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Geor­ges Abda­llah: sím­bo­lo de resis­ten­cia y dignidad

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La orden de libe­ra­ción de Geor­ges Ibrahim Abda­llah fue reci­bi­da con eufo­ria en el Líbano y el mun­do ára­be, don­de es con­si­de­ra­do sím­bo­lo de resis­ten­cia y dig­ni­dad, tras haber cum­pli­do des­de 1999 todos los requi­si­tos lega­les para su emancipación.

Sin embar­go, per­ma­ne­ció tras las rejas por pre­sio­nes diplo­má­ti­cas que obs­ta­cu­li­za­ron su excarcelación.

Mili­tan­te anti­im­pe­ria­lis­ta y revolucionario

Geor­ges Abda­llah nació en 1951 en Qou­bai­yat, nor­te de Líbano, en una fami­lia cris­tia­na maro­ni­ta. Estu­dió filo­so­fía en Fran­cia, don­de adop­tó el pen­sa­mien­to mar­xis­ta y revo­lu­cio­na­rio, y pos­te­rior­men­te for­mó par­te del Fren­te Popu­lar para la Libe­ra­ción de Pales­ti­na, con­ven­ci­do de que la resis­ten­cia arma­da era el úni­co camino con­tra el colo­nia­lis­mo y el sionismo.

Duran­te los años 70 y 80, par­ti­ci­pó de mane­ra acti­va en círcu­los revo­lu­cio­na­rios de Líbano y Euro­pa. Su nom­bre fue vin­cu­la­do a ope­ra­cio­nes arma­das con­tra diplo­má­ti­cos esta­dou­ni­den­ses e israe­líes en París, aun­que nun­ca pre­sen­ta­ron prue­bas direc­tas sobre los hechos.

Deten­ción sin prue­bas y jui­cio politizado

En 1984, Abda­llah fue dete­ni­do en Lyon, ini­cial­men­te por por­tar docu­men­tos fal­sos. Con pos­te­rio­ri­dad, acu­sa­do de terro­ris­mo sobre la base en sus rela­cio­nes políticas.

Tres años des­pués, lo con­de­na­ron a cade­na per­pe­tua, en un pro­ce­so judi­cial pla­ga­do de irre­gu­la­ri­da­des y pre­sio­nes internacionales.

Según el exase­sor de Fra­nçois Mit­te­rrand, Jac­ques Atta­li, el expre­si­den­te fran­cés reco­no­ció en 1988 la no exis­ten­cia de evi­den­cias con­tra Abda­llah más allá del pasa­por­te falso.

Aun así, el caso lo uti­li­za­ron como ejem­plo de «mano dura» con­tra el terro­ris­mo por par­te de Occi­den­te, en espe­cial tras pre­sio­nes de Washing­ton, al con­si­de­rar­lo «una ame­na­za a la segu­ri­dad nacional».

Cua­ren­ta y un años sin arre­pen­ti­mien­to: dig­ni­dad sin concesiones

Duran­te su encar­ce­la­mien­to, Abda­llah nun­ca expre­só remor­di­mien­to ni bus­có con­ce­sio­nes, recha­zó liber­ta­des con­di­cio­na­les supe­di­ta­das a dis­cul­pas y man­tu­vo fir­me­za ideológica.

En pri­sión escri­bió artícu­los sobre la cau­sa pales­ti­na, el impe­ria­lis­mo y los movi­mien­tos de resistencia.

Ya en 2024, envió un men­sa­je por el Día de los Pri­sio­ne­ros Pales­ti­nos, en el que sub­ra­yó su libe­ra­ción como un deber éti­co y polí­ti­co en el con­tex­to de la lucha con­tra la ocu­pa­ción y el geno­ci­dio en Gaza.

Soli­da­ri­dad nacio­nal e internacional

Su cau­sa des­per­tó amplio res­pal­do inter­na­cio­nal entre gru­pos de izquier­da, movi­mien­tos estu­dian­ti­les y defen­so­res de dere­chos huma­nos. Cada año, hubo mar­chas fren­te a la pri­sión de Lan­ne­me­zan, con lemas como «Fran­cia encar­ce­la a los hono­ra­bles» y «Liber­tad para Geor­ges Abdallah».

En el Líbano, el caso per­ma­ne­ció vivo en la esce­na política.

Al res­pec­to, el ex pri­mer minis­tro Najib Mika­ti pidió su libe­ra­ción en 2012. Seis años des­pués, el pre­si­den­te Michel Aoun comi­sio­nó al gene­ral Abbas Ibrahim para dia­lo­gar con Francia.

En 2021, acti­vis­tas orga­ni­za­ron pro­tes­tas fren­te a la emba­ja­da fran­ce­sa en Bei­rut duran­te su cum­plea­ños 70.

Aun­que en 2013 un tri­bu­nal fran­cés apro­bó su libe­ra­ción con la con­di­ción de depor­ta­ción, el Minis­te­rio del Inte­rior galo recha­zó fir­mar la orden de sali­da pro­lon­gan­do su pri­sión por razo­nes políticas.

Impli­ca­cio­nes polí­ti­cas y éti­cas de la liberación

La deci­sión del tri­bu­nal fran­cés repre­sen­ta un giro en la polí­ti­ca de jus­ti­cia y dere­chos huma­nos en Europa.

Algu­nos ana­lis­tas con­si­de­ran la libe­ra­ción una mane­ra de ali­viar la pre­sión inter­na­cio­nal ante las cre­cien­tes crí­ti­cas por la com­pli­ci­dad euro­pea en vio­la­cio­nes a los dere­chos huma­nos, en espe­cial en el con­tex­to del geno­ci­dio en Gaza.

Otros ven en este paso una repa­ra­ción tar­día a una injus­ti­cia pro­lon­ga­da, refle­jo de la doble moral occi­den­tal en el tra­ta­mien­to de pri­sio­ne­ros según su afi­ni­dad ideo­ló­gi­ca o pos­tu­ra geopolítica.

El caso de Abda­llah reabre el deba­te sobre la influen­cia de Esta­dos Uni­dos en deci­sio­nes judi­cia­les en Euro­pa y la ins­tru­men­ta­li­za­ción del sis­te­ma judi­cial para fines políticos.

Su figu­ra es un espe­jo de la hipo­cre­sía de los dis­cur­sos demo­crá­ti­cos cuan­do se enfren­tan a quie­nes desa­fían el orden establecido.

La libe­ra­ción de Geor­ges Abda­llah tie­ne lugar en medio de una pro­fun­da cri­sis de legi­ti­mi­dad de las poten­cias occi­den­ta­les, cuya impli­ca­ción direc­ta en el res­pal­do a gobier­nos repre­si­vos o msa­cres como la de Gaza pro­vo­ca­ron el cre­cien­te recha­zo global.

Abda­llah, con 41 años de pri­sión por con­vic­cio­nes polí­ti­cas, es ícono de la fir­me­za éti­ca y la resis­ten­cia anti­co­lo­nial, y su regre­so al Líbano será vis­to como una vic­to­ria sim­bó­li­ca para los pue­blos en lucha.

17 de julio de 2025

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