Lejos de defender el derecho a la autodeterminación de Crimea y de las Repúblicas del Donbass, que decidieron democráticamente no formar parte de Ucrania, la inmensa mayoría del independentismo y procesismo catalán (los que dicen ser independentistas pero no actúan ni mínimamente consecuentes, eternizando el proceso), se han posicionado a favor de la OTAN y de sus títeres ucranianos. En este sentido, han condenado la legítima autodefensa de Rusia que beneficia a los territorios independizados de Ucrania y que, desde hace tiempo, sufren masacres de todo tipo. El Gobierno catalán – que hoy apoya el envío de armas a Ucrania – no ha movido ni un dedo para apoyar al Donbass. Tanto la Institución como una parte importante de la sociedad civil omiten que Zelenski emitió un decreto presidencial para reconquistar Crimea por la fuerza, que preparó una ofensiva aún mayor contra las repúblicas y que movilizó a numerosas tropas hacia la zona. ¿Este es el respeto al derecho a la autodeterminación que defienden?
Han vendido que Ucrania es una especie de Cataluña que se resiste heroicamente a la violación de su soberanía por parte de Rusia a la que equiparan al Estado español. Otra tomadura de pelo insostenible como tantas otras a las que nos tienen acostumbrados. Precisamente, es el Estado ucraniano atizado por la OTAN el que, por todo lo expuesto anteriormente, agrede a la soberanía rusa y a la de las Repúblicas de Donetsk y Lugansk. Ha sido Ucrania quien, junto a sus nazis armados, ha perseguido el idioma ruso ‑a menudo castigado con atrocidades- y quien también ha amenazado a Rusia con armas biológicas y nucleares de la mano de diferentes potencias imperialistas. Y es que repiten el patrón habitual: convertir a la víctima en culpable demonizándola, señalando como agresor al agredido, cuando aseguran que Rusia pretende ocupar a Ucrania y otros Estados para saquearlos, como sucede en las guerras de rapiña de EEUU y sus socios. Rusia ha dejado muy claro que se retirará del territorio ucraniano cuando su soberanía y la de las Repúblicas deje de ser agredida y amenazada.
Deberían plantearse ‑quienes defienden esta posición por ingenuidad y no mintiendo a conciencia‑, que el fascismo español que reprime con ferocidad a Catalunya, secunda sin fisuras al Estado ucraniano. A la opinión pública se le oculta, interesadamente, que el Estado de Ucrania no representa a muchísimos de sus ciudadanos, que continúan sufriendo la represión criminal por oponerse a ser marionetas de la OTAN, así como se esconde, también, que el nazismo tiene total libertad amparado por el Gobierno. Que los propios medios del régimen tengan un discurso idéntico al del Govern Català en esta cuestión, dice mucho. La televisión pública catalana es un eco de las cloacas y parece una sucursal más de la Casa Blanca. La censura inquisidora para voces distintas a las del relato oficial de la OTAN ‑mientras llaman censor a Putin- la ponen al nivel de La Sexta. No se puede luchar para una república mejor estando al servicio de quienes realmente agreden a la soberanía de decenas de pueblos con terrorismo imperialista. Este hecho demuestra, una vez más, que aquí no existe libertad de expresión, sino libertad de manipulación.
Muchas personas olvidan que el canal ruso RT (hoy asediado como otros medios de información por explicar quién provocó el conflicto bélico y cómo se está desarrollando), dio voz a defensores del referéndum en Catalunya sin criminalizarlo, narró la represión contra el independentismo sin justificarla y difundió realidades incómodas para el régimen español invisibilizadas por sus medios. También explicó que el Ministro de Exteriores ruso reprochó al Estado español -ante las lecciones de democracia del GALós Borrell- que tuviera encarcelados por el proceso. Cabe recordar, además, que las brigadas de solidaridad con el Donbass que salieron de España son antifascistas. Mientras varios nazis españoles han acudido a servir al Estado ucraniano, que también cuenta con nazis de muchos otros lugares y también yihadistas. Debería ser evidente que es en Rusia a quien le interesa la inestabilidad y debilitamiento de los Estados imperialistas que le agreden como el español y no a la UE. Por eso, tanto en el plano táctico como en el estratégico, supone una gran miopía política atacar con calumnias a Rusia y cerrar filas con la UE, si realmente se busca debilitar al régimen español. Pero teniendo en cuenta que los procesistas facilitan la estabilidad del Estado de diversas formas, hubiera sido sorprendente que ocurriera lo contrario.
¿Ya no recuerdan cuántos medios españoles entrevistaban incluso a nazis catalanes dejándolos como víctimas del independentismo? Hoy, este discurso, se repite con fascistas ucranianos entrevistados y blanqueados en todo momento sin dar voz a los antifascistas ucranianos sitiados por estos mismos. Por ejemplo, el panfleto del PSOE Eldiario.es entrevistó a Sonia Barabasch, presentándola como la hija de un «luchador contra la URSS para una Ucrania libre». Pues su padre fue un militar nazi posteriormente refugiado en España. Lo de establecer paralelismos entre el Estado ucraniano y Cataluña no hay por dónde cogerlo, es el Estado español quien homenajea a numerosos fascistas, tal y como lo hace el Estado ucraniano. Se ha llegado hasta tal punto de ridículo que ERC ‑en boca del bufón hablador Rufián- incluso cargó con rabia contra Puigdemont y los suyos por haber mantenido reuniones con diplomáticos rusos en el pasado, buscando aliados para la independencia. ¡Por algo que hicieron medio bien! Por descontado ‑y aún más en estos momentos- existe antes la posibilidad de que Rusia reconozca la independencia de Catalunya si realmente se defiende en las calles prolongadamente, a la posibilidad de que lo haga ese EEUU ante el que se arrastra el Gobierno. Más allá de los rocambolescos montajes con los que, desde hace años, el régimen acusa a Rusia de estar dispuesta a apoyar militarmente a la causa independentista catalana, es lógico que todo ese ruido viene porque saben ‑a diferencia de supuestos independentistas- que Rusia puede ser un aliado. La malevolencia contra RT viene de largo y va ligada a este relato. Tal vez Rusia podría ser únicamente un discreto aliado en la sombra, pero aliado. Puede que no llegara al punto de reconocer a la República Catalana en caso de insurrección (la única vía posible para conquistarla como dijo el Ministro del PP, Margallo), porque intervienen demasiados factores complejos, pero sí que se posicionarían más a favor de llegar a esa coyuntura, sostenerla y desarrollarla.
Que los oportunistas de turno como Aragonés ‑al que se le ha unido Junts, mientras la CUP no lo denuncia alto y claro, culpabilizando también a Rusia- se hayan sumado al ensañamiento por supuestas cuestiones morales, es de un cinismo insoportable. ¡Ellos, que sostienen al Gobierno español que entre otras atrocidades ayuda a Marruecos a aplastar al pueblo saharaui, a Israel a cometer un genocidio contra los palestinos y a Arabia Saudita en su exterminio de Yemen! ¡Qué defensa de la autodeterminación y soberanía de los pueblos! Estos farsantes procesistas han hecho más por el fascismo ucraniano que por la defensa consecuente del derecho a la autodeterminación en Cataluña. Mientras no dudan en glorificar al Estado ucraniano y en apoyar sus acciones armadas, aquí condenan enérgicamente hasta las barricadas de manifestantes independentistas. Y, con esa condena, sirven también al fascismo español. Defendiendo así el envío de armas a los compinches del imperialismo ‑eso sí, en nombre del pacifismochupiprogre- también engordan la industria armamentística, el suculento negocio de la guerra que tanto exprimen EEUU y sus aliados. Hoy, defender la legitimidad de la operación rusa defensiva, es una posición incómoda por los devastadores efectos de la guerra de la desinformación. Pero no será con discursos y hechos cómodos para el poder como le debilitaremos. Sus mercenarios, que no merecen el calificativo de periodistas, incluso han dejado tirado a Pablo González, un reportero que lleva 2 meses encarcelado en Polonia, acusado de ser un espía ruso por haber narrado lo que sucedía en el Donbass. Le han impedido ver a su abogado, y familiares y amigos han denunciado haber sido asediados por el CNI. Él formaba parte ‑como otros profesionales que no repiten como loros los comunicados de la OTAN- de una lista negra elaborada por altas instancias, en la que se señala a los que llaman «creadores de la opinión pro-rusa». El silencio ante su secuestro resume cómo la tiranía de la mentira impone la ignorancia.
Este control obsesivo, las medidas de excepción que profundizan aún más en el recorte de libertades fundamentales, el blanqueamiento de la OTAN y, consecuentemente, del ejército español, no benefician en nada al independentismo ni al derecho al autodeterminación. Por tanto, si muchos independentistas no quieren actuar como los procesistas domesticados, deben ‑al menos- poner en duda este papelón. Decir que todos los ucranianos defienden la forma de actuar del Gobierno de Zelenski (lo que tampoco legitimaría su praxis) es una falsedad como lo sería afirmar que la mayoría de catalanes se opone al independentismo. ¿Dónde queda la solidaridad con los antifascistas ucranianos que también están silenciados y brutalmente represaliados por el Estado ucraniano en estos momentos? Recientemente la organización comunista ucraniana Borotba ha denunciado constantes torturas, asesinatos, desapariciones y encarcelamiento de activistas y civiles que no están de acuerdo con las autoridades. Es necesario hablar de esto en vez de dar credibilidad a montajes de Hollywood. Nunca mejor dicho, con la CIA orquestándolos.
Oponerse a las guerras que provoca la OTAN, es librar una guerra contra su propaganda ininterrumpida. Entre otras cosas, para minimizar los daños masivos que ocasiona retrasando la toma de conciencia. En este caso, pasa por negar la mayor: Rusia no quiere anexionarse a Ucrania por la fuerza como dicen algunos independentistas que sí son críticos con la OTAN. Su ejército volverá a casa cuando cesen las masacres contra las Repúblicas y las serias amenazas contra territorio ruso. Lejos de ser una operación imperialista, es una clara oposición al avance imperialista, ya por una cuestión de supervivencia. Rusia intentó evitar, durante años, tener que llegar al enfrentamiento armado que, por desgracia, afecta a personas que no lo merecen. Personas que no importan a la OTAN ni al Estado ucraniano que han hecho y hacen todo lo contrario para evitar ese escenario. Pero la estafa de las matanzas intencionadas y masivas de civiles indefensos, ha sido desmentido incluso por militares que han trabajado en la OTAN como el suizo Jacques Baud, experto en inteligencia militar.
En una entrevista que puede localizarse en internet, dijo: «El enfoque bélico ruso es muy diferente al de los estadounidenses. Existen los ejemplos de Yugoslavia, Irak y Libia. Cuando los países occidentales atacaron a estas naciones, primero destruyeron el suministro de agua y electricidad. El objetivo de Rusia no está dirigido contra la población ucraniana». Al mismo tiempo que denunciaba: «Me impactó la declaración del Ministro de Economía de Francia de querer destruir la economía de Rusia con el objetivo de hacer sufrir al pueblo ruso. Tal afirmación es indignante». También señala el papel provocador de Europa y su afán de aislar a Rusia por intereses económicos, el elevadísimo número de militares nazis que los medios pretenden reducir a cifras anecdóticas, la rusofobia y las agresiones a Crimea que desde hace muchos años impulsa al Estado ucraniano, el disparate que supone el atribuir esta situación a una «locura de Putin» despojándola del contexto histórico, etc. Las falsas matanzas de civiles para criminalizar a quien no le interesa al imperialismo, son una parte imprescindible del esquema diseñado para dirigir la opinión de las masas. En la Rumanía de 1989, el imperialismo justificó el derribo armado de Ceaucescu inventando una fosa común en Timisoara supuestamente con miles de cadáveres de civiles, incluidos niños. Se descubrió que muchos huesos eran de animales y que habían llenado la fosa común de muertos desenterradas del cementerio. Para que la escena fuera aún más macabra, incluyeron juguetes infantiles. Son capaces de lo peor. Este teatro televisado no deja de repetirse en Ucrania para demonizar a Rusia y de paso blanquear las «democracias ejemplares» occidentales en crisis.
Al igual que mucha gente de izquierda del Estado español se cegó por el rechazo a la burguesía procesista y a sus representantes, usándolo como pretexto para no apoyar el referéndum al que debemos tener derecho la clase obrera y otros sectores populares, ahora a muchos les ciega el rechazo al gobierno de Putin. Pero un ataque abierto de la OTAN contra Rusia con las armas nucleares y biológicas que estaban desarrollando en Ucrania, no sólo perjudicaría a Putin y los suyos, sino principalmente al pueblo ruso, que ya se encargará de volver al Socialismo. Allí donde la OTAN pone sus garras sangrientas, empeoran las condiciones de vida del pueblo que dicen liberar. Tras su intervención en Libia, ésta pasó de ser uno de los países más prósperos de África ‑reconocido por la ONU- a uno de los peores infiernos. Si la OTAN tomara el control de Rusia, el pueblo ruso ‑entre otros muchos- saldría gravemente perjudicado. ¿Cómo no debemos defender, pues, que se pare los pies a la OTAN? Solidarizándonos con el pueblo antifascista ucraniano, con el de las Repúblicas del Donbass y con el ruso, ahora es necesario denunciar los macabros planes de la OTAN y apoyar el derecho de los pueblos a la autodefensa. Así lo han hecho trabajadores portuarios de Grecia e Italia tratando de impedir el envío de armas, señalando que son para que ganen los intereses del imperialismo y pierdan los de los trabajadores. Salvando las distancias, el gobierno catalán tampoco es ejemplar y aun así habría tenido legitimidad para defenderse de las agresiones fascistas. Aunque en vez de hacerlo, estos botiflers reprimen al independentismo y, como en esta cuestión y tantas otras, siguen el modus operandi de los feroces enemigos de la autodeterminación. Todo encaja cuando ya ni la defienden con una mínima coherencia.
Pablo Hasél desde la prisión