Días atrás habló su madre del alma, Angelita Burgoa, y dio la voz de alarma, un SOS por su hijo Ibon, certificado por médicos y análisis graves. Hoy está en el hospital de Basurto:
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.
Ibon, uno de los muchos que sufren la venganza de instituciones y gentes sin alma, de los gusaneros de la derecha española y vasca, de quienes reparan brazos de figuras de escayola y barro, de quienes ofrecen flores a la virgen de Begoña y hacen morir a gentes de carne hueso en su huecos de podredumbre y miseria, en sus zulos de gentes sin entrañas, de buitres de carroña y de derechos humanos, que anidan en instituciones robadas, saqueadas, vaciadas de dignidad, centros de expolio y saqueo.
Ante ellos y frente a ellos nuestra presencia solidaria con Ibon Iparraguirre es denuncia de inhumanidad, de injusticia, de vaciedad. No queremos su mundo, apartamos a un lado su autoridad, desechamos sus mentiras de aparato, sus cuentos de radio y tele.
Queremos andar caminos nuevos de ternura y abrazo sin tener miedo, Ibon, a “perder la maravilla de tus ojos y a sentir de noche en la mejilla la solitaria rosa de tu aliento”.
Esta tarde de otoño muchos, en muchos puntos de Euskal Herria, queremos enviaros a todas y todos los presos políticos vascos nuestro abrazo, nuestra esperanza de un otoño de luna llena, nuestro compromiso y trabajo por vuestra liberación y por un mundo nuevo, fresco, socialista, libre, euskaldún, amante de la vida, solidario con las gentes, que sea vida y no sufrimiento y muerte.
Como aquellos versos escritos por un preso vasco desde la cárcel a su amada:
Me diste tus labios
en los brazos de la tarde
y la hiciste inolvidable.
Mis palabras fueron pocas y sencillas
Tus palabras fueron tus ojos y tus besos
Y la sonrisa de tu cuerpo de chiquilla.
Hoy nuestro abrazo grande: Ibon, Angelita y presos queridos en cárceles lejanas.