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Resis­ten­cia arma­da fren­te a resis­ten­cia pací­fi­ca: lo que hay que saber sobre la Muqa­wa­ma en Gaza

La pala­bra Muqa­wa­ma en el léxi­co pales­tino no nece­si­ta ela­bo­ra­ción más allá del sig­ni­fi­ca­do inme­dia­to que gene­ra entre los pales­ti­nos de a pie. Solo recien­te­men­te, y en con­cre­to tras los acuer­dos de paz de Oslo y la repen­ti­na lle­ga­da de ONG finan­cia­das por Occi­den­te, empe­za­ron a sur­gir tér­mi­nos como «resis­ten­cia pací­fi­ca» y «resis­ten­cia no vio­len­ta» en algu­nos círcu­los de inte­lec­tua­les pales­ti­nos. Sin embar­go, estas fra­ses nun­ca lle­ga­ron a ocu­par un lugar cen­tral en el dis­cur­so colec­ti­vo de los pales­ti­nos. Para ellos, la Muqa­wa­ma seguía sien­do: una, indi­vi­si­ble, integradora.

Esta afir­ma­ción no debe­ría suge­rir que los pales­ti­nos no resis­tie­ron, en las diver­sas eta­pas de su lucha, uti­li­zan­do méto­dos no arma­dos. De hecho, lo han hecho duran­te gene­ra­cio­nes. La huel­ga gene­ral de seis meses de abril de 1936 fue la cul­mi­na­ción de tác­ti­cas de des­obe­dien­cia civil que se habían uti­li­za­do duran­te años antes de esa fecha. Se siguió uti­li­zan­do, des­de enton­ces, en toda Pales­ti­na, a lo lar­go de un siglo.

La dife­ren­cia entre la per­cep­ción pales­ti­na de la resis­ten­cia y la noción pro­mo­vi­da por Occi­den­te es que los pales­ti­nos no ven la Muqa­wa­ma como una obli­ga­ción, ni tra­tan de expli­car, con­tex­tua­li­zar o jus­ti­fi­car las for­mas de resis­ten­cia colec­ti­va que uti­li­zan. His­tó­ri­ca­men­te, sólo las cir­cuns­tan­cias deter­mi­nan el tipo, el momen­to y el lugar de la resis­ten­cia arma­da o no armada.

Sin embar­go, la noción occi­den­tal se basa en el con­cep­to de pre­fe­ren­cia­li­dad, es decir, que una estra­te­gia es mejor que la otra, y que una es éti­ca, mien­tras que la otra no lo es. Al hacer­lo, esta acti­tud sen­ten­cio­sa crea una cla­ra dis­tin­ción entre los pales­ti­nos «pací­fi­cos», deno­mi­na­dos mode­ra­dos, y los vio­len­tos, deno­mi­na­dos radicales.

Ade­más, las defi­ni­cio­nes occi­den­ta­les de resis­ten­cia son selec­ti­vas. A los ucra­nia­nos, por ejem­plo, se les per­mi­te usar las armas para repe­ler al ejér­ci­to ruso. A los pales­ti­nos se les con­de­na por hacer­lo cuan­do Israel inva­de y lle­va a cabo un geno­ci­dio sin paran­gón en Gaza.

Aun­que algu­nos pro­mo­to­res de cier­tos tipos de resis­ten­cia son, tal vez, bien­in­ten­cio­na­dos, pare­cen igno­rar por com­ple­to las raí­ces his­tó­ri­cas de ese len­gua­je. Sin embar­go, al par­ti­ci­par en ese dis­cur­so con­de­na­to­rio, repro­du­cen, a sabien­das o no, vie­jas per­cep­cio­nes colo­nia­les de los colo­ni­za­dos. Un len­gua­je simi­lar defi­nió la rela­ción de la Euro­pa colo­nial con prác­ti­ca­men­te todos los espa­cios colo­ni­za­dos: a los que se resis­tían se les per­ci­bía como sal­va­jes o terro­ris­tas; a los que no, no se les con­ce­dían dere­chos civi­les ni polí­ti­cos, sólo el pri­vi­le­gio oca­sio­nal de no ser tor­tu­ra­dos o ase­si­na­dos impunemente.

Gaza: cora­zón de la resistencia

Para com­pren­der ple­na­men­te el con­cep­to de Muqa­wa­ma en su con­tex­to pales­tino, bas­ta con mirar a Gaza. Aun­que la Fran­ja ha ser­vi­do his­tó­ri­ca­men­te como cen­tro de la resis­ten­cia pales­ti­na tan­to en el dis­cur­so como en la acción, la Muqa­wa­ma no es aquí ente­ra­men­te un resul­ta­do de la geo­gra­fía, sino más bien la expe­rien­cia colec­ti­va y la iden­ti­dad de quie­nes ocu­pan este peque­ño espa­cio de 365 kiló­me­tros cuadrados.

El 70% de la pobla­ción de Gaza son refu­gia­dos. Fue­ron expul­sa­dos étni­ca­men­te, jun­to con casi 800.000 pales­ti­nos, de la Pales­ti­na his­tó­ri­ca duran­te la Nak­ba, la catas­tró­fi­ca des­truc­ción y lim­pie­za étni­ca de Pales­ti­na y su pue­blo en 1948. Son super­vi­vien­tes de masa­cres, afec­ta­dos por una gran cam­pa­ña mili­tar que supu­so la rui­na o el vacia­do de pue­blos, ciu­da­des y comu­ni­da­des enteras.

Debi­do al peque­ño tama­ño de Gaza y a la natu­ra­le­za de su topo­gra­fía ‑tie­rra lla­na con pocos recursos‑, el sufri­mien­to de los refu­gia­dos de Gaza fue espe­cial­men­te extre­mo. Atra­pa­da entre un pasa­do per­sis­ten­te de pér­di­das, sufri­mien­to y dere­chos no res­ti­tui­dos y un pre­sen­te de ase­dio y pobre­za abso­lu­ta, era lógi­co que Gaza fue­ra la pun­ta de lan­za de la resis­ten­cia pales­ti­na a lo lar­go de los años. A menu­do, el gra­do de bru­ta­li­dad israe­lí deter­mi­na­ba el gra­do de res­pues­ta pales­ti­na, ya que la vio­len­cia engen­dra vio­len­cia y los ase­dios mor­tí­fe­ros y las gue­rras geno­ci­das engen­dran ope­ra­cio­nes de resis­ten­cia del tipo de la Inun­da­ción de Al-Aqsa.

Aun­que las huel­gas gene­ra­les y otras for­mas de des­obe­dien­cia civil fue­ron uti­li­za­das abun­dan­te­men­te por la pobla­ción resis­ten­te de Gaza a lo lar­go de los años ‑espe­cial­men­te en el perio­do com­pren­di­do entre la ocu­pa­ción israe­lí de 1967 y el lla­ma­do «redes­plie­gue» mili­tar israe­lí de 2005‑, la resis­ten­cia arma­da siem­pre ha sido un com­po­nen­te fun­da­men­tal de la Muqa­wa­ma palestina.

A pesar de su ais­la­mien­to geo­grá­fi­co, que pre­ce­dió duran­te mucho tiem­po a la últi­ma capa de ase­dio israe­lí impues­ta a la Fran­ja en 2007, la pobla­ción de Gaza, a juz­gar por el cons­tan­te esta­do de rebe­lión y el dis­cur­so polí­ti­co, siem­pre se ha vis­to a sí mis­ma como par­te de un todo pales­tino más amplio y cohe­ren­te. Una de las razo­nes es que la memo­ria colec­ti­va pales­ti­na ha ser­vi­do de víncu­lo gene­ra­cio­nal que ha man­te­ni­do a las comu­ni­da­des pales­ti­nas uni­das a Pales­ti­na como reali­dad tan­gi­ble y tam­bién como idea.

La otra razón tie­ne que ver con la rela­ción que Gaza man­te­nía con Egip­to, el anti­guo admi­nis­tra­dor mili­tar de la Fran­ja y otro­ra poten­cial libertador.

Aun­que Egip­to admi­nis­tró Gaza entre 1949 y 1967 ‑con una bre­ve excep­ción de unos meses duran­te la gue­rra de 1956‑, El Cai­ro no con­si­de­ra­ba exac­ta­men­te a Gaza como una exten­sión terri­to­rial o inclu­so polí­ti­ca vin­cu­la­da per­ma­nen­te­men­te al cuer­po polí­ti­co del país. Es cier­to que el pre­si­den­te egip­cio Jamal Abdul Nas­ser fue el cui­da­dor de Gaza e inten­tó dar for­ma a sus ins­ti­tu­cio­nes polí­ti­cas, de hecho, la pro­pia resis­ten­cia arma­da ‑por ejem­plo, la Orga­ni­za­ción para la Libe­ra­ción de Pales­ti­na (1964) y el Ejér­ci­to de Libe­ra­ción de Pales­ti­na (1964)-, los líde­res loca­les y las éli­tes polí­ti­cas de Gaza adop­ta­ron en gran medi­da a Egip­to como for­ta­le­za estra­té­gi­ca, no como lide­raz­go alter­na­ti­vo, y mucho menos como patria. Si exis­tía algu­na con­fu­sión, la cues­tión se resol­vió, de todos modos, tras la humi­llan­te derro­ta de los ejér­ci­tos ára­bes a manos del ejér­ci­to israe­lí res­pal­da­do por Esta­dos Uni­dos en la gue­rra de junio de 1967, cono­ci­da como la Nak­sa o el «revés».

Aun­que la ver­sión de pos­gue­rra de la OLP siguió depen­dien­do en gran medi­da del apo­yo y la vali­da­ción polí­ti­ca ára­bes, con el tiem­po se hizo más pales­ti­na en cuan­to a la toma de deci­sio­nes. El Ejér­ci­to de Libe­ra­ción de Pales­ti­na (ELP), por su par­te, que sólo ope­ra­ba bajo los aus­pi­cios de otros ejér­ci­tos ára­bes, que­dó mar­gi­na­do, si es que algu­na vez lle­gó a ser rele­van­te. Pero inclu­so con la mar­gi­na­ción de los ára­bes y la mar­gi­na­ción del ELP, los pales­ti­nos siguie­ron resis­tien­do. Su nue­va resis­ten­cia, sin embar­go, se mode­ló en torno a sus expe­rien­cias his­tó­ri­cas. Esta his­to­ria de resis­ten­cia está pla­ga­da de ejem­plos, que comen­za­ron mucho antes del esta­ble­ci­mien­to de Israel sobre las rui­nas de Pales­ti­na, y con­ti­nua­ron des­pués de la Nak­ba con el sur­gi­mien­to del Movi­mien­to Feda­yín, cuyas raí­ces se remon­tan a Gaza.

Cuan­do Gaza cayó bajo la ocu­pa­ción mili­tar israe­lí en 1967, tam­bién lo hizo Cis­jor­da­nia. Aun­que toda la Pales­ti­na his­tó­ri­ca era aho­ra cau­ti­va de Israel y de su dis­cur­so sio­nis­ta tota­lis­ta, la ocu­pa­ción, uni­da a la derro­ta de los ejér­ci­tos ára­bes, no hizo sino acen­tuar una iden­ti­dad pales­ti­na poco coin­ci­den­te con las prio­ri­da­des ára­bes regio­na­les, ya fue­ran jor­da­nas, como en el caso de Cis­jor­da­nia, o egip­cias, como en el caso de Gaza.

Esta nue­va reali­dad no anu­ló auto­má­ti­ca­men­te la his­tó­ri­ca com­pe­ne­tra­ción entre Pales­ti­na y el mun­do ára­be. Sin embar­go, sí puso de relie­ve un cre­cien­te sen­ti­mien­to de pro­vin­cia­lis­mo polí­ti­co ára­be y un cre­cien­te sen­ti­mien­to de nacio­na­lis­mo pales­tino que comen­zó a evo­lu­cio­nar hacia un nue­vo con­jun­to de sig­ni­fi­ca­dos y fron­te­ras políticas.

Iró­ni­ca­men­te, la resis­ten­cia arma­da pales­ti­na, que se desa­rro­lló fue­ra del ámbi­to de los gobier­nos y ejér­ci­tos ára­bes, no hizo sino for­ta­le­cer­se tras la Nak­sa. Esto fue así en el caso de la Resis­ten­cia Pales­ti­na con base en Jor­da­nia y Líbano. Sin embar­go, esta apa­ren­te con­tra­dic­ción se ha mani­fes­ta­do en Gaza des­de el 7 de octu­bre más que en cual­quier otro momen­to o lugar del pasado.

La resis­ten­cia autóc­to­na pales­ti­na en Gaza ha para­li­za­do al ejér­ci­to israe­lí has­ta el pun­to de no con­se­guir nin­gún obje­ti­vo mili­tar o estra­té­gi­co real en su gue­rra con­tra los pales­ti­nos. Ade­más, los com­ba­tien­tes, que fabri­can la mayo­ría de sus pro­pias armas, han infli­gi­do posi­ble­men­te más daño al ejér­ci­to israe­lí que ejér­ci­tos ára­bes ente­ros en gue­rras anteriores.

Los efec­tos psi­co­ló­gi­cos de esta gue­rra tar­da­rán años en apre­ciar­se ple­na­men­te. Sin embar­go, las cifras ya hablan de un cam­bio de per­cep­ción. Más del 70% de los pales­ti­nos creen aho­ra que la resis­ten­cia arma­da es el camino a seguir, un desa­fío direc­to y deci­si­vo a las per­cep­cio­nes man­te­ni­das inme­dia­ta­men­te des­pués de los acuer­dos de Oslo y duran­te la fase ini­cial del lla­ma­do pro­ce­so de paz. Por aquel enton­ces, muchos pales­ti­nos creían sin­ce­ra­men­te que una solu­ción nego­cia­da era el camino más cor­to hacia un Esta­do palestino.

Lo más pro­ba­ble es que la resis­ten­cia arma­da siga cre­cien­do, no solo en Gaza sino tam­bién en Cis­jor­da­nia. Es pro­ba­ble que tam­bién siga desa­rro­llán­do­se un inci­pien­te movi­mien­to arma­do, cen­tra­do sobre todo en la región nor­te de Cis­jor­da­nia, que se mode­la­rá, siem­pre que sea posi­ble, en torno a las ideas, estra­te­gias y valo­res de la Resis­ten­cia de Gaza. De hecho, aho­ra se está for­man­do un tipo dife­ren­te de uni­dad palestina.

Cam­bio de actitudes

Pero ¿es este el final de la bús­que­da pales­ti­na de libe­ra­do­res árabes?

En una decla­ra­ción pre­gra­ba­da el 28 de octu­bre, el por­ta­voz mili­tar de las Bri­ga­das Al-Qas­sam ‑el ala mili­tar de Hamás- pro­nun­ció unas pala­bras de pro­fun­do sig­ni­fi­ca­do. «No os pedi­mos que defen­dáis a los niños de Gaza con vues­tros ejér­ci­tos y tan­ques, Dios no lo quie­ra», dijo, en un sar­cás­ti­co men­sa­je a los gobier­nos ára­bes. Esas pocas pala­bras fue­ron algu­nos de los comen­ta­rios más ana­li­za­dos de Abu Obei­da, cuya popu­la­ri­dad en el mun­do ára­be se ha dis­pa­ra­do des­de el 7 de octu­bre, jun­to con la de Hamás y otros movi­mien­tos pales­ti­nos de Gaza.

Aun­que el len­gua­je de Abu Obei­da seguía com­pro­me­ti­do con los valo­res reli­gio­sos, cul­tu­ra­les y socia­les comu­nes a otras nacio­nes ára­bes y musul­ma­nas, el len­gua­je polí­ti­co del lucha­dor enmas­ca­ra­do se sitúa aho­ra en gran medi­da den­tro de un dis­cur­so pales­tino. Sin embar­go, sus decla­ra­cio­nes se ale­jan cla­ra­men­te de la per­cep­ción que tie­ne el pro­pio Hamás de las res­pon­sa­bi­li­da­des de los gobier­nos, en su mayo­ría ára­bes, pero tam­bién musul­ma­nes, hacia Pales­ti­na. La car­ta ori­gi­nal de Hamas pare­cía diri­gi­da a movi­li­zar a los ára­bes tan­to como a los palestinos.

«Ya umma­tu­na al-Ala­ra­bi­ya» y «ya umma­tu­na al-Isla­mi­yah» son la for­ma habi­tual con la que las Bri­ga­das Al-Qas­sam y otros gru­pos de resis­ten­cia pales­ti­nos hacen un lla­ma­mien­to a ára­bes y musul­ma­nes. Sin embar­go, tenien­do en cuen­ta la cre­cien­te par­ti­ci­pa­ción de paí­ses no ára­bes y no musul­ma­nes en la lucha con­tra el geno­ci­dio de Israel en Gaza, aho­ra casi siem­pre apa­re­ce un ter­cer tér­mino en estas decla­ra­cio­nes: «Ya ahrar al-alem», un lla­ma­mien­to a los «pue­blos libres del mundo».

La equi­pa­ra­ción entre los ára­bes y cual­quier otra nación de cual­quier par­te del mun­do, y la escép­ti­ca refe­ren­cia a los ejér­ci­tos ára­bes –por no hablar de la casi total ausen­cia de cual­quier deman­da de inter­ven­ción mili­tar ára­be por par­te de los gru­pos pales­ti­nos– han seña­la­do un cam­bio evi­den­te en la acti­tud de la resis­ten­cia pales­ti­na. Gaza, el cora­zón de esta resis­ten­cia, está envian­do aho­ra el men­sa­je a todos los pales­ti­nos de que la libe­ra­ción sólo pue­de ori­gi­nar­se en la pro­pia Palestina.

Esta acti­tud es un fenó­meno rela­ti­va­men­te nuevo.

De vuel­ta al principio

Uno de los pri­me­ros y más pode­ro­sos lla­ma­mien­tos a la resis­ten­cia, enton­ces deno­mi­na­da Yihad, no lo hizo un pales­tino, sino un pre­di­ca­dor sirio en su últi­mo ser­món públi­co en la mez­qui­ta Al-Istiq­lal de Hai­fa el 9 de noviem­bre de 1935. Los pales­ti­nos lle­van años resis­tien­do. Pero lo que hizo par­ti­cu­lar­men­te espe­cial el lla­ma­mien­to de Izz al-Din al-Qas­sam es que con­tri­bu­yó a la rebe­lión de tres años con­tra el colo­nia­lis­mo bri­tá­ni­co y sio­nis­ta que siguió a la huel­ga de 1936.

El pen­sa­mien­to polí­ti­co de Al-Qas­sam pue­de haber madu­ra­do en Pales­ti­na, pero se desa­rro­lló en Siria y Egip­to. Al-Qas­sam había hui­do del colo­nia­lis­mo fran­cés en 1920 sólo para empren­der otra lucha anti­co­lo­nial, esta vez con­tra los bri­tá­ni­cos y sus alia­dos sio­nis­tas en Palestina.

«Os he ense­ña­do los asun­tos de vues­tra reli­gión», dijo en su últi­mo ser­món el jeque, aho­ra acti­va­men­te per­se­gui­do por la poli­cía bri­tá­ni­ca. «Os he ense­ña­do los asun­tos de vues­tra patria», con­ti­nuó, antes de alzar más la voz con una súpli­ca apa­sio­na­da: «A la Yihad, oh musul­ma­nes. A la Yihad».

Un ára­be sirio ins­tan­do a los musul­ma­nes de una ciu­dad pales­ti­na a par­ti­ci­par en una lucha san­ta era una noción per­fec­ta­men­te acep­ta­da y racio­nal en aquel enton­ces. Sin embar­go, des­de enton­ces, estas capas de iden­ti­dad se han frag­men­ta­do para crear iden­ti­da­des alter­na­ti­vas y, por tan­to, rela­cio­nes alternativas.

El pro­pio Al-Qas­sam fue ase­si­na­do, jun­to con un peque­ño gru­po de sus segui­do­res pales­ti­nos, en los huer­tos de Ya’bad, poco des­pués de aban­do­nar Hai­fa para pre­pa­rar una revuel­ta en todo el país, que sólo se pro­du­jo tras su muerte.

Cuan­do las Bri­ga­das Al-Qas­sam se for­ma­ron ofi­cial­men­te en Gaza en 1991, pue­de que inten­ta­ran seguir el mode­lo de las ban­das al-Qas­sa­mi­tas de anta­ño. Pero su fal­ta de medios, la polí­ti­ca de ase­si­na­tos de Israel, ade­más de las res­tric­cio­nes y medi­das enér­gi­cas de la Auto­ri­dad Pales­ti­na ‑que ges­tio­nó Gaza has­ta el enfren­ta­mien­to entre Hamás y Al Fatah de 2007- difi­cul­ta­ron la exis­ten­cia de un ejér­ci­to de este tipo.

En últi­ma ins­tan­cia, el gru­po con­si­guió lo que el pro­pio Al-Qas­sam no pudo, for­mar un ejér­ci­to de resis­ten­cia com­pues­to por peque­ñas uni­da­des de com­ba­tien­tes que fue capaz de luchar y man­te­ner una gue­rra de libe­ra­ción uti­li­zan­do tác­ti­cas de gue­rra de gue­rri­llas duran­te mucho tiempo.

A dife­ren­cia del anti­guo ejér­ci­to de des­or­ga­ni­za­dos de Al-Qas­sam, for­ma­do por com­ba­tien­tes mal entre­na­dos, los nue­vos qas­sa­mi­tas están bien entre­na­dos, fabri­can sus pro­pias armas y han con­se­gui­do lo que los ejér­ci­tos ára­bes per­ma­nen­tes y la gue­rra tra­di­cio­nal no han logra­do. La mis­ma con­clu­sión pue­de sacar­se de las Bri­ga­das Quds, la rama mili­tar del Movi­mien­to de la Yihad Islá­mi­ca en Palestina.

Pero inclu­so los com­ba­tien­tes bien entre­na­dos y equi­pa­dos no pue­den luchar, y mucho menos sobre­vi­vir, ante el tipo de poten­cia de fue­go israe­lí que ha des­trui­do la mayor par­te de Gaza. Según The Washing­ton Post, el núme­ro de bom­bas lan­za­das sobre Gaza en una sola sema­na –entre el 7 y el 14 de octu­bre – , esti­ma­do en 6.000, fue casi tan­to como el que Esta­dos Uni­dos ha lan­za­do sobre Afga­nis­tán en un año.

Enton­ces, ¿cómo ha podi­do sobre­vi­vir la resis­ten­cia pales­ti­na? La res­pues­ta tie­ne menos que ver con la tec­no­lo­gía o las tác­ti­cas mili­ta­res y más con valo­res intan­gi­bles. Si esta pre­gun­ta se for­mu­la en Gaza, lo más pro­ba­ble es que la res­pues­ta apun­te hacia nocio­nes como «ruh al-Muqa­wa­ma», espí­ri­tu o alma de la resis­ten­cia. Aun­que estos con­cep­tos intan­gi­bles no pue­den cali­fi­car­se fácil­men­te, y mucho menos cuan­ti­fi­car­se, según la aca­de­mia occi­den­tal, lo cier­to es que la resis­ten­cia arma­da en Pales­ti­na no habría sobre­vi­vi­do a la embes­ti­da israe­lí si no fue­ra por el sumud –la ente­re­za– del pue­blo palestino.

En otras pala­bras, si no fue­ra por el pro­pio pue­blo pales­tino, nin­gún gru­po de com­ba­tien­tes pales­ti­nos, por muy bien entre­na­do y pre­pa­ra­do que estu­vie­ra, habría sos­te­ni­do la tarea de luchar con­tra la maqui­na­ria mili­tar israe­lí, res­pal­da­da por Washing­ton y sus otros socios occidentales.

Muqa­wa­ma para los pales­ti­nos no es una con­ver­sa­ción inte­lec­tual, ni una teo­ría aca­dé­mi­ca. Tam­po­co es el resul­ta­do de una estra­te­gia polí­ti­ca. En pala­bras de Frantz Fanon, refi­rién­do­se a las gue­rras de libe­ra­ción, «nos rebe­la­mos sim­ple­men­te por­que (…) ya no pode­mos res­pi­rar». De hecho, las revuel­tas y la resis­ten­cia pales­ti­nas son el resul­ta­do direc­to de la nega­ti­va del pue­blo pales­tino a acep­tar las injus­ti­cias del colo­nia­lis­mo de asen­ta­mien­tos, la ocu­pa­ción mili­tar, los ase­dios pro­lon­ga­dos y la nega­ción de los dere­chos polí­ti­cos básicos.

Para que la Muqa­wa­ma se apre­cie ple­na­men­te como un fenó­meno pales­tino úni­co, no pue­de des­vin­cu­lar­se de la his­to­ria; tam­po­co pue­de explo­rar­se sepa­ra­da del «abra­zo popu­lar» –Al-Hadi­na al-Sha’biyah lil-Muqa­wa­mah al-Filis­ti­ni­yah– del pro­pio pue­blo pales­tino, que siem­pre ha ser­vi­do como fuen­te ori­gi­nal y prin­ci­pal pro­tec­tor de la resis­ten­cia pales­ti­na en todas sus formas.

Ramzy Baroud, su sitio web es www​.ramzy​ba​roud​.net

25 de junio de 2024

Tex­to ori­gi­nal: https://​www​.coun​ter​punch​.org/​2​0​2​4​/​0​6​/​2​5​/​a​r​m​e​d​-​v​s​-​p​e​a​c​e​f​u​l​-​r​e​s​i​s​t​a​n​c​e​-​w​h​a​t​-​y​o​u​-​n​e​e​d​-​t​o​-​k​n​o​w​-​a​b​o​u​t​-​m​u​q​a​w​a​m​a​-​i​n​-​g​a​za/. Tra­du­ci­do del inglés por Sin­fo Fernández.

Cogie­do de https://​rebe​lion​.org/​r​e​s​i​s​t​e​n​c​i​a​-​a​r​m​a​d​a​-​f​r​e​n​t​e​-​a​-​r​e​s​i​s​t​e​n​c​i​a​-​p​a​c​i​f​i​ca/

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