Un regalo envuelto en traición
En un momento de imprudencia histórica, el gobierno libanés ha dado un paso que será recordado no como un acto de soberanía, sino como un acto de rendición. Bajo la ilusión del interés nacional y a la sombra de influencias extranjeras, el liderazgo del Líbano podría haberle entregado a Israel el único regalo que siempre anheló pero nunca pudo lograr por sí mismo: una guerra civil en el Líbano y una confrontación directa entre el ejército y la Resistencia.
Un error de cálculo: la suposición fatal del presidente del Gobierno
Tras el asesinato de seyed Hasan Nasrallah, el nuevo presidente del Gobierno libanés parece creer que Hezbollah ha quedado fatalmente debilitado. Esta mala lectura de la situación lo envalentonó a perseguir una antigua agenda israelo-saudí-estadounidense: la neutralización de la única fuerza de disuasión efectiva del Líbano contra la agresión israelí.
En lugar de esperar hechos o comprender la profundidad y resiliencia de la estructura de la resistencia, el presidente del Gobierno asumió caos y buscó golpear.
Desarme por decreto: el plan que nunca debió redactarse
A solicitud del presidente del Gobierno, se encargó al ejército libanés elaborar un plan para desarmar a la Resistencia, una medida sin precedentes en la historia reciente del Líbano. El plan no nació de intereses de seguridad nacional libaneses, sino de presiones externas.
El solo hecho de que se esté discutiendo tal propuesta a nivel del gabinete marca una peligrosa transgresión de líneas rojas.
Legitimar la discusión sobre el desarme de Hezbollah, mientras Israel aún ocupa tierras libanesas y continúa violando la soberanía libanesa a diario, es en sí mismo una traición a las prioridades nacionales y un regalo al enemigo.
Siguiendo el guion: la agenda saudí-estadounidense-israelí en Beirut
No te equivoques: este no es un plan libanés. Es un guion extranjero, escrito en Tel Aviv, pulido en Riad y respaldado en Washington. El presidente del Gobierno, por voluntad propia o bajo presión, se ha alineado con fuerzas que nunca se han preocupado por la soberanía o la unidad del Líbano.
Este trío –«Israel», Arabia Saudita y Estados Unidos– ha buscado durante mucho tiempo eliminar a Hezbollah de la ecuación, sabiendo muy bien que la Resistencia sigue siendo el único freno real contra la expansión israelí y la dominación regional.
Una marcha hacia la guerra civil
Al plantear el tema del desarme, el gobierno está arrastrando al país hacia el abismo de una guerra civil. La Resistencia no es solo una fuerza militar, está profundamente arraigada en comunidades, en la historia, en la sangre derramada defendiendo al Líbano.
Intentar desmantelarla por la fuerza o por decreto no traerá paz, encenderá un conflicto interno del que el Líbano quizás no sobreviva. La guerra civil no es consecuencia del sectarismo, sino de la traición política.
Una línea en la arena: la Resistencia responderá
La Resistencia ha dejado clara su postura: el desarme no ocurrirá, ni por decisión ni por la fuerza; es un asunto constitucional y parte del consenso libanés. Cualquier intento de debilitar a la Resistencia será visto como lo que es: colaboración con el enemigo.
Quienes ejecuten la agenda israelí, sin importar la bandera que ondeen, serán tratados como instrumentos de «Israel». La Resistencia no diferenciará entre la mano que aprieta el gatillo y la que cargó el arma.
Un gobierno en guerra con su propio escudo
En un momento en que el Líbano necesita unidad y defensa, su gobierno elige la división y el desarme. «Israel» no pudo derrotar a la Resistencia en la guerra, así que ahora observa con satisfacción cómo los funcionarios libaneses hacen el trabajo por ellos.
Si este plan continúa, la historia juzgará a este gobierno no como uno que protegió al Líbano, sino como uno que lo traicionó.
Ibrahim Mayid, comentarista y analista especializado en geopolítica del Asia Occidental
6 de agosto de 2025
Fuente: ![]()
https://t.me/saifquds/21663