En la última entrega titulada Palestina, Ucrania, explotación, empobrecimiento… La irrelevancia del reformismo (I‑II) de febrero de 2024, avisábamos que en la siguiente entrega analizaríamos con más detalle el fracaso histórico del reformismo, y en especial el del principal reformismo vasco, el de EH Bildu. Poco tiempo después de la publicación del artículo salió la información de que las elecciones vascongadas tendrán lugar el próximo domingo 21 de abril y el 12 de mayo las de Catalunya, como quien dice pasado mañana. Al momento de conocerse las fechas, se ha puesto a funcionar al máximo esa enorme máquina psicopolítica de alienación de masas, esa industria político-mediática que obtiene grandes beneficios con la venta de la mercancía llamada «comunicación».
En estos momentos en los que el imperialismo occidental dirigido por Estados Unidos militariza en lo posible la sociedad capitalista, es fundamental analizar el papel de la Ertzaintza vascongada y de los Mossos d’Esquadra de Catalunya, así como de las fuerzas represivas franco-españolas, es decir, de la OTAN y su presencia dominante en los Estados que nos oprimen, el francés y el español. El resultado de las elecciones del 21 de abril y del 12 de mayo nos ayudará mucho en este permanente análisis crítico del contexto y de la coyuntura.
Ahora vamos a centrarnos en la CAV por razones de tiempo. Aún con ese intento de lavado de cara de la Ertzaintza que realiza la industria de la alienación, incluso una reducida parte de esa industria no tiene más remedio que reconocer la «brutalidad policial»1 contra derechos elementales como los de huelga, manifestación, etc., brutalidad envuelta en mentiras y acusaciones realizadas por el responsable regionalista del gobiernillo vascongado. Partiendo de este contexto, exponemos nuestra opinión sobre la Ertzaintza, cuerpo represivo integrado en el Estado español y con relaciones estrechas con el ente sionazi llamado «Israel».
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El Estado, en cualquier sociedad basada en la propiedad privada, tiene entre otras, la función decisiva de garantizar que la clase dominante siga siendo propietaria exclusiva de las fuerzas productivas y reproductivas, es decir el Estado es el centralizador estratégico de todos los medios e instrumentos que sostienen esa propiedad privada. En el caso de los Estados que oprimen a naciones, tienen también la tarea de reforzar el nacionalismo imperialista de su burguesía estato-nacional, mantener en la sumisión a las naciones que oprime aplicando el terror, si fuera necesario, pero también apoyándose en las burguesías colaboracionistas de esas naciones oprimidas.
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Por centralización estratégica de todos los medios de opresión, explotación y dominación entendemos el hecho de que el Estado también dirige directa o indirectamente la guerra cultural contra las naciones oprimidas para destruir sus lenguas y culturas propias, o para impedir que se desarrolle y radicalice el componente independentista inserto en la cultura popular, que sobrevive e incluso crece en esa cultura popular. Pero ahora nuestra reflexión se centra en las fuerzas directa y materialmente represivas del Estado ocupante, es decir en la Ertzaintza como su destacamento regionalista en la Comunidad Autónoma Vasca.
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Siempre han existido fuerzas represivas en Euskal Herria, por ejemplo, desde las legiones reprimiendo la sublevación de los bagaudas en el siglo V hasta las represiones de Carlos II en la Navarra del siglo XIV, pasando por la represión de la herejía de Durango en el siglo XV. Desde el siglo XVI la represión se intensifica conforme aumentan las resistencias con la quema de mujeres vivas, las matxinadas y la invasión de Iparralde en el siglo XVIII que se mantiene a comienzos del siglo XIX cuando se generaliza desde la Zamakolada hasta la persecución del carlismo popular tras 1876.
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Desde la década de 1880 en adelante, irrumpe la lucha obrera y las fuerzas represivas se van especializando en aplastar manifestaciones, asambleas, huelgas, insurrecciones, comunas, revolución y guerra antifascista, clandestinidad, lucha armada, movimientos populares, organizaciones y partidos legales más tarde ilegalizados, luchas obreras y populares, cierre de medios de prensa, reivindicaciones democráticas masivas, etc., con multas, detenciones, torturas, guerra sucia y desapariciones forzadas, cárceles de exterminio, manipulación y mentira del plan ZEN y otros elaborados por la contrainsurgencia imperialista, colaboracionismo reformista y burgués…
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La Ertzaina fue creada en 1936 como policía militar, desapareciendo con la ocupación española. Muchos gudaris y milicianos, UHP, PSOE, ANV, PCE…, veían la Ertzaina como una policía conservadora que acogía en su seno a miembros de la burguesía que así se libraban de la guerra en el frente y/o que se alistaban para desertar.
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El capitalismo español sufría una crisis histórica en la década de 1970, agravada con la muerte en la cama del dictador. Estados Unidos y Alemania Federal, con sus sucursales internas, sabían que Euskal Herria era uno de los focos de lucha de clases más peligrosos de Europa y que por ello podría abrirse una fase prerrevolucionaria en el Estado que se añadiría a la europea. Era urgente «dominar a los vascones» para asegurar el control imperialista del Estado mediante la OTAN, el reformismo y una monarquía militar impuesta disimulada con un barniz de democracia burguesa. Para ello se creó el «Estado de las autonomías», uno de cuyos objetivos era reforzar la «nación española» integrando en ella las «culturas regionales», sobre todo la catalana, la galega y la vasca.
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En 1980 la derecha española de UCD con el apoyo del ejército permitió al PNV crear la base de Berrozi, en Araba, en la que se preparaban las primeras unidades de lo que sería dos años después la Ertzaintza. Los berrozis, como se les llamó, debían «proteger» a los cargos políticos regionalistas, autonomistas y estatalistas incondicionales de Madrid y Estados Unidos, así como demostrar a la mediana y pequeña burguesía que ellas y sus negocios, es decir la explotación capitalista, estaban aún más seguras porque aumentaban las fuerzas de orden y su legitimidad con la integración de oriundos del país.
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La Ertzaintza fue creada en 1982 en el proceso de descentralización regionalista arriba visto, como parte del aparato represivo español y de la OTAN, aunque este segundo componente no se veía entonces muy claro porque aún no obedecía oficialmente a Estados Unidos, aunque en la práctica lo hacía desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Casi desde su primer día, estableció fructíferas relaciones de dependencia doctrinal y tecnológica con la contrainsurgencia imperialista, porque el PNV era la oficina vasca de la CIA desde al menos la Segunda Guerra Mundial y en especial desde Berrozi. La «ayuda» de «Israel» no se haría esperar. Las hemerotecas nos recuerdan cómo altos dirigentes del gobiernillo vascongado aseguraban triunfantes que la Ertzaintza acabaría en poco tiempo con ETA porque, entre otras cosas, no había mejor cuña que la de la misma madera.
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Carecemos de espacio para más detalles en la evolución de capitalismo español, al integrarse en la Unión Europea, en la OTAN, etc., entre finales de los años 80 hasta la autoderrota de ETA en la segunda década del siglo XXI. Pues bien, el fin de ETA no implicó el fin de la Ertzaintza de la misma manera que la implosión de la URSS y el fin del Pacto de Varsovia no conllevaron la disolución de la OTAN sino todo lo contrario, su ampliación geográfica, su rearme y la militarización social del capitalismo. Las promesas del reformismo soberanista de que sin ETA entraríamos en una fase de «paz» que propiciaría un ascenso electoral hasta la entrada en el gobiernillo vascongado, solo se han materializado, por ahora, en un incremento de votos, pero en un retroceso en las condiciones de vida, en un ascenso de la lucha de clases, en la aparición de nuevas organizaciones revolucionarias, en una radicalización creciente de la juventud trabajadora especialmente de las jóvenes, en un incremento de la abstención electoral… ¿Sorprende entonces la brutalidad represiva de la Ertzaintza creada hace casi medio siglo para asegurar la explotación capitalista, la opresión española y su dominación cultural?
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La CAV no es un islote de paz en el encrespado océano imperialista. Su burguesía es fieramente neoliberal, otanista y subimperialisa; está rabiosa porque la lucha nacional de clase le impide hasta el momento atacar al pueblo trabajador con más virulencia. Tanto la burguesía como el reformismo vasco en su conjunto, incluido EH Bildu, son otanistas, aunque lo expresan de diverso modo. Hay por tanto una unidad básica sobre el papel esencial de la Ertzaintza ahora y en el futuro: controlar y reprimir la lucha popular y en especial su antiimperialismo, y apoyar activa o pasivamente la creciente militarización imperialista.
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Es un error estratégico creer que la Ertzaintza puede librarse de este destino, que está gravado a fuego en sus entrañas desde 1980, con algunas reformas dictadas desde un gobiernillo vascongado dirigido por EH Bildu. Como fuerza represiva integral, cualquier reforma en su estructura tiene que tener la aprobación del Estado español, es decir, de la OTAN. Un gobiernillo liderado por EH Bildu podría instalar más videocámaras internas, podría decretar la presencia inmediata de abogados defensores y de médicos, podría depurar la Ertzaintza de sus miembros fascistas y sus unidades más feroces, podría dejar de usar armas y medios dañinos, podría prohibir las cargas contra manifestaciones y movilizaciones, podría facilitar al máximo la rápida investigación transparente de los abusos y «errores» policiales… pero nada más.
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Lo primero que debiera intentar el hipotético gobiernillo sería como mínimo disolver el cuerpo represivo, llevar a juicio a algunos de sus mandos y crear unidades civiles voluntarias garantizadas por la coherencia ética y política de militantes de izquierdas en su interior. Pero aquí entramos en un debate estratégico inconciliable con el imperialismo, lanzado a reconquistar a cualquier precio el dominio mundial que tuvo y que se le escurre entre sus dedos ensangrentados. Para ello necesita despedazar o vencer a Rusia que está mostrando una fortaleza inesperada y creciente. El nerviosismo de la OTAN es alarmante, lo que le lleva a reconocer que está preparándose para una posible guerra. Al margen de que estalle o no, o cómo estalla y qué clase de guerra sería, lo que está claro que no va a permitir es que desaparezca la Ertzaintza.
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Huyendo de futurismos especulativos, sí debemos recordar que, según informes oficiales de la URSS en sus negociaciones con la OTAN en los años 80 tenía previsto lanzar dos bombas nucleares al superpuerto de Bilbo por su valor militar y económico. La mejora de las vías logísticas del superpuerto realizadas desde entonces así como la tecnología industrial media de la CAV incrementa su valor. Sin caer en especulaciones, debemos tener en cuenta que, aunque no haya guerra, la OTAN mantendrá su dominio de Euskal Herria por lo dicho y además también por la importancia del campo de tiro real de las Bardenas, una muy importante vía logística militar sur-norte que pasa por Euskal Herria así como el valor infraestructural en lo militar que tiene la depresión del Ebro.
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Pero a estas razones hay que sumarle la realidad de la lucha nacional de clase que empieza a recuperarse a pesar del reformismo. Movilizaciones populares y obreras con un fuerte antiimperialismo y anti sionazismo. La genocida «Israel» goza de muchas simpatías prácticas en la Ertzaintza, en el PNV, en el gobiernillo vascongado, en empresas potentes, en la UPV, en medios de alienación de masas e incluso en ciertos sectores de EH Bildu. Uniendo lo militar, lo sociopolítico, lo económico y la ideología burguesa, vemos por qué la OTAN, es decir la Ertzaintza y el ejército franco-español, no abandonará Euskal Herria, sino que la atará al imperialismo todavía más fuertemente.
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Si por una serie de carambolas, EH Bildu llegase a tocar sillón en el gobiernillo, en alianza con otros reformismos, ni siquiera se plantearía retocar la Ertzaintza según las hipotéticas vías que hemos imaginado en el punto 11 de este texto, sino que diría compungida que quiere pero no puede, por lo que se limitaría a lo que se dice «chapa y pintura» y probablemente ni eso. Nos atrevemos a lanzar esta hipótesis al ver y sufrir su década de claudicaciones para llenar el saquito de votos.
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Por tanto, tenemos que denunciar a la Ertzaintza y el resto de fuerzas represivas, movilizarnos durante mucho tiempo en defensa de nuestros derechos cada vez más recortados, hasta que podamos destruir el Estado capitalista. Mientras tanto deberemos debatir, concretar y popularizar objetivos, estrategias y tácticas adecuadas al fin que buscamos. Pero, además de otras dificultades que debemos ir superando con el tiempo, ahora tenemos que centrarnos en dos de ellas: el poder político-militar, económico y cultural de la OTAN en los dos Estados que nos oprimen, tema que se agudizará durante las dos campañas electorales inmediatas, la vascongada y la catalana; y la cerrazón dogmática, abstracta y sectaria de grupos socialistas que en modo alguno están en movimiento sino anclados a errores anteriores a escisiones anteriores a la V Asamblea de ETA.
Petri Rekabarren
16 de marzo de 2024
- Danilo Albin: Huelgas, brutalidad policial y mentiras contra EH Bildu: Urkullu afronta un polémico final de mandato, 12 de marzo de 2024 (https://www.publico.es/politica/huelgas-brutalidad-policial-mentiras-eh-bildu-urkullu-afronta-polemico-final-mandato.html#md=modulo-portada-bloque:2col-t4;mm=mobile-medium).
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