Iñaki Gil de San Vicente no es ningún desconocido para quienes sigáis Haize Gorriak (Haize Gorriak (https://haizeagorriak.wordpress.com/). Analista internacional, intelectual marxista, militante vasco, independentista, internacionalista…
Sobran las presentaciones, mejor vayamos al grano, y es que queremos abordar con Iñaki diferentes cuestiones de la actualidad mundial, a nuestro juicio, muy preocupante.
Iñaki, eskerrik asko por el tiempo que vas a dedicar a estas cuestiones. Como decía, vayamos al grano. La banda criminal OTAN sabemos sobradamente que es el brazo armado del capitalismo. Se ha dedicado durante varios años a provocar a Rusia por medio de su títere neonazi Zelensky, pero antes ya, está iniciando una serie de «revoluciones de colores», «guerras y golpes de estado encubiertos»… Convenimos en que es el brazo armado del capital… ¿Por qué piensas que precisamente ahora han iniciado lo que parece los inicios de una guerra a gran escala a nivel europeo y quizá mundial?
Hay que partir de un hecho incuestionable: el antagonismo entre el desarrollo potencial de las fuerzas productivas y las relaciones de propiedad burguesas ha llegado a un nivel insospechado hace dos décadas, poco antes del estallido de la tercera Gran Depresión en 2007. ¿Qué quiere decir esto? Pues que cada vez es más difícil ocultar a la humanidad que los terribles problemas que la golpean son resolubles en relativamente poco tiempo si el proletariado, los pueblos oprimidos, destruyen el poder burgués, destruyen la OTAN y aplastan el imperialismo. A la vez, crean un poder obrero basado en el pueblo en armas y a su amparo y mediante la democracia socialista, aplican planes socioeconómicos, ecocomunistas, etc., a escala nacional e internacional.
Esto es plenamente factible, de hecho sucedió a muy pequeña escala en todos los procesos de lucha de clases en los que el proletariado ha podido aplicar sus ideas: por ejemplo, las cooperativas socialistas, las empresas recuperadas, las comunas, los Estados socialistas, etc. Las veces en las que se ha logrado aplicar medidas socialistas, aun teniendo en cuenta las tremendas dificultades que han sufrido, los avances han sido y son impresionantes e incuestionables. Y esta verdad objetiva, histórica, causa pánico en los capitalistas porque saben que los y las explotadas van comprendiendo que ahora tienen más recursos e instrumentos que nunca antes para emanciparse y construir el socialismo y el comunismo.
Lo peor de todo ello para el capitalismo es que en estos momentos sufre su peor y más dura crisis histórica, crisis total, pero sobre todo de caída de la tasa media de ganancia, que es lo decisivo. Es el capitalismo occidental el que más sufre esta caída lo que lleva, por un lado, a endurecer la explotación y alienación de sus clases obreras; por otro lado, a aplastar a los países que le van superando, sobre todo a Eurasia, para quedarse con sus recursos; y, por último, a disciplinar a los países que todavía le son fieles o que dudan qué postura tomar. Es el contraste absoluto entre la gravedad de una crisis nunca sufrida antes y el potencial emancipador de las fuerzas productivas actuales, es este contraste inocultable el que aterra al imperialismo porque sabe que solo puede sobrevivir mediante guerras regionales o, caso extremo, mediante una nueva guerra mundial.
El analista Michael Chossudovsky ha escrito recientemente un texto titulado cite>La Guerra nuclear preventiva es la doctrina oficial de los EEUU, una visión histórica de su belicismo en el que expone que sectores del imperialismo plantean una guerra nuclear, semejante a la que plantearon en otro momento. Seamos serios… una guerra nuclear sería una catástrofe que podría poner fin a la humanidad. ¿Piensas que van de farol? O por el contrario crees que podrían dar ese paso. ¿Hasta dónde crees que está dispuesto a llegar el imperialismo en su locura bélica?
Las primeras expresiones de la teoría marxista de la crisis, presentes ya en el Manifiesto comunista de 1849 y mejoradas posteriormente, indican que el capital tiene una única solución definitiva para salir de las crisis que sufre en un momento preciso: la destrucción de fuerzas productivas, de bienes acumulados, de infraestructuras industriales, de ciudades y muy especialmente de las decisivas fuerzas revolucionarias. La salida de cualquier crisis, por pequeña y sectorial que fuere, exige siempre un grado de violencia más o menos dura según la resistencia de las clases explotadas, de los pueblos y de los Estados que no quieren someterse pasivamente a las exigencias feroces de los grandes capitalistas para descargar sobre sus espaldas las destrucciones violentas y los costos de la posterior recuperación de lo destruido por la violencia injusta e inhumana del capital.
Si nos fijamos en las seis contramedidas que utilizaba la burguesía hasta 1867, fecha de redacción de El Capital aunque fuera en borrador, todas ellas necesitaban de una forma u otra diversos niveles de violencia capitalista, violencia que exigía la planificación del Estado y en caso extremo de la guerra colonialista, y recordemos que Marx se refería solo a la seis contramedidas entonces más efectivas. Las crecientes dificultades que lastran y retrasan hasta revertir incluso la ley general de la acumulación capitalista obligaron a la burguesía colonialista a endurecer la explotación y el saqueo, y a forzar el paso al imperialismo con la subsiguiente generalización cuantitativa y cualitativa del militarismo y de la industria de la matanza humana como una de las más rentables. Las violencias múltiples y la violencia atroz básica, la represión terrorista de las conquistas socialistas, así como las guerras locales, regionales y mundiales, se han multiplicado desde entonces.
Ahora mismo, además de los ataques crecientes y más violentos contra las libertades y derechos en los países imperialistas, se libran al menos 190 guerras regionales además de un número difícil de calcular de guerras sucias, atentados, provocaciones y tanteos agresivos contra los pueblos que se resisten a lo que llamamos Occidente, que pueden ampliarse en la medida en que el imperialismo es acorralado y obligado a retroceder. ¿En qué medida puede darse un salto cualitativo de la cantidad de las guerras y violencias occidentales a una guerra cualitativamente más criminal, es decir a una guerra nuclear? La tendencia mayor va en ese sentido, aunque puede detenerse si el imperialismo decide que necesita más tiempo para un ataque preventivo que no pueda ser respondido por Eurasia. Occidente ha intentado romper la unidad estratégica cada día más sólida entre Rusia y China, más otros países ya unidos y otros muchos que avanzan en diversos niveles de alianza. Todos estos intentos han fracasado, mientras el imperialismo se debilita, se pone nervioso y se lanza a un rearme como nunca antes.
Hay tendencias menores, como las de posibles negociaciones en las que cada bloque enfrentado haga cesiones al otro, sobre todo si una parte de la burguesía occidental decide sacrificar unas ganancias hipotéticas e inciertas para abortar procesos revolucionarios internos. Recordemos que las dos guerras mundiales anteriores generaron revoluciones, algunas de las cuales quieren seguir el camino al socialismo que iniciaron tras la Segunda Guerra Mundial. Pero todas las tendencias menores y los posibles acuerdos chocarán tarde o temprano con la irracionalidad estructural del modo de producción capitalista que exige que, de nuevo y para superar crisis futuras más devastadoras que la actual, si es que ello fuera posible, el imperialismo multiplique alocadamente su rearme obligando a hacer lo mismo a la humanidad que defiende sus derechos. Por tanto la izquierda revolucionaria ha de preparar a su militancia, al proletariado y al internacionalismo para esta situación.
La respuesta de los pueblos dignos cuál debe ser, enfrentar al imperialismo… ¿Piensas que tras tantos años de stress ideológico los pueblos de Europa están capacitados para hacer frente a este estado de cosas? ¿No piensas que es más probable que amplios sectores europeos opten por acudir al fascismo?
La destrucción de la URSS y la dominación de los países del Este era tenida por el imperialismo como la solución definitiva a la crisis subterránea que le golpeaba desde finales de la década de 1960, crisis parcialmente resuelta en apariencia con el llamado neoliberalismo aplicado desde inicios de los años 70, pero cuya bonanza se agotaba conforme acababa el siglo XX. La fascistización fue al alza según se manifestaba esta tendencia. El avance descarado de la OTAN hacia Eurasia desde finales del siglo XX fue tomando velocidad a la vez que el imperialismo endurecía su ataque a Oriente Medio para destruir Argelia, Irak, Libia, Siria, Líbano, Somalia, Palestina e Irán, sujetar en corto a Grecia y Turquía, etc., con la excusa de evitar otro «atentado» como el de 2001 y vencer en la supuesta «guerra contra el terror» cuando en realidad era la guerra por los recursos y riquezas de estos pueblos, al igual que la «guerra contra la droga» es la excusa de las guerras y golpes de Estado contra Nuestramérica.
Simultáneamente, la industria de la alienación de masas reforzaba el racismo, el occidentalismo agresivo y la ideología reaccionaria para frenar y derrotar la lucha de clases en respuesta al empeoramiento de las condiciones de vida y trabajo del pueblo obrero, de modo que reforzaban las condiciones para el avance de la fascistización. Con la excusa de los «raros» atentados a la Torres Gemelas en 2001 y sobre todo desde 2007 con la Gran Depresión, desde 2020 con la pandemia y desde 2022/2023 con la guerra defensiva de Rusia contra la OTAN y el genocidio sionazi contra Palestina, con estas excusas el imperialismo fomenta la fascistización interna para derrotar la lucha de clases y preparar a la vez a las masas alienadas para que asesinen y se dejen matar en la guerra que está preparando contra Eurasia y el resto de la humanidad. La fascistización en su dinámica general que se plasma con diversas intensidades en los respectivos Estados, al margen de que el nazifascismo más salvaje no haya llegado totalmente a los gobiernos, pero sí se apodera de aparatos de Estado decisivos y de áreas importantes de la sociedad burguesa.
Pero la fascistización, así como el endurecimiento de las represiones, no consigue derrotar largo tiempo la tendencia objetiva al resurgimiento de la lucha de clases y mucho menos su fin. La historia muestra fehacientemente que, tarde o temprano, renacen las resistencias obreras y populares contra las opresiones que sufre. Está demostrado incluso con la tramposa estadística burguesa diseñada para ocultar total o parcialmente la resistencia proletaria y sobre todo para negar que va ascendiendo de lucha meramente salarial, economicista y reformista a lucha política contra el capital. Ahora mismo en Europa la lucha obrera en sus formas más simples va al alza, adquiriendo contenido político aunque no se plasme en victorias electorales de la izquierda revolucionaria, porque la burguesía ha hecho del electoralismo y del parlamentarismo un eficaz aparato digestivo que engulle al pueblo trabajador con promesas, lo disuelve en insípida papilla reformista y lo transforma en pasividad conformista o en fanatismo fascista.
En este contexto salta, hace seis meses, la guerra de Gaza… «Israel» apuesta por el exterminio del pueblo palestino y los que sobrevivan tenerlos en una especie de reservas… La vieja solución que los anglosajones han dado a los pueblos originarios. Exterminar y al que quede vivo recluirlo. No vemos demasiada solidaridad en los dirigentes del mundo árabe… ¿Cuál puede ser la solución definitiva a esta cuestión que no es más que el viejo colonialismo europeo? ¿Se puede dar una solución regional al margen del desenlace de lo que ocurra en Europa? Pregunto porque si de la situación en Europa los imperialistas salen debilitados… un beneficiado directo sería Palestina y el resto de los pueblos oprimidos.
No hay otra solución que la derrota del imperialismo genocida del sionazismo que forma parte del imperialismo occidental dirigido por Estados Unidos. La única solución es la creación del Estado palestino del río hasta el mar, laico, democrático y defendido por su pueblo en armas, Estado que deberá planificar su economía con medidas que se acerquen al socialismo general, o que lo adapten a la situación y necesidades de su pueblo en esos momentos. Un Estado laico y democrático unitario que asuma y defienda los derechos de culto de las tres grandes religiones y sus sectas múltiples en condiciones de igualdad estricta, impidiendo cualquier intento de privilegiar los derechos sociales de una de ellas sobre las demás. La actual población de «Israel» tendrá el derecho de emigrar a donde quiera, y también el de quedarse respetando la democracia del Estado palestino como ciudadanos comunes, con los mismos derechos y deberes que los demás.
La trampa de los «dos Estados» es eso, una trampa creada por el imperialismo y aceptada por la burguesía árabe y los colaboracionistas palestinos. Fue, es y será una trampa mortal para el pueblo palestino porque se ideó para dividirlo, corromperlo y desintegrarlo. La trampa de los «dos Estado» fue relativamente efectiva para el sionismo, las burguesías árabes y los colaboracionistas palestinos mientras que el capitalismo occidental no necesitó aplastar a los pueblos de Oriente Medio porque la crisis y la tercera Gran Depresión no había llegado al nivel de gravedad extrema como el que ahora existe. Como hemos dicho, desde 2001 y sobre todo desde 2007, la trampa de los «dos Estados» empezó a perder efectividad rápidamente, rompiéndose desde 2011, siendo abandonada públicamente por el sionazismo desde 2023 que necesita aniquilar al pueblo palestino como paso obligatorio para la destrucción de Irán, la definitiva balcanización de Irak, Siria, Líbano y Somalia, y para imponer el orden terrorista del «Gran Israel» desde el Éufrates al Nilo.
El imperialismo occidental también necesita este nuevo espacio porque, además de las grandes reservas y recursos que almacena, también es un pivote terrestre que conecta dos ejes decisivos en todos los sentidos: el eje norte-sur que conecta Eurasia con África y el eje este-oeste que mediante el Mediterráneo conecta la América atlántica con el sur de Europa, norte de África y la Eurasia del sur mediante el Indo-Pacífico. Dominar militar y económicamente este cruce estratégico es una de las mejores formas de derrotar a Eurasia y África, acabando así con la multipolaridad o debilitándola de tal modo que deje de ser un peligro para el renqueante imperialismo.
Nos da la sensación que estas guerras, junto con otros escenarios como el de Taiwán, la RPD de Corea, África, Nuestra América van a cambiar notoriamente el planeta. Se habla de un cambio de ciclo a nivel mundial… ¿Hasta dónde crees que va a llegar este cambio de ciclo?
Sí, es un cambio de ciclo pero en lo geoestratégico, que si bien tiene efectos socioeconómicos palpables a medio plazo en la evolución del capitalismo, sobre todo los tiene a corto plazo en lo político-militar. Tenemos que pensar que lo fundamental en la historia desde el siglo XVII en adelante es la agudización de las contradicciones y leyes sociales que rigen la marcha del capitalismo y de la lucha de clases que actúa como fuerza interna. Sobre esta base actúan a su favor las fuerzas represivas y militares para encadenar al proletariado, esquilmar los recursos de otros pueblos y derrotar militarmente a las potencias competidoras si no se les ha podido doblegar con sanciones y castigos económicos.
En la actual crisis es imprescindible la obtención de crudo, gas, minerales y tierras raras, alimentos y agua potable, fuerza de trabajo explotable, de las enormes potencialidades de la biodiversidad industrializada, etc., así como el control seguro de las vías logísticas de circulación rápida y barata de mercancías. El control por el imperialismo de Oriente Medio, Taiwán, el canal de Panamá y el estrecho de Malaka, por citar algunas vías, le ha garantizado a Occidente abaratar mucho la producción aumentando así los beneficios o ralentizando la ley de caída tendencial de la tasa media de ganancia; también le sirve para presionar a muchos países, encareciendo los insumos que necesitan, atándolos y/o debilitándolos junto a otras presiones financieras, tecnocientíficas, políticas, etc.
El imperialismo occidental no puede permitirse el lujo de perder esos nudos geoestratégicos que, al cerrarse más estrecha o totalmente, aumentarán su debilidad militar en una primera instancia y luego, más o menos rápidamente según los casos, su debilidad socioeconómica: no hay dudas de que todo ello repercutirá a su vez en el empeoramiento de las condiciones de vida y trabajo del proletariado occidental reforzando así la tendencia al alza de la lucha de clase revolucionaria pero también la del fascismo. Un ejemplo lo tenemos en la destrucción de los gaseoductos Nord Stream 2 por Estados Unidos, así como el cierre de otros que cruzan Polonia y Ucrania, empobreciendo a Europa occidental y haciéndola aún más dependiente de Washington.
Voy a plantearte dos cuestiones domésticas, de casa… Las demostraciones internacionalistas vascas históricamente han sido impresionantes, dijimos NO a la banda criminal OTAN, hemos dejado militantes muertos en luchas en Nuestra América… ¿Piensas que de dos años a esta parte estamos, como pueblo, dando la respuesta que merece esta situación?
Estamos mejorando y extendiendo la solidaridad antiimperialista e internacionalista bajo el impacto emocional, político, socioeconómico y ético de la guerra defensiva de Rusia y de las Repúblicas Populares del Donbass contra el imperialismo y la OTAN, pero aún nos falta mucho. Estamos mal acostumbrados a los logros del anterior internacionalismo antiimperialista, que sirvió en la fase capitalista anterior, la que llegó hasta las guerras de fines del siglo XX, como la primera agresión a Irak, la destrucción de Yugoslavia, etc., pero nos dormimos en los laureles mientras el imperialismo cambiaba de estrategia mundial. Es así porque el debilitamiento de la izquierda estatalista y de la europea primero, y después el giro reformista al soberanismo socialdemócrata de una parte de la extinta izquierda abertzale, así como la ofensiva reaccionaria y eurocéntrica, todo ello hizo que cayera en picado la formación teórica, especialmente la marxista, y la conciencia política y ética de la inhumanidad del capital y del imperialismo. Recordemos que conceptos imprescindibles para la praxis humana como capitalismo, imperialismo, lucha de clases, independencia socialista, comunismo, etc., dejaron de emplearse en el soberanismo socialdemócrata hace una década.
Lenin decía que los hechos son tozudos y su tozudez objetiva e inocultable nos empezó a golpear desde 2011 con la destrucción de Libia, con la resistencia de Siria, etc., hasta llegar a la extrema crueldad del imperialismo sanitario para utilizar la Covid-19 como arma de exterminio de los pueblos dignos, llegando a despertarnos bruscamente de nuestro sueño desde 2022 y 2023. Pero entonces descubrimos desconcertados que ya no sufríamos los golpes del imperialismo anterior, salvajes para su época pero inservibles para las necesidades capitalistas actuales. Y cuando ahora empezamos a responder vemos que el reformismo en su conjunto ha degenerado en fuerza defensora activa o pasiva del actual imperialismo. Tenemos por tanto que realizar a la vez un triple trabajo, como mínimo: extender la conciencia y lucha internacionalista; autocriticarnos por el tiempo que hemos perdido adormilados por la demagogia reformista y aprender cómo son el actual capitalismo y su imperialismo.
Ya la última pregunta Iñaki… Hablábamos de las respuestas internacionalistas y solidarias que habíamos dado como pueblo… Mucho han cambiado aquí las cosas, no es preciso que se explique… ¿El reformismo y la socialdemocracia que ahora imperan en lo que fue la Izquierda Abertzale, colabora activamente, como muchas personas afirmamos en legitimar esta situación tan peligrosa en Euskal Herria? ¿Se puede decir que han traicionado al NO a la OTAN que dijimos en 1986. entre otras muchas traiciones?
Podemos llamarle «traición» a la estrategia de 1986 porque se ha abandonado la lucha radical contra el capitalismo que es la base de la ferocidad imperialista que se agranda día a día. El abandono real de la formación teórico-política de la militancia es una de las razones, pero no la única, por las que ahora la OTAN y el imperialismo han penetrado mucho más profundamente en nuestro pueblo que lo que estaba entonces, hace treinta y ocho años. Un ejemplo inmediato lo tenemos en los programas y en la propaganda electoral que realiza el soberanismo socialdemócrata para las elecciones vascongadas del 21 del próximo abril y basta compararla con la de hace poco más de un tercio de siglo. Unos llaman «traición» a este retroceso, otros le llama «autoderrota», otros la definen más suavemente como «cambio de estrategia». Lo cierto es que nadie afirma ya que es la misma estrategia antiimperialista y que, desde 2011 en adelante y de forma definitiva desde 2022 hasta ahora, el internacionalismo antiimperialista se organiza y crece fuera del soberanismo socialdemócrata.
Eskerrik asko, Iñaki por tus respuestas, por tus aportaciones… y lo dicho… Haize Gorriak aquí estará para seguir contando con tus reflexiones. Mila esker
Iñaki Gil de San Vicente
Euskal Herria, 11 de marzo de 2024