Tras muchos meses de ir retrasando lo inevitable, pues ya no me sentía identificado con el EPPK, llegó el momentol que nunca pensé que viviría: dejar de militar en el EPPK, que ha sido una parte muy importante de mi vida militante.
Crecí en un pueblo (Orereta), en el que sus calles constantemente se llenaban de barricadas, de pelotas de goma, botes de humo… Y en mi inocencia de entonces no entendía por completo el porqué de aquello.
Pero cuando tenía 12 años, concretamente el 26 de julio de 1997, sucedió la muerte de mi primo Jokin Saizar Garaikoetxea, militante de ETA pm. Ese doloroso golpe fue el que prendió mi compromiso con la lucha.
En los años posteriores decidí tomar el testigo de Jokin y lo he tratado de llevar con la mayor dignidad posible, a pesar de mis defectos, con el amor hacia nuestro pueblo como base.
Jokin, con su sangre derramada a los 20 años, fortaleció las raíces de ese roble que es símbolo de nuestro pueblo, pero hoy, como muchos compañer@s caíd@s, se encuentra en el olvido en su pueblo de Irura. Al parecer ya no es merecedor de que se le recuerde ni en el día en que murió. Solo los familiares y la gente que reconoce su compromiso y su amor por nuestro pueblo mantiene viva la memoria de Jokin y de tod@s l@s compañer@s caíd@s. Aquí en la cárcel son la luz que nos alumbra a seguir sin dejar en el camino la dignidad.
La memoria de Jokin y de todos los compañeros caídos, nos dan luz para que sigamos firmes en el camino de la dignidad en la cárcel. Quiero hacer llegar un afectuoso saludo a los familiares de los gudaris caídos oreretarras Peru, Gude, Rafa, Arrantzale, Mikel y Egoitz. Siempre estarán con nosotros.
El camino que está recorriendo el EPPK con su grito de ETXERA no es más que una política de sálvese quien pueda. Solamente busca salir de la cárcel como sea. Suena duro, pero es la realidad del día a día en las cárceles. Todo esto está traduciéndose en una renuncia total a la trayectoria política, una absoluta asimilación del sistema carcelario (permisos para salir a la calle, trabajos de la cárcel, justicia restaurativa…) y avergonzarse de lo que ha sido uno mismo.
Un ejemplo de todo esto fue el comunicado del EPPK para dar el visto bueno a la no realización de los Ongi Etorris, con lo que se aceptaba que los pres@s polític@s vasc@s regresen a sus pueblos a escondidas y como unos canallas.
Su falta de compromiso solidario lo vemos con el genocidio del pueblo palestino, su silencio es totalmente vergonzoso, ni siquiera unas líneas de denuncia y de apoyo han sido capaces de hacer, en el fondo de todo ello se esconde el miedo a comprometer su salida de la cárcel, del pánico a las juntas carcelarias y a los jueces penitenciarios.
Es triste comprobar a que extremos ha llegado la renuncia y la poca vergüenza que hay en ello, y me refiero a los pactos que se llega con la justicia española aceptando todo tipo de humillación para no entrar en la cárcel, vendiéndolos al pueblo como victorias y el camino a seguir para una convivencia de asimilación y opresión.
Ver a qué nivel de asimilación ha llegado todo esto da que pensar. L@s que niegan y pisotean Euskal Herria (no lo olviden, todavía seguimos luchando) no habrían imaginado una respuesta tan escasa a la opresión que nos imponen ni en sus mejores sueños.
Han sido los pseudorevolucionari@s de poltronas los que han impulsado la desactivación de las calles. Su compromiso en la lucha nunca ha ido más allá de cuatro gritos en las txoznas tras beber unos kalimotxos o de hablar de revolución con la barriga llena después de comer en el txoko. ¿Alguien sabe qué fue de la desobediencia civil? Sería interesante poner carteles preguntando qué fue de ella.
Alguna vez, hace tiempo, un compañero me dijo que el principal problema de nuestro país era la falta de conciencia sobre la lucha. No sé si aquella reflexión era correcta o no. Lo único que sé de verdad es que aquel compañero no sigue a este lado de la lucha, y que anda por la calle siguiendo el camino de «sálvese quien pueda». No se puede acumular más dolor.
Hoy día la palabra amnistía está proscrita, totalmente maldita, fuera del vocabulario de los txokos en el que se soñaba que nuestro día llegaría. Pero ahora su sola mención crea urticaria a muchos que hace poco se quedaban afónicos con el grito de PRESOAK KALERA AMINISTIA OSOA. Se dice que la vida da muchas sorpresas y con ello uno se pregunta si esta es una de ellas.
Hoy más que nunca el lema Amnistía y Libertad significa lucha, orgullo, sacrificio y generosidad. Aunque algunos no la veamos, nuestro pueblo verá la luz, ya que de existir se obtendrá por la vía de la Amnistía.
Sé que con estas líneas se me incluirá en el club de los nuevos demonios, a esos a los que se acusa de estar fuera de la realidad, de criticar toda su actividad, de querer vivir en pie, de no renunciar a la locura que nos trajo a este lado de la barricada. Mi humilde respuesta a todos esos renegados es lo que en su día leí en el añorado EGIN: “El esclavo odia la mirada del hombre que lucha por su libertad”.
BELAR TXARRAK, ZAINAK LUZE.
INDEPENDENTZIA, SOZIALISMOA ETA AMNISTIA.
JESUS MARI ETXEBERRIA GARAIKOETXEA, EUSKAL PRESO POLITIKOA.
ZABALLAKO ESPETXEA
(2025÷11÷10)