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En Vene­zue­la la comu­na no es sola­men­te una uto­pía. Entre­vis­ta a la mili­tan­te inter­na­cio­na­lis­ta y boli­va­ria­na Cira Pas­cual Marquina

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¿Cómo se pre­sen­ta Cira Pas­cual Mar­qui­na: his­pano-vene­zo­la­na, inter­na­cio­na­lis­ta, comu­ne­ra, cura­do­ra de arte…? Y, ¿por qué te iden­ti­fi­cas de esa manera?

Yo me iden­ti­fi­ca­ría como vene­zo­la­na de cora­zón, como mili­tan­te del Pro­ce­so Boli­va­riano y mili­tan­te tam­bién de la Fuer­za Patrió­ti­ca Ale­xis Vive —una orga­ni­za­ción que pro­mue­ve la comu­na­li­za­ción en nues­tro país — , edu­ca­do­ra popu­lar e inves­ti­ga­do­ra militante.

¿Por qué me iden­ti­fi­co así? Aquí lo que me tra­jo, lo que nos tra­jo, fue la poten­cia del Pro­ce­so Boli­va­riano, de la revo­lu­ción boli­va­ria­na, esa revo­lu­ción que puso en pies fir­mes de nue­vo sobre nues­tro con­ti­nen­te, sobre «Nues­tra Amé­ri­ca», al boli­va­ria­nis­mo y pos­te­rior­men­te, por supues­to, la pro­pues­ta del socia­lis­mo. Esto ocu­rrió en un momen­to en el que se había decre­ta­do el fin de la his­to­ria y, por lo tan­to, el fin de un futu­ro socialista.

Nues­tra revo­lu­ción reto­ma el hori­zon­te socia­lis­ta alre­de­dor del 2005 – 2006, pero ya antes se había defi­ni­do antim­pe­ria­lis­ta. Esta no es una revo­lu­ción de patria chi­ca sino de patria grande.

Me iden­ti­fi­co como edu­ca­do­ra popu­lar por­que soy fun­da­do­ra con Chris Gil­bert de Escue­la de Cua­dros, un espa­cio auto­ges­tio­na­rio para el estu­dio y el deba­te de la teo­ría mar­xis­ta des­de el Sur glo­bal, y por­que ten­go el pri­vi­le­gio de hacer par­te de la comu­na El Panal, una comu­na en el 23 de Enero, un barrio muy com­ba­ti­vo en Cara­cas, con una lar­ga his­to­ria de rebel­días y de cons­truc­ción popu­lar. En la comu­na hago par­te de la Plu­ri­ver­si­dad Patria Gran­de, nues­tro semi­lle­ro comu­nal. Jun­to con Chris tam­bién soy inves­ti­ga­do­ra mili­tan­te por­que los cami­nos de esta vida nos han lle­va­do a tra­ba­jar con muchas comu­nas en un pro­yec­to tes­ti­mo­nial en el que las comu­ne­ras y comu­ne­ros toman la pala­bra y expli­can, refle­xio­nan y teo­ri­zan sobre la cons­truc­ción comu­nal en un país ase­dia­do por el impe­ria­lis­mo norteamericano.

Estas gen­tes, los comu­ne­ros y las comu­ne­ras, cons­tru­yen comu­nas a tra­vés de pro­ce­sos de auto­or­ga­ni­za­ción, espa­cios en los que aque­lla pro­pues­ta de la «demo­cra­cia par­ti­ci­pa­ti­va y pro­ta­gó­ni­ca» de Chá­vez que sur­ge en el año 1991 o 1992, en El libro azul, se hace viva. La demo­cra­cia par­ti­ci­pa­ti­va y pro­ta­gó­ni­ca, o demo­cra­cia direc­ta, va toman­do for­ma en un pri­mer momen­to de la revo­lu­ción boli­va­ria­na a tra­vés de dife­ren­tes ini­cia­ti­vas del poder popu­lar como las Mesas téc­ni­cas de agua y los Comi­tés de tie­rra urba­na —espa­cios que eran pro­fun­da­men­te asam­blea­rios — . Ese acu­mu­la­do desem­bo­ca en el año 2006 en los Con­se­jos comu­na­les, que son ejer­ci­cios tam­bién asam­blea­rios para la solu­ción de pro­ble­mas pun­tua­les. Es en el año 2009 que Chá­vez plan­tea la comu­na, que más que el rejun­te de varios Con­se­jos comu­na­les repre­sen­ta un sal­to ade­lan­te (que for­mal­men­te lo es), un sal­to impor­tan­te en la cons­truc­ción de un espa­cio efec­ti­vo de demo­cra­cia direc­ta socia­lis­ta, de demo­cra­cia sus­tan­ti­va, un espa­cio que ya debe comen­zar a gene­rar nue­vas rela­cio­nes socia­les a tra­vés de la ges­tión y el usu­fruc­to colec­ti­vo de los medios de producción.

Enton­ces, en los últi­mos años, podría­mos enmar­car mi tra­ba­jo mili­tan­te alre­de­dor del pro­yec­to comu­nal, de esa hoja de ruta, de ese camino y de ese des­tino que es la comuna.

El pasa­do 10 de enero ocu­rrió la toma de pose­sión del pre­si­den­te vene­zo­lano Nico­lás Madu­ro. Si uno atien­de a la pren­sa inter­na­cio­nal era pre­vi­si­ble un cli­ma de ten­sión, ines­ta­bi­li­dad y pola­ri­za­ción duran­te esas jor­na­das. ¿Ocu­rrió así? ¿Por qué?

El pasa­do 10 de enero y los días pre­vios, no sola­men­te el mains­tream media toca­ba tam­bo­res de gue­rra, sino que las y los mili­tan­tes del Pro­ce­so Boli­va­riano está­ba­mos tam­bién en aler­ta máxi­ma por­que des­de las elec­cio­nes en julio la dere­cha, el fas­cis­mo y sus jefes en los Esta­dos Uni­dos hicie­ron todo lo posi­ble para cues­tio­nar nues­tro pro­ce­so de sobe­ra­nía popu­lar. En reali­dad, eso lo vie­nen hacien­do des­de el ini­cio de la Revo­lu­ción, pero des­de julio las ame­na­zas se habían intensificado.

Efec­ti­va­men­te, los medios de comu­ni­ca­ción que res­pon­den a los intere­ses del capi­tal venían gene­ran­do una matriz que podía apun­tar hacia «solu­cio­nes» vio­len­tas. Des­pués del 28 de julio vimos que en las calles de Cara­cas y de otros luga­res del país se esti­mu­ló un cli­ma vio­len­to por sec­to­res cla­ra­men­te diri­gi­dos des­de el exte­rior. No sola­men­te vimos esto, tam­bién fue­ron ase­si­na­das dos com­pa­ñe­ras cha­vis­tas por el sim­ple hecho de ser cha­vis­tas. Y bueno, la mayo­ría de las per­so­nas que se iden­ti­fi­can cha­vis­tas de for­ma más públi­ca y mili­tan­te reci­bie­ron ame­na­zas por una vía u otra. Tam­po­co fue nue­va esta situa­ción; vivi­mos momen­tos simi­la­res en el 2014 y en el 2017, en esos momen­tos insu­rrec­cio­na­les fas­cis­tas que noso­tros den­tro del cha­vis­mo lla­ma­mos guarimbas.

Pre­vio al 10 de enero sí nos preo­cu­pa­ba que fue­se a emer­ger una insu­rrec­ción de dere­cha, una insu­rrec­ción en últi­ma ins­tan­cia fas­cis­ta, proim­pe­ria­lis­ta, anti­de­mo­crá­ti­ca, una insu­rrec­ción para impo­ner los dic­ta­dos abso­lu­tos del capi­tal y de su con­tra­par­te imperialista.

Para las fechas del 10 de enero, el cha­vis­mo todo esta­ba en aler­ta. Afor­tu­na­da­men­te esos días fue­ron muy tran­qui­los; el 9 de enero la dere­cha, los sec­to­res más radi­ca­les, con­vo­ca­ron a la calle en una mani­fes­ta­ción que, como se pue­de ver en fotos e imá­ge­nes toma­das des­de dro­nes, pues si eran dos mil per­so­nas eran muchas. Allí apa­re­ció, des­pués de un tiem­po reco­gi­da, la líder de la opo­si­ción más radi­cal, pele­le del impe­ria­lis­mo, María Cori­na Macha­do. Des­pués de una suer­te de show mediá­ti­co, de una serie de men­ti­ras que en reali­dad fue­ron des­ban­ca­das muy rápi­da­men­te, vimos muy poca fuer­za del lado de la opo­si­ción. De nues­tro lado, sin embar­go, vimos gran­des mar­chas en las que el pue­blo salió a defen­der al Pro­ce­so Boli­va­riano y al pre­si­den­te Nico­lás Maduro.

Esos días fue­ron muy inten­sos. Reco­no­ce­mos que no hemos gana­do la gue­rra por­que el impe­ria­lis­mo y los intere­ses del capi­tal van a seguir ope­ran­do en nues­tra con­tra por todos los meca­nis­mos y por todas las vías posi­bles —igual que lo han hecho con la Revo­lu­ción Cuba­na des­de su inicio — .

Yo creo que des­de el movi­mien­to que está com­pro­me­ti­do con la defen­sa inte­gral de la sobe­ra­nía popu­lar, lle­ga­mos a este momen­to con mayor fuer­za para la trans­for­ma­ción de la socie­dad toda. Sabe­mos que los ata­ques se van a man­te­ner, inclu­so en algu­nos momen­tos van a arre­ciar, pero el pue­blo vene­zo­lano, el pue­blo que se iden­ti­fi­ca con la revo­lu­ción, con el pro­ce­so de cam­bio, ha demos­tra­do que tie­ne la capa­ci­dad, la con­vic­ción y la voca­ción de defen­der­se con todo. Así es que, si bien no hemos gana­do la gue­rra, lo que ocu­rrió el 9 y el 10 de enero pue­de ser iden­ti­fi­ca­do como una vic­to­ria: gana­mos esta batalla.

Esta­mos feli­ces, pero segui­mos tra­ba­jan­do y apos­tán­do­le a la pro­fun­di­za­ción del Pro­ce­so Boli­va­riano, a ir gene­ran­do las con­di­cio­nes para que el pro­yec­to comu­nal, o sea, para que el comu­nis­mo en últi­ma ins­tan­cia, se vaya con­cre­tan­do y cris­ta­li­zan­do a par­tir de la par­ti­ci­pa­ción direc­ta del pue­blo y vaya­mos cons­tru­yen­do nue­vos hori­zon­tes de eman­ci­pa­ción colectiva.

En su dis­cur­so de toma de pose­sión, el pre­si­den­te anun­ció sie­te líneas de trans­for­ma­cio­nes para el perio­do 2025 – 2031, así como una refor­ma cons­ti­tu­cio­nal. ¿En qué con­sis­ten y por qué son nece­sa­rios hoy?

Des­de hace casi un año el pre­si­den­te Madu­ro vie­ne plan­tean­do una espe­cie de mapa con rela­ción a las tareas pen­dien­tes en el Pro­ce­so Boli­va­riano. Ese mapa se ha lla­ma­do las 7T: las sie­te trans­for­ma­cio­nes. La pri­me­ra T es la trans­for­ma­ción eco­nó­mi­ca, o lo que noso­tras inter­pre­ta­mos como la reor­ga­ni­za­ción de las rela­cio­nes socia­les de pro­duc­ción, pero cier­ta­men­te el enun­cia­do es amplio y nos toca tam­bién dispu­tar­lo e inter­pre­tar su contenido.

La segun­da T es la inde­pen­den­cia ple­na, o sea, la cons­truc­ción de la sobe­ra­nía cul­tu­ral, cien­tí­fi­ca, edu­ca­ti­va, tec­no­ló­gi­ca, todo esto basa­do en una doc­tri­na boli­va­ria­na que here­da­mos del Coman­dan­te Chávez.

La ter­ce­ra T es la segu­ri­dad inter­na y terri­to­rial, que al final tam­bién se vin­cu­la con la cues­tión de la sobe­ra­nía. Esto es par­ti­cu­lar­men­te impor­tan­te para un país que está ase­dia­do por el impe­ria­lis­mo norteamericano.

La cuar­ta T es la reno­va­ción del mode­lo socia­lis­ta, es decir, inter­pre­tar des­de nues­tra reali­dad con­cre­ta y des­de nues­tro pre­sen­te cómo cami­nar hacia el socia­lis­mo. Allí noso­tros plan­tea­mos que la res­pues­ta es la comuna.

La quin­ta T es la polí­ti­ca de inclu­sión y par­ti­ci­pa­ción, que va des­de el for­ta­le­ci­mien­to de la demo­cra­cia par­ti­ci­pa­ti­va has­ta la inclu­sión de géne­ro, de las diver­si­da­des sexua­les, una polí­ti­ca real­men­te com­ple­ta que sea anti­rra­cis­ta, etcétera.

La sex­ta T es la trans­for­ma­ción eco­ló­gi­ca. Muchas de estas T, inclu­yen­do la sex­ta, las here­da­mos del Coman­dan­te Chá­vez y de su Plan de la Patria. La trans­for­ma­ción eco­ló­gi­ca es un pun­to en el que ni siquie­ra es nece­sa­rio ahon­dar por­que es evi­den­te para todas y todos que es urgen­te. El capi­ta­lis­mo des­tru­ye la vida y nos toca a noso­tros y a noso­tras reor­ga­ni­zar la pro­duc­ción y el con­su­mo en fun­ción de dar res­pues­ta a la cri­sis cli­má­ti­ca. Esto, des­de nues­tra pers­pec­ti­va, sola­men­te se pue­de hacer con un hori­zon­te socia­lis­ta y comunal.

Den­tro de la lógi­ca del capi­tal no es posi­ble dar­le res­pues­tas a la cri­sis cli­má­ti­ca gene­ra­da no por el ser humano sino por el pro­pio sis­te­ma capitalista.

La sép­ti­ma T es la geo­po­lí­ti­ca. Esta­mos cla­ros que des­de Chá­vez ya se plan­tea la par­ti­ci­pa­ción en un sis­te­ma mun­do que no esté hege­mo­ni­za­do por el impe­ria­lis­mo nor­te­ame­ri­cano y sus con­tra­par­tes euro­peas. Así es que en ese sen­ti­do esta T tam­bién da con­ti­nui­dad a las for­mas pro­pias del Pro­ce­so Boli­va­riano, pero pro­pias tam­bién de cual­quier pro­ce­so de libe­ra­ción nacio­nal en el Sur global.

Esas son las 7T, pero creo que más impor­tan­te que la cues­tión de las sie­te trans­for­ma­cio­nes es que en este momen­to, como plan­tean uste­des, se está abrien­do el pro­ce­so hacia una refor­ma cons­ti­tu­cio­nal. ¿Y por qué es nece­sa­rio esto?

Des­de el año 2009, como decía ante­rior­men­te, se pro­po­ne la comu­na como camino y como des­tino para la cons­truc­ción del socia­lis­mo. Ya des­de el 2005 – 2006 la revo­lu­ción boli­va­ria­na se decla­ró socia­lis­ta, pero el cómo toda­vía no lo había­mos des­cu­bier­to. En el Aló Pre­si­den­te Teó­ri­co 1 (2009), Chá­vez plan­teó que la comu­na debe ser el pilar cen­tral en la reor­ga­ni­za­ción de la vida. La Cons­ti­tu­ción de la Repú­bli­ca Boli­va­ria­na de Vene­zue­la con­tie­ne en su «Preám­bu­lo» la demo­cra­cia par­ti­ci­pa­ti­va y pro­ta­gó­ni­ca, que des­de nues­tra pers­pec­ti­va, si se lle­va a su ple­ni­tud, desem­bo­ca en la for­ma que noso­tros iden­ti­fi­ca­mos como comu­na, que se pue­de iden­ti­fi­car de dife­ren­tes mane­ras en dife­ren­tes con­tex­tos, pero que es una for­ma cola­bo­ra­ti­va, coope­ra­ti­va, no basa­da en la explo­ta­ción sino más bien basa­da en la socia­li­za­ción de los bie­nes, de la rique­za, en sín­te­sis, en la demo­cra­ti­za­ción sus­tan­ti­va de la vida toda. Enten­de­mos que en ese «Preám­bu­lo» de la Cons­ti­tu­ción de algu­na for­ma se encap­su­la la pro­pues­ta de la comu­na, pero la comu­na como tal hoy día no apa­re­ce en la Cons­ti­tu­ción. Ade­más, de un tiem­po a esta par­te, yo diría de hace un par de años a esta par­te, el gobierno boli­va­riano vie­ne dan­do un vuel­co vir­tuo­so hacia lo comu­nal, por lo que es nece­sa­rio refor­mar la Cons­ti­tu­ción para que la comu­na que­de cla­ra­men­te plas­ma­da en el texto.

Por supues­to, como mar­xis­tas y como revo­lu­cio­na­rios, no iden­ti­fi­ca­mos las leyes como for­mas que trans­for­men en sí a la socie­dad. Los seres huma­nos trans­for­ma­mos la socie­dad a tra­vés de la lucha de cla­ses, los seres huma­nos tene­mos la poten­cia de emanciparnos.

Pero si bien reco­no­ce­mos esto, tam­bién es cier­to que las herra­mien­tas jurí­di­cas en algu­nos momen­tos han podi­do ser bien úti­les para acom­pa­ñar pro­ce­sos de trans­for­ma­ción. Sin ir más lejos, la pro­pia «Ley de comu­nas» o las «Leyes del Poder Popu­lar» han sido impor­tan­tes como palan­cas para seguir avan­zan­do por el camino comu­nal que Chá­vez plan­teó a par­tir del año 2009.

Por cier­to, vie­ne al caso una aco­ta­ción creo que impor­tan­te en cuan­to a la comu­na. La comu­na no sólo plan­tea una alter­na­ti­va comu­nis­ta a la explo­ta­ción asa­la­ria­da, lo que se logró por ejem­plo en la Unión Sovié­ti­ca, sino que tam­bién abre hori­zon­tes para supe­rar el meta­bo­lis­mo del capital.

Chá­vez, en un diá­lo­go rico y cons­tan­te con el filó­so­fo hún­ga­ro Ist­ván Més­zá­ros, reco­ge algu­nos de los apor­tes del filó­so­fo en rela­ción con la crí­ti­ca al pro­yec­to sovié­ti­co en la for­ma en la que se fue cris­ta­li­zan­do. La crí­ti­ca, por supues­to, no va diri­gi­da a la revo­lu­ción sovié­ti­ca en sí, sino a la for­ma en la que se fue con­so­li­dan­do ese pro­ce­so del que, por otro lado, tan­to tene­mos que apren­der. Lo que plan­tea Més­zá­ros es que, si bien la pro­pie­dad pri­va­da sobre los medios de pro­duc­ción —y por lo tan­to la explo­ta­ción asa­la­ria­da— fue erra­di­ca­da, se man­tu­vie­ron las for­mas des­pó­ti­cas y auto­ri­ta­rias pro­pias del capi­tal que orga­ni­zan la pro­duc­ción y, en cier­ta medi­da la vida toda. La for­ma comu­na es la pro­pues­ta para lograr real­men­te y a caba­li­dad el obje­ti­vo de la demo­cra­ti­za­ción sus­tan­ti­va (o demo­cra­cia par­ti­ci­pa­ti­va y pro­ta­gó­ni­ca) de la polí­ti­ca, por supues­to, pero tam­bién de la economía.

Por eso es tan impor­tan­te este plan­tea­mien­to que hace el pre­si­den­te Madu­ro de impul­sar una refor­ma cons­ti­tu­cio­nal que ten­ga en su cen­tro a la comuna.

Una de las cla­ves de la apues­ta de Hugo Chá­vez fue­ron las comu­nas, el poder comu­nal, al pun­to de plan­tear la con­sig­na «comu­na o nada». ¿Qué impor­tan­cia tie­ne el espa­cio comu­nal para la revo­lu­ción boli­va­ria­na? ¿Cómo lo ves en la actualidad?

Chá­vez comien­za a hablar del socia­lis­mo por allí por los años 2005, 2006, pero no es has­ta el año 2009 que for­mu­la la pro­pues­ta de la comu­na. Con­si­de­ro que des­de ese momen­to la comu­na se con­vier­te en el hori­zon­te estra­té­gi­co y tam­bién, como decía antes, en el camino hacia ese hori­zon­te estra­té­gi­co de eman­ci­pa­ción colec­ti­va. El pen­sa­mien­to de Chá­vez y la revo­lu­ción boli­va­ria­na con­tie­nen muchas otras ideas muy poten­tes como el boli­va­ria­nis­mo y una visión de eman­ci­pa­ción des­de el Sur glo­bal, pero cier­ta­men­te yo plan­tea­ría que la comu­na es la sín­te­sis y el «¡comu­na o nada!» sin­te­ti­za un par­tea­guas en la Revolución.

La impor­tan­cia de la comu­na para la revo­lu­ción boli­va­ria­na es enor­me por­que por allí pasa su rea­li­za­ción, y yo me atre­ve­ría a decir que no sola­men­te es impor­tan­te para la revo­lu­ción boli­va­ria­na, sino que la pro­pues­ta de la comu­na pue­de tam­bién dar luces a otros pro­ce­sos de cam­bio, a otras revo­lu­cio­nes. Y es que, por supues­to, la pro­pues­ta de la comu­na no vie­ne úni­ca­men­te de Chá­vez: en la revo­lu­ción chi­na las comu­nas fue­ron un eje cen­tral y en la orga­ni­za­ción de la gue­rra revo­lu­cio­na­ria con­tra el impe­ria­lis­mo en Viet­nam, for­mas de carác­ter comu­nal tam­bién fue­ron impor­tan­tes. Pero es que tam­bién tene­mos otros ejem­plos más nues­tros. En el con­tex­to lati­no­ame­ri­cano la for­ma comu­na no es para nada aje­na: muchas de las socie­da­des indí­ge­nas en nues­tro con­ti­nen­te vivían —y algu­nas siguen vivien­do— comu­nal­men­te. Y esto no lo digo como espe­cu­la­ción, lo digo por­que lo he vis­to, por­que hemos visi­ta­do comu­ni­da­des Huo̧ttö̧ja̧ en el esta­do Ama­zo­nas don­de la pro­pie­dad nun­ca dejó de ser colec­ti­va, la orga­ni­za­ción del tra­ba­jo nun­ca dejó de ser coope­ra­ti­va y por supues­to los exce­den­tes no son apro­pia­dos individualmente.

Esta­mos hablan­do de Vene­zue­la, pero si nos vamos a los Andes perua­nos y boli­via­nos, los ayllus eran tam­bién comu­nas y si mira­mos las for­mas de resis­ten­cia con­tra el colo­nia­lis­mo, los cum­bes, los qui­lom­bos, las comu­ni­da­des cima­rro­nas que se orga­ni­za­ban fue­ra de la opre­sión, domi­na­ción y vio­len­cia colo­nia­lis­tas, que se orga­ni­za­ban en las peri­fe­rias de los terri­to­rios colo­ni­za­dos, esas eran orga­ni­za­cio­nes don­de la pro­pie­dad era colec­ti­va y don­de la toma de deci­sio­nes se ten­día a regir por for­mas no auto­ri­ta­rias, sino más bien asamblearias.

Así es que cuan­do pen­sa­mos en las comu­nas rei­vin­di­ca­mos a Chá­vez, pero tam­bién mira­mos hacia for­mas de orga­ni­za­ción pre­vias y del pre­sen­te que le tri­bu­tan a la cons­truc­ción comu­nal hoy.

En el pre­sen­te vene­zo­lano hay ele­men­tos cul­tu­ra­les que tam­bién le tri­bu­tan a la cons­truc­ción comu­nal, como segu­ro es el caso en toda socie­dad viva. Por ejem­plo el san­co­cho, que es una prác­ti­ca muy común en los barrios, y es que los domin­gos es común que la gen­te se jun­te para hacer una espe­cie de sopa y un vecino trae el ñame y la ahu­ya­ma, otra un poqui­to de pollo, y otro unas ver­du­ras, etc. Esa es una comi­da comu­nal que pre­ce­de a la crea­ción de las comu­nas de hoy. Pero ade­más exis­ten prác­ti­cas como la caya­pa, una pala­bra de ori­gen indí­ge­na, que es cuan­do la gen­te en el barrio o en el cam­po se orga­ni­za para solu­cio­nar un pro­ble­ma pun­tual colec­ti­va­men­te: para lim­piar una calle, para vaciar un terra­plén, arre­glar un camino, etc. Todas estas prác­ti­cas son par­te de la cul­tu­ra vene­zo­la­na y le tri­bu­tan a la cons­truc­ción comunal.

Ade­más, el peor insul­to que se le pue­de hacer a un vene­zo­lano —des­pués de men­tar­le la madre — , es decir­le que es «pichi­rre». Pichi­rre se le dice a quien es egoís­ta, taca­ño, a quien no com­par­te. Enton­ces, allí lo que vemos es que en nues­tra socie­dad, igual que en todas las socie­da­des, hay prác­ti­cas de soli­da­ri­dad y de apo­yo mutuo que le pue­den tri­bu­tar a la orga­ni­za­ción comu­nal. Cuan­do se van cons­tru­yen­do las comu­nas, esos ima­gi­na­rios y esas prác­ti­cas hay que rei­vin­di­car y for­ta­le­cer­las por­que son luces del futu­ro en el presente.

Cuan­do pen­sa­mos en la comu­na, esta­mos pen­san­do en for­mas de reor­ga­ni­za­ción a par­tir de la his­to­ria y de los ima­gi­na­rios exis­ten­tes, pero no esta­mos plan­tean­do regre­sar al pasa­do. La comu­na debe hacer­se de la cien­cia y de la tec­no­lo­gía, la comu­na no pue­de ser «alter­na­ti­va», tie­ne que ser epi­cen­tro y, por lo tan­to, debe ser hege­mó­ni­ca y hacer­se con el man­do de la economía.

En tu opi­nión, ¿se pro­du­jo el aban­dono del espa­cio comu­nal en algún momen­to de la pre­si­den­cia de Nico­lás Maduro?

Cuan­do Oba­ma decla­ra a Vene­zue­la una «ame­na­za inusual y extra­or­di­na­ria» en el año 2015 y a par­tir de allí van des­en­ca­de­nan­do dife­ren­tes medi­das coer­ci­ti­vas uni­la­te­ra­les con­tra el pue­blo y con­tra el gobierno, el país se comen­zó a encon­trar en una situa­ción real­men­te dra­má­ti­ca. El blo­queo es una gue­rra sin bombas.

Eso lo cono­ce bien el pue­blo cubano: la afec­ta­ción sobre los cuer­pos y el impac­to psi­co­ló­gi­co, las muer­tes, los fami­lia­res que se van del país… Cuan­do se des­ató con toda su fuer­za el blo­queo, el gobierno tomó algu­nas medi­das de carác­ter libe­ral como la eli­mi­na­ción del con­trol de precios.

Es impor­tan­te resal­tar que en Vene­zue­la no tuvi­mos socia­lis­mo, pero sí se habían esta­ble­ci­do cier­tos meca­nis­mos de con­ten­ción. Muchos de estos muros de con­ten­ción caye­ron ante la fuer­za del blo­queo impe­ria­lis­ta. Lo cier­to es que ante la devas­ta­ción del blo­queo, en los pri­me­ros años el gobierno se ocu­pó poco de lo comu­nal y se cen­tró más bien en pro­mo­ver una recu­pe­ra­ción eco­nó­mi­ca den­tro del sis­te­ma exis­ten­te en Venezuela.

Es intere­san­te, sin embar­go, que en esos mis­mos años en que todo el mun­do esta­ba fla­qui­to, los abue­li­tos se morían uno tras otro, en que la gen­te con enfer­me­da­des cró­ni­cas moría por fal­ta de medi­ca­ción, es en ese momen­to tan duro en el que no había lite­ral­men­te nada que una par­te del pue­blo comien­za a apos­tar­le a la comu­na de nuevo.

Fíja­te, lo que pasa es que Chá­vez hace la pro­pues­ta de la comu­na en el año 2009, pero aquel era un momen­to de peak com­mo­di­ties y el gobierno, a tra­vés del con­trol sobre la ren­ta petro­le­ra, podía dar res­pues­ta a las nece­si­da­des más sen­ti­das del pue­blo. Así es que, si bien el pue­blo vio con bue­nos ojos la pro­pues­ta de la comu­na y en muchos luga­res se comen­za­ron a cons­ti­tuir, la urgen­cia no esta­ba tan presente.

Resul­ta que cuan­do lle­ga­mos al año 2017, a aquel momen­to de la nada, comien­zan a resur­gir las comu­nas. Diga­mos que si el gobierno se ve obli­ga­do a hacer con­ce­sio­nes al capi­tal ante la vio­len­cia del blo­queo, la vio­len­cia del blo­queo tam­bién con­du­ce al pue­blo orga­ni­za­do a reto­mar el camino comunal.

Más recien­te­men­te, qui­zás a par­tir del año 2022 y sobre todo en el últi­mo año, el gobierno vie­ne hacien­do un vira­je hacia lo comu­nal. Creo que el pre­si­den­te Madu­ro ha iden­ti­fi­ca­do correc­ta­men­te el ago­ta­mien­to del mode­lo, ha escu­cha­do al pue­blo, y ha comen­za­do a pro­mo­ver un vira­je hacia lo comu­nal —un vira­je que por cier­to acer­ca al gobierno al pue­blo y lo remoraliza — .

La comu­na de Chá­vez nun­ca fue una comu­na en cla­ve auto­no­mis­ta. Chá­vez siem­pre pro­pu­so que las comu­nas debían exis­tir (y cre­cer) en un ida y vuel­ta con un gobierno que no sola­men­te debía acom­pa­ñar­las, sino que tam­bién debía pro­mo­ver­las y gene­rar las con­di­cio­nes mate­ria­les para que pue­dan desa­rro­llar sus pro­pios medios de pro­duc­ción bajo la for­ma de la pro­pie­dad social.

En fin, en el parén­te­sis que el blo­queo nos impu­so se die­ron algu­nos des­en­cuen­tros entre el gobierno y el movi­mien­to comu­nal, pero en estos últi­mos años se ha dado un vira­je vir­tuo­so en la recons­truc­ción de afec­tos y afi­ni­da­des. Ojo, nun­ca hubo una rup­tu­ra entre el movi­mien­to comu­nal y el gobierno boli­va­riano. Jamás. Nin­gu­na orga­ni­za­ción popu­lar con tra­ba­jo real se plan­teó hacer una rup­tu­ra, pero sí hubo un momen­to en el que se vis­lum­bra­ban posi­cio­nes más crí­ti­cas en rela­ción con el gobierno y el gobierno escuchó.

Por supues­to, el movi­mien­to comu­nal todo rei­vin­di­ca y cele­bra esta reorien­ta­ción que, en pocas pala­bras, fue una vic­to­ria popular.

Como inter­na­cio­na­lis­ta de ori­gen euro­peo, ¿qué opi­nión te mere­cen las posi­cio­nes de «las izquier­das» occi­den­ta­les fren­te al esce­na­rio actual en Venezuela?

Quie­ro par­tir de reco­no­cer que hay muchas orga­ni­za­cio­nes de izquier­da y un ejér­ci­to de com­pa­ñe­ros y com­pa­ñe­ras que son soli­da­rios con los pro­ce­sos de cam­bio en Amé­ri­ca Lati­na, con nues­tras revoluciones.

Tam­bién hay un blo­que de gen­te que es tre­men­da­men­te euro­cén­tri­ca, que vie­nen a medir lo que se cons­tru­ye aquí con su pro­pia vara hecha en su casa y a su medi­da. Su vara no toma en cuen­ta nues­tra his­to­ria, la gue­rra a la que el pue­blo vene­zo­lano está suje­to, la con­di­ción de país depen­dien­te, las par­ti­cu­la­ri­da­des del ren­tis­mo petro­le­ro, etc. Es decir, tene­mos un núme­ro de orga­ni­za­cio­nes occi­den­ta­les de «izquier­da» que no son capa­ces de reco­no­cer las reali­da­des que vivi­mos en Amé­ri­ca Lati­na —que en par­te, por cier­to, son con­se­cuen­cia del colo­nia­lis­mo y de los meca­nis­mos de cap­ta­ción de rique­za que ope­ran hoy día des­de el Nor­te glo­bal (espe­cial­men­te de los Esta­dos Uni­dos y el Esta­do español) — .

Así pues, nos encon­tra­mos con lec­tu­ras que son tre­men­da­men­te limi­ta­das, extra­or­di­na­ria­men­te pesi­mis­tas —pesi­mis­tas has­ta el gra­do de des­car­tar lo que esta­mos cons­tru­yen­do con­tra vien­to y marea — . Lle­gan has­ta el pun­to de plan­tear que el poder popu­lar y el movi­mien­to comu­nal están coop­ta­dos por el gobierno o son opor­tu­nis­tas. En pocas pala­bras, para ellos, nues­tro movi­mien­to no tie­ne ni voca­ción, ni agen­cia, ni capa­ci­dad de hacer y pen­sar por sí mismo.

Sin embar­go, los que aquí vivi­mos y nos com­pro­me­ti­mos con esta revo­lu­ción no nos pode­mos dar el lujo de ser ni pesi­mis­tas ni nos­tál­gi­cos. La reali­dad que vivi­mos, el carác­ter depen­dien­te de nues­tra eco­no­mía que, por demás, sigue sien­do capi­ta­lis­ta y por lo tan­to explo­ta­do­ra, y la agre­sión impe­ria­lis­ta cons­tan­te nos obli­gan a luchar, y luchar sin espe­ran­za no es posi­ble. Ade­más, tene­mos un acu­mu­la­do his­tó­ri­co y una hoja de ruta y eso no es poca cosa. En fin, en esto se nos va la vida. Para el pue­blo vene­zo­lano, fra­ca­sar no es una opción.

Cuan­do se nos mira des­de el nor­te, cuan­do exa­mi­nan lo que ocu­rre en Vene­zue­la, en Cuba, lo pri­me­ro que deben hacer estas gen­tes es enten­der dón­de y con quién se ubi­ca el pue­blo que está cons­tru­yen­do una alter­na­ti­va socia­lis­ta, en nues­tro caso comu­nal. Verán enton­ces que aquí hay algo extra­or­di­na­rio. ¿Es per­fec­to? No, de hecho está reple­to de con­tra­dic­cio­nes. ¿Mere­ce la pena apo­yar y com­pro­me­ter­se? Pues sí. Si una se iden­ti­fi­ca con quie­nes luchan por las cau­sas jus­tas, si una es antim­pe­ria­lis­ta y anti­ca­pi­ta­lis­ta, no apo­yar el Pro­ce­so Boli­va­riano —a su gobierno y a su movi­mien­to comu­nal— sería un gra­ve error.

¿Qué pue­de decir la expe­rien­cia comu­nal vene­zo­la­na a los sec­to­res popu­la­res en resis­ten­cia anti­ca­pi­ta­lis­ta en el mundo?

Como decía ante­rior­men­te, la comu­na no es un inven­to de Chá­vez ni del pue­blo vene­zo­lano, la comu­na es una for­ma pro­pia de la huma­ni­dad. La comu­na no es otra cosa que vivir ple­na­men­te y en comu­ni­dad sin explo­ta­ción, sin opre­sión, sin domi­na­ción. La comu­na es el espa­cio en el que cre­cen, o pue­den cre­cer, seres huma­nos autoemancipados.

Yo les diría bre­ve­men­te que sí, que yo pien­so que la for­ma comu­na tie­ne mucho que ofre­cer­le al movi­mien­to comu­nis­ta a esca­la glo­bal, que la comu­na es una fór­mu­la que vie­ne a dar res­pues­ta no sola­men­te a la supera­ción de la explo­ta­ción asa­la­ria­da en sí, si no que vie­ne a dar res­pues­ta a todos los pro­ble­mas —las catás­tro­fes— que acom­pa­ñan la lógi­ca del capi­tal más allá de la explo­ta­ción, des­de la ena­je­na­ción has­ta las múl­ti­ples for­mas de opre­sión —pasan­do por el des­po­tis­mo— pro­pias del sistema.

Pen­sa­mos que la des­hu­ma­ni­za­ción pro­pia del capi­ta­lis­mo que cosi­fi­ca al ser humano pue­de ser resuel­ta sola­men­te de for­ma colec­ti­va, comu­ni­ta­ria, cooperativa.

Ade­más, creo que es impor­tan­te que resal­te­mos que en Vene­zue­la la comu­na no es sola­men­te una uto­pía; en Vene­zue­la hay doce­nas de comu­nas que están flo­re­cien­do en este momen­to, y en esas comu­nas vemos que van sur­gien­do nue­vas for­mas de enten­der y hacer polí­ti­ca y nue­vas rela­cio­nes socia­les de pro­duc­ción. En este sen­ti­do, las comu­nas son una ven­ta­na hacia el futu­ro que ya está abierta.

Pero es que ade­más, en lo peor de la cri­sis que ha atra­ve­sa­do nues­tro país, des­de las comu­nas real­men­te exis­ten­tes se le die­ron res­pues­tas efi­cien­tes a la gen­te. Por ejem­plo, en los peo­res años, en la comu­na El Panal se orga­ni­za­ron pro­ce­sos de dis­tri­bu­ción pla­ni­fi­ca­da de ali­men­tos para ase­gu­rar que todas y todos tuvie­ran qué comer. Ade­más, en muchos casos las comu­nas, de for­ma demo­crá­ti­ca, deci­die­ron dar res­pues­ta a nece­si­da­des urgen­tes des­ti­nan­do par­te de los exce­den­tes de la pro­duc­ción a com­prar medi­ci­nas o inclu­so apo­yan­do a las fami­lias que habían per­di­do a seres que­ri­dos y no tenían como pagar los ser­vi­cios fune­ra­rios. En este sen­ti­do, las comu­nas han demos­tra­do que son capa­ces de dar res­pues­tas inme­dia­tas a los pro­ble­mas que el pue­blo enfren­ta hoy.

Así que la comu­na es un espa­cio extra­or­di­na­rio, mara­vi­llo­so, un espa­cio que abre una ven­ta­na hacia un futu­ro real­men­te humano pero que tam­bién logra dar solu­cio­nes a los pro­ble­mas que enfren­ta la gen­te en este momen­to. Por eso yo creo que es impor­tan­te mirar a la comu­na, así como a tan­tas otras expe­rien­cias de cons­truc­ción del poder popu­lar, por­que nos da algu­nas luces sobre cómo avan­zar por el camino de la Revolución.

Por Bel­sis Isa­bel Rodrí­guez Car­ba­lloFer­nan­do Luis Rojas

27 de enero de 2025

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