Según hemos sabido estos días atrás, la farmacéutica Roche, argumentando la deuda que se le debe, deja de suministrar medicinas a hospitales griegos y da un aviso al estado español.
Una noticia de este calibre debería crear alarma social y ser asunto de primer orden para los medios, tema destacado de las tertulias, punto prioritario en la agenda de los políticos y motivo de preocupación y debate para el conjunto de la población. Y es que, como si de una familia más de la camorra se tratara, una empresa de producción y suministro de un bien de primera necesidad como el medicamento, con todos los matices y criticas que se le pueda hacer a la medicina convencional basada en el medicamento, se cree con el suficiente poder sobre los estados y las gentes como para cortar el suministro de medicinas y chantajear con recortes en su plantilla. Toda una demostración de abuso de poder, chantaje y atentado a la salud pública.
Que se sepa, ningún fiscal ni responsables de las administraciones han tomado cartas en el asunto, más bien lo contrario, los responsables de salud de varias autonomías han salido con urgencia a decir que sí, que las deudas que se tienen con la multinacional se pagarán. Pareciera que el “marketing del miedo” funciona con total impunidad.
Y entonces nos surge la “inocente” pregunta: ¿cómo es posible que hayamos llegado a esta situación, no la de la crisis económica, que también, sino aquella que supone que algo tan primordial como la salud (y ahora mismo los medicamentos como parte de ella) pueda estar determinada, condicionada por una empresa privada que tiene poder para decidir cómo, cuando y a quién suministra sus productos? ¿Cómo es posible que una buena parte de la estructura sanitaria pública dependa de los avatares de las multinacionales farmacéuticas? En una palabra, ¿Cómo se puede dejar el derecho a la salud, del que debe gozar todo ser humano, esa gran parte de lucha contra la enfermedad, que en la actualidad suponen los medicamentos y otros fundamentales suministros de estas empresas, en manos de entes cuyo objetivo final es la obtención de beneficios económicos para pagar los dividendos de sus inversores y accionistas y sobre los que la cosa pública, representantes de la ciudadanía incluidos, no tiene control? ¿Sus beneficios valen más que nuestras vidas?
Es un tema de tal gravedad que el debate debiera estar ya abierto, en todos los frentes y en toda su dimensión.
Aportemos algunos datos al mismo.
La Industria Farmacéutica se sitúa hoy en día, según el informe de desarrollo de la ONU, como el tercer sector económico a nivel mundial tras la industria armamentística y el narcotráfico.
Aclarando previamente que no se puede meter en el mismo saco a todas las empresas del sector, estamos hablando de una Industria muy cuestionada por sus presiones y malas artes de cara a mantener el nivel de beneficio, anteponiendo en demasiadas ocasiones, y a costa de lo que sea, el objetivo del negocio al objetivo de satisfacer el derecho a la salud de las personas. Voces cualificadas y noticias relacionadas con lo anterior aparecen en lo medios cada vez con más profusión, denuncia de la punta de un gran iceberg de corrupción que destapa la perversidad del actual orden de cosas que deja en manos de la industria farmacéutica buena parte de las posibilidades de sanar a millones de personas en el planeta.
He seleccionado algunas de esas informaciones que en este último año han venido apareciendo. Las fuentes son medios de comunicación escrita y electrónica, libros, webs de empresas e instituciones, etc.
La compañía Servier está en el centro de un escándalo sanitario en Francia, donde diversos estudios responsabilizan al Mediator ‑que se comercializó desde 1976 hasta su retirada 2009- de la muerte de entre 500 y 2.000 personas en el país. Unos 1.500 pacientes que utilizaron ese fármaco para la diabetes que muchos médicos recetaban también como adelgazante se han sumado a la denuncia que tres jueces tienen abierta contra esta compañía.
Según un estudio del British Medical Journal (BMJ), una de las revistas médicas de referencia, un informe clave de la OMS ocultó los vínculos financieros entre sus expertos y las farmacéuticas Roche y Glaxo, fabricantes de Tamiflu y Relenza, los fármacos antivirales contra el virus H1N1. Ese fue el informe que instó a los Gobiernos a apilar reservas de esos medicamentos, por valor de unos 6.000 millones de dólares (4.900 millones de euros). Las críticas del British Medical Journal se suman
a las del Consejo de Europa,
Durante años, la compañía Wyeth pagó los servicios de una empresa de comunicación para que produjera artículos y revisiones que después aparecieron en las revistas médicas bajo el nombre de los médicos que accedían a ello. Igual que el escritor que paga a un “negro” para que le escriba un libro. En esos artículos, se ensalzaban las supuestas virtudes de Prempro ‑terapia hormonal sustitutiva para la menopausia- y se pasaban por alto sus peligros, una práctica que contribuyó a la expansión de su uso entre las mujeres que no lo necesitaban. Se celebra en EEUU juicio contra esta compañía por los casos de cáncer de mama causados por Prempro.
La mayor multinacional farmacéutica, la estadounidense Pfizer,
negoció en abril de 2009 con el Gobierno de Nigeria un acuerdo para evitar un juicio por la muerte de 11 niños en el país africano y las secuelas causadas en decenas de ellos en el ensayo clínico de un
medicamento llamado Trovan. Unas 200 familias de Kano, al norte de Nigeria, aseguraban que su país fue en 1996 un experimento para probar el Trovan y utilizar a sus hijos como cobayas humanos. La compañía pagó 75 millones de dólares (57 millones de euros), para indemnizar a las familias y evitar así que la causa criminal que había comenzado en los tribunales llegase a prosperar.
La policía italiana descubrió la concesión de comisiones ilegales y regalos a miles de médicos italianos por parte de GlaxoSmithKline como «premio» por recetar sus productos a los pacientes. Y nada menos que 4.713 personas fueron procesadas acusadas de pertenecer a una red encargada de favorecer la venta de los productos GSK. El trato «personalísimo» entre promotores de ventas y doctores incluía becas para sus hijos, ingresos bancarios «fortuitos» o viajes a parajes exóticos de India o Brasil. Durante el periodo 1999⁄2002 GlaxoSmithKline en Italia dedicó más de 228 millones de euros a «corromper médicos», según palabras de la policía italiana. Y la central de la empresa fue acusada de «crímenes corporativos». El asunto fue tan escandaloso que la propia multinacional reconocería los hechos en un comunicado público
“Es constante el trasvase de políticos sanitarios, consejeros y directores generales a la industria farmacéutica. Un ejemplo paradigmático de ello es el de Bernat Soria, ex ministro de Sanidad, que fichó por el laboratorio Abbot para hacer un informe sobre las carencias del Sistema Nacional de Salud y el papel de la Industria Farmacéutica..”
Richard J. Roberts, Nobel de Medicina en 1993: “Es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para convertir en crónicas dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el análisis financiero de la industria farmacológica y comprobará lo que digo”. “Se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y curaban del todo”. “Apenas se investigan las enfermedades tercermundistas, porque los medicamentos que las combatirían no serían rentables.
Thomas Steitz, Nobel de Química en 2009: “Muchas de las grandes farmacéuticas han cerrado sus investigaciones sobre antibióticos porque curan a la gente y lo que estas empresas quieren es un fármaco que haya que tomar toda la vida”. “Nos resulta difícil encontrar una farmacéutica que quiera trabajar con nosotros, porque para estas empresas vender antibióticos en países como Sudáfrica no genera apenas dinero y prefieren invertir en medicamentos para toda la vida”.
En la web de Farmaindustria, la gran patronal de las empresas farmacéuticas en el estado español, se puede leer, con fecha de Agosto de 2011: “las medidas aprobadas por el CISNS conducen a la industria farmacéutica a una situación límite y no solucionan los problemas financieros del SNS. Se empobrece la prestación farmacéutica que reciben los pacientes y se interfiere en la actividad profesional de los médicos” Se refiere, entre otras cosas, a la “generalización de la prescripción por principio activo, que es inadmisible, limita la autonomía del médico y puede tener consecuencias negativas para los pacientes”. Es decir, la industria farmacéutica presiona al conjunto del sistema sanitario público cuestionando el uso de genéricos y poniendo como ariete a los médicos y a los propios pacientes. Por cierto, Farmaindustria dispone en su web de un apartado propio para “promocionar” la actividad de las asociaciones de pacientes.
Uno de los frentes de incursión más potentes de las farmacéuticas en el sector sanitario, publico o privado, se sitúa en la prescripción de fármacos, es decir, en el colectivo médico.
Curiosamente, en el mismo mes de Abril de este 2011 han aparecido publicados dos libros sobre el papel que muchos médicos juegan a la hora de permitir e incluso participar de manera activa en prácticas de presión y soborno por parte de los laboratorios. Sus autores trabajan en dos mundos bastante distantes, pero coinciden a la hora de analizar las “turbias maniobras de la industria farmacéutica”. Uno, Jose Ramón Germá Lluch es médico oncólogo y ha sido, entre otras cosas, Presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica. Actualmente es Jefe del Servicio de Oncología Médica en el Instituto Catalán de Oncología, dirige el Departamento de Oncología del Hospital General de Cataluña y es profesor titular de Oncología Médica de la Universidad de Barcelona, entre otros. Es decir, un reputado profesional de la medicina convencional. En su libro novelado “Dioses de Bata Blanca” refleja “hechos reales sobre la ética, la ambición y las turbias maniobras de la industria farmacéutica”. En un potente párrafo del libro, y a modo de resumen final de lo que en él denuncia, se puede leer: “( ) Describía la relajación progresiva de las agencias reguladoras con respecto a la aprobación de medicamentos para ser comercializados mundialmente, denunciaba la manipulación de efectos adversos que algunas compañías esconden en el dossier de presentación para la posterior aprobación de su nuevo producto, en ocasiones de escasa actividad y toxicidad mal estudiada y, finalmente, revelaba la creación y posterior potenciación de líderes médicos de opinión, que encabezan la punta de lanza de la propaganda del nuevo medicamento y que asesoran a algunas compañías farmacéuticas en diseño de su campaña de presentación de resultados y su marketing posterior sin preocuparse de realizar, muchas veces, una revisión a fondo del desarrollo del fármaco en cuestión”.
El otro es periodista, autor de varios libros relacionados con el tema presente. Miguel Jara concentra en su libro “Laboratorio de Médicos, viaje al interior de la medicina y la industria farmacéutica” una auténtica bomba de denuncia documentada, llena de datos y pruebas, basadas fundamentalmente en testimonios y documentos aportados por (ex)representantes comerciales de la propia industria, que pone sobre la mesa de la opinión pública algo que casi todo el mundo conoce y muchos asumen con normalidad: la compra de voluntades de muchos profesionales por parte de los “visitadores médicos” para la prescripción de medicamentos. Se calcula que en el Estado tan solo un 10% de los médicos se niega a recibir a los visitadores. No quiere decir esto que sea una mayoría la que cae en el juego del soborno o la seducción inducida por los laboratorios, ni que quienes lo hacen están al mismo nivel de corrupción y de falta de ética.
Para esta actividad, los laboratorios disponen de la información que a elevados precios les ofrecen empresas de marketing farmacéutico. En la web de una de éstas, Close-Up, se puede leer: “como misión ofrecer a la Industria, productos, servicios y soluciones de negocios cada vez más adecuados a las crecientes necesidades de la Industria Farmacéutica. Concientes de la necesidad y requerimientos de la Industria Farmacéutica, hemos trabajado intensamente en los últimos tiempos para poner a disposición del Mercado el servicio único y de alto valor agregado: PRESCRIBER’s.
Este servicio único vía Web, por el cual los Representantes y Gerentes de Distrito podrán revisar los perfiles prescriptivos de sus Médicos Visitados y No Visitados, efectuar Segmentación y Targeting, tiene por objetivo central mejorar la PRODUCTIVIDAD DE LA FUERZA DE VENTAS a partir del uso racional y efectivo del Fichero Médico de la Compañía.
El mismo está disponible en forma ágil, flexible y amigable, brindando acceso integrado on-line a todas las informaciones de interés del médico prescriptor:- DATOS COMPLETOS catastrales del MÉDICO Padronizado y Normalizado, asegurando la integridad de los datos de cada médico de interés.- PERFIL PRESCRIPTIVO DEL MÉDICO, con las informaciones del Potencial y la Productividad de cada médico en los mercados de selección. ¿Saben esto los médicos?
Reproduzco aquí un párrafo del libro de Jara que a mi modo de ver refleja adecuadamente esa ideología dominante y asumida que en torno a este aspecto justifica, en la conciencia de muchos de los profesionales sanitarios y de los mismos vendedores, esa relación consentida: “Existía un negocio de medicamentos, drogas legales a las que se le había dotado de un valor que muchas no tenían. El marketing había funcionado, la sociedad aceptaba el juego macabro de atiborrarse de fármacos peligrosos y en numerosos casos ineficaces. Pero para alimentar un fuego que elevaba sus enormes llamas hasta los altares del beneficio económico había que añadirle leña de manera constante. Para ello los laboratorios necesitaban a los médicos. Los prescriptores, como les llamaban, eran eso, la puerta abierta al cuarto de la leña, Los prescriptores tenían en sus manos, en los bolígrafos serigrafiados con el recordatorio de un fármaco con los que extendían recetas, el poder de encumbrar el penúltimo producto con el que la compañía farmacéutica esperaba encontrar su Dorado. En la receta estaba la clave y solo el médico podía extenderla. Había que inventar algo para acceder a la voluntad del prescriptor. Inventarían que si el facultativo está muy ocupado atendiendo a sus pacientes no dispondría de tiempo para estar informado de las novedades terapéuticas. Era la excusa perfecta. Los laboratorios se encargarían de ofrecer de manera gratuita, y en apariencia altruista, esos servicios. Nacía así una nueva profesión. Centenares, miles de seres necesitados accederían a trabajar como Informadores Técnicos Sanitarios. Llevarían a las consultas de los galenos la “ciencia” a la que éstos no podían acceder por falta de tiempo. Los especialistas se ocuparían mejor de sus pacientes al no tener que perder el tiempo en informarse. En la formación de los doctores estaba la clave del negocio. Los médicos ya no tendrían que pensar; una industria lo haría por ellos. La comodidad estaba servida en bandeja. La anhelada y enfermiza comodidad que se volvería contra aquel que vagara bajo sus influjos.
“En el puesto de trabajo de *informador técnico sanitario* hay un vendedor que posee una formación mínima sobre el fármaco del que informa. La justa para convencer a algún especialista de que lo utilice. Sin credibilidad científica. La responsabilidad y el objetivo laboral de un vendedor es, exclusivamente, vender”.
Material de escritorio, entradas para eventos deportivos en palcos privilegiados, comidas y cenas, libros, inscripciones a congresos y jornadas, reuniones “científicas”, equipos informáticos (hardware y software) , cámaras de fotos, viajes, alojamientos en hoteles de lujo, cursos científicos y de farmacovigilancia, ensayos clínicos, e, incluso como caso más grave si cabe, dinero contante y sonante son algunas de las dádivas del extendido trapicheo en torno al negocio de los fármacos.
Quienes trabajamos en el sector de la sanidad publica, especialmente en el ámbito hospitalario, somos testigos diarios de la actividad de todo un ejército de visitadores médicos, vendedores deambulantes por los pasillos de los centros sanitarios al acecho de los galenos para “informarles” y “recordarles” sus productos. También somos testigos directos de algunos de los presentes con que bastantes de estos “informadores técnicos sanitarios” agasajan a los médicos y a los distintos departamentos, especialmente en fechas señaladas como las navidades (bolígrafos, agendas, regalos varios, dulces, cava, vinos,.. todo ello de la mejor calidad). Ahora se hace de manera menos ostentosa, entre otras cosas porque la Ley, aunque no se aplique ni mínimamente, lo deja claro. La Ley 29⁄2006 de garantías y uso racional de los medicamentos y productos sanitarios dice, en el apartado de infracciones (artículo 101), concretamente en cuanto a las graves: “ Aceptar, los profesionales sanitarios, con motivo de la prescripción, dispensación y administración de medicamentos y/o productos sanitarios con cargo al Sistema Nacional de Salud, o sus parientes y personas de su convivencia, cualquier tipo de incentivo, bonificaciones, descuentos prohibidos, primas u obsequios efectuados por quien tenga intereses directos o indirectos en la producción, fabricación y comercialización de medicamentos y productos sanitarios” . Las sanciones respecto a esto pueden ir desde un mínimo de 30.000 euros hasta un máximo de 90.000.
Hay que destacar, no obstante, en torno a esta relación de la Industria Farmacéutica con el mundo de los profesionales sanitarios, la integridad de una mayoría de los mismos, algunos de los cuales ya han comenzado no solo a alzar la voz de la protesta ante esta realidad, sino a organizarse para luchar contra la corrupción y proponer alternativas acordes a los intereses generales de la población y del sistema sanitario público. También señalar la valentía y el nivel ético de esos trabajadores de estas empresas que, enfrentándose al riesgo de las represalias, se niegan a desarrollar el juego sucio de éstas e incluso, como se recoge en el trabajo de Miguel Jara, a denunciar a las mismas.
En toda esta maraña de presión e incluso en muchos casos de corrupción se echa en falta la actuación de las instituciones públicas, tanto sanitarias como de investigación judicial en la dirección de prevenir y perseguir todas estas actividades denunciadas, así como la falta de atención e intervención política de los “representantes de la soberanía popular”.
Pues eso, empezaba estas notas a propósito de la información de que la multinacional farmacéutica suiza Roche corta el suministro de fármacos a Grecia, y las finalizo también con la información de que el actual Gerente Ejecutivo de la compañía, Severin Schwan, tenía en 2008 un salario de 4,5 millones de dólares americanos. De escándalo ¿verdad?
Berna Gómez Edesa
Trabajador del Hospital de Galdakao/Osakidetza