­pre­si­den­te, fue él quien influ­yó en la deci­sión de la Unión Euro­pea, es de domi­nio públi­co. Solo des­pués, los paí­ses de la Unión Euro­pea deci­die­ron san­cio­nar­nos, ¡así que ya ven lo que que­re­mos decir con la idea del «Occi­den­te colec­ti­vo»! No hay nada malo en tomar una deci­sión de for­ma colec­ti­va, noso­tros tam­bién somos miem­bros de estruc­tu­ras colec­ti­vas, pero hay una dife­ren­cia fun­da­men­tal: deci­di­mos con otros en igual­dad de condiciones.

En algu­nas cues­tio­nes que no son real­men­te cru­cia­les, los euro­peos toman deci­sio­nes jun­tos, pero en cuan­to algu­nos paí­ses tie­nen la ten­ta­ción de tomar deci­sio­nes que les bene­fi­cia­rían indi­vi­dual­men­te, pero que difie­ren de lo que es impor­tan­te para la super­es­truc­tu­ra, son cas­ti­ga­dos. Miren lo que pasa en Polo­nia, y esto no tie­ne nada que ver con Rusia, ellos tie­nen su pro­pia legis­la­ción nacio­nal sobre la cues­tión de géne­ro o la cues­tión nacio­nal, pero si a Bru­se­las no le gus­ta, ¡se les cas­ti­ga! ¡Y Hun­gría! ¡Cómo la han tra­ta­do, cómo tra­tan a Orban! Eso es: nadie pue­de tomar sus pro­pias deci­sio­nes si no coin­ci­den con las opi­nio­nes del «Gran Hermano».

23 de noviem­bre de 2022

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