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Movi­mien­to de muje­res pri­sio­ne­ras pales­ti­nas. Una exten­sión de la lucha revolucionaria

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La pri­sión, como engra­na­je esen­cial de la maqui­na­ria colo­nial, ocu­pa un papel cen­tral en la diná­mi­ca de poder que estruc­tu­ra la vida coti­dia­na de la pobla­ción pales­ti­na. A lo lar­go de los años, las pre­sas se han orga­ni­za­do para defen­der sus dere­chos y lle­var a cabo pro­tes­tas, dan­do ori­gen a un movi­mien­to estruc­tu­ra­do. Como par­te de las luchas más amplias de las pre­sas pales­ti­nas, este movi­mien­to tam­bién se ha desa­rro­lla­do de for­ma más autó­no­ma, vin­cu­la­da a las con­di­cio­nes espe­cí­fi­cas del encar­ce­la­mien­to de las mujeres.

Sin embar­go, para enten­der la his­to­ria de este movi­mien­to, debe­mos tener en cuen­ta el con­tex­to cul­tu­ral y social de Pales­ti­na y de la región. La lucha de las muje­res pales­ti­nas en su socie­dad siem­pre ha esta­do estre­cha­men­te vin­cu­la­da a la lucha de libe­ra­ción nacio­nal. No son una enti­dad sepa­ra­da, extraí­da de su socie­dad, como a veces se pre­sen­ta des­de cier­tas pers­pec­ti­vas occidentales.

En los años 70, las pri­me­ras pri­sio­ne­ras fue­ron envia­das a la pri­sión de Ram­leh, se suma­ron a los lla­ma­mien­tos a la huel­ga que hacían sus com­pa­ñe­ros hom­bres dete­ni­dos en otras cár­ce­les, al tiem­po que lle­va­ban a cabo sus pro­pias luchas. Este perío­do está mar­ca­do por la per­so­na­li­dad de Aisha Odeh, mili­tan­te y com­ba­tien­te en las filas de la resis­ten­cia de izquier­da pales­ti­na. Con­de­na­da en 1969 a dos cade­nas per­pe­tuas, pasó diez años en cár­ce­les sio­nis­tas antes de ser libe­ra­da en 1979 en el mar­co de un inter­cam­bio de prisioneros.

A prin­ci­pios de los años 1980, el movi­mien­to se rees­truc­tu­ró en torno a una nue­va gene­ra­ción, entre la que se encon­tra­ba Raw­da Basir, que suce­dió a Aisha Odeh como repre­sen­tan­te de las pri­sio­ne­ras. En 1985, las cel­das se vacia­ron de nue­vo: 1.150 pales­ti­nos fue­ron libe­ra­dos, la mayo­ría de ellos mujeres.

Sin embar­go, duran­te la Pri­me­ra Inti­fa­da unos años más tar­de, alre­de­dor de 3.000 pales­ti­nos fue­ron encarcelados.

En 1995, duran­te la nego­cia­ción de los Acuer­dos de Oslo II, el direc­tor de la pri­sión de Hasha­ron anun­ció la libe­ra­ción de todas las pri­sio­ne­ras –en aquel momen­to unas trein­ta – , con excep­ción de cin­co. En soli­da­ri­dad, todas las pri­sio­ne­ras se ence­rra­ron en dos cel­das y se nega­ron a salir. Tras die­ci­séis meses de lucha, con­si­guie­ron la libe­ra­ción de todas las pri­sio­ne­ras palestinas.

Duran­te la Segun­da Inti­fa­da, los arres­tos aumen­ta­ron, ele­van­do el núme­ro de pre­sas a 115 en 2004 – 2005. La admi­nis­tra­ción peni­ten­cia­ria apro­ve­chó esta situa­ción para dis­tri­buir a las pre­sas entre las cár­ce­les de Hasha­ron y Damon en fun­ción de sus afi­lia­cio­nes polí­ti­cas, con el obje­ti­vo de rom­per la soli­da­ri­dad entre los par­ti­dos. Sin embar­go, algu­nas figu­ras siguie­ron unien­do el movi­mien­to, como la caris­má­ti­ca Etaf Ala­yan, libe­ra­da en 2008. Pos­te­rior­men­te, las pre­sas fue­ron agru­pa­das gra­dual­men­te en la pri­sión de Damon.

En los últi­mos diez años ha sur­gi­do una nue­va gene­ra­ción de acti­vis­tas que desem­pe­ña un papel cla­ve en la trans­mi­sión de los cono­ci­mien­tos y las habi­li­da­des adqui­ri­dos en las luchas de sus pre­de­ce­so­res. Entre 2020 y 2021, varios estu­dian­tes de la Uni­ver­si­dad Bir Zeit de Rama­llah fue­ron arres­ta­dos por par­ti­ci­par en acti­vi­da­des estu­dian­ti­les en su cam­pus. Estos estu­dian­tes, al igual que los de gene­ra­cio­nes ante­rio­res de estu­dian­tes pales­ti­nos encar­ce­la­dos, han desem­pe­ña­do un papel impor­tan­te en el for­ta­le­ci­mien­to del movi­mien­to y han par­ti­ci­pa­do acti­va­men­te en la reac­ti­va­ción de pro­gra­mas edu­ca­ti­vos para los pre­sos. Esta tra­di­ción edu­ca­ti­va comen­zó en la déca­da de 1970. Los pre­sos con mayor nivel edu­ca­ti­vo comen­za­ron a impar­tir cur­sos de alfa­be­ti­za­ción a sus com­pa­ñe­ros de pri­sión. Los libros cir­cu­la­ban y la radio esta­ba cons­tan­te­men­te encen­di­da en las cel­das, don­de se cele­bra­ban deba­tes periódicamente.

Kha­li­da Jarrar, acti­vis­ta femi­nis­ta y figu­ra des­ta­ca­da de los movi­mien­tos de izquier­da pales­ti­nos, ha sido una acto­ra cla­ve en este pro­ce­so. Licen­cia­da en demo­cra­cia y dere­chos huma­nos por la Uni­ver­si­dad de Bir Zeit, diri­gió la Aso­cia­ción Adda­meer, que apo­ya a los pre­sos pales­ti­nos, de 1994 a 2006. Ella mis­ma ha esta­do encar­ce­la­da varias veces des­de 1989. Des­de 2015, Kha­li­da Jarrar ha tra­ba­ja­do para recons­truir el sis­te­ma edu­ca­ti­vo den­tro de la pri­sión de Hasha­ron, jun­to a Lina Jar­bou­ni, una figu­ra de la resis­ten­cia, de los 48 territorios.

Gra­cias a los esfuer­zos de todas estas gene­ra­cio­nes de pre­sas, la edu­ca­ción ya no es solo un medio para adqui­rir cono­ci­mien­tos y habi­li­da­des, sino que se ha con­ver­ti­do en un arma fun­da­men­tal. Su soli­da­ri­dad ha roto el ais­la­mien­to impues­to por el encar­ce­la­mien­to. La pri­sión se ha con­ver­ti­do en un espa­cio de encuen­tro entre acti­vis­tas de dife­ren­tes par­ti­dos polí­ti­cos, entre muje­res de cam­pos de refu­gia­dos, ciu­da­des y pue­blos, y entre muje­res pales­ti­nas de Gaza, Cis­jor­da­nia y los 48 terri­to­rios. El movi­mien­to de las pre­sas pales­ti­nas es, sin duda, una exten­sión de su lucha revolucionaria.

5 de mar­zo de 2025

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