«Repetir a Lenin al pie de la letra es la mejor manera de traicionarlo […] Lenin nunca se repitió a sí mismo […] es un hombre que se hace autocríticas en la medida en que la realidad critica su teoría.»1
¿Ha estado tan ausente Lenin en la lucha de clases mundial y sobre todo de los pueblos oprimidos, como para verlo ahora, en el centenario de su muerte, como un ser raro, estrambótico o maldito al que, después de años de olvido y ataques, basta dedicar algunos artículos de autores que apenas conocen nuestra historia o la desconocen totalmente al margen de los tópicos al uso? ¿O se quiere presentar un Lenin con nula o poca «utilidad» para nosotros?
Muchos nos acordamos de F. Fanon cuando describe la mentalidad del colonizado que se desprecia así mismo, que admira la «superioridad teórica» de intelectuales foráneos y se obsesiona en copiar sus abstracciones generalistas sin apenas engarce práctico con la realidad concreta del proletariado de la nación oprimida. ¿Está sucediendo esto ahora, con el centenario de la muerte de Lenin? Pudiera ser que sí al ver esa especie de obsesión por traer a Euskal Herria personas de izquierda para que nos ilustren sobre lo que parece que nosotros ignoramos. Sean bienvenidas por sus necesarias aportaciones, desde luego, pero lo fundamental es el análisis concreto de la realidad concreta, tal cual insistía Lenin, y quien mejor puede analizar su situación concreta es el proletariado vasco que lleva más de un siglo adecuando el marxismo a la lucha de liberación nacional de clase.
La presencia de Lenin en Euskal Herria se remonta a la creación de la Internacional Comunista en 1919. Incluso un sindicato entonces amarillo y claramente pro-burgués como era ELA ya planteó, hacia 1922, la necesidad de estudiar las aportaciones de Lenin sobre el derecho de las naciones a la autodeterminación aunque el debate fue abortado por el golpe militar de Primo de Rivera de 1923. La represión si bien retrasó la rápida penetración del leninismo en el proletariado vasco, no evitó que, desde 1931, se recuperara su influencia pública hasta el punto de surgir una organización comunista que luchaba por la amnistía y la salida del ejército de ocupación español de Euskal Herria.
Después, tras la masacre franquista y los explosivos cambios sociales acaecidos, desde mediados de los años 60 el leninismo empezó a recuperarse dentro de las izquierdas vascas, llegando a mimetizarse en la práctica y en la teoría en la VI Asamblea oficial de ETA de 1973 que se declaró comunista, y en las reflexiones de grupos dentro de la amplia izquierda abertzale del momento sobre la necesidad de teorizar lo que en la práctica aparecían como los embriones del «marxismo vasco», lo que escandalizaba al sanedrín de la ortodoxia sobre todo a su sección españolista.
La dialéctica del desarrollo desigual y combinado ayuda a comprender por qué el marxismo vasco tiene una base material, social, objetiva de existencia que se comprueba comparando la historia y el presente de la lucha de clases en Euskal Herria con las de los pueblos circundantes; también explica por ello mismo las dificultades a las que se enfrenta para su desarrollo, que no vienen solo de la lógica represión burguesa y su antimarxismo furibundo, sino a la vez tanto del obstruccionismo y boicoteo reformista como de la oposición tenaz de las izquierdas estatalistas y de las que han abandonado la teoría leninista de la opresión nacional. Lenin es un antídoto imprescindible para superar estas represiones, obstrucciones, boicoteos y oposiciones reaccionarias unas, dogmáticas todas y hasta irracionales algunas.
No deben sorprendernos por tanto los vaivenes en el avance del marxismo vasco, proceso que no podemos detallar aquí, pero durante el cual la figura de Lenin actúa internamente, en especial en la permanente crítica y autocrítica que le caracteriza como hemos visto en la cita que encabeza este artículo: la historia de la izquierda vasca desde su recuperación allá por los años 50 pero incluso antes, cuando aparecen los primeros comunistas que luchan legal o clandestinamente por la independencia en la década de 1920, rebosa crítica y autocrítica; basta leer los muchos y gruesos tomos e investigaciones de documentos de los debates en las sucesivas ETA para confirmarlo.
Los altibajos en el desarrollo del marxismo en general y de sus formas concretas de plasmación dependen de la lucha de clases, y más en las guerras de liberación nacional. Cuando J.L. Acanda sostuvo en 2004 que «Lenin nunca se repitió así mismo», lo hizo en el contexto marcado por el tenaz avance del bolivarianismo desde, al menos, 1999 derrotando el golpe de Estado de 2002 y la guerra petrolera posterior, además de otros muchos conflictos, lo que confirma que las necesidades de enriquecimiento teórico se agudizan en situaciones duras, que no en simples onomásticas. El no repetirse así mismo nunca, es una cualidad necesaria del método dialéctico porque este se mueve a la vez que el movimiento cuantitativo y cualitativo de la realidad, de su unidad y lucha de contrarios. Aquí, como siempre, el salto a la novedad cualitativa es lo decisivo por razones obvias, y es una de las múltiples razones que hunden el pragmatismo.
Durante la lucha contra la explotación patriarcal, de clase y nacional sostenida en una primera fase desde finales del siglo XIX hasta la década de 1920, después hasta la década de 1950, y desde aquí hasta el presente, durante este tiempo el grueso de las izquierdas vascas que de un modo u otro tenían a Lenin como un referente, el rechazo del posibilismo –nombre europeo del pragmatismo a comienzos del siglo XX– y del oportunismo ha sido constante incluso en aquellas minorías que aceptaron la constitución monárquica en 1978 y la trampa de la descentralización administrativa española llamada «autonomía».
Pero la socialdemocracia soberanista aceptó el «pragmatismo transformador»2 (¿?) hace unos años y lo ha vuelto a reafirmar recientemente, en 2022. Aunque Lenin critica el pragmatismo también en lo filosófico y epistemológico, defendiendo el materialismo, ahora solo lo hacemos en lo político. En 2007 se publicó un texto que actualizaba a Lenin y que fue editado en español en 2010, en el que hablando sobre Ilich, leemos: «[…] su decisión de intervenir en la situación, no en el sentido pragmático de ajustar la teoría a las demandas realistas por medio de los necesarios compromisos, sino por el contrario de eliminar todos los compromisos oportunistas, de adoptar la posición inequívocamente radical desde la que solo es posible intervenir de tal manera que nuestra intervención cambie las coordenadas de la situación»3.
La elaboración de este libro colectivo fue hecha en medio de un ascenso de la lucha de clases internacional, como se indica directamente4. La «política de la verdad», según el subtítulo de la obra citada, conlleva en sí misma la permanente crítica/autocrítica, unidad dialéctica revitalizada por Lenin en su enfrentamiento con las muchas formas ideológicas burguesas y reformistas, entre ellas la del pragmatismo/posibilismo. La crisis de 2007 sorprendió a todas las instituciones burguesas que no esperaban ni remotamente tamaña catástrofe aunque venía anunciada por las sucesivas sub-crisis que azotaban el capitalismo desde al menos el hundimiento de los «tigres asiáticos» en verano de 1997, después la crisis del puntocom del 2000 y en 2001 la argentina y la de las bolsas internacionales, y otras menores. El debilitamiento económico de fondo que se estaba produciendo exigía endurecer la guerra social contra el proletariado que reaccionaba ante el aumento de las muertes por sobreexplotación laboral según se constató en verano de 2002 y por el aumento de los despidos masivos y la caída del empleo cualificado en 2003. Ese mismo año el G‑8 decidió endurecer la disciplina laboral para asegurar que no habría resistencias a la decisión de incrementar la «flexibilidad».
Este contexto explica, por ejemplo, las huelgas australianas, belgas, italianas y los motines de la juventud obrera francesa y un largo etcétera sobre todo desde 2005, que asciende en 2006 con la gran movilización francesa contra el «contrato basura» en medio de una lenta pero imparable reorganización del movimiento obrero internacional, ascenso silenciado y tergiversado por la prensa, frenado por el sindicalismo amarillo y reprimido por las policías. Para 2009 la lucha de clases en Euskal Herria había alcanzado tanta fuerza que dio el salto a varias huelgas generales masivas.
Simultáneamente cogía brío el debate sobre Lenin que nunca había desaparecido del todo. En verano de 2010 se celebraron varios sobre el libro de Jean Salen Lenin y la revolución5, y un Lenin Eguna6. A finales de 2012 Boltxe editó Lenin, Txabi y Argala. La actualidad del V Biltzar, de Petri Rekabarren7. A finales de 2013 Boltxe publicó un texto de Petri Rekabarren sobre el porqué se editaba el ¿Qué hacer? en Euskal Herria8. Eran unos años en los que se reforzaba el giro a la socialdemocracia soberanista de una parte de la izquierda abertzale, ya absolutamente irreversible desde 2015 año en el que Boltxe publico El Estado y la revolución9, con una larga explicación previa de por qué y para qué se editaba en esos momentos. También se organizaba el Lenin Eguna anual con una charla-debate, un acto público y una comida popular. Nos alargaríamos detallando los textos que han seguido publicándose y trabajándose.
No hacía falta que viniera el centenario de la muerte de Ilich Ulianov para seguir esta línea, al menos por izquierdas independentistas. Pero ahora, a raíz del evento y con la que está tronando en el mundo, sí hay colectivos que abandonaron a Lenin o lo ignoraron que no pueden permanecer callados, industrias culturales ansiosas de abrir un nuevo mercado ideológico, sectores de la casta académica necesitadas de llenar su currículo e intelectuales progres que no pueden seguir silbando a la Luna.
Pero son más que truenos, son bombazos, misiles, masacres, huelgas y manifestaciones reprimidas a golpes y con gases, cuando no a tiros; son programas de rearme imperialista a marchas forzadas, como ese 13% de aumento de los gastos de la OTAN, por no hablar de la multiplicación exponencial de los gastos en represión social: con el llamado «gobierno más democrático» de la historia del Estado español, las fuerzas represivas han llegado a su número más alto con un incremento salarial del 38% desde 2018, y con ese mismo gobierno se han añadido más de 15.000 millones de euros al presupuesto militar de 2024 que es el más abultado en toda la historia del Estado, incluidos los 45 años de «democracia», y tengamos en cuenta que las cifras oficiales son engañosas, tienen trampa. Además, desde 2021 la Legión española empezó a entrenarse en el «control de masas».
¿Por qué y para qué de esta militarización de las fuerzas represivas y policialización del ejército bajo una fiel sumisión a la OTAN que arma a los ucronazis, refuerza por lo bajo el genocidio sionista contra Palestina, bombarda a Yemen, y con un ministro de represión española con turbias conexiones con la tortura? ¿Tendrá algo que ver con el hecho de que el 1% de la población, la alta oligarquía, concentra el 22,4% de la riqueza del Estado en 2022 según estimaciones muy benevolentes con la burguesía, y que el 10% tengan el 53,8%? ¿Tendrá también algo que ver con la desesperación del imperialismo y del amo yanqui porque cada vez más países empiezan a romper la dictadura del dólar?
A finales de 2023 había casi 190 guerras y conflictos antes de que el pueblo yemení empezara su solidaridad armada antiimperialista con Palestina en el mar Rojo, sin contar las violencias represivas en la guerra social que se agudiza por momentos. La cifra más alta en este último tercio de siglo. La caracterización del imperialismo y de la opresión nacional, y por tanto del internacionalismo antiimperialista, adquiere ahora una urgencia superior a la de la época de Lenin porque la letalidad de la industria de la matanza humana es cualitativa y cuantitativamente muy superior a la de entonces. Del mismo modo lo es también la importancia de la caracterización de la lucha de clases dentro de los Estados burgueses y del mundo en su conjunto.
En su informe de 2023 Oxfam, nada sospechosa de bolchevismo, sostiene que 5000.000.000 de personas están hoy más empobrecidas que antes, pero en otra prensa para ricos nos enteramos que se han batido todos los records en la venta de coches de superlujo, destacando Lamborghini con más de 10.000 ventas. ¿Quiénes los compran? El bloque social representado por las cinco personas más ricas del mundo que en solo tres años, desde 2020, han duplicado sus increíbles propiedades. ¿Cómo saber por qué sucede todo esto? De entrada, leyendo en primer lugar el capítulo XIII del volumen I de El Capital, «La ley general de la acumulación capitalista», y después la sección tercera del volumen III de El Capital, «Ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia».
¿Qué tiene que ver Lenin, la persona más odiada por la civilización burguesa, en todo esto? Para entender la profundidad de este interrogante debemos comprender primero por qué Ilich suscita un odio tan visceral e irrefrenable no solo en lo político y teórico, sino también en lo ético-moral. Perdónesenos la transcripción de una carta de Lenin a la República de los Consejos de Baviera de febrero de 1919, pues pensamos que es la mejor síntesis del leninismo realizada además por el propio Ilich:
Expresamos nuestro agradecimiento por el saludo recibido y, por nuestra parte, saludamos de todo corazón a la República de los Consejos de Baviera. Les rogamos encarecidamente que nos comuniquen más a menudo y de modo más concreto qué medidas han adoptado para luchar contra los sicarios burgueses Scheidemann y Cía., si han formado los Consejos de los obreros y sirvientes por sectores de la ciudad, si han armado a los obreros, si han desarmado a la burguesía, si han aprovechado los almacenes de ropa y otros artículos y productos para ayudar inmediata y ampliamente a los obreros, sobre todo a los braceros y a los campesinos pobres, si han expropiado las fábricas y las riquezas a los capitalistas en Múnich, asimismo las haciendas agrícolas capitalistas de sus alrededores, si han abolido las hipotecas y el pago del arriendo para los pequeños campesinos, si han duplicado o triplicado los salarios a los braceros y a los peones, si han confiscado todo el papel y todas las imprentas con objeto de editar octavillas populares y periódicos para las masas, si han implantado la jornada de seis horas para que los obreros dediquen otras dos o tres a la gestión pública, si han estrechado a la burguesía de Múnich para alojar inmediatamente a los obreros en casas ricas, si han tomado en sus manos todos los bancos, si han tomado rehenes de la burguesía, si han fijado una ración de comestibles más elevada para los obreros que para la burguesía, si han movilizado totalmente a los obreros para la defensa y para hacer propaganda ideológica por las aldeas de los contornos. La aplicación, con la mayor prontitud y en la mayor escala, de estas y otras medidas semejantes, conservando los Consejos de los obreros y de los braceros, y, en organismos aparte, los de los pequeños campesinos, su iniciativa propia, debe reforzar la situación de ustedes. Es necesario establecer un impuesto extraordinario para la burguesía y conceder a los obreros, a los braceros y a los pequeños campesinos, en seguida y a toda costa, una mejoría real de su situación.
Nuestros mejores saludos y deseos de éxito10.
Como se aprecia, esta carta es la quintaesencia del leninismo en los momentos decisivos, en las situaciones de crisis revolucionaria que comprimen decenios y hasta siglos de historia abriendo horizontes de libertad o ahogándolos en terror y en sangre durante varias generaciones. La República de los Consejos de Baviera fue exterminada con los mismos métodos de salvajismo inhumano aplicados contra la Comuna de París de 1871 y, ahora mismo, contra el pueblo de Palestina, por citar dos ejemplos de la inagotable lista de exterminios de las clases expropiadas que caracteriza a las clases propietarias. ¿Cuál hubiera sido la historia posterior de Alemania y de Europa si hubiese triunfado la oleada revolucionaria iniciada con los motines de soldados en los frentes a mediados de 1916? No podemos analizar ahora esta interrogante que se remonta, como mínimo, a los tiempos de tortura y liquidación atroz de las primeras resistencias de los y las oprimidas desde hace cinco milenios: uno de los héroes de Marx era Espartaco, el esclavo que codirigió la rebelión del siglo ‑I que tanto asustó a Roma.
La centralidad de la praxis de Lenin gira alrededor de la dialéctica del poder. Dado que, según él mismo, la dialéctica es la unidad y lucha de contrarios, su praxis se orientó siempre hacia la destrucción del poder explotador en cualquiera de sus múltiples formas y la construcción de un poder liberador en cada una de esas formas, pero, como unidad de contrarios, todas ellas respondiendo a la necesidad de crear un Estado socialista defendido por el pueblo en armas y articulado alrededor de la democracia de los soviets. Recordemos que Rosa Luxemburg y otros muchos camaradas fueron asesinados por sus antiguos compañeros socialdemócratas desde el 15 de enero de 1919, por lo que para febrero de ese año estaba a la orden del día la organización de la violencia proletaria defensiva y justa, que confirmaba con tortura y sangre la corrección histórica de la teoría marxista del poder, y de la inmoralidad del pacifismo.
Además la Carta muestra el dominio de la dialéctica por Lenin con la interacción de lo universal, lo particular y lo singular de aquel heroísmo. Esa dialéctica se ve también en el choque mortal entre la belleza ética de la democracia obrera armada y fealdad inmoral de la dictadura del capital. De igual modo, es brillante el dominio de la complejidad que hay que resolver para avanzar en la hegemonía de los Consejos en momentos críticos en los que la unidad de la hegemonía socialista es vital. También hay que reseñar su maestría en el manejo de la dialéctica de lo concreto: la Carta destila concreción en cada tema que plantea, como es el objetivo de reducir la jornada laboral para aumenta el tiempo libre dedicado a la lucha revolucionaria.
Las muchas aportaciones de Lenin –organización y partido, filosofía, guerra, sociología, economía e imperialismo, opresión nacional e internacionalismo, política, cultura, prensa, sindicalismo, democracia y dictadura, Estado, ética y moral, cooperativismo, etc. – , que las izquierdas vascas hemos intentado analizar a lo largo de los años, se sintetizan en esta Carta, lo que hace de ella una especie de examen para someter al «criterio de la práctica» nuestra praxis. Es por esto el que el reformismo y la burguesía huyen con especial pánico de este texto y si pudieran lo quemarían.
Al resumir lo esencial de la dialéctica del poder, la Carta expone también lo que puede definirse como «leninismo» sin adulteraciones dogmáticas y posibilistas: es tan directa y concreta que no deja espacio alguno a la manipulación oportunista. Desde hace tiempo, corrientes reformistas hablan del «Marx sin “ismos”», ahora, con el centenario, vuelve a hablarse de «Lenin sin “ismos”», con lo que se descontextualiza, se saca da la historia social a los autores cayendo en el individualismo metodológico de la ideología burguesa. ¿Alguien puede entender el Manifiesto comunista desde el «Marx sin “istmos”», o el ¿Qué hacer? desde el «Lenin sin “ismos”», y por no extendernos La Historia me absolverá sin el supuesto «Castro-“ismo”». Según esta propuesta no podríamos hablar del comunismo, sino a lo sumo de «Común –“ismo”», si nos atenemos al texto sobre lo Común11 que supone un retroceso a la demagogia pacifista del socialismo utópico, como mínimo. Según esto, a lo máximo que podríamos llegar es a elucubrar sobre el «postcapitalismo», que nadie puede saber lo que es aunque muchos floten en esa nube.
Llevamos aún poco tiempo alrededor del 21 de enero de 1924⁄2024 así que veremos todavía formas más descaradas o sibilinas de negar o mermar la vigencia de Ilich para el capitalismo del siglo XXI. Ni la burguesía ni el reformismo pueden permitir que resurjan las condiciones para una nueva República de los Consejos de Baviera en el centro del imperialismo. Pero todo se andará si logramos que las famosas «condiciones subjetivas» se vayan poniendo a la altura de las «condiciones objetivas». Y para lograrlo debemos actualizar ese marxismo vasco que se empezó a hablar desde la década de los años 70, como lo han hecho todos los pueblos trabajadores que luchan por su liberación socialista, parecida a lo que Nación Andaluza define como «socialismo indígena»12.
Muchos revolucionarios rusos, incluido Trotsky en 1920, vieron a Lenin como el «tipo nacional ruso»: «El internacionalismo de Lenin no necesita recomendación. Y sin embargo, el propio Lenin es nacional en grado sumo. Su espíritu arraiga profundamente en la historia rusa, la hace suya, le da su más honda expresión, y alcanza por añadidura el nivel de una acción y una influencia internacionales»13. La dialéctica de lo nacional y de lo internacional comprensible solo desde la ley del desarrollo desigual y combinado, es consustancial al marxismo, y como es sabido aunque rechazado por los estatalismos, las revoluciones triunfantes y/o que más han durado en la historia han sido guerras revolucionarias de liberación: leamos La patria socialista en peligro de 1918.
El centenario de Lenin se produce cuando la tercera Gran Depresión se adentra en la fase de máxima agudización de sus contradicciones por ahora. La opresión nacional ha adquirido un alcance, profundidad e intensidad nunca visto, incluso Estados formalmente independientes están siendo esclavizados por el capital financiero transnacional, por la deuda impagable, por las amenazas militares, por la dominación tecnocientífica, etc., o ya lo han sido del todo. Las clases explotadas de estos Estados deben empezar a pensar en un programa de real independencia socialista en un marco internacional libre del imperialismo; tienen a su favor contar aunque sea con la independencia meramente formal, pero que es mejor que nada. Otro Estados grandes se coordinan cada vez más al margen y/o contra el imperialismo. Las naciones oprimidas no tenemos ni eso, peor aún, tenemos como mínimo tres enemigos que vencer: nuestras burguesías colaboracionistas, los Estados que nos oprimen y el imperialismo que actúa en defensa de los dos anteriores porque aceptan su dominación y la aseguran: son sus sátrapas.
La Carta a la República de los Consejos de Baviera nos ilumina la segunda parte de nuestro futuro: cómo asegurar la independencia ya conquistada; pero la parte primera y decisiva, la conquista revolucionaria de esa independencia de los Consejos Obreros solo la podemos hacer desarrollando nuestra praxis, nuestra forma palestina, saharaui, vasca, andaluza, mapuche, galega, bretona, catalana…, de aplicar lo universal a nuestros contextos particulares y singulares.
Iñaki Gil de San Vicente
Euskal Herria, 23 de enero de 2024
- J.L. Acanda González: «Mesa Redonda: Lenin», Paradigmas y Utopías. Lenin, México nº 7, mayo-julio 2003, pp. 160 – 207.
- https://www.noticiasdegipuzkoa.eus/actualidad/2022/05/27/eh-bildu-apuesta-frente-retos-3588295.html
- AA.VV.: «Introducción», Lenin reactivado. Hacia una política de la verdad, AKAL, Madrid 2010, pp. 6 – 7.
- Alex Callinicos: «¿Leninismo en el siglo XXI? Lenin, Weber y la política de la responsabilidad», Lenin reactivado. Hacia una política de la verdad, op. cit., p. 22.
- https://boltxe.eus/2010/11/por-que-lenin-inaki-gil-de-san-vicente/
- https://borrokagaraia.wordpress.com/2012/11/26/sobre-la-actualidad-de-la-v-asamblea/
- https://borrokagaraia.wordpress.com/2013/11/12/que-hacer-de-lenin-en-euskal-herria/
- https://denda.boltxe.eus/producto/estado-la-revolucion/
- V.I. Lenin: Saludo a la Republica de los Consejos de Baviera, febrero de 1919, Obras completas, Progreso Moscú, tomo 38, 1986, pp. 343 – 344.
- Ch. Laval y P. Dardot: Común, Gedisa, Barcelona 2015, pp. 519 – 666.
- https://nacionandaluza.org/2024/01/18/nacion-andaluza-a-cien-anos-de-la-muerte-de-vladimir-i-ulianov-lenin-guia-viva-y-necesaria-para-la-revolucion-andaluza/
- https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1920s/1920-lenin50.htm