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Anti­im­pe­ria­lis­mo e internacionalismo

Ponen­cia a deba­te en Encuen­tro anti­im­pe­ria­lis­ta por la Vida, la Paz y la Sobe­ra­nía a cele­brar en Cara­cas los días 22 al 25 de enero de 2020.

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En abril de 1790 los pro­pie­ta­rios blan­cos de Hai­tí menos bru­ta­les decre­ta­ron una Asam­blea Gene­ral a la que solo podían acu­dir quie­nes pose­ye­ran más de vein­te escla­vos, simul­tá­nea­men­te los peque­ños pro­pie­ta­rios mula­tos pre­sio­na­ban para que se reco­no­cie­sen sus dere­chos. Ante la nega­ti­va de los pri­me­ros, los segun­dos se insu­rrec­cio­na­ron pero fue­ron ven­ci­dos por­que al negar­se a reco­no­cer los dere­chos de los escla­vos, estos no se suma­ron a la suble­va­ción. La repre­sión blan­ca eje­cu­ta­da en febre­ro de 1791 fue atroz. A par­tir de aquí los escla­vos com­pren­die­ron que no tenían otra opción que la gue­rra y en agos­to de 1791 «la insu­rrec­ción comen­zó al lla­ma­do de un sacer­do­te vudú de ori­gen jamai­cano, el escla­vo Bouk­man, quien no sobre­vi­vió a los pri­me­ros com­ba­tes»1.

Sin embar­go, en esta pri­me­ra fase de la revo­lu­ción la escla­vi­tud aún seguía vigen­te y solo fue bajo la extre­ma ame­na­za cau­sa­da por una doble inva­sión espa­ño­la e ingle­sa. Pre­via­men­te los inva­so­res habían inten­ta­do atraer­se a sec­to­res de escla­vos aún no suma­dos a la revo­lu­ción, pro­me­tién­do­les refor­mas sig­ni­fi­ca­ti­vas, solo enton­ces, el blo­que revo­lu­cio­na­rio for­ma­do por negros libres, mula­tos y un redu­ci­do sec­tor de peque­ños pro­pie­ta­rios blan­cos, abo­lió la escla­vi­tud a fina­les de agos­to de 17932, por lo que debe decir­se que «la revo­lu­ción nace en Hai­tí»3 por­que lle­gó a la raíz del sis­te­ma escla­vis­ta-capi­ta­lis­ta en su sen­ti­do abso­lu­to: el pro­ble­ma de la pro­pie­dad pri­va­da4 tan­to de la tie­rra como de los mis­mos seres huma­nos. Com­pren­de­mos así que la resis­ten­cia hai­tia­na fue­ra ya enton­ces, antes de la vic­to­ria defi­ni­ti­va, un pode­ro­so aci­ca­te para las suble­va­cio­nes de los y las escla­vas, como la que se dio en la Vene­zue­la de 1795 en la serra­nía de Coro5. Des­de estos años, Esta­dos Uni­dos tenía una razón más para apo­de­rar­se de Cuba: impe­dir que su inde­pen­den­cia y la con­si­guien­te abo­li­ción de la escla­vi­tud azu­za­ra los incen­dios de las resis­ten­cias, hui­das y rebe­lio­nes escla­vas en Esta­dos Uni­dos6, como había ocu­rri­do con la libe­ra­ción haitiana.

Los «sobrios hom­bres de nego­cios» sabían «que tenían tan­to que per­der»7 por­que en 1789 Hai­tí pro­du­cía el 75% de la caña de azú­car mun­dial que venía a ser una espe­cie de «petró­leo» por­que ade­más de su valor culi­na­rio, tenía un valor ener­gé­ti­co apre­cia­ble como des­cu­brie­ron los indus­tria­les ingle­ses al dar­se cuen­ta que un cuen­co de agua her­vi­da con té –dro­ga exci­tan­te que reac­ti­va la con­cien­cia, fre­na el sue­ño, etc. – , más el poder caló­ri­co de una ración de azú­car recom­po­nía la gas­ta­da fuer­za de tra­ba­jo para seguir sien­do explo­ta­da. Ese «oro blan­co» se fabri­ca­ba gra­cias a una explo­ta­ción sal­va­je, uno de cada tres escla­vos moría por ago­ta­mien­to antes de cum­plir los tres años de tra­ba­jo en la isla, a los que se les nega­ba la ver­sión bur­gue­sa de los dere­chos huma­nos: Tous­saint, diri­gen­te hai­tiano, dijo que «hemos sabi­do enfren­tar el peli­gro para obte­ner nues­tra liber­tad, sabre­mos desa­fiar a la muer­te para man­te­ner­la»8.

Efec­ti­va­men­te, ven­cie­ron al poten­te ejér­ci­to fran­cés. Marx dijo que Napo­león envió a esa inva­sión a los regi­mien­tos más repu­bli­ca­nos para qui­tár­se­los de enci­ma: «para que allí los mata­ran los negros y la pes­te»9. Las últi­mas tro­pas fran­ce­sas fue­ron ven­ci­das en noviem­bre de 1803 y en enero de 1804, los nue­vos diri­gen­tes de la isla recu­pe­ra­ron su nom­bre indio. “He dado san­gre por san­gre a los caní­ba­les fran­ce­ses, pro­cla­mó Des­sa­li­nes. “He ven­ga­do a Amé­ri­ca”»10, dijo este diri­gen­te revo­lu­cio­na­rio al pro­cla­mar la Repú­bli­ca de Hai­tí, la pri­me­ra nación ver­da­de­ra­men­te inde­pen­dien­te de Amé­ri­ca Lati­na. Fue el mis­mo Des­sa­li­nes el que decre­tó medi­das estruc­tu­ra­les para ase­gu­rar de for­ma irre­ver­si­ble que no vol­vie­ra aque­lla for­ma de escla­vi­tud, tam­bién repar­tió tie­rras entre los cam­pe­si­nos des­po­seí­dos y prohi­bió que los extran­je­ros blan­cos tuvie­ran pro­pie­da­des en Hai­tí11.

Debe­mos ren­dir honor al pue­blo hai­tiano por­que recha­zó el nom­bre ofi­cial de su terri­to­rio pues­to por los inva­so­res –isla La Espa­ño­la– reins­tau­ran­do el nom­bre del exter­mi­na­do pue­blo arahua­co que la habi­ta­ba: Hai­tí. Un ejem­plo de inter­na­cio­na­lis­mo como pocos en la his­to­ria, de etno­gé­ne­sis de una nación nue­va crea­da median­te el sin­cre­tis­mo revo­lu­cio­na­rio de varias etnias afri­ca­nas y colo­nos, crio­llos y mes­ti­zos. Por tan­to, las ayu­das pres­ta­das por Hai­tí a la liber­tad de otros pue­blos no eran opor­tu­nis­tas, sino que sur­gían de las raí­ces anti­im­pe­ria­lis­tas e inter­na­cio­na­lis­tas del pue­blo revolucionario:

Hai­tí dio apo­yo mate­rial así como alien­to espi­ri­tual a las luchas de libe­ra­ción en la Amé­ri­ca his­pa­na. El giro radi­cal y eman­ci­pa­dor que adop­tó Simón Bolí­var en 1815 esta­ba direc­ta­men­te vin­cu­la­do al apo­yo que reci­bió de Hai­tí. Tras sufrir una serie de derro­tas entre 1811 y 1815, Bolí­var ape­ló al pre­si­den­te Pétion en peti­ción de ayu­da y este se la con­ce­dió bajo la con­di­ción de que se com­pro­me­tie­ra a libe­rar a los escla­vos de todas las tie­rras que con­si­guie­ra inde­pen­di­zar de Espa­ña. La polí­ti­ca eman­ci­pa­do­ra de Bolí­var radi­ca­li­zó la lucha por la inde­pen­den­cia y le hizo entrar en con­flic­to con muchos repu­bli­ca­nos posee­do­res de escla­vos12.

Otro ejem­plo de inter­na­cio­na­lis­mo hai­tiano fue el inten­to de ayu­dar a libe­rar a Cuba en 1829, movi­li­zan­do su ejér­ci­to a peti­ción de Méxi­co, pro­yec­to fra­ca­sa­do, no por­que Hai­tí se echa­ra atrás, sino por el brus­co cam­bio del con­tex­to inter­na­cio­nal que sir­vió de excu­sa al gobierno mexi­cano para abor­tar la libe­ra­ción. En ese mis­mo año, los espa­ño­les des­ba­ra­ta­ron la inten­to­na insu­rrec­cio­nal diri­gi­da por la orga­ni­za­ción Águi­la Negra13 la emba­ja­da espa­ño­la en Esta­dos Uni­dos infor­mó al gober­na­dor de Cuba del inten­to, aun­que no pudie­ron des­truir la orga­ni­za­ción por­que esta­ba muy bien pre­pa­ra­da para la lucha clandestina.

El siglo XVIII fue el de la «suble­va­ción en las Indias»14 con luchas tan fuer­tes como la segun­da rebe­lión de los comu­ne­ros para­gua­yos des­de 1717, los peque­ños plan­ta­do­res de cacao en la Vene­zue­la de 1749, las insu­rrec­cio­nes de Cata­mar­ca y de La Rio­ja de 1752, la suble­va­ción maya de 1765, la suble­va­ción de Túpac Ama­ru y de los comu­ne­ros de Nue­va Gra­na­da en 1781, el comien­zo de la revo­lu­ción hai­tia­na, etc. La domi­na­ción impe­rial y colo­nial de la épo­ca apren­dió muchas lec­cio­nes de aque­llas luchas que, con sus cam­bios, sigue apli­can­do en el pre­sen­te. No hace fal­ta que nos exten­da­mos sobre los terro­ris­mos mili­ta­res, las pre­sio­nes eco­nó­mi­cas y polí­ti­cas, los gol­pes de Esta­do judi­cia­les, etc., que el impe­ria­lis­mo actua­li­za cada deter­mi­na­do tiem­po, por­que otras y otros auto­res lo expli­can mejor. Sí que­re­mos apun­tar dos cues­tio­nes que vol­vie­ron a ser muy impor­tan­tes en la eman­ci­pa­ción hai­tia­na y lo segui­rían sien­do en la his­to­ria pos­te­rior: el «impe­ria­lis­mo reli­gio­so» y el narcoimperialismo.

  1. Ser­gio Gue­rra Vila­boy: Bre­ve his­to­ria de Amé­ri­ca Lati­na, Cien­cias Socia­les, La Haba­na 2006, p. 87.
  2. Ser­gio Gue­rra Vila­boy: Idem., p. 88.
  3. Jor­ge Abe­lar­do Ramos: His­to­ria de la nación lati­no­ame­ri­ca­na, Peña Lillo-Edic. Con­ti­nen­te, Bue­nos Aires 2012, pp. 146 – 148.
  4. C.L.R. James: Los jaco­bi­nos negros, Casa de las Amé­ri­cas, La Haba­na 2010, pp. 45 – 61.
  5. Nel­son Mar­tí­nez Díaz: La Inde­pen­den­cia His­pa­no­ame­ri­ca­na, His­to­ria 16, Madrid 1999, p. 61.
  6. J.A. Mella: «Cuba, un pue­blo que jamás ha sido libre», El anti­im­pe­ria­lis­mo en la his­to­ria de Cuba, Cien­cias Socia­les, La Haba­na 1985, p. 131.
  7. C.L.R. James: Los jaco­bi­nos negros, Casa de las Amé­ri­cas, La Haba­na 2010, pp. 58 – 59.
  8. C.L.R. James: Idem., p. 145.
  9. K. Marx: «La rebe­lión india», Sobre el colo­nia­lis­mo, PyP, Argen­ti­na 1973, nº 37, p. 151.
  10. Pau Far­mer: Hai­tí. Para qué, Argi­ta­letxe Hiru, Hon­da­rri­bia 1994, pp. 69 – 81.
  11. Ser­gio Gue­rra Vila­boy: Bre­ve his­to­ria de Amé­ri­ca Lati­na, Cien­cias Socia­les, La Haba­na 2006, p. 91.
  12. Beverly J. Sil­ver y Eric Sla­ter: «Los orí­ge­nes socia­les de las hege­mo­nías mun­dia­les», Caos y orden en el sis­te­ma-mun­do moderno, Akal, Madrid 1999, p. 177.
  13. Ser­gio Gue­rra Vila­voy: El dile­ma de la inde­pen­den­cia, Cien­cias Socia­les, La Haba­na 2007, pp. 216 – 218.
  14. Jor­ge Abe­lar­do Ramos: His­to­ria de la nación lati­no­ame­ri­ca­na, Peña Lillo-Edic. Con­ti­nen­te, Bue­nos Aires 2012, p. 104.

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