La historia de Jaldía Abubakra (Gaza, 1967) es la historia de los ocho millones de palestinos que hay en todo el mundo. Nació en una familia que en 1948 fue expulsada de las tierras del sur de Palestina. Se refugiaron en Gaza, luego se fueron a Egipto y desde allí a donde viven actualmente, Madrid. Abubakra es la fundadora del movimiento Alkarama feminista y anticolonialista, también del movimiento Masar Badil (Ruta Revolucionaria Alternativa). De izquierdas y laicos, se trata de movimientos que trabajan para unir a los palestinos de la diáspora. Abubakara estuvo recientemente en Euskal Herria, de la mano de la Casa de Mujeres de Zumaia, es en este marco que se dio esta conversación. Días después de la entrevista, soldados israelíes mataban a dos de sus sobrinas y dos de sus tías que vivían en Gaza, además, hirieron a su hermana y a otra sobrina.
En la víspera de su intervención, un amigo me dijo que no entendía bien lo que ocurre en Palestina, porque los temas geopolíticos son muy difíciles.
Sí, la geopolítica da un poco de miedo, pero en Palestina viven los colonos extranjeros que ocupan el pueblo palestino y nuestras tierras. El gobierno de la ocupación es ayudado por las grandes potencias internacionales, por los intereses políticos y económicos que tiene Occidente. Hay un pueblo ocupado, que nunca se ha inclinado y que lleva luchando 100 años. No han logrado borrarnos, ni hacernos pequeños, porque cada día somos más. De aquí viene el miedo que tiene Israel a la demografía. Golda Meir (la primera ministra en firmar la creación del Estado de Israel) en 1948 dijo (sobre los palestinos). «Se morirán los mayores y los jóvenes olvidarán». Pero, actualmente, los jóvenes pelean más que sus progenitores o abuelas y abuelos.
Cuando hablamos de palestinos, la mirada, por supuesto, se nos va a Palestina. Pero la mayoría del pueblo palestino vive en la diáspora, como usted.
En la Nakba, en 1948, dos tercios de los palestinos fueron expulsados de sus pueblos. Ahora mismo, más de la mitad de los palestinos vivimos en al diáspora. El mundo entero mira a dos autoridades. Por una lado, a Hamas en Gaza, nadie ha hablado con ellos. Por otro lado, Mahmoud Abbas de la Autoridad Palestina, a quien la comunidad internacional tiene como amigo en Cisjordania, y que acepta todo lo que le piden. Eso es lo que el mundo reconoce como Palestina. Los que estamos fuera de esta ecuación no existimos. No tenemos voz, a consecuencia de los Acuerdos de Oslo. Ahí decidieron excluir a los palestinos de la diáspora. Estos acuerdos rompieron las organizaciones constituidas por el pueblo palestino en el extranjero: el sindicato de trabajadores, estudiantes, mujeres, pertenecientes a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP)… era una organización al estilo de un Estado que se ocupaba de los problemas de todos los palestinos, tanto de la Palestina histórica como de los residentes en el extranjero. Todo eso ha sido destruido.
¿Por eso se están organizando?
Sí, hemos creado el movimiento Masar Badil, el Movimiento Ruta Revolucionaria Alternativa Palestina. Queremos recuperar nuestra voz. La diáspora palestina se está reorganizando, sobre todo la juventud. La juventud nacida fuera de Palestina, que no conoce Palestina, que no habla árabe, tiene cada una su lengua, pero está organizada para defender a Palestina, sobre todo «en el corazón de la bestia», en Occidente. Aquí mismo, en el Estado español, hay un movimiento de la juventud palestina: Al-yuddur.
Habla de los Acuerdos de Oslo, liderados por Yassir Arafat. Arafat fue un símbolo mundial de la resistencia palestina, pero hoy en día son muchos los que dicen que su partido, Al-Fatah, «es el guardián de Israel en Cisjordania».
Para nosotros también era un icono, representante de la lucha del pueblo palestino. Era muy carismático, conectaba con la gente y era muy mediático. Pero para muchos palestinos Arafat nos traicionó cuando empezó a negociar con Israel, cuando la situación de los palestinos era débil. Y así, pararon la Primera Intifada, engañaron a la gente y a cambio le dieron migajas. Leyendo los Acuerdos de Oslo, pronto se dará cuenta de que no hay nada a favor de los palestinos. Después de los acuerdos dijeron: «más adelante iremos negociando los puntos», pero sobre el papel no había nada, ni siquiera el final de las colonias. Es más, estos acuerdos dicen que el 20% de la tierra es para los palestinos y que todo lo demás hay que entregárselo a los sionistas. Evidentemente, la mayoría no está de acuerdo. No hemos olvidado el derecho de retorno de los refugiados, ni los palestinos que viven en tierras de 1948, ni Jerusalén…
Para muchos Arafat se equivocó, el ego se le subió a la cabeza. No escuchaba a los demás. Más tarde, cuando volvió a Cisjordania y se mostró de acuerdo con que la resistencia retomara la lucha, Israel le encerró en su sede, le sitió y murió o fue asesinado poco después. Todavía no se ha demostrado, pero hay indicios de asesinato.
Quizás se habla poco de la lucha de clases en Palestina.
Claro. Más allá de lo dicho sobre Arafat, como en todo el mundo, en Palestina también hay elites y burguesía. Estos agentes del capitalismo solo quieren tranquilidad para hacer negocios y seguir ganando dinero. Este modelo viene de lejos. Los dirigentes de Palestina paralizaron la rebelión de 1936, una huelga general de seis meses, porque las elites palestinas llegaron a un acuerdo con las autoridades de los países árabes, pues empezaron a perder dinero. Y medio siglo después, al firmar los Acuerdos de Oslo, lo mismo. Desde entonces este modelo está vigente. Por supuesto, todavía hay una autoridad que habla de «paz económica».
Mientras la gente vive en los guetos, algunas empresas cisjordanas siguen vendiendo, comprando, ganando… además, muchas de ellas hacen negocio ¿Y con quién? con el ocupante. Uno de los miembros del gobierno de Abbas es Husein Al-Sheikh. Este hombre suele ir a Tel Aviv a negociar con los israelíes los permisos de trabajo para que los palestinos de Cisjordania puedan trabajar en los asentamientos. Lo hace a cambio de dinero, porque esos permisos los vende a las familias de los trabajadores que lo necesitan.
El gobierno de Abbas impone «tranquilidad» en Cisjordania. Detiene y castiga a jóvenes que se organizan y manifiestan políticamente en las universidades. Los periodistas que hablan de la corrupción de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) también son encarcelados, torturados y algunos asesinados. Recordemos el caso de Nizar Banat. Era youtuber, hablaba de la red de corrupción de la ANP. Fue encarcelado varias veces y finalmente fue asesinado en su propia casa. 25 agentes de seguridad de la ANP lo golpearon y mataron.
Algunos creen que es mejor no hablar de las miserias y contradicciones propias, en nombre de la unión, porque el «objetivo principal» es la liberación de Palestina. Es decir, hablar de lo que ocurre entre los palestinos ¿favorece la causa?
¡Por supuesto! El hecho de no hacerlo nos ha llevado a la mala situación en la que nos encontramos. La ANP silencia las voces de la resistencia, pisa a los palestinos. El caso del activista Basel Al Araj en Cisjordania. Él escribía, impartía conferencias y realizaba recorridos por su ciudad para difundir la historia de Palestina. Primero fue detenido por la ANP y durante mucho tiempo fue encarcelado. Posteriormente, el ejército sionista lo persiguió y finalmente fue asesinado en Cisjordania por los israelíes. Algunos países dicen reconocer al Estado palestino. ¿Pero qué Estado? El ejército israelí entra y sale de Cisjordania, encarcela, mata y tortura a los palestinos. Hace lo que quiere, como quiere.
Los Acuerdos de Oslo, la corrupción y el colaboracionismo. ¿Son las claves para entender la actual hegemonía de Hamas?
¿Qué hace el pueblo cuando ve que la izquierda palestina ha desaparecido, que no tiene influencia y que la derechista y liberal Autoridad Palestina de Fatah es corrupta, oprime a su propio pueblo y colabora con el enemigo sionista? Para muchos Hamas es sinónimo de resistencia, son los defensores de nuestros derechos. Por eso cuenta con el apoyo de tanta gente. Los jóvenes se unen a Hamas y a la Jihad Islámica porque quieren luchar por la liberación de Palestina. Porque los que están al otro lado no solo no hacen nada, sino que dañan la causa palestina.
Hablemos de la izquierda Palestina.
La izquierda internacionalista mantenía una fuerte relación con la izquierda palestina en la década de 1970, pero con los años ha disminuido en la misma medida en que la fuerza de la izquierda ha descendido a nivel internacional. Me gustaría que la izquierda encabezara la lucha de mi pueblo, pero no es así. La lucha del pueblo palestino es una lucha por la liberación nacional y no hay que intentar imponer modelos de nadie. Cuando Palestina sea libre, yo quiero una Palestina socialista. Pero los que ahora luchan, los que están mejor organizados, los que están dándolo todo y los que están logrando el apoyo de la gente son los partidos islámicos. Y no vienen de Marte. Forman parte del pueblo palestino. Yo no puedo estar en contra de ellos. Cuando Al-Fatah luchaba en los años 70, tenía toda el apoyo del pueblo, más que la izquierda palestina que también luchaba. El liderazgo de los partidos de izquierda es decadente, lo que impide la emancipación de sus jóvenes militantes.
El auge del islam es evidente en toda la región.
Nos afecta todo lo que ocurre a nuestro alrededor, y por supuesto el auge del islam. Los partidos islamistas han ido ganando apoyo y poder con la ayuda de los partidos islamistas de los países vecinos. La izquierda no tiene apoyo de nadie, y mucho menos si no se está haciendo nada. Hezbollah e Irán protegen la resistencia palestina, más allá de las diferencias religiosas, que son chiítas y los palestinos son sunitas. También protegen al Frente Popular (FPLP, o PFLP en inglés), pero el FPLP no está organizado para tener una base amplia que se sume a la lucha. Sin embargo, las brigadas Abu Ali Mustafa, brazo armado del Frente Popular, participan en la lucha en Gaza, como siempre lo hacen en todas las confrontaciones con los sionistas. También participan algunos elementos de Fatah. Es gente que quiere luchar.
Se habla de Hamas como una «dictadura islámica», que reprime a las mujeres, que son como el ISIS… Y de ahí el marco general que Occidente utiliza para justificar el genocidio: la guerra entre Israel y Hamas. Claro. Eso no es nuevo.
Como consecuencia de esta maquinaria difamadora, la islamofobia ha ido creciendo año tras año, sobre todo en Occidente. Y así todo lo que tiene que ver con el islam es peligroso y nos recuerda el 11 de septiembre, el 11 de marzo… La gente de Hamas o de la Yihad Islámica ya no son los que eran al principio. Son mucho más abiertos. Estuve en Gaza hace dos años, y ya no ves a todas las mujeres con el velo. Los chicos y chicas se sientan juntos en las cafeterías, hablan, van juntos… El gobierno de un partido islámico tiene más libertad de la que creen en Occidente.
Por un lado, demonizan a Hamas, a los partidos islamistas, en el imaginario público, y por otro, tienes un Israel que ha construido una imagen de estilo europeo, desde Occidente se ve que unos son de los «nuestros» y los otros son la antítesis de nuestra sociedad. ¿Con quién empatizará la gente de Occidente? Esta es una de las bases para justificar el genocidio. Por eso dicen los medios que los palestinos mueren y los israelíes son asesinados. Al parecer, los palestinos no son asesinados, y en Israel no hay colonos armados hasta los dientes.
La lista de horrores es grande. Por ejemplo, quemaron todo un pueblo: Huwara, en Cisjordania, cerca de Nablus. O cuando quemaron la casa de los Dawabsha de la localidad de Duma, cuando todos estaban dentro, salvándose solo a un niño. O en Al Khalil, un joven herido en la tierra que fue rematado con un disparo… Estos casos no llegan hasta aquí, si la víctima no es israelí. Pero luego nos dicen que esos colonos son «civiles». Unos se parecen a los europeos y otros, de piel más oscura, son terroristas islámicos. A pesar de ser alguien de izquierdas, da igual, a las de izquierdas laicas también nos consideran terroristas. Todo se mete en el mismo saco.
Más allá de las discrepancias, existe, por tanto, una coordinación entre las facciones que constituyen la resistencia.
Desde el comienzo del bloqueo en Gaza y desde que gobierna Hamas, con los años han creado un gabinete de organización. Los once partidos con representación en Gaza se reúnen cada mes para tratar temas políticos y administrativos. Claro, Hamas tiene más peso, porque tiene mayoría. Pero también está participando la Yihad Islámica, el Frente Popular, el Frente de Liberación, etc… Y cuando hay ataques militares, los brazos armados se unen para organizar la resistencia. De los partidos políticos, cinco o seis tienen brazo armado y, además, participan milicias que no tienen nada que ver con Hamas.
Más de una vez te habrán preguntado sobre el ataque del 7 de octubre y si lo condenas. Te voy a plantear de otra manera: ¿el fin justifica los medios?
Lanzan miles de toneladas de bombas a hospitales, centros educativos, a una cárcel al aire libre sitiada durante 17 años, nos exterminan… ¿Qué objetivo justifica estos medios? ¿«Acabar con las milicias de Hamas»? Hay más de 6.000 personas encarceladas en Israel, muchas de ellas enfermas. Por ejemplo, Walid Daqqah, líder de la izquierda palestina, tiene un cáncer terminal y necesita atención médica especializada. Aunque la pena está cumplida, se lo niegan. Tienen niños encarcelados, es una tortura sistemática, siguen construyendo asentamientos, ataques en la mezquita de Al-Aqsa, y contra los cristianos de Jerusalén…
La resistencia advirtió hace tiempo de que la situación era insostenible y tendría consecuencias. El resultado es un ataque a unas colonias cercanas a Gaza el 7 de octubre. Y no olvidemos que estas tierras, al otro lado de la valla de Gaza son las tierras de los refugiados que sobreviven en la Franja de Gaza. Estos colonos viven despreocupados, teniendo a la par dos millones y medio de personas encerradas en condiciones infrahumanas.
Fue una sorpresa para todos.
El objetivo de la resistencia en este ataque inesperado era entrar y capturar a militares y colonos para utilizarlos como moneda de cambio para liberar a los prisioneros palestinos. Pero la reacción de los militares israelíes fue mucho más lenta de lo que esperaban, y se llevaron a mucha gente. Hay que destacar también, que muchos de los que murieron en esta acción armada de las colonias fueron asesinados por el propio ejército israelí, disparando a todo lo que se movía desde el cielo. Pero más allá de ese caso concreto, una conocida resolución de las Naciones Unidas dice que los pueblos ocupados tienen derecho a la defensa, incluida la violencia armada. Este derecho va más allá de la posibilidad de defenderse ante los ataques de los ocupantes: los pueblos ocupados pueden tomar iniciativas y atacar al ocupante. Eso es lo que hace la resistencia palestina.
Además de Palestina, Israel ha invadido tres de los cuatro países limítrofes: Siria, Líbano y Egipto. Ante el genocidio, ¿dónde están los países árabes, los países vecinos?
Europa colonizó la región árabe-musulmana del Mediterráneo oriental y del norte de África. Tras la descolonización, el Reino Unido y Francia impusieron a las autoridades, las cuales les debían lealtad para defender sus intereses mutuos. Las familias reales de Jordania y Arabia Saudí son un buen ejemplo. Gente muy rica, con negocios en Occidente, que envía a sus hijos a los internados del Reino Unido desde la infancia para preparar el reinado del futuro. Occidente descolonizó la zona de forma involuntaria, pero no se fueron del todo. El canal de Suez, el petróleo, el gas… Estos intereses son la causa de la creación del Estado de Israel en el corazón de Oriente Medio.
Los pueblos de nuestra región no han podido ejercer el derecho de autodeterminación. Las repúblicas y las que tienen elecciones tampoco son transparentes, ni fiables, ni democráticas, y más aún con la oposición encarcelada. En Egipto, el presidente Al-Sisi tiene presos a 60.000 egipcios por motivos políticos. Las autoridades jordanas temen este tema, ya que el 70% de la población es palestina. Se comportan siempre con mucha moderación, con expresiones «políticamente correctas». La excusa de estos países son los Acuerdos de Oslo y la «normalización» de las relaciones de ANP con Israel. Es decir, «si lo han hecho ellos, ¿por qué no nosotros?», dicen. China no aceptó Israel hasta 1991, hasta la conferencia de paz en Madrid. Las consecuencias de los Acuerdos de Oslo han beneficiado a Israel. Para ellos ha sido un acuerdo excelente. Para los palestinos el resultado es evidente. Nada bueno.
Frente a la posibilidad de que los palestinos vayan a sus tierras, Jordania y Egipto dicen «no podéis entrar»
Sí, por sus intereses. No quieren que los palestinos entren, pues eso pondría en peligro el control sobre su población. Temen la perturbación que causaría la entrada de los palestinos, porque la gente de Gaza es muy rebelde, y podrían levantar al pueblo y caerían estos gobiernos. Autorizar una segunda Nakba es un peligro ante la opinión de sus pueblos. También pueden surgir preguntas incómodas. Por ejemplo, si un pequeño grupo armado de 1.300 personas ha golpeado tanto al ejército israelí y a los todopoderosos servicios de inteligencia, ¿por qué no pueden hacer nada nuestros ejércitos, mucho más armados y preparados que la resistencia palestina?
Una de las razones por las que la resistencia palestina atacó el 7 de octubre podría ser la paralización del proceso de normalización promovido por Israel en los últimos años con países árabes como Bahrain, Egipto, Marruecos, Arabia Saudí…
Ha sido la fecha elegida. En primer lugar, la situación de la Palestina Ocupada ha empeorado exponencialmente en los últimos años y la resistencia había advertido que respondería si Israel no paraba. Así ha ocurrido. En segundo lugar, querían poner el bloqueo de Gaza sobre la mesa. El bloqueo lleva 17 años y nadie hablaba de ello. Y, en tercer lugar, como usted dice, han conseguido detener el proceso de normalización que Arabia Saudí estaba a punto de firmar con Israel.
Arabia Saudí tiene una gran importancia no solo en toda la región árabe, sino también en el mundo musulmán. Mira la reacción del Gobierno de Turquía. Se trata de un país plenamente normalizado por las relaciones diplomáticas y económicas con la entidad sionista, que también realiza maniobras militares conjuntas. Es un mero cálculo e interés político, Erdogan sabe que la mayoría de su población está totalmente en contra de la masacre de Gaza. Bahrain ha firmado acuerdos de normalización con Israel, pero ahora ha retirado al embajador. En Marruecos también hay manifestaciones masivas. El único que sigue colaborando directamente con Israel, y por supuesto con EE UU, son los Emiratos Árabes. Los negocios son una prioridad allí. El ataque de la resistencia y la posterior masacre israelí han revolucionado el proceso de estos acuerdos.
Estados Unidos, Francia, Alemania, Gran Bretaña… Los principales promotores y justificadores del genocidio israelí son los mismos que proponen una y otra vez la solución de dos Estados.
Entre los partidos políticos de Euskal Herria también es este el camino predominante. Porque es la postura más fácil. Es una forma de eliminar la responsabilidad: «Que hablen palestinos e israelíes y que se arreglen». Yo he estado en contra de esa solución y lo sigo estando. Ellos saben que no es viable. Llevamos 30 años esperando estos dos Estados. No quieren renunciar a que Israel esté en territorio palestino porque Israel forma parte de Occidente y seguirá defendiendo sus intereses. Ni siquiera quieren escuchar hablar de la descolonización.
La colonización de Palestina se programó y organizó desde Occidente. No se preocuparon del genocidio contra los judíos, no les dieron derechos, apoyos y facilidades para volver a sus lugares de origen (Alemania, Francia, Inglaterra, Ucrania, Polonia…). Llevaron el «problema» a Palestina, expulsaron a las personas judías de Europa, a Palestina, y decidieron dividir el territorio en Naciones Unidas y facilitar la creación de un Estado judío. Todo esto es responsabilidad de Occidente. Para negarse y justificarse de alguna manera, hablan del Estado de Israel y del Estado Palestino.
Si estuvieran realmente comprometidos con el cumplimiento del derecho internacional y de las resoluciones de las Naciones Unidas, que históricamente han sido injustas para los palestinos, empezando por la partición de Palestina, deberían aplicar en primer lugar la resolución 194: el derecho al retorno. Entonces todos los refugiados palestinos deberían volver a sus lugares de origen, pero saben que eso sería el fin del Estado de Israel. Del mismo modo, dando los mismos derechos a todas las personas, el apartheid y el Estado de Israel, en la forma que ahora conocemos, acabarían. Pero no. Proponen dos Estados. Para uno el 80% del territorio robado y para los palestinos el 20%. La solución de los dos Estados es decirles a los palestina «Adaptaros de alguna manera». Pero, sin embargo, si eso es lo que realmente quieren, que dejen de armar, financiar y ayudar a Israel. Que no sean parciales. Y cuando lo hagan, entonces, tranquilos, nosotros mismos nos vamos las vamos a arreglar.
Ante esta situación, más allá de la solidaridad abstracta con el pueblo palestino, ¿qué podemos hacer aquí y ahora?
Si el genocidio no se detiene, deberíamos recurrir a la desobediencia civil. En este sentido, en el Estado español la Ley Mordaza sigue vigente, y por eso hay que pedir al nuevo gobierno que la derogue de una vez. Si los gobiernos siguen sin oír a la gente que dice «¡basta!», tendremos que ir a donde están, a las sedes de los gobiernos de las comunidades autónomas, a las diputaciones, a las sedes de los partidos políticos, a los ayuntamientos… Tenemos que ir a su puerta para pedir medidas concretas, cuanto antes. En el caso del Estado español, además, parece que tenemos que estar contentos porque nos dejan manifestarnos, viendo lo que ocurre en otros países europeos.
¿Y romper con Israel? ¿Dejar de venderle armas?
Dejar de dar armas es lo mínimo, y el Estado español tiene un gran comercio de armas con Israel.
El antisemitismo es un comodín de Europa e Israel para defenderse ante todas las críticas a la organización sionista.
Nadie debe ser discriminado por sus creencias, por su cultura, por su ideología… pero en muchos países occidentales se utiliza el antisemitismo para silenciar las voces que defienden la causa palestina. No olvidemos que la judeofobia nació en Europa, no en Palestina. En Palestina siempre hemos convivido.
Usted misma trabaja con personas judías.
Trabajamos mano a mano con las compañeras del movimiento judío antisionista. Ellos también se oponen al Estado de Israel y defienden la liberación de Palestina. Estamos en la misma lucha.
¿Hay izquierda en Israel?
Etiquetar es muy sencillo. ¿Ser de izquierdas es defender los derechos de los pueblos y el derecho de autodeterminación, o ser de izquierdas es colonizar otro pueblo para crear su propio Estado? No, no hay izquierda israelí. La izquierda no puede defender un Estado basado en matanzas. Una persona de izquierdas no puede justificar la invasión de un pueblo basándose en la religión. Se creó el Estado de Israel argumentando que la religión judía y sus seguidores tienen derecho a un Estado en Palestina. No puede ser de izquierdas y defender que un Estado solo debe ser para judíos. La izquierda israelí defiende la democracia y los derechos, pero solo para los judíos israelíes. Dicho de otro modo, ¿hay colonos anti-colonialistas?
Eso es. Y no olvidemos, por ejemplo, que cuando ocurrieron las matanzas de Sabra y Shatila, fue con un gobierno «de izquierdas». He tenido contacto con muchas mujeres de Hamas y puedo decir que son mujeres empoderadas y capacitadas. Si miramos a las instituciones políticas palestinas y a los representantes de sus brazos armados, vemos a hombres con corbata, hombres armados, hombres diplomáticos…
La mujer siempre ha sido parte de la resistencia palestina. Puede sorprender, pero el propio Hamas tiene más mujeres militantes que otros partidos de la izquierda palestina. Tienen diputadas, están en grupos armados, en la Policía de Hamas… He tenido contacto con muchas mujeres de Hamas y puedo decir que son mujeres empoderadas y capacitadas. Jader Adnan, preso político del Yihad Islámico, falleció en mayo en huelga de hambre y la mayor defensa de su caso la ha llevado su mujer: se ha manifestado en la calle, ha hablado en los medios de comunicación… y es una mujer totalmente cubierta. La hemos entrevistado nosotras. Es un tipo de mujer que el mundo occidental no quiere ver. No quiere ver a la mujer cubierta, y mucho menos si está empoderada. La imagen debe ser de mujer sumisa.
Pero está claro que los hombres son la mayoría de los que se desplazan y hablan públicamente. Nadie está a salvo del patriarcado. Las mujeres feministas y las mujeres de izquierda de Palestina estamos luchando por cambiar esto. Nosotras, desde la diáspora, en la misma carta fundacional del movimiento Masar Badil hemos dicho que el movimiento debe ser liderado por mujeres. No hablamos de cuotas o medidas para aumentar la participación de las mujeres. No. Decimos que el liderazgo debe ser femenino y también juvenil. Sin embargo, la mayoría de los que hablan en nombre de Palestina son hombres mayores de 70 años. ¿Dónde está la juventud palestina, casi el 70% de la población? Los medios occidentales no hablan con representantes de resistencia palestina, entrevistan a Mahmoud Abbas y a su lobby, pero nadie habla con la resistencia. Curiosamente, en la resistencia participan muchos más jóvenes que en partidos políticos como Fatah, Frente Popular o Frente Democrático.
Más allá de las diferencias políticas, hoy en día la mayoría de los palestinos esta a favor de la resistencia. Pero las reivindicaciones de las manifestaciones que se hacen en Occidente en solidaridad con Palestina son más difusas y muchas no hablan de resistencia.
Eso es un supremacismo blanco eurocentrista. Desde Occidente queremos imponer «nuestro» modelo. Las izquierdas deberíamos respetar la voluntad de los pueblos y sus movimientos de liberación. La resistencia palestina es un movimiento de liberación, nos puede gustar más o menos, pero es la que ha elegido el pueblo y esa resistencia tiene el respaldo mayoritario. En la resistencia de Vietnam seguramente predominaban los movimientos de izquierdas, pero también había gente de derechas. Y, por supuesto, se les tenía que ayudar. ¿A caso los movimientos de liberación nacional en África han sido de izquierda? No, pero se les tiene que ayudar. La gente de la izquierda podemos ayudar a la izquierda palestina para que crezca y tenga más influencia, pero no podemos imponer nada. Decir «Como son islamistas y de derechas, y nosotros somos de izquierdas, no podemos apoyarles» es pensar que somos mejores que los demás.
La violencia y la lucha armada siempre generan debate.
Todos los pueblos del mundo, nos guste o no, han sido liberados mediante la lucha armada. No hay país que haya sido liberado porque el colonizador un día despertó y se dio cuenta de que tiene ética y decidió dejar vivir en paz a los oprimidos. Ojalá no tuviéramos que luchar porque tanta gente está muriendo. Es cierto que el precio es alto, pero no había otro camino, porque la causa palestina iba quedando en el olvido, mientras los sionistas limpiaban y normalizaban su imagen. Israel hace lo que hace porque tiene impunidad y la protección incondicional del poder político, mediático y económico occidental. Pero el silencio de los pueblos también lo ha garantizado. La matanza del pueblo palestino es continua y se lleva a cabo a fuego lento. Día a día y año a año. Cuando los colonos quemaron a un joven de 16 años en Jerusalén, Mohammed Abu Khdeir, le hicieron beber gasolina y luego le prendieron fuego, la gente no se movió. Este caso es común en Israel, porque era palestino y no pasa nada. A nivel internacional, no se dijo nada. No es aceptable pedir a los palestinos que no participen en la lucha armada, porque nos están matando.
2 de noviembre de 2024
Publicado originalmente en euskera en Argia https://www.argia.eus/argia-astekaria/2848/jaldia-abubakra
Traducido al castellano por Andrea Lubadeh, del movimiento Alkarama.