Durante el franquismo, la Universidad funcionaba por designación. Las instituciones del Estado nombraban los altos cargos, dirigían los programas y controlaban la enseñanza. Exigiendo a los funcionarios, fuesen rectores, catedráticos o simples profesores, la adhesión mas absoluta. Incluso, obligándoles a acatar los principios fundamentales del Movimiento. Para ser servidores del Estado único, de partido único y única obediencia.
Ahora sucede lo mismo. Pero con más maquillaje y un retorcido reparto del negocio. En la CAV ya no hay un partido único. Hay dos partidos únicos. El PNV y el PSOE. Un maridaje perfecto, que data de los años de Prieto y Aguirre. Cuando, entre los dos, cocinaron el primer Estatuto y la práctica del autonomismo. Precedente y paradigma del actual. Hoy el entendimiento entre estos dos partidos, funciona en la UPV como una bacanal de endogamia. Un reparto exclusivo de poderes, con el fin último de controlar cualquier riesgo de oposición o desobediencia crítica. En el que se impide la entrada o se expulsa a quien no piense como ellos.
Puede que todo esto no sea noticia, ni extrañe a muchos. Pero leyendo el artículo de hace un mes de los profesores despedidos de la UPV, Herrero y Azkargorta. Con la denuncia de cómo se produjo su exclusión y se consolida hoy, la negativa oficial a tratar el problema. No hay más remedio que entender las relaciones laborales en esta institución, como un caso grave de control y exclusión política de los profesores, que no pertenecen al clan dirigente. O que se niegan a aceptar sumisamente las leyes fundamentales de la endogamia PNV-PSOE.
Hay otros casos, menos conocidos, pero también de sangrante exclusión. Conocemos algunos, aunque no todos. Sin embargo, el de estos profesores es muy, sino el más, significativo por su duración. Por la difusión que tuvo en su día. Por la relación con una reivindicación histórica, ya conseguida, como es la del profesorado propio. Y por la vengativa actitud de los distintos rectores (todos del PNV/PSOE) que han pasado indiferentes, despectivos y excluyentes, delante de una pancarta que denuncia estos despidos y grita la readmisión. Unos rectores y directivos, que saben que está en la puerta de su «casa», desde hace muchos, muchos años.
Decían Herrero y Azkargorta, que desde hace 27 años están despedidos de la UPV. Que lo están por reclamar una ley de profesorado propio, junto con otros compañeros. De los cuales, cinco fueron sancionados, de un total de mas de 200 que iniciaron el movimiento. Manteniendo desde 1990 un enfrentamiento por la readmisión. En un contexto, en el que se produce la aprobación y aceptación por el Estado, y el Gobierno Vasco, de este profesorado propio no funcionario. También recordaban que dos de los cinco despedidos negociaron su reincorporación. Mientras, desde 2007, los tres expulsados actuales siguieron reivindicando el reconocimiento de sus derechos y condiciones.
Aseguraban estos profesores, que en este punto y de forma totalmente contraria al inicio de las protestas, se encontraron frente a la mayoría endogámica de la universidad. Algunos antiguos compañeros de lucha. Hoy profesores afines a los partidos del poder, PNV o PSOE. Que controlan el panorama universitario vascongado, desde las primeras transferencias universitarias. Describían después, en su escrito, las numerosas gestiones, iniciativas o tentativas de diálogo. Con los distintos Defensores del universitario, o con rectores como Goirizelaia. Sin encontrar salida al embudo de la intolerancia política y el bipartidismo actual dominante en la UPV. Al llegar a este punto, decían: «No teníamos ninguna duda (…) de que se había establecido una barrera ideológico-política para impedir nuestra readmisión, un cordón sanitario que atrapaba incluso a aquellos que habían participado en el movimiento a favor de las nuevas figuras contractuales». La llegada de la nueva rectora, Balluerka, no hizo sino confirmar las peores impresiones.
A pesar de esta constatación y demostrada endogamia política (PNV-PSOE) que controla la UPV, a finales de 2017, los despedidos trataron de relanzar el proceso negociador. Manteniendo una reunión con el nuevo Adezle (Iñigo Urrutia). En la que se acordó solicitar una reunión, con la vicerrectora. Durante 2018, hubo otras dos reuniones para tratar de fijar un calendario, con fechas, reivindicaciones etc. Estas últimas referidas a la posible readmisión laboral y otros ajustes técnicos, como cubrir los 27 años sin cotización, cara a la jubilación.
En todas las reuniones, la Universidad se limitó a escuchar. Sin adelantar sus intenciones ni hablar de su posición o posibilidades de arreglo. El Defensor, pasado un largo tiempo tuvo que reconocer, que su mediación había sido un fracaso. Porque la UPV se negaba a asumir las cantidades necesarias, para regularizar la situación laboral y de futura jubilación. Además, el aparente silencio de intenciones, por parte del rectorado, indicaría para Herrero y Azkargorta la existencia de un indudable diktak político extra-universitario.
En este punto, la única ventaja que veían los profesores afectados, era que después de tantos años, la UPV se había mostrado como lo que era. Al no existir voluntad política, para seguir hablando o reuniéndose, estaba claro que había un veto. Mas allá de la normativa, la regulación de otros casos como este, o la disposición de fondos. Hay, en efecto, una discriminación política. Que se ceba en estos profesores, que detrás de una pancarta sostienen desde hace 27 años: 1) la reivindicación de una universidad mejor, 2) el reconocimiento de que su lucha era y es justa, 3) Y que alguien debe de hacerse cargo de solucionar este problema.
En ausencia de una argumentación razonable por parte del rectorado, no hay otra explicación que: «las órdenes vienen de fuera». Ellos no lo reconocen, pero esta discriminación política se enrosca ferozmente en la atroz endogamia universitaria. Que ha corrompido todo el estamento universitario desde la Transición. Que ha servido, para el reparto de puestos y puestillos, entre los grandes partidos, sus empleados y becarios. Que malogra la pluralidad y diversidad político-social, que debíamos exigir a toda universidad. Y que por tanto aborta cualquier posibilidad de confrontación intelectual o avance científico, creativo, no repetitivo, ni sumiso.
Los profesores universitarios están dirigidos, en la dirección de la subvenciones oficiales y deben ser oficiantes del credo institucional, que marca el poder. No pueden salirse nunca del carril de la obediencia a los dos partidos, sin peligro de pérdida de derechos o exclusión de la nómina universitaria. El profesor Sosa Wagner, ex´catedrático de la UPV, ha denunciado, en un reciente libro lo que llama la «opaca selección del profesorado» y «la arcana elección del rector», en las universidades. Lo mas grave es el modelo de selección, asegura este catedrático: «Cuando sale una plaza ya tiene nombre y apellidos». Y el sistema de elección de rectores, está viciado por la misma malla clientelar, que la selección de profesores. Luego el que gana distribuye cargos y prebendas. En opinión de Sosa Wagner, no hay elecciones limpias en las universidades y el rector tiene un poder excesivo.
Este es, también, el origen y la línea que rige la bi-dictadura del PNV-PSOE en la UPV. Donde funciona implacable el condominio culpable del aspecto siniestro y putrefacto que tiene la comunidad universitaria. En sus principales estamentos e instituciones oficiales. Es también responsable del estancamiento laboral de muchos, de la pérdida de vocaciones y talentos, de la situación desviada de la universidad. Y, en nuestro caso, del absurdo e injusto despido de estos profesores. Pero nadie se atreve a decirlo. Fuera de la obediencia endogámica y la domesticación intelectual y política, no hay alternativa. Hasta es posible que, detrás del castigo político a estos profesores despedidos, su situación esté siendo utilizada como forma visible de «castigo ejemplar». Para mostrar a los fieles y sumisos, lo que les espera si desobedecen. O si se atreven a discutir el control endogámico de este aparato.
Comisión de apoyo a los Profesores despedidos de la UPV (JM Idioaga, J. Gezuraga, JM Lorenzo, R Uriarte)
26 de junio de 2019
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