Saïd Boua­ma­ma: «En lo refe­ren­te a la gue­rra, las izquier­das euro­peas debe­rían escu­char más a los paí­ses del Sur»

Las últi­mas gran­des movi­li­za­cio­nes con­tra la gue­rra en Occi­den­te se remon­tan a 2003, cuan­do Esta­dos Uni­dos deci­dió inva­dir Irak. Des­de enton­ces se han mul­ti­pli­ca­do las inter­ven­cio­nes mili­ta­res con la com­pla­cen­cia e inclu­so el apo­yo de muchos movi­mien­tos de izquier­da. El últi­mo ejem­plo es la gue­rra en Ucra­nia, en la que muchos «pro­gre­sis­tas» se unen a la OTAN para enviar armas y pro­lon­gar el con­flic­to. Saïd Boua­ma­ma lo ha ana­li­za­do esta deri­va jun­to con Michel Collon en el libro La gau­che et la gue­rre : analy­se d’une capi­tu­la­tion idéo­lo­gi­que. El soció­lo­go al que encon­tra­mos todas las sema­nas en [su canal de vídeo] Le mon­de vu d’en bas repa­sa para noso­tros las cau­sas y con­se­cuen­cias de este giro a favor de la gue­rra de la izquierda.

¿Por qué algu­nas corrien­tes de la izquier­da, muy crí­ti­cas res­pec­to a las cues­tio­nes eco­nó­mi­cas, socia­les o eco­ló­gi­cas, siguen la ten­den­cia domi­nan­te res­pec­to a las cues­tio­nes internacionales?

Hay dos fac­to­res esen­cia­les, el his­tó­ri­co y el ideo­ló­gi­co. El fac­tor his­tó­ri­co, que se sigue sub­es­ti­man­do de for­ma gene­ra­li­za­da, es el impac­to que tie­ne la his­to­ria colo­nial sobre la izquier­da y la extre­ma izquier­da. Para enten­der por qué el anti­co­lo­nia­lis­mo y el anti­im­pe­ria­lis­mo siem­pre han sido unos pun­tos débi­les de estas corrien­tes, hay que enten­der que no se han podi­do lle­var a cabo ope­ra­cio­nes tan vas­tas como la colo­ni­za­ción sin que la opo­si­ción esté impreg­na­da de la ideo­lo­gía dominante.

En efec­to, la idea de una misión civi­li­za­do­ra tam­bién esta­ba pre­sen­te en la men­ta­li­dad de la izquier­da, es cier­to que de una for­ma dife­ren­te que la dere­cha Y no se ha lle­va­do has­ta el final la rup­tu­ra con el espa­cio men­tal colo­nial. Ade­más, en el momen­to de las con­quis­tas colo­nia­les no hubo una ver­da­de­ra opo­si­ción a la colo­ni­za­ción, tam­po­co en la izquier­da, con excep­ción de algu­nos gru­pos peque­ños que se opo­nían ver­da­de­ra­men­te. En el seno del movi­mien­to obre­ro no hubo una con­tes­ta­ción masi­va. En el mejor de los casos, lo que hubo fue la idea de que era la colo­ni­za­ción debía ser más huma­ni­ta­ria, que el capi­ta­lis­mo era malo por­que colo­ni­za­ba mal.

Una idea que hoy ya no está tan exten­di­da en la izquierda…

Es cier­to, pero ha deja­do un lega­do: las cues­tio­nes inter­na­cio­na­les, la cues­tión de la colo­ni­za­ción y del impe­ria­lis­mo pasan a segun­do plano. Son cues­tio­nes moles­tas para la mayo­ría de la izquier­da. No habla de ellas. Y si el deba­te mediá­ti­co le obli­ga a tomar pos­tu­ra, a menu­do la izquier­da apo­ya las inter­ven­cio­nes exteriores.

Ese es el fac­tor his­tó­ri­co, ¿y el fac­tor ideológico?

Con una cam­pa­ña cui­da­do­sa­men­te ela­bo­ra­da para alte­rar todos los pun­tos de refe­ren­cia habi­tua­les de la toma de pos­tu­ra ideo­ló­gi­ca, se sub­es­ti­ma lo que ocu­rrió en el seno de las gran­des poten­cias duran­te las déca­da de 1980 y 1990. Así, un infor­me de la CIA afir­ma que hay que apo­yar finan­cie­ra­men­te y de for­ma opa­ca a revis­tas, escri­to­res e inves­ti­ga­do­res que tien­dan a negar la noción de sis­te­ma social en su conjunto.

Esta cam­pa­ña per­mi­tió plan­tear un sin­fín de teo­rías que pue­den ser correc­tas sobre tal o cual domi­na­ción, pero que nun­ca las rela­cio­nan con el fun­cio­na­mien­to gene­ral de la socie­dad, con el sis­te­ma capi­ta­lis­ta domi­nan­te y con las cla­ses socia­les. Sin embar­go, estas teo­rías se fue­ron difun­dien­do pro­gre­si­va­men­te e influ­ye­ron a las capas con­tes­ta­ta­rias de la socie­dad, has­ta tal pun­to que hoy en día hay per­so­nas que con­de­nan el racis­mo o el sexis­mo sin rela­cio­nar estas cues­tio­nes con el fun­cio­na­mien­to de la socie­dad capi­ta­lis­ta. De la mis­ma mane­ra, no se pue­den enten­der las cues­tio­nes inter­na­cio­na­les sin com­pren­der los intere­ses de las cla­ses domi­nan­tes de las gran­des poten­cias que colo­ni­zan, saquean y se inmis­cu­yen en los paí­ses del Sur. Si se une este lega­do his­tó­ri­co con esta cam­pa­ña ideo­ló­gi­ca, se obtie­ne el resul­ta­do actual: per­so­nas de izquier­da que debe­rían con­de­nar las gue­rras, pero que aca­ban apo­yán­do­las, como, por ejem­plo, en Libia.

Por lo que se refie­re a las per­so­nas refu­gia­das pro­ve­nien­tes de Libia, muchos perio­dis­tas men­cio­nan un caos que pare­ce caí­do del cie­lo. Pare­ce que se olvi­da la res­pon­sa­bi­li­dad que tie­nen la OTAN y Fran­cia, una res­pon­sa­bi­li­dad que, sin embar­go, es fun­da­men­tal. ¿Cómo se expli­ca esta amne­sia permanente?

Hay muchos fac­to­res que impi­den que el sis­te­ma mediá­ti­co rela­te la reali­dad tal como es, lo que no quie­re decir que todos los perio­dis­tas estén corrom­pi­dos. Pero hay fac­to­res eco­nó­mi­cos, como la bús­que­da de audien­cia, que hace que pri­me lo inme­dia­to, hay fac­to­res ideo­ló­gi­cos, fac­to­res socio­ló­gi­cos basa­dos en el inte­rés pro­pio y la nece­si­dad de reco­no­ci­mien­to… Toda una serie de fac­to­res han con­ver­ti­do el sis­te­ma mediá­ti­co en un apa­ra­to ideo­ló­gi­co de Esta­do al ser­vi­cio de la guerra.

Pre­ci­sa­men­te, en la intro­duc­ción de su libro La gau­che et la gue­rre usted recuer­da que, a dife­ren­cia de Irak, Libia no pro­vo­có gran­des movi­li­za­cio­nes con­tra la gue­rra. En 2003 Jac­ques Chi­rac se opu­so a la inter­ven­ción de Esta­dos Uni­dos y a con­ti­nua­ción los medios de comu­ni­ca­ción fran­ce­ses cri­ti­ca­ron la gue­rra. ¿Faci­li­tó todo ello las movi­li­za­cio­nes que hubo entonces?

Sí, y eso demues­tra una vez más la debi­li­dad del anti­im­pe­ria­lis­mo de la izquier­da y de la extre­ma izquier­da. Hay que pre­gun­tar­se si en el caso de Irak, el hecho de que el impe­ria­lis­mo fran­cés estu­vie­ra en des­acuer­do con el impe­ria­lis­mo esta­dou­ni­den­se per­mi­tió posi­cio­nar­se con­tra la gue­rra. Pero cuan­do el pro­pio gobierno fran­cés está impli­ca­do en el con­flic­to, como en Libia, encon­tra­mos den­tro de la izquier­da y la extre­ma izquier­da posi­cio­nes más ambi­guas e inclu­so favo­ra­bles a la guerra.

Escri­be ade­más en su libro: «Las gue­rras de nues­tros pro­pios impe­ria­lis­mos son las que menos indig­na­ción sus­ci­tan». Tene­mos tam­bién el ejem­plo de Mali. Cuan­do Fra­nçois Hollan­de empren­dió la gue­rra en este país, se le cubrió de elo­gios y los perio­dis­tas inclu­so con­si­de­ra­ron que por fin «se ponía su tra­je de presidente».

Total­men­te de acuer­do. Toda­vía es más pro­ble­má­ti­co y nue­vo si recor­da­mos las refe­ren­cias his­tó­ri­cas de, por ejem­plo, la fami­lia comu­nis­ta, uno de cuyos gran­des prin­ci­pios era que había que opo­ner­se en pri­mer lugar al pro­pio impe­ria­lis­mo antes de opo­ner­se a los demás, por­que es sobre el pro­pio impe­ria­lis­mo sobre el que se pue­de actuar para hacer­le parar la gue­rra. Se es más efi­caz ahí don­de se vive, sin embar­go hoy la situa­ción es total­men­te la con­tra­ria: se es crí­ti­co res­pec­to a la polí­ti­ca exte­rior de los demás paí­ses, pero se guar­da silen­cia e inclu­so se es com­pla­cien­te con el impe­ria­lis­mo de Fran­cia, en el caso de las per­so­nas fran­ce­sas, o de Bél­gi­ca, en el caso de las bel­gas. Por otra par­te, ocu­rre lo mis­mo con la vio­len­cia poli­cial: muchos artícu­los cri­ti­can esta vio­len­cia en Esta­dos Uni­dos, pero es mucho más difí­cil hablar de la vio­len­cia poli­cial en casa.

¿No tene­mos tam­bién como fac­tor ideo­ló­gi­co la lucha con­tra el pseu­do­cons­pi­ra­cio­nis­mo que se libra des­de la déca­da de 2000? El caso del fon­do Marian­ne reve­ló recien­te­men­te que el Esta­do habían paga­do a per­so­na­li­da­des públi­cas y aso­cia­cio­nes (algu­nas de las cua­les ata­ca­ron a Investig’Action) para hacer un tra­ba­jo de propaganda.

Para com­pren­der la apa­ri­ción de este dis­cur­so glo­bal sobre la cons­pi­ra­ción, hay que situar­lo en nues­tra secuen­cia his­tó­ri­ca. Con la des­apa­ri­ción de la Unión Sovié­ti­ca y el fin de los equi­li­brios sur­gi­dos de la Segun­da Gue­rra Mun­dial, hemos asis­ti­do a vein­te años de retro­ce­so en la lucha de los pue­blos. Pero este retro­ce­so se ha dete­ni­do actual­men­te con la apa­ri­ción de un mun­do mul­ti­po­lar que pone en tela de jui­cio la hege­mo­nía esta­dou­ni­den­se. Es frá­gil, es un tra­ba­jo que está en cur­so, pero vuel­ve a haber una diná­mi­ca de lucha a esca­la inter­na­cio­nal que pone en gra­ve peli­gro la hege­mo­nía esta­dou­ni­den­se. El ascen­so de Chi­na, el acer­ca­mien­to entre Pekín y Mos­cú, los dis­cur­sos crí­ti­cos sobre la situa­ción del Sahel en Mali o en Bur­ki­na… Esta­dos Uni­dos se ha dado cuen­ta de que debe reac­cio­nar a toda costa.

La reac­ción ha sido en pri­mer lugar ideo­ló­gi­ca, al prohi­bir a la gen­te inte­re­sar­se por las estra­te­gias del Esta­do. El cons­pi­ra­cio­nis­mo es una ideo­lo­gía que cali­fi­ca de peli­gro­sa o dudo­sa cual­quier refle­xión sobre las estra­te­gias de las cla­ses domi­nan­te. ¡Afir­mar que Fran­cia tie­ne intere­ses en el Sahel que expli­can su polí­ti­ca en la zona es cons­pi­ra­ción! ¡Seña­lar que el ase­si­na­to de Gada­fi en Libia fue el resul­ta­do de luchas de poder inter­na­cio­na­les y de una estra­te­gia esta­tal fran­ce­sa es cons­pi­ra­ción! Uni­do al cons­pi­ra­cio­nis­mo hay una orden de vol­ver­se idio­ta, por­que ya no se pue­de refle­xio­nar sobre las estra­te­gias emplea­das. Se cri­mi­na­li­za el pen­sa­mien­to: en cuan­to se inten­ta encon­trar una lógi­ca para expli­car un acto polí­ti­co, se te tacha de cons­pi­ra­cio­nis­ta. Evi­den­te­men­te, hay ver­da­de­ros cons­pi­ra­cio­nis­tas que inven­tan cosas ahí don­de no las hay, pero tam­bién hay ver­da­de­ras cons­pi­ra­cio­nes que, en reali­dad, son estrategias.

En un capí­tu­lo de su libro dedi­ca­do a los paí­ses del Sur vemos has­ta qué pun­to el Nor­te igno­ra o inclu­so des­pre­cia total­men­te los pun­tos de vis­ta que tie­ne estos paí­ses sobre la gue­rra, ¿es algo deliberado?

Hay una ver­da­de­ra divi­sión entre las diná­mi­cas polí­ti­cas del Sur y las del Nor­te. Por ejem­plo, en el caso de Libia, des­de Amé­ri­ca Lati­na has­ta Asia y Áfri­ca, todo el mun­do esta­ba en con­tra de la inter­ven­ción de la OTAN, por­que se creía que no iba a apor­tar nada al pue­blo libio. Las izquier­das de los paí­ses del Sur están com­ple­ta­men­te estu­pe­fac­tas ante las posi­cio­nes que adop­tan las izquier­das del Nor­te. En el libro cito a diri­gen­tes de izquier­da de Amé­ri­ca Lati­na que se pre­gun­tan si toda­vía exis­te una izquier­da euro­pea, pues­to que esta izquier­da par­ti­ci­pa en las gue­rras impe­ria­lis­tas o las apo­ya. Se podría decir que estas per­so­nas vie­nen del Ter­cer Mun­do, que son más ton­tas que noso­tros. Pero tam­bién podría­mos pre­gun­tar­nos has­ta qué pun­to esta­mos imbui­dos ideo­ló­gi­ca­men­te por las cla­ses domi­nan­tes de nues­tros Esta­dos, que gra­cias a sus medios de comu­ni­ca­ción y a sus cam­pa­ñas ideo­ló­gi­cas logran con­ta­giar­nos sus pro­pios intereses.

Regu­lar­men­te encon­tra­mos en los medios occi­den­ta­les un des­pre­cio res­pec­to a los pue­blos del Sur o a sus diri­gen­tes. Hace poco una radio públi­ca fran­ce­sa habla­ba muy iró­ni­ca­men­te de la decep­ción de los jefes de Esta­do afri­ca­nos res­pec­to a Putin, por haber sido blan­do con [Yev­gue­ni] Prigozhin…

Hay un dis­cur­so que siem­pre es des­pec­ti­vo. Tam­bién pode­mos seña­lar la for­ma en que se tra­ta­ron las mani­fes­ta­cio­nes que reu­nie­ron a varios miles de malien­ses y bur­ki­ne­ses, supues­ta­men­te movi­li­za­dos por la pro­pa­gan­da de Putin, para exi­gir la reti­ra­da de las tro­pas fran­ce­sas, lo que equi­va­le a con­si­de­rar que los malien­ses y bur­ki­ne­ses no tie­nen cere­bro, como si no se pudie­ra tener una opi­nión sobre la Fra­nça­fri­que sin que ven­ga de Mos­cú. Se pre­sen­ta así a la pobla­ción de Mali y de Bur­ki­na como per­so­nas mani­pu­la­das y no como per­so­nas capa­ces de refle­xio­nar sobre cues­tio­nes políticas.

Algu­nos jefes de Esta­do afri­ca­nos son por­ta­vo­ces de sus pue­blos, pero tam­bién se pue­den ver atra­pa­dos por su papel den­tro de la Fra­nça­fri­que. Usted recuer­da en La gau­che et la gue­rre las decla­ra­cio­nes de [el pre­si­den­te de Sene­gal] Macky Sall en 2013, nada más empren­der­se la Ope­ra­ción Ser­val: «Sin los fran­ce­ses, los isla­mis­tas esta­rían en Bama­ko y ame­na­za­rían a todas las capi­ta­les de la zona».

Algu­nos jefes de Esta­do se enfren­tan a sus pro­pias con­tra­dic­cio­nes. Pue­den haber lle­ga­do al poder con el apo­yo de las gran­des poten­cias y en tal caso tien­den a ser­vir a sus amos. Pero tam­bién tie­nen que lidiar con la opi­nión públi­ca de su pro­pio país, lo que a veces pue­de ser un ver­da­de­ro que­bra­de­ro de cabe­za. Hace diez o vein­te años podían apo­yar abier­ta­men­te las inter­ven­cio­nes impe­ria­lis­tas. Hoy, si no quie­ren que una ola de pro­tes­tas aso­le su país, a veces tie­nen que atre­ver­se a opo­ner­se a las gran­des potencias.

Tam­bién encon­tra­mos nue­vos jefes de Esta­do, como en Mali y Bur­ki­na Faso. Lle­ga­dos al poder sobre la base del recha­zo del impe­ria­lis­mo fran­cés, tie­ne pos­tu­ras inde­pen­dien­tes. Hay, por últi­mo, un ter­cer tipo de jefes de Esta­do: para ser­vir a los intere­ses de sus cla­ses domi­nan­tes, se pre­gun­tan si es más ren­ta­ble seguir tenien­do rela­cio­nes con las poten­cias impe­ria­lis­tas o jugar la car­ta del nue­vo mun­do multipolar.

No hay más que ver la can­ti­dad de jefes de Esta­do que piden unir­se a los BRICS.

No son todos revo­lu­cio­na­rios, pero por razo­nes mate­ria­les con­si­de­ran que es más intere­san­te unir­se a esta nue­va con­fi­gu­ra­ción que depen­der de Esta­dos Uni­dos o Fran­cia. Des­pués de 1945 hubo un cam­bio simi­lar. Hoy, inclu­so los jefes de Esta­do afi­lia­dos a Washing­ton o París adop­ta­rán posi­cio­nes más mati­za­das para evi­tar enfren­tar­se a una pre­sión popu­lar dema­sia­do fuerte.

Usted men­cio­na­ba hace poco en su pro­gra­ma Le mon­de vu d’en bas Cos­ta de Mar­fil y las manio­bras para impe­dir que Lau­rent Gbag­bo se pre­sen­te a las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les. Recor­de­mos que en 2011 las fuer­zas espe­cia­les fran­ce­sas de la For­ce Licor­ne habían ayu­da­do a des­ti­tuir­lo a bene­fi­cio de Alas­sa­ne Ouat­ta­ra, alia­do cer­cano de [el enton­ces pre­si­den­te fran­cés] Sarkozy.

Las razo­nes son siem­pre las mis­mas. Si des­vin­cu­la­mos la situa­ción en Cos­ta de Mar­fil de su con­tex­to his­tó­ri­co, se pue­de man­te­ner un dis­cur­so pseu­do­ju­rí­di­co. Tras ser pro­ce­sa­do por crí­me­nes con­tra la huma­ni­dad des­pués del gol­pe de Esta­do que lo derro­có en 2010 – 2011, Lau­rent Gbag­bo fue absuel­to por la jus­ti­cia inter­na­cio­nal. No se demos­tró nin­gún deli­to, pero se actúa como si fue­ra cul­pa­ble y se uti­li­za una con­de­na en Cos­ta de Mar­fil para jus­ti­fi­car su exclu­sión de las lis­tas elec­to­ra­les para las pró­xi­mas elec­cio­nes de sep­tiem­bre. En lo esen­cial los argu­men­tos que esgri­men nues­tros medios de comu­ni­ca­ción reto­man el dis­cur­so de los pode­res loca­les, ya sea para Gbag­bo en Cos­ta de Mar­fil o para Ous­ma­ne Son­ko en Sene­gal. Una vez más nos encon­tra­mos ante una des­con­tex­tua­li­za­ción que per­mi­te hacer comen­ta­rios repi­tien­do un dis­cur­so lleno de injusticias.

Bas­se­kou Kou­ya­te, un griot malien­se, nos expli­ca en una entre­vis­ta que publi­ca­rá pró­xi­ma­men­te Investig’Action la impor­tan­cia de ir a Mali para ver sobre el terreno cómo vive la pobla­ción malien­se. ¿Aca­so la mane­ra en que los medios de comu­ni­ca­ción occi­den­ta­les exa­ge­ran la situa­ción en cier­tos paí­ses como Mali o Hai­tí no jus­ti­fi­ca las inter­ven­cio­nes occidentales?

Sí, hay que ir a estos paí­ses. Hay que ir a Mali, a Eri­trea o Bur­ki­na, por ejem­plo. Ya me había dado cuen­ta de ello con Pales­ti­na: se pue­de deba­tir sin éxi­to duran­te horas con una per­so­na que cree sin­ce­ra­men­te en sus argu­men­tos, pero todas las per­so­nas que han ido a Pales­ti­na vuel­ven cons­cien­tes de lo que es la colo­ni­za­ción. En el caso de todos estos paí­ses, ir a ellos es la mejor vacu­na con­tra la cam­pa­ña ideo­ló­gi­ca permanente.

¿Tam­bién pode­mos decir que si la mayo­ría de la pobla­ción afri­ca­na está con­tra las gue­rras es por­que cono­ce los efec­tos que estas tienen?

Des­de lue­go. Pue­de que sea una pero­gru­lla­da, ¡pero vale la pena recor­dar­la! Esta­dos Uni­dos tie­ne una rela­ción espe­cial con las inter­ven­cio­nes mili­ta­res por­que nun­ca ha cono­ci­do nin­gu­na en su pro­pio terri­to­rio, ha empren­di­do gue­rras en el exte­rior. Los euro­peos están en la mis­ma situa­ción des­de 1945. Aho­ra bien, la per­cep­ción de qué es con­cre­ta­men­te la gue­rra no es la mis­ma cuan­do se ha expe­ri­men­ta­do una recien­te­men­te o de for­ma per­ma­nen­te. Por ejem­plo, en Mali o en Bur­ki­na son muy cons­cien­tes de las con­se­cuen­cias de la des­truc­ción de Libia. No es algo lejano y su opo­si­ción a la gue­rra no es abs­trac­ta. En nues­tro caso, una per­so­na bel­ga o fran­ce­sa media tie­ne más difi­cul­ta­des para ima­gi­nar qué es la guerra.

En 1925 Fran­cia inter­vino jun­to a Espa­ña para sofo­car la insu­rrec­ción en el Rif, pero esta gue­rra sus­ci­tó una fuer­te opo­si­ción que inclu­yó, sobre todo, una huel­ga gene­ral. ¿Pue­de ser­vir de ejem­plo este epi­so­dio para que la izquier­da se vuel­va a movi­li­zar con­tra la guerra?

La revuel­ta de la pobla­ción marro­quí se pro­du­jo en un con­tex­to par­ti­cu­lar, el de la Revo­lu­ción de Octu­bre en Rusia. En aquel momen­to Lenin tenía un aura para toda la izquier­da euro­pea. Y Lenin daba prio­ri­dad a la cues­tión del anti­im­pe­ria­lis­mo y de la inde­pen­den­cia de las colo­nias. Había esta­ble­ci­do que el anti­co­lo­nia­lis­mo era un prin­ci­pio fun­da­men­tal para ser de izquierdas.

En el ámbi­to fran­cés la insu­rrec­ción del Rif se pro­du­jo cuan­do se aca­ba­ba de fun­dar el Par­ti­do Comu­nis­ta fran­cés. Este par­ti­do recién naci­do tuvo una acti­tud extra­or­di­na­ria en aquel momen­to. Se movi­li­zó a todas las fuer­zas con­tra la gue­rra, se blo­quea­ron tre­nes, se apo­yó la insu­rrec­ción y gru­pos de per­so­nas comu­nis­tas jóve­nes impi­die­ron la entre­ga de armas. Hubo una agi­ta­ción que para­li­zó Fran­cia duran­te sema­nas. Evi­den­te­men­te, la repre­sión fue feroz, pero no impi­dió que hubie­ra actos valientes.

Es de temer que se mul­ti­pli­quen las gue­rras de hoy. En efec­to, una bes­tia heri­da como el capi­ta­lis­mo domi­nan­te no se reti­ra sin rechis­tar, pero si las izquier­das euro­peas se movi­li­zan, ten­drán un impac­to sobre la capa­ci­dad de inter­ven­ción de las gran­des poten­cias. Sí, la insu­rrec­ción del Rif pue­de ser­vir de ejem­plo, pero hay que recor­dar qué es hoy una acción anti­co­lo­nial: se debe­ría opo­ner al envío de armas con huel­gas de esti­ba­do­res y otras accio­nes con­cre­tas para dete­ner la maqui­na­ria de gue­rra. En cuan­to se fre­na esta maqui­na­ria se pue­de tener en cuen­ta la pos­tu­ra con­tra la guerra.

4 de julio de 2023

Robin Delo­bel

Tra­du­ci­do del fran­cés para Rebe­lión por Bea­triz Mora­les Bastos

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