Hay que destacar que la primera causa del surgimiento del dominio imperial definido en su generalidad, fue la de arrancar a otro pueblo los recursos energéticos que tenía y, por tanto, quitarles las mujeres, especialmente las jóvenes. Se sabe que el trabajo de las mujeres aportaba alrededor del 70% de las necesidades energéticas de las comunidades, siendo además la caza una práctica en la que también participaban las mujeres1. J. Mosterín ha analizado cómo uno de los primeros imperialismos estudiados con rigor, el de los pueblos indoeuropeos, se caracterizaba por dejar de lado por un momento las disputas entre ellos por el robo mutuo de ganado para aliarse en el saqueo imperialista de otros pueblos y de sus mujeres:
La riqueza de la tribu se medía por el número de sus vacas. Esto conducía a constantes reyertas entre las tribus arias que se acusaban mutuamente de robarse las vacas o que se disputaban los pastos y los terrenos. Pero, a pesar de estas escaramuzas intertribales, todas las tribus arias eran solidarias en su lucha contra los dasas (los indígenas y supervivientes de Harappa) de piel oscura, de labios gruesos y nariz achatada. Ya entonces dasi (femenino de dasa) pasó a significar «esclava» y más tarde, en sánscrito clásico, dasa pasaría a significar «esclavo», en general2.
J. Mosterín nos está explicando cómo los ataques indoarios contra el pueblo dasa tenían un objetivo tan claro, el saqueo de sus mujeres y de sus recursos, que el propio lenguaje indoario, patriarcal, terminó reflejando esa práctica imperialista, normalizándola. La importancia de las mujeres del pueblo invadido es reconocida por el Deuteronomio (20,10−16) cuando manda a los hebreos que den muerte a todos los adultos que han sobrevivido a la derrota, pero dejen con vida como esclavas a las mujeres e impúberes3. J.F.C. Fuller, reconocido historiador militar, afirma explícitamente que las violaciones de mujeres han sido «consideradas en casi todas las épocas como legítimo botín del soldado»4.
Aunque en esta ponencia carecemos de espacio, sí queremos indicar que desde los primeros registros históricos están constatadas las luchas contra la explotación, el esclavismo y la dominación imperial. Se puede hablar de «disturbios sociales»5 en la ciudad de Kish de alrededor de ‑2900 y ‑2700, y desde luego en ‑2352 cuando se dio en Lagash uno de los primeros golpes de Estado de orientación revolucionaria o cuando menos progresista. Uruinimgina impuso «reformas sociales» como la supresión de impuestos, el perdón de las deudas, la prohibición de extorsiones, la expulsión de usureros, ladrones y criminales, la defensa de viudas y huérfanos, entre otras más6. El poema de Gilgamesh de −2500÷−2000 narra la lucha del pueblo contra explotadores que deciden castigarlos con el diluvio7 y crear una nueva raza humana que trabaje de sol a sol, se deje explotar y no se subleve nunca más: una de las razones de esta rebelión fue acabar con las violaciones de las que eran objeto.
A.D. Smith utiliza lo que la dialéctica define como «concepto flexible» para explicar que el nacionalismo pre burgués surgió desde el momento en el que un pueblo mantenía una: «resistencia colectiva a la dominación extranjera». Basándose en esa tesis explica que hititas, hurrios, persas, medos, fenicios, escitas, urartios, arameos, eramitas, kasitas, nubios, etc., eran pueblos con especificidad cultural y contigüidad territorial y, más aún, que la guerra de Adad-Nirari (911−891 a.C) contra los enemigos de Asiria era una guerra de «liberación nacional»8 pre burguesa. Según este autor tenemos al menos tres criterios para definir el nacionalismo al margen de la época histórica que tratemos: la cultura propia, el territorio y la autodefensa.
Es obvio que Smith estudia pueblos más evolucionados que los de la comunidad primitiva a la que se refiere Marx, pero es igualmente cierto que la guerra en cuanto tal sigue manteniendo su mismo y esencial objetivo: adquirir o defender una propiedad. Por su parte F. Lara Peinado nos ofrece una descripción sintética tanto del estado de casi permanente inseguridad política interna de los poderes sumerios, desde la sublevación de Sargón contra el rey legítimo Ur-Zababa, derrotándolo, como del estado de guerra casi permanente contra otros pueblos y también contra sus reiteradas sublevaciones por la opresión que sufrían, existiendo algunos especialmente fanáticos de su independencia y libertad como los misteriosos qutu: «un pueblo que no toleraba control alguno»9.
Las luchas de los grupos étnicos, por denominarlos de algún modo, para defender su libertad o para recuperarla no desaparecieron nunca del todo, y llegó un momento en el que jugaron un papel crucial. En otro texto diferente al antes citado, el mismo investigador afirma que: «Los movimientos de estos pueblos, unidos al malestar general de las ciudades sumerias, causado por las reformas acadias y por problemas religiosos que provocaron levantamientos independentistas (caso de Uruk con su IV dinastía) motivaron la definitiva caída del Imperio acadio»10.
Las resistencias de los pueblos al dominio imperial surgían de algo tan intolerable como el sistemático saqueo imperialista al que eran sometidos. Conviene detenernos en la siguiente descripción de los grandiosos beneficios que obtenía el imperialismo egipcio:
Enormes cantidades de mano de obra se empleaban en trabajos forzados dentro de la misma provincia y se deportaban esclavos y esclavas como propiedad de los templos, del palacio real o de los altos funcionarios. Anualmente se recogían tributos en especie, lo que nos da una imagen clara de los productos de Siria y Palestina. En primer lugar había que entregar productos agrarios (trigo, aceite, especias) y, en segundo, madera del Líbano, metales, sobre todo grandes cantidades de cobre, piedras semipreciosas, objetos artísticos y suntuarios y, naturalmente, armas. Aparte de esto, se transportaba a Egipto ganado en grandes cantidades, especialmente caballos, en cuya cría destacaban las regiones periféricas de Siria y Palestina. Incluso animales exóticos de esos países, como el oso y el elefante de Siria septentrional, y diversas clases de plantas desconocidas en Egipto, pasaron a los jardines zoológicos y botánicos reales para realzar el prestigio de los faraones y subrayar las dimensiones ilimitadas de su poder11.
Viendo la magnitud del expolio comprendemos tanto la magnitud de las resistencias al imperialismo egipcio, como la táctica de control y desnacionalización de los pueblos ocupados empleada por Tuthmosis III (−1479÷−1425) consistente en mantener en sus puestos a los soberanos que se rendían sin batalla, pasando a ser vasallos, pero teniéndoles cogidos en lo que más querían: sus hermanos e hijos vivían como rehenes en Egipto para que no se sublevaran sus familiares, con lo que, con el tiempo: «Palestina y Siria vivieron intensamente la influencia egipcia»12. Avanzando en el tiempo, no es casualidad que fuera durante el inicio del comercio marítimo, con la organización militar que requería y con el enclaustramiento de las mujeres en sus casas mientras sus hombre hacían negocios robando a otros pueblos, o sea entre los siglos –VIII y –VII, se escriturase la Odisea, tenida como «el primer manifiesto de dominación masculina sobre la libertad de expresión de la mujer»13. En esta cumbre del machismo se narra cómo Penélope era acosada por muchos pretendientes mientras su marido, Ulises, buscaba enriquecerse a costa de otros pueblos.
Las protestas, rebeliones y guerras nacionales contra la dominación imperial se extendían en la medida en la que los reinos, Estados e imperios endurecían los saqueos y hasta el genocidio de pueblos. Esto lo entendieron perfectamente las clases dominantes griegas que, ante la agudización de las sublevaciones populares, sobre todo a partir del ‑371, decidieron en el ‑338 que la Liga de Corinto dirigida por Filipo de Macedonia asumiera la prioridad de acabar con las rebeliones de los pueblos, siendo el primer tratado entre griegos con esta cláusula represiva y, posiblemente, el primer plan de contrainsurgencia interestatal14 para salvar la propiedad privada.
Si queremos acceder a una definición casi exacta de lo que es la dominación imperial como método global, totalitario y totalizante, de explotación en su esencia más inhumana, leamos estas palabras atribuidas a Gengis-Khan (1162−1227): «El mayor placer es el de vencer al enemigo, expulsarle, sustraerle sus bienes, ver bañados en lágrimas a los seres que le son queridos, montar sus caballos, apretar en vuestros propios brazos a sus mujeres y sus hijas»15. Es una definición que lo sintetiza todo, resume todas las características esenciales de las violencias imperialistas: el placer económico del agresor que se apropia de Bolivia en 2019, por ejemplo, porque cree que ha vencido a su pueblo y puede expulsarlo de las tierras que contienen litio y otras riquezas, y así «sustraerle sus bienes» y «montar sus caballo»; el placer racista de quien disfruta golpeando y viendo llorar a las «razas inferiores», y muy especialmente el placer sádico de la violación de mujeres, el placer de la sexualidad imperialista que viola a las mujeres de las naciones que oprime.
Muy poco, desde luego nada esencial, podemos añadir a esta definición básica atribuida a Gengis-Khan, que no sean cuestiones particulares y singulares de imperialismos concretos según las características del modo de producción que los origina. En efecto, entre 1162 y 1478, en esos 316 años que separan el nacimiento de Gengis-Khan del de Pizarro, exterminador de los pueblos incaicos, se ha producido un cambio esencial: en el Estado español se imponía de forma irreversible el mercado burgués que reducía todos los valores, precios y placeres, también los sufrimientos, al oro como el equivalente universal. Es por esto que cuando un fraile le reprochó a Pizarro sus métodos salvajes contra la población india, pidiéndole que les tratara de mejor manera, este le respondió: «No he venido aquí para eso, sino para sacarles el oro»16, y como consecuencia de esta obsesiva fiebre por el oro los pueblos andinos y americanos en general han sido masacrados. Basta ver la sobreexplotación de las venas de plata de Sumaj Orco, Potosí, desde 1545 «por colonialistas, neocolonialistas, imperialistas y transnacionales burguesas españolas, estadounidenses, británicas y chilenas»17, y siempre en detrimento del empobrecido y machacado pueblo boliviano.
En las estepas y montañas de Eurasia, las caravanas protegidas militarmente trasladaban muchas mercancías, joyas, oro, especias, bienes de mucho valor, esclavos y esclavas. Pero si Pizarro quería llevar al Estado español lo que saqueaba en los Andes, debía hacerlo con los barcos de la época por lo que debía emplear medios de valor equivalentes pero que ocuparan y pesaran poco: oro, plata, especias y apenas nada más. La diferencia básica estriba en que el mercado burgués ya dominaba a finales del siglo XV y el de las caravanas del siglo XII tenía aún bastante de trueque preburgués. A pesar de esto, los crímenes de Gengis-Khan y los de Pizarro son los mismos y buscaban el mismo objetivo que colonialistas, neocolonialistas, imperialistas y transnacionales burguesas españolas, estadounidenses, británicas y chilenas posteriores, aunque ya apenas buscasen oro sino petróleo, litio, coltán… y empleasen dólares, euros o dinero electrónico.
De la misma forma en que tampoco podemos añadir nada cualitativo más a las formas elementales de resistencia antiimperialista de los pueblos que se resistían a la ferocidad de Gengis-Khan, Pizarro y las transnacionales capitalistas, sí podemos y debemos aprender de estas palabras de Fidel Castro que unen perfectamente los objetivos del imperialismo con las razones del antiimperialismo. Corresponden a una arenga improvisada en el momento crítico del desembarco de tropas mercenarias contrarrevolucionarias pagadas y entrenadas por Estados Unidos el 17 de abril de 1961:
¡Adelante cubanos! A contestar con hierro y fuego a los bárbaros que nos desprecian y que pretenden hacernos regresar a la esclavitud. Ellos vienen a quitarnos la tierra que la revolución entregó a los campesinos y cooperativistas; nosotros combatimos para defender la tierra de los campesinos y cooperativistas. Ellos vienen a quitarnos de nuevo las fábricas del pueblo, los centrales del pueblo, las minas del pueblo; nosotros combatimos por defender nuestras fábricas, nuestros centrales, nuestras minas. Ellos vienen a quitarles a nuestros hijos, a nuestras muchachas campesinas las escuelas que la revolución les ha abierto en todas partes; nosotros defendemos las escuelas de la niñez y del campesinado. Ellos vienen a quitarles al hombre y a la mujer negros la dignidad que la revolución les ha devuelto; nosotros luchamos por mantener a todo el pueblo esa dignidad suprema de la persona humana. Ellos vienen a quitarles a los obreros sus nuevos empleos; nosotros combatimos por una Cuba liberada con empleo para cada hombre y mujer trabajadores. Ellos vienen a destruir la patria y nosotros defendemos la patria18.
Aunque la invasión verdadera, en sentido estricto, es la militar, la ocupación militar, hay sin embargo muchas formas de invasión, como la económica, en especial en su forma de deuda, la cultural, etc.; pero lo que les identifica a todas ellas cuando son lanzadas por el imperialismo es que buscan los objetivos queridos por Gengis-Khan y frontalmente rechazados por Fidel Castro. Hemos visto la invasión cultural de la Factoría Disney con su enorme poder de manipular la mente humana, y ahora mismo estamos viendo y sufriendo las violencias múltiples e integradas del imperialismo contra Venezuela, por referirnos al lugar geo cultural de emancipación en el que debatimos esta ponencia: los ataques que está sufriendo TeleSUR19, reforzados con una campaña muy planificada de la que se integran las violencias económicas, políticas y religiosas a las que volveremos, tienen como objetivo inmediato recomponer si fuera posible la derruida figura política del esperpéntico Guaidó20 para, de inmediato, abrir las puertas de la nación al imperialismo.
Hoy en día, las invasiones imperialistas conllevan violaciones de mujeres de forma inmediata: más de un millón de alemanas al acabar la Segunda Guerra Mundial21; y de forma mediata, con el asentamiento de la industria de la prostitución tanto para el ejército ocupante como para la «exportación» de «mercancía sexual» a los países imperialistas, trata de mujeres que se realiza incluso sin invasión militar previa, simplemente con la invasión económica22. El caso de las violaciones de mujeres y niñas en Haití –más de 2.000– por tropas de la ONU que deberían «proteger»23 a la población es un ejemplo entre muchos. Pero aún es más feroz la impunidad del imperialismo sexual que realizan las grandes mafias internacionales con el apoyo oculto de las policías y la gran banca que limpia el dinero y lo reintegra en la economía «legal», tema al que volveremos al analizar las relaciones entre droga e imperialismo.
- Marta Salguero: La mujer también cazaba: una exposición rompe el sesgo de género de la evolución humana, 23 de febrero de 2018 (https://www.eldiario.es/aragon/cazaba-exposicion-genero-evolución-humana_0_743326114.html).
- Jesús Mosterín: El pensamiento arcaico, Alianza Editorial, Madrid 2006, pp. 230 – 231.
- Juan Vernet Ginés: Los Orígenes del Islam, Albor, Madrid 2005, p. 70.
- J. F. C. Fuller: Batallas decisivas, RBA, Barcelona 2006, tomo 1, p. 114.
- Federico Lara Peinado: La Civilización Sumeria, Historia 16, Madrid 1999, pp. 40 – 41.
- Federico Lara Peinado: Idem., pp. 51 – 52.
- Abel Rebollo: «Una historia de rebelión y diluvio», Días rebeldes, Octaedro, Barcelona 2009, pp. 10 – 12.
- Anthony D. Smith: Las teorías del nacionalismo, Península, Barcelona 1976, pp. 217 y ss.
- Federico Lara Peinado: «Mesopotamia», Historia de la Humanidad, Arlanza Ediciones, Madrid 2000, tomo 3, p. 31.
- Federico Lara Peinado: La Civilización Sumeria, op. cit., p. 78.
- AA.VV.: Los imperios del antiguo oriente II, Siglo XXI, Madrid 1992, pp. 158 – 161.
- AA.VV.: Idem., pp. 158 – 161.
- Mónica Zas Marco: Lo que Mary Beard nos enseñó sobre la misoginia clásica (y actual), 25 de mayo de 2016 (https://www.eldiario.es/cultura/feminismo/Mary-Beard-xenofobia-misoginia-social_0_519698341.html).
- M. Austin‑P. Vidal-Naquet: Economía y sociedad en la Antigua Grecia, Paidós, Barcelona 1986, p. 135.
- Emile Wanty: La Historia de la Humanidad a través de las guerras, Alfaguara, Madrid 1972, tomo I. p. 69.
- Anthony Pagden: Pueblos e Imperios, Mondadori, Barcelona 2002, p. 92.
- Fernando Acosta Riveros: Las riquezas de Potosí son para los bolivianos, 4 de septiembre de 2009 (https://www.aporrea.org/energia/a85975.htm).
- Fidel Castro: La Revolución Cubana 1953⁄1962, ERA, México 1975, p. 331.
- Carlos Aznárez: Todos, todas, somos Telesur, 14 de enero de 2010 (http://www.resumenlatinoamericano.org/2020/01/14/todos-todas-todes-somos-telesur-por-carlos-aznarez/).
- MisiónVerdad: EEUU mete la mano (otra vez) para salvar a Guaidó, 12 de enero de 2020 (https://www.lahaine.org/mundo.php/eeuu-mete-la-mano-otra).
- M.P.V.: Los soldados aliados violaron más de un millón de mujeres y niñas alemanas tras la II Guerra Mundial, 12 de mayo de 2015 (https://www.abc.es/cultura/20150302/abci-segunda-guerra-mundial-violaciones-201503021049.html).
- Felke Halsema: La alcaldesa de Ámsterdam se replantea la existencia del Barrio Rojo: «Son mujeres extranjeras vulnerables y humilladas», 18 de enero de 2020 (https://www.eldiario.es/theguardian/Femke-Halsema-alcaldesa-Amsterdam_0_985851825.html).
- Los cascos azules de la ONU abusaron de 2.000 mujeres y niñas en Haití, según un informe, 19 de diciembre de 2019 (https://www.lavanguardia.com/internacional/20191219/472357642967/haiti-abusos-onu-mujeres-minustah.html).