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Repa­ra­cio­nes colo­nia­les: un impe­ra­ti­vo de jus­ti­cia para Áfri­ca y el mun­do, des­de el con­ti­nen­te afri­cano has­ta la resi­lien­te Asia Occidental

Tabla de contenidos

En este año 2025, ele­gi­do por la Unión Afri­ca­na para lle­var en alto la antor­cha de la jus­ti­cia a tra­vés del tema: «Jus­ti­cia para los afri­ca­nos y los afro­des­cen­dien­tes median­te repa­ra­cio­nes», Áfri­ca se pre­pa­ra para dar un paso deci­si­vo en su bús­que­da de reco­no­ci­mien­to, dig­ni­dad y sobe­ra­nía. Esta lucha por las repa­ra­cio­nes va más allá de sim­ple­men­te repa­rar un pasa­do dolo­ro­so; se ha con­ver­ti­do en una cues­tión de futu­ro y en un sím­bo­lo del rena­ci­mien­to de un con­ti­nen­te mar­gi­na­do duran­te mucho tiempo.

Más allá de las fron­te­ras del con­ti­nen­te afri­cano, esta bata­lla for­ma par­te de una diná­mi­ca glo­bal de recha­zo a la opre­sión neo­co­lo­nial. Se están for­jan­do víncu­los cla­ros con los movi­mien­tos de resis­ten­cia en Asia Occi­den­tal, que tam­bién se enfren­tan a la hege­mo­nía de poten­cias exter­nas para defen­der su sobe­ra­nía y dig­ni­dad. Es el mis­mo alien­to de resis­ten­cia con­tra el orden mun­dial impe­ria­lis­ta que hoy ani­ma a los pue­blos de Áfri­ca y de Asia Occidental.

¿Por qué son esen­cia­les las repa­ra­cio­nes para África?

La colo­ni­za­ción no fue un sim­ple epi­so­dio his­tó­ri­co: fue un sis­te­ma estruc­tu­ra­do de des­po­jo, humi­lla­ción, des­hu­ma­ni­za­ción y explo­ta­ción sis­te­má­ti­ca de los pue­blos afri­ca­nos. La escla­vi­tud, la tra­ta trans­atlán­ti­ca de escla­vos, la explo­ta­ción colo­nial de los recur­sos natu­ra­les, el tra­ba­jo for­za­do, el des­po­jo cul­tu­ral, la mani­pu­la­ción de las fron­te­ras y las iden­ti­da­des étni­cas: todos estos crí­me­nes han deja­do pro­fun­das cica­tri­ces en las socie­da­des africanas.

Las repa­ra­cio­nes son pues, ante todo, una exi­gen­cia moral. Reco­no­cer los erro­res come­ti­dos es hon­rar la memo­ria de los millo­nes de víc­ti­mas y hacer jus­ti­cia a las nacio­nes que siguen sufrien­do las con­se­cuen­cias direc­tas e indi­rec­tas de la domi­na­ción colonial.

Una dimen­sión eco­nó­mi­ca y estratégica

La cues­tión de las repa­ra­cio­nes no pue­de limi­tar­se a un ges­to sim­bó­li­co o a sim­ples dis­cul­pas diplo­má­ti­cas. Tie­ne una enor­me impor­tan­cia eco­nó­mi­ca y estra­té­gi­ca para Áfri­ca, ya que lle­ga al cora­zón mis­mo de los meca­nis­mos que han man­te­ni­do al con­ti­nen­te en una posi­ción de depen­den­cia sis­té­mi­ca duran­te siglos.

Des­de la tra­ta de escla­vos has­ta la colo­ni­za­ción, pasan­do por el neo­co­lo­nia­lis­mo actual, Áfri­ca ha vis­to sus recur­sos saquea­dos metó­di­ca­men­te. Millo­nes de afri­ca­nos depor­ta­dos, terri­to­rios trans­for­ma­dos en pues­tos de extrac­ción para enri­que­cer a las poten­cias colo­nia­les, des­de el cau­cho en el Con­go has­ta el oro en Gha­na, des­de el fos­fa­to en Togo has­ta el ura­nio en Níger.

Abdou­la­ye Mbow lo expli­có bien: sin repa­ra­cio­nes, el sis­te­ma depre­da­dor per­ma­ne­ce intac­to, por­que nun­ca fue real­men­te des­man­te­la­do. El valor de esta rique­za extraí­da exce­de con cre­ces las can­ti­da­des de la actual «ayu­da al desa­rro­llo». Peor aún, la ayu­da inter­na­cio­nal es a menu­do un reci­cla­je de las ganan­cias gene­ra­das por la explo­ta­ción colonial.

Hoy en día, exi­gir repa­ra­cio­nes sig­ni­fi­ca exi­gir la rein­te­gra­ción legí­ti­ma de la rique­za afri­ca­na a la eco­no­mía del con­ti­nen­te. Esto no solo repa­ra­ría las pér­di­das sufri­das, sino que tam­bién sen­ta­ría las bases para un des­pe­gue eco­nó­mi­co genuino y egocéntrico.

El caso del fran­co CFA es emble­má­ti­co. Lega­do direc­to del colo­nia­lis­mo fran­cés, esta mone­da aún vin­cu­la a 14 paí­ses afri­ca­nos con el Ban­co de Fran­cia, que con­tro­la las reser­vas de divi­sas y la polí­ti­ca mone­ta­ria de sus anti­guas colonias.

Como insis­tió Abdou­raha­ma­ne Ouma­rou: «El fran­co CFA es una cade­na, un ins­tru­men­to de pre­sión y saqueo que obs­ta­cu­li­za nues­tro crecimiento».

La abo­li­ción del fran­co CFA sería un paso deci­si­vo hacia la sobe­ra­nía eco­nó­mi­ca, per­mi­tien­do a los Esta­dos afri­ca­nos recu­pe­rar el con­trol de sus polí­ti­cas mone­ta­rias, esti­mu­lar la inver­sión local y redu­cir la vul­ne­ra­bi­li­dad a las fluc­tua­cio­nes impues­tas por los cen­tros finan­cie­ros globales.

Las repa­ra­cio­nes debe­rían incluir la can­ce­la­ción de los meca­nis­mos de deu­da ile­gí­ti­ma, here­da­dos en gran medi­da de la era colo­nial, y el fin de las polí­ti­cas de domi­na­ción eco­nó­mi­ca impues­tas por las ins­ti­tu­cio­nes finan­cie­ras inter­na­cio­na­les (FMI, Ban­co Mun­dial), don­de Áfri­ca sigue estan­do subrepresentada.

Las repa­ra­cio­nes tam­bién deben con­si­de­rar­se des­de una pers­pec­ti­va estra­té­gi­ca de auto­su­fi­cien­cia. Áfri­ca, el con­ti­nen­te más rico en recur­sos natu­ra­les, depen­de para­dó­ji­ca­men­te de las impor­ta­cio­nes para su con­su­mo de ener­gía y alimentos.

Sin embar­go, un pro­gra­ma de repa­ra­cio­nes nego­cia­do inte­li­gen­te­men­te podría finan­ciar la tran­si­ción ener­gé­ti­ca del con­ti­nen­te (hidro­elec­tri­ci­dad, solar, eóli­ca), ase­gu­rar sus sec­to­res agro­ali­men­ta­rios loca­les y crear cade­nas de valor regio­na­les. Esto libe­ra­ría a Áfri­ca del chan­ta­je ener­gé­ti­co y ali­men­ta­rio al que se ve some­ti­da perió­di­ca­men­te por los mer­ca­dos mundiales.

La com­pen­sa­ción eco­nó­mi­ca tam­bién podría ayu­dar a finan­ciar infra­es­truc­tu­ra pan­afri­ca­na estra­té­gi­ca (carre­te­ras, ferro­ca­rri­les, redes eléc­tri­cas trans­na­cio­na­les) que pro­mo­ve­ría la inte­gra­ción del mer­ca­do afri­cano, como se pre­vé en la Zona de Libre Comer­cio Con­ti­nen­tal Afri­ca­na (AfC­FTA).

Hoy en día, estas infra­es­truc­tu­ras sue­len estar finan­cia­das por socios exter­nos que impo­nen sus con­di­cio­nes. Con los fon­dos de las repa­ra­cio­nes, Áfri­ca podría finan­ciar sus pro­pios pro­yec­tos estruc­tu­ra­les, con cri­te­rios deci­di­dos por los afri­ca­nos, para los africanos.

Por últi­mo, en el esce­na­rio inter­na­cio­nal, la diná­mi­ca de las repa­ra­cio­nes repo­si­cio­na­ría a Áfri­ca ya no como un con­ti­nen­te que soli­ci­ta ayu­da, sino como un actor estra­té­gi­co y sobe­rano, que exi­ge res­pe­to a sus dere­chos históricos.

Este reequi­li­brio de las rela­cio­nes Nor­te-Sur es cru­cial en un con­tex­to de cues­tio­na­mien­to de las ins­ti­tu­cio­nes de Bret­ton Woods y de rela­cio­nes comer­cia­les injus­tas. Las repa­ra­cio­nes seña­la­rían que las reglas del jue­go eco­nó­mi­co glo­bal ya no pue­den ser esta­ble­ci­das uni­la­te­ral­men­te por las anti­guas poten­cias coloniales.

Una palan­ca para el rena­ci­mien­to africano

La lucha por las repa­ra­cio­nes no debe ver­se sim­ple­men­te como un regre­so al pasa­do, sino como un cata­li­za­dor para una nue­va era de rena­ci­mien­to afri­cano. Esta es una opor­tu­ni­dad para que el con­ti­nen­te recons­tru­ya sus bases sobre la base de la dig­ni­dad, la sobe­ra­nía real y una visión colec­ti­va compartida.

La domi­na­ción colo­nial y la tra­ta de escla­vos deja­ron pro­fun­das heri­das psi­co­ló­gi­cas. Duran­te siglos, la narra­ti­va domi­nan­te ha retra­ta­do a Áfri­ca como un con­ti­nen­te «atra­sa­do», «sub­de­sa­rro­lla­do», inca­paz de gober­nar­se a sí mismo.

Las repa­ra­cio­nes, a tra­vés del reco­no­ci­mien­to ofi­cial de los crí­me­nes sufri­dos, con­tri­bu­yen a sanar estas heri­das históricas.

Devuel­ven a los pue­blos afri­ca­nos el orgu­llo por su his­to­ria y la con­fian­za en su capa­ci­dad para for­jar su pro­pio des­tino. Como bien lo expre­só Abdou­la­ye Mbow: «Este será un paso hacia la liber­tad de pen­sa­mien­to y la con­cien­cia colectiva».

Esta reapro­pia­ción de la dig­ni­dad es el pri­mer paso para movi­li­zar las ener­gías crea­ti­vas y libe­ra­do­ras del continente.

La bata­lla por las repa­ra­cio­nes requie­re que los Esta­dos afri­ca­nos dia­lo­guen entre sí, superen las divi­sio­nes here­da­das de la colo­ni­za­ción y for­mu­len obje­ti­vos comu­nes. Pre­ten­de for­ta­le­cer la diná­mi­ca de la inte­gra­ción continental.

El tra­ba­jo en cur­so de la Unión Afri­ca­na sobre la agen­da 2025 es esen­cial: al crear un comi­té de exper­tos afri­ca­nos sobre repa­ra­cio­nes, defi­nir una posi­ción común e incluir a la diás­po­ra en las dis­cu­sio­nes, Áfri­ca se está dotan­do de una hoja de ruta colec­ti­va para afir­mar su uni­dad política.

Esta lucha se con­vier­te así en un vec­tor de la uni­dad afri­ca­na, un poco como la lucha con­tra el apartheid, don­de todo el con­ti­nen­te for­mó un fren­te uni­do. Esta uni­dad estra­té­gi­ca es la base nece­sa­ria para cual­quier renacimiento.

El rena­ci­mien­to afri­cano impli­ca tam­bién una recon­quis­ta cul­tu­ral. Las repa­ra­cio­nes deben incluir la res­ti­tu­ción del patri­mo­nio afri­cano roba­do: escul­tu­ras, manus­cri­tos, obje­tos de arte sacro, memo­rias ora­les y escri­tas dis­per­sas en museos euro­peos y colec­cio­nes privadas.

Pero no se tra­ta solo de repa­triar obje­tos: se tra­ta de res­tau­rar el alma del con­ti­nen­te, reva­lo­ri­zar sus len­guas, sus his­to­rias, su sabi­du­ría ances­tral, para que vuel­van a con­ver­tir­se en pila­res de la socie­dad contemporánea.

Es a tra­vés de esta reapro­pia­ción cul­tu­ral que Áfri­ca podrá rede­fi­nir su mode­lo de desa­rro­llo, libe­rán­do­se de los están­da­res impues­tos por Occidente.

Los jóve­nes afri­ca­nos de hoy se enfren­tan a una para­do­ja trá­gi­ca: vivir en un con­ti­nen­te rico, pero estar con­de­na­dos al exi­lio para bus­car opor­tu­ni­da­des en otros luga­res. Las repa­ra­cio­nes, al per­mi­tir la reha­bi­li­ta­ción eco­nó­mi­ca del con­ti­nen­te, abri­rían pers­pec­ti­vas con­cre­tas para los jóve­nes: edu­ca­ción de cali­dad, empleos decen­tes y eco­sis­te­mas loca­les de innovación.

En lugar de ali­men­tar las eco­no­mías euro­peas a tra­vés de la emi­gra­ción for­za­da, los jóve­nes afri­ca­nos pue­den estar en el cen­tro del desa­rro­llo de sus pro­pios territorios.

Este sería un cam­bio pro­fun­do: con­ver­tir­nos en cons­truc­to­res del futu­ro, no en exi­lia­dos de la desesperación.

Final­men­te, la diná­mi­ca de las repa­ra­cio­nes ayu­da a repo­si­cio­nar a Áfri­ca en el nue­vo table­ro de aje­drez inter­na­cio­nal. Fren­te al decli­ve del mode­lo occi­den­tal y el ascen­so de las poten­cias del Sur glo­bal, Áfri­ca pue­de con­ver­tir­se en un cen­tro de gra­ve­dad geo­po­lí­ti­co, un con­ti­nen­te sobe­rano que dia­lo­ga en igual­dad de con­di­cio­nes con sus socios.

Esta lucha por las repa­ra­cio­nes va enton­ces más allá de la sim­ple lógi­ca de la repa­ra­ción para con­ver­tir­se en una palan­ca de afir­ma­ción estra­té­gi­ca en la esce­na internacional.

Una deman­da hecha por las nacio­nes afri­ca­nas des­de la independencia

Des­de la déca­da de 1960, muchos paí­ses afri­ca­nos han alza­do su voz para exi­gir repa­ra­cio­nes. Es esen­cial recor­dar que esta lucha no es nueva.

Gha­na: Gha­na, el pri­mer país inde­pen­dien­te del Áfri­ca sub­saha­ria­na, fue pio­ne­ro en exi­gir repa­ra­cio­nes en las pri­me­ras con­fe­ren­cias pan­afri­ca­nas pos­te­rio­res a la independencia.

Nige­ria: En la Con­fe­ren­cia Mun­dial con­tra el Racis­mo cele­bra­da en Dur­ban en 2001, Nige­ria apo­yó fir­me­men­te el reco­no­ci­mien­to de la escla­vi­tud como un cri­men con­tra la huma­ni­dad y la nece­si­dad de reparaciones.

Sudá­fri­ca: Tras el apartheid, el país abo­gó por repa­ra­cio­nes rela­cio­na­das con la segre­ga­ción racial y las des­igual­da­des estruc­tu­ra­les here­da­das del colonialismo.

Kenia: Kenia ha exi­gi­do repa­ra­cio­nes por las atro­ci­da­des come­ti­das por el Impe­rio Bri­tá­ni­co duran­te la Rebe­lión Mau Mau.

Arge­lia: El Esta­do arge­lino ha exi­gi­do cons­tan­te­men­te el reco­no­ci­mien­to y la repa­ra­ción de los crí­me­nes de la colo­ni­za­ción fran­ce­sa, en par­ti­cu­lar las masa­cres de Sétif y Guel­ma en 1945.

Libia: Muam­mar Gad­da­fi hizo de las repa­ra­cio­nes un tema cen­tral, exi­gien­do que Ita­lia emi­tie­ra una dis­cul­pa ofi­cial y paga­ra una com­pen­sa­ción (lo que se logró par­cial­men­te en 2008).

Repú­bli­ca Demo­crá­ti­ca del Con­go: La RDC sigue denun­cian­do los saqueos orques­ta­dos duran­te la colo­ni­za­ción bel­ga, con millo­nes de muer­tos bajo el rei­na­do de Leo­pol­do II.

Zim­bab­we: Zim­bab­we ha des­ta­ca­do la nece­si­dad de repa­ra­cio­nes por la con­fis­ca­ción de tie­rras por par­te de los colo­nos británicos.

Etio­pía: Aun­que no fue colo­ni­za­da, Etio­pía exi­gió la res­ti­tu­ción de su patri­mo­nio cul­tu­ral saquea­do duran­te la inva­sión italiana.

Hai­tí: (un aña­di­do estra­té­gi­co, aun­que no afri­cano, sino un país de ascen­den­cia afri­ca­na) — Hai­tí sigue exi­gien­do a Fran­cia el pago de la «deu­da de inde­pen­den­cia», extor­sio­na­da bajo ame­na­za militar.

Esta lar­ga lis­ta demues­tra que la cues­tión de las repa­ra­cio­nes tras­cien­de las fron­te­ras nacio­na­les y encar­na una ver­da­de­ra agen­da continental.

Para las anti­guas poten­cias colo­nia­les: una cita con la historia

Para las poten­cias colo­nia­les euro­peas, reco­no­cer los erro­res del pasa­do e ini­ciar un pro­ce­so de repa­ra­ción genui­na tam­bién es una opor­tu­ni­dad. Se tra­ta de cerrar las heri­das del pasa­do y entrar en una nue­va era de rela­cio­nes equi­li­bra­das y respetuosas.

Negar­se a abrir este deba­te es per­pe­tuar la humi­lla­ción y man­te­ner la lógi­ca de la domi­na­ción. Acep­tar el diá­lo­go sig­ni­fi­ca poner fin al des­pre­cio his­tó­ri­co y cons­truir una aso­cia­ción adul­ta con Áfri­ca, basa­da en el res­pe­to mutuo.

Fran­cia, Gran Bre­ta­ña, Bél­gi­ca, Ita­lia, Por­tu­gal y Ale­ma­nia tie­nen la res­pon­sa­bi­li­dad moral e his­tó­ri­ca de ini­ciar este pro­ce­so. De no hacer­lo, que­dan atra­pa­dos en una pos­tu­ra defen­si­va y arcai­ca, mien­tras el mun­do avan­za hacia una mayor justicia.

El Eje de la Resis­ten­cia: Áfri­ca y Asia Occi­den­tal, una sola lucha con­tra el imperialismo

La lucha por las repa­ra­cio­nes colo­nia­les y neo­co­lo­nia­les en Áfri­ca no se libra en el vacío. Es par­te de un movi­mien­to más amplio, un levan­ta­mien­to glo­bal de pue­blos que, des­de el Sahel has­ta las ori­llas del Tigris y el Éufra­tes, aho­ra se nie­gan a doble­gar­se bajo el yugo de las poten­cias imperialistas.

En Asia Occi­den­tal, esta diná­mi­ca se cono­ce como el Eje de la Resis­ten­cia y reúne a paí­ses y movi­mien­tos que se enfren­tan direc­ta­men­te a la lógi­ca de la domi­na­ción occi­den­tal: des­de la Repú­bli­ca Islá­mi­ca de Irán, Siria, Hez­bo­llah en el Líbano, la Pales­ti­na resis­ten­te y, en cier­ta medi­da, redes de soli­da­ri­dad con Yemen y otros pue­blos oprimidos.

Áfri­ca, a tra­vés de su actual des­per­tar sobe­ra­nis­ta, se suma ple­na­men­te a este eje his­tó­ri­co de resistencia.

Asia Occi­den­tal y Áfri­ca fue­ron repar­ti­dos por las mis­mas poten­cias colo­nia­les, según la mis­ma lógi­ca de explo­ta­ción y dominación.

El Acuer­do Sykes-Picot de 1916 en Asia Occi­den­tal divi­dió la región en bene­fi­cio de Fran­cia y el Rei­no Uni­do, del mis­mo modo que la Con­fe­ren­cia de Ber­lín de 1884 – 85 había divi­di­do Áfri­ca en zonas de influen­cia europeas.

Los recur­sos estra­té­gi­cos de ambas regio­nes (petró­leo en Asia Occi­den­tal, ura­nio, oro, tie­rras raras y mine­ra­les en Áfri­ca) fue­ron saquea­dos para impul­sar la indus­tria occidental.

El con­trol de las rutas comer­cia­les y de los pun­tos de paso estra­té­gi­cos (Suez, Bab el-Man­deb, estre­cho de Gibral­tar) ha con­ver­ti­do a las dos regio­nes en zonas de domi­na­ción geo­es­tra­té­gi­ca, a cos­ta de la mani­pu­la­ción y de las divi­sio­nes étni­cas y reli­gio­sas explo­ta­das por los colonizadores.

Esta his­to­ria com­par­ti­da ha teji­do una comu­ni­dad de des­tino entre Áfri­ca y Asia Occi­den­tal, que aho­ra está despertando.

Lo que carac­te­ri­za al Eje de Resis­ten­cia es el deseo de recha­zar el orden impues­to por Occi­den­te, ya sea median­te san­cio­nes, blo­queos, inter­fe­ren­cia polí­ti­ca o gue­rras por poderes.

La Repú­bli­ca Islá­mi­ca de Irán, afec­ta­da duran­te déca­das por los embar­gos occi­den­ta­les, ha cons­trui­do un mode­lo de auto­no­mía estra­té­gi­ca, ener­gé­ti­ca, cien­tí­fi­ca y mili­tar. Hoy en día, ofre­ce a Áfri­ca una fuen­te de ins­pi­ra­ción en su bús­que­da de la inde­pen­den­cia total de los cen­tros de poder occidentales.

Pales­ti­na, en el cen­tro de la cues­tión del des­po­jo colo­nial, se ha con­ver­ti­do en un sím­bo­lo uni­ver­sal de resis­ten­cia. Muchos diri­gen­tes afri­ca­nos han esta­ble­ci­do para­le­lis­mos entre la colo­ni­za­ción de Pales­ti­na y la con­ti­nua domi­na­ción neo­co­lo­nial en África.

De este modo, Áfri­ca y Asia Occi­den­tal están uno al lado del otro, en un recha­zo com­par­ti­do a ser aplas­ta­dos por la lógi­ca de la domi­na­ción impe­ria­lis­ta, ya sea eco­nó­mi­ca, mili­tar o cultural.

Este acer­ca­mien­to estra­té­gi­co no es sólo sim­bó­li­co. Alla­na el camino para alian­zas polí­ti­cas, eco­nó­mi­cas y cul­tu­ra­les con­cre­tas entre Áfri­ca y Asia Occidental:

  • for­ta­le­cer la coope­ra­ción Sur-Sur, sin inter­me­dia­rios occidentales;
  • inter­cam­bio de tec­no­lo­gías, cono­ci­mien­tos téc­ni­cos y expe­rien­cias de resi­lien­cia fren­te a las san­cio­nes económicas;
  • apo­yo diplo­má­ti­co mutuo en foros internacionales;
  • y, sobre todo, una afir­ma­ción común de un mun­do mul­ti­po­lar, don­de las reglas del jue­go ya no las dic­tan unas pocas capi­ta­les occidentales.

En este nue­vo equi­li­brio, Áfri­ca y Asia Occi­den­tal ya no son peri­fe­rias sumi­sas, sino polos autó­no­mos y dig­nos, cons­truc­to­res de su futuro.

Este fren­te común es tam­bién ideo­ló­gi­co y moral. Se basa en una éti­ca de soli­da­ri­dad entre pue­blos opri­mi­dos, nacio­nes que se nie­gan a ser con­si­de­ra­das eter­na­men­te «zonas de sacri­fi­cio» del sis­te­ma global.

Al exi­gir repa­ra­cio­nes, Áfri­ca no solo hace jus­ti­cia a su pro­pio pasa­do. Da fuer­za a todos los pue­blos colo­ni­za­dos y domi­na­dos del mundo.

Es un men­sa­je uni­ver­sal de espe­ran­za: los impe­rios se derrum­ban y los pue­blos se levan­tan de nuevo.

En esta lucha, la cues­tión de las repa­ra­cio­nes colo­nia­les se con­vier­te en un com­po­nen­te esen­cial del fren­te glo­bal por la jus­ti­cia y la eman­ci­pa­ción de las nacio­nes desposeídas.

Al acer­car­se a los pue­blos her­ma­nos de Asia Occi­den­tal, Áfri­ca está colo­can­do su cau­sa den­tro de una diná­mi­ca glo­bal irre­sis­ti­ble. Jun­tos, están cons­tru­yen­do las bases de un nue­vo mun­do, don­de los pue­blos sobe­ra­nos escri­ben su pro­pio futuro.

La lucha por las repa­ra­cio­nes es mucho más que cues­tio­nes finan­cie­ras o sim­bó­li­cas. Es la palan­ca de un rena­ci­mien­to afri­cano, una base para res­tau­rar la dig­ni­dad y la auto­no­mía del con­ti­nen­te y una con­tri­bu­ción al sur­gi­mien­to de un mun­do mul­ti­po­lar, libe­ra­do de la lógi­ca de la domi­na­ción occidental.

Esta lucha va más allá de Áfri­ca: es par­te de una diná­mi­ca glo­bal don­de los pue­blos de Áfri­ca, Asia Occi­den­tal y otros luga­res se nie­gan a ser víc­ti­mas silen­cio­sas de la his­to­ria. Unien­do sus fuer­zas, defi­nien­do una posi­ción común y alzan­do sus voces en la esce­na inter­na­cio­nal, cons­tru­yen jun­tos la espe­ran­za de un futu­ro sobe­rano y unido.

Ha lle­ga­do el momen­to de que Áfri­ca hable con una sola voz y de que el mun­do escu­che su lla­ma­mien­to a la justicia.

Amir-Khos­ro Fathi es un ana­lis­ta polí­ti­co ira­ní radi­ca­do en Bruselas

9 de abril de 2025

Fuen­te: https://french.presstv.ir/Detail/2025/04/09/745835/R%C3%A9parations-coloniales — un-imp%C3%A9ratif-de-justice-pour‑l%E2%80%99Afrique-et-le-monde,-du-continent-africain-au-Moyen-Orient‑r%C3%A9sistant-

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