La realidad es tozuda, decía Lenin, y lo es, ciertamente. Su tozudez surge de la unidad y lucha de contrarios que determina el movimiento permanente de esa realidad. Aunque sea un tópico, siempre es necesario citar la crisis que azota al capitalismo y que se agrava en Euskal Herria por la opresión nacional de clase que sufrimos. Ahora mismo y por citar un solo ejemplo de la crisis, el llamado «pánico bancario» volatiliza cada segundo cientos de millones de dólares, libras, euros y otras monedas artificialmente infladas, que forman parte de ese inmenso globo de capital ficticio y de esa cuasi inconmensurable deuda capitalista mundial que nos sitúa al borde del colapso, del hundimiento.
¿Por qué está así el capital y el imperialismo? Por sus propias contradicciones y limitaciones esenciales que obligan a su burguesía, entre otras medidas, a inflar las burbujas financieras para evadir la ley de caída tendencial de la tasa media de ganancia y la ley general de acumulación del capital. Ahora bien, las salidas de las crisis por graves que sean dependen de la lucha de clases y, de aquí, como veremos, la importancia reaccionaria de esa especie de amnistía de facto, por la puerta pequeña, que ha salvado a Marlaska, ministro de represión, de tener que rendir cuentas por las decenas de muertos en Melilla. Se dice que la excusa para salvar a Marlaska es traer los y las presas vascas a las cárceles españolas en Hegoalde. De ser verdad, quien realmente sale ganando con esta «transacción» es el Estado español.
En esta entrega analizaremos cómo un aparente e insustancial «trámite parlamentario», apenas recogido en la prensa del sistema, refleja sin embargo la auto-derrota del reformismo soberanista ante las tremendas contradicciones que azotan al subimperialismo franco-español. En segunda entrega veremos cómo la amnistía de facto dada a Marlaska introduce tareas nuevas a las que tenemos que responder en la compleja totalidad de tareas a las que se enfrenta la dinámica expansiva de las izquierdas revolucionarias vascas que, con sus diferencias, llevan ya un tiempo creciendo entre el proletariado y el pueblo trabajador vasco.
Hace un tiempo alguien dijo que ETA no había sido derrotada por el Estado español sino que se había auto-derrotado. El perdón que EH Bildu ha dado al subimperialismo español al abstenerse en la votación parlamentaria para investigar la responsabilidad de Marlaska en los asesinatos de decenas de migrantes en Melilla es una muestra más de esa auto-derrota. La brutalidad española contra las y los migrantes en Melilla es parte de los crímenes de la Legión y del Ejército contra los pueblos norteafricanos durante siglos, pero también es parte de las atrocidades represivas contra las clases y naciones explotadas en la península. Marlaska es solo una tuerca consciente y fría, metódica, de esa máquina de violencia que ha saltado de prácticas duras a muy duras, a puro terrorismo de Estado, según las necesidades del capitalismo español. No solo hay que juzgar a Marlaska como individuo políticamente responsable sino también como un pequeño miembro de un monstruo esencialmente antidemocrático.
Abstenerse en esta cuestión crítica es lavarse las manos como un Pilatos cualquiera, porque al contenido sociopolítico se le suma el ético y el histórico, es decir, juzgar o no las responsabilidades de la máquina de opresión del sistema español personalizada en un individuo. Desde una visión comunista e independentista como la nuestra, la historia y el presente de la opresión española deben ser juzgados, y debe hacerse ahora mismo aunque solo sea, por ahora, mediante la investigación oficial de las responsabilidades de Marlaska, aunque sea mediante un instrumento absolutamente tramposo, parcial y reaccionario como es el Parlamento español.
Precisamente porque el sistema legal español no sirve en absoluto para investigar, esclarecer y castigar esos crímenes –recordemos los resultados de los «juicios» y «condenas» de los GAL y del terrorismo de Estado– en su verdadera inhumanidad, por eso mismo, debemos impulsar la investigación popular e internacional y, especialmente, debemos impulsar todas las movilizaciones, del tipo que sean, que exijan justicia socialista. Pero aunque el Parlamento no sirva para ello, como se confirma a diario, sí hubiera tenido valor que EH Bildu hubiese hecho una denuncia implacable de Marlaska, denuncia integrada y supeditada a una campaña de masas en calles, fábricas, escuelas, viviendas, etc., de modo que, por un lado, volviera a recordarse tanto dolor impuesto por el Estado español; por otro lado, se demostrase que no puede haber ninguna «paz» mientras sigan existiendo esas estructuras de opresión; y, por último, se abriese una reflexión colectiva sobre la justicia socialista del futuro.
En efecto, uno de los métodos de sujeción mental más efectivos de la burguesía sobre el pueblo trabajador es el rechazo, la negativa y la impotencia del reformismo soberanista para prefigurar en lo posible cómo serían algunas de las características de la futura democracia socialista vasca. Sin duda la justicia es uno de los puntos centrales al respecto y más aún en medio de una crisis como la que padecemos en la que la burguesía se apropia, por momentos, de más riqueza, en medio de un empobrecimiento imparable del pueblo trabajador vasco.
La amnistía de facto concedida por EH Bildu a Marlaska mediante su abstención, destroza cualquier posibilidad de avance teórico-político y ético en la urgente necesidad de prefigurar algunas conquistas sociales imprescindibles, como la que es ya mismo la certidumbre obrera y popular de que el capitalismo y la dominación española son malas e inaceptables éticamente, carecen de cualquier viso de justicia y son inconciliables con el derecho humano socialista, concreto, emancipador. Que el PNV se lavase las manos es normal ya que es un partido reaccionario, burgués y explotador, porque necesita la protección total del Estado español para sobrevivir como partido de clase burguesa. Pero a estas alturas también es normal que EH Bildu conceda una amnistía de facto a Marlaska porque es coherente con la estrategia sostenida desde hace trece años, por poner una fecha. Romper esta dinámica en algo tan decisivo para el orden del capital como es la impunidad de su sistema represivo, sería tanto como renegar de su actual identidad reformista.
La gravedad de esta cesión voluntaria al poder estatal radica en que precisamente se realiza cuando más necesaria es la coherencia por la extrema gravedad de la crisis que nos azota. Si ya el largo apoyo del soberanismo reformista al gobierno español está terminando con la poca radicalidad práctica que quedaba en sus debilitadas bases, la negación de la historia abertzale de lucha que supone la amnistía a Marlaska cierra el cepo. Hemos dicho más arriba que la salida de las crisis depende de la lucha de clases. Si la burguesía va acumulando victorias sociopolíticas, sean materiales o simbólicas, o las dos a la vez como es la impunidad represiva reforzada con la victoria de Marlaska, refuerza su poder y desgasta al pueblo trabajador. La lucha de clases es permanente incluso aunque sea subterránea o incluso inexistente en la apariencia mediática. Esa permanencia es aún más innegable en las luchas de liberación nacional de clase, como la de Euskal Herria. El refuerzo legitimador obtenido por la represión española es a la vez un debilitamiento de la legitimidad de la lucha por el independentismo socialista.
La guerra imperialista contra Rusia en Ucrania, que es parte de la guerra social del capital contra el trabajo a escala planetaria, es también una de las causas detonantes de la política francesa y española contra Euskal Herria, guerra que busca recomponer las fuerzas del capitalismo occidental ante el avance de Eurasia, de la multipolaridad, de los BRICS y, en síntesis, de las luchas de las clases y pueblos explotados para ser las víctimas propiciatorias de la salida de la crisis en beneficio del imperialismo. Guerra que es parte de la contraofensiva imperialista global intensificada en la segunda mitad de la década de 2010 con muchas innovaciones en lo que respecta a la línea mantenida hasta entonces. El golpe de Estado ucronazi de 2014 fue una de esas innovaciones, pero no la única.
Sin entrar ahora al debate sobre si ha empezado o no la tercera guerra mundial, sobre sus diferencias con respecto a las anteriores, etcétera, sí hemos de ser conscientes de que jamás nos hemos encontrado ante una confirmación tan terrible e inquietante de las advertencias escritas en el Manifiesto comunista de 1848: la burguesía es un brujo que no puede dominar los monstruos que ha desatado con sus conjuros. Nos jugamos el presente y sobre todo el futuro en el sentido literal del término, según qué opción tomemos ahora mismo, en el hoy. Como veremos en la segunda entrega, es vital avanzar en la confluencia de fuerzas revolucionarias como base para crear una organización consciente de lo que sucede y de cómo actuar.
La burguesía francesa no se resigna a su decadencia y golpea con ferocidad a los pueblos obreros que explota. La burguesía española, estructuralmente mucho más débil que la francesa, tiene por ahora la ventaja de la limitada capacidad de lucha de sus clases y naciones explotadas gracias a factores que no podemos exponer aquí, entre los que destaca con mucho el colaboracionismo de las burguesías regionalistas, de las burocracias político-sindicales, sociales y mediático-culturales durante décadas, y el poder alienante de esa terrible fuerza irracional que es la facción burguesa militar-religiosa, con enorme poder económico y propagandístico. El imperialismo yanqui sabe que los Estados francés y español sufren un peligroso desgaste interno, con sus diferentes ritmos, pero necesita a los dos para reforzar la contraofensiva que está lanzando. El Pentágono y la OTAN harán todo lo necesario para mantenerse dentro de ambos Estados, dirigiéndolos con más o menos descaro, permitiéndoles cierta autonomía vigilada pero nada más.
Debemos partir de estas realidades crudas y no del ilusionismo parlamentarista, de ese pragmatismo del sentido común interclasista que todo lo promete al pueblo, aunque no tenga ninguna posibilidad del cumplirlo. La verdad siempre es revolucionaria.
Petri Rekabarren
26 de marzo de 2023
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